Playa de
Bañuges en Gozón (Asturias). El Comercio. |
Ruta de la historia sumergida. La Nueva España. |
El barco, quién sabe si un mercante, naufragó un día de junio de 1698 al Oeste de la ensenada de Bañugues, en Gozón, a unos doscientos metros mar adentro, tal vez contra el islote de El Corbiro. Lo que queda de él son centenares de bolas metálicas de munición, un surtido de bombas y cargas de artillería y cuatro cañones, uno de los grandes hitos en la escasa red de vestigios submarinos del Cantábrico asturiano. Tal vez sea aventurado reconstruirlo así, pero a Adolfo Rodríguez Asensio, director general de Patrimonio Cultural del Principado y especialista en arqueología subacuática, le ha gustado imaginar que la historia que duerme bajo el mar de Bañugues es la de un barco que tal vez pudo haber sucumbido "a la rucha", una singular práctica de piratería de la época, de tradición irlandesa, que consistía en el encendido en tierra de hogueras que hacían de "faros artificiales" para confundir a los barcos en la oscuridad y provocar naufragios que facilitaran el saqueo. Con las evidencias disponibles no se puede asegurar que haya pasado, pero si no es cierto está bien armado, "Ir a la rucha" fue el título y el argumento de un documental submarino sobre el pecio.