9 de septiembre de 2020

Un "borrón bestial" en nuestra historia

Franco creó 300 campos de concentración en España, un 50% más de lo calculado hasta ahora
Asturias tuvo 12 campos de concentración franquistas, según una investigación del periodista Carlos Hernández. El Comercio.

Una investigación del periodista Carlos Hernández, plasmada en su libro. Los campos de concentración de Franco, documenta la existencia de 296 centros. Funcionaron desde el sublevamiento militar hasta finales de los años 60 y encerraron entre 700.000 y un millón de españoles, pasando una media de 5 años. Se sometía a los prisioneros a torturas físicas y psicológicas además de a trabajos forzosos
Campos de concentración en España. Mapa elaborado por Ana Ordaz. Fuente: Investigación Carlos Hernández. Creado por: Datawapper. elDiario.es.
eldiario.es
Franco creó en España un centenar más de campos de concentración de los que se creía hasta ahora. Una investigación del periodista Carlos Hernández plasmada en su libro “Los campos de concentración de Franco” documenta 296 en total, a partir sobre todo de la apertura de nuevos archivos municipales y militares. Por los campos pasaron entre 700.000 y un millón de españoles que sufrieron "el hambre, las torturas, las enfermedades y la muerte", la mayoría de ellos además fueron trabajadores forzosos en batallones de esclavos. Estuvieron abiertos desde horas después de la sublevación militar hasta bien entrada la dictadura.
Los prisioneros abarrotan el campo de concentración habilitado en la plaza de toros de Santander (Biblioteca Nacional de España). elDiario.es

El estudio anterior más completo, de Javier Rodrigo, había documentado hasta 188 campos de concentración en todo el país. También en torno a 10.000 víctimas mortales entre los asesinados y los fallecidos a consecuencia de las condiciones vividas ahí, pero Hernández cree que "esa cifra se queda corta con estos nuevos datos. Es imposible documentar todos los asesinatos y muertes porque no dejaban registro, pero en solo 15 campos que han podido ser investigados en esto ya calculamos entre 6.000 y 7.000. No es una proporción exacta porque entre esos 15 estaban algunos de los más letales, pero nos hacemos una idea de que hay muchas más víctimas".
Republicanos capturados por las tropas franquistas. FONDOS DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA. El País. 

La comunidad autónoma que más campos albergó fue Andalucía, pero hubo por todo el territorio: el primero fue el de la ciudad de Zeluán, en el antiguo Protectorado de Marruecos, abierto el 19 de julio de 1936, y el último fue cerrado en Fuerteventura a finales de los años 60. El 30% eran "lo que imaginamos estéticamente como campos de concentración, es decir, terrenos al aire libre con barracones rodeados de alambradas. El 70% se habilitaron en plazas de toros, conventos, fábricas o campos deportivos, hoy muchos reutilizados", explica Hernández. Ninguno de los presos había sido juzgado ni acusado formalmente ni siquiera por tribunales franquistas, y pasaron ahí una media de 5 años. Sobre todo eran combatientes republicanos, aunque también había "alcaldes o militantes de izquierdas" capturados tras el golpe de estado en localidades que cayeron en manos del ejército franquista.
Trabajos forzosos, hambre y torturas. elDiario.es

Trabajos forzosos, hambre y torturas
En los campos de concentración de Franco se hacía una labor de "selección". Se investigaba a cada uno de los prisioneros, principalmente mediante informes de alcaldes, curas, y de los jefes de la Guardia Civil y la Falange de las localidades natales. A partir de ahí, clasificaban a los prisioneros en tres grupos, en términos franquistas: los "forajidos", considerados "irrecuperables", iban directamente a juicio, en el que se les decretaba cárcel o paredón. Los "hermanos forzados", es decir, los que creían en las ideas fascistas pero obligados a combatir en el bando republicano; y los "desafectos" o "bellacos engañados", los que estaban del lado republicano pero los represores valoraban que no tenían una ideología firme y que eran "recuperables". Los "desafectos" poblaron de manera estable los campos de concentración y fueron condenados a trabajos forzosos. Durante la guerra estuvieron obligados a cavar trincheras, y al término del conflicto, principalmente a labores de reconstrucción de pueblos o vías. Sufrieron torturas físicas, psicológicas y lavados de cerebro: tenían que comulgar, ir a misa, o cantar diariamente el Cara al Sol, como ha documentado Hernández. 

Los campos de Franco variaban mucho en tamaño, y la suerte y destino de los prisioneros dependía en muchos casos de las decisiones del propio oficial, que los había más y menos sanguinarios. elDiario.es

También hay testimonios explícitos de hambrunas extremas, "la peor pesadilla de los prisioneros", enfermedades como el tifus o tuberculosis y plagas de piojos. Muchos de ellos fueron asesinados en el propio campo o por tropas falangistas que iban a buscarles, y otros muchos no sobrevivieron a la falta de alimento, higiene y atención sanitaria. En noviembre de 1939, meses después del fin de la guerra, se cerraron muchos campos, "pero lo que sucede realmente es una transformación", relata el periodista. "La represión franquista era tan bestia y tenía tantas patas que evolucionó en función de las circunstancias. Franco, aunque aliado con Italia y Alemania, quería dar una buena imagen ante Europa, quería emitir una propaganda de respeto de los derechos humanos. Por eso oficialmente los campos terminan, pero algunos perduran durante mucho tiempo". El último oficial, también el más longevo, fue el de Miranda de Ebro (Burgos), que duró de 1937 a 1947.
El rancho. Campo de San Pedro de Cardeña (Burgos). FOTOGRAFÍA DE LOS FONDOS DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA. El País.

Después hubo lo que Hernández denomina "campos de concentración tardíos", creados durante los años 40 y 50 y con denominaciones ya distintas. Fueron el de Nanclares de Oca (Álava), La Algaba (Sevilla), Gran Canaria y Fuerteventura, estos dos últimos para prisioneros marroquíes de la guerra del Ifni y cerrados en el 59. Durante el resto de la dictadura siguieron quedando vestigios: por ejemplo, en 1966 se clausuró la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía (Fuerteventura), en la que se encarcelaba y "reeducaba" a homosexuales.

Campo de concentración habilitado en el convento de San Marcos, en León. Sala Capitular repleta de internos. (Dibujo realizado por Cástor González, preso de San Marcos). CORTESÍA DE CÁSTOR GONZÁLEZ OVIES.El País.

"Ha habido miedo a hablar"
Según Hernández, hay que "rehuir" la comparación que parece inevitable con los campos nazis. En primer lugar porque "al lado de Auschwitz, de millones de víctimas en la cámara de gas, cualquier crimen brutal parece menos crimen". Y en segundo porque el sistema franquista era muy diferente: así como en la Alemania nazi todo estaba más o menos estructurado y los dividían entre los de exterminio directo y los de exterminio por trabajo, los españoles eran mucho más heterogéneos y todo más "caótico". Los campos de Franco variaban mucho en tamaño, y la suerte y destino de los prisioneros dependía en muchos casos de las decisiones del propio oficial, que los había más y menos sanguinarios. Sobre el papel, estos centros estaban destinados solo a hombres: "En la mentalidad machista y falsamente paternalista de los dirigentes franquistas, las mujeres no encajaban en los campos de concentración". Aunque sí hubo grupos de cautivas en algunos como en el de Cabra (Córdoba), ellas fueron sometidas a idénticas torturas sobre todo en las cárceles. 
Campo de concentración del lazareto de Gando (Gran Canaria). FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE FERNANDO CABALLERO GUIMERÁ. El País.
Las prisiones, al igual que las unidades del Patronato de Redención de Penas que construyeron el Valle de los Caídos, no están incluidas en esta investigación. Hernández la ha limitado a lo que la propia documentación del régimen categoriza como 'campos de concentración' –además de los cuatro tardíos– porque "la represión fue de tal magnitud y tuvo tantas estructuras que para poder explicarla tienes que parcelarla". La segunda parte del libro de Hernández, que se publicó el 14 de marzo de 2019, consta de testimonios de víctimas. Quedaban pocos supervivientes que pudieran contarlo pero el autor conversó directamente con media docena de los que fueran presos en uno o varios de los casi 300 campos de concentración. Todos ellos han fallecido en los últimos tres años, el último el pasado jueves, Luis Ortiz, quien pasó por el de Irún, por el de Miranda de Ebro y por el de Deusto. 
Un prisionero comulga en una misa en el campo de Aranda de Duero (Burgos). FONDOS DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA. El País.
Durante muchas décadas "ha habido vergüenza y miedo" a hablar. Además de esas conversaciones con los antiguos presos, mucho de lo recuperado por Hernández parte de publicaciones elaboradas durante la Transición y de documentos familiares: "Hubo mucha gente que dejó escritos a sus hijos y nietos de lo que ocurrió". Él anima a eso, "a preguntar a la abuela, al abuelo, por lo que pasó: en todas las familias españolas hay alguien cercano con historias sobre esto. No quiero que esto sea un punto y final a la investigación sobre los campos de concentración, sino un estímulo para reabrir el tema".
Alegoría tenebrosa del campo habilitado en el convento de San Marcos, en León, dibujada por el preso Cástor González. DIBUJO CORTESÍA DE CÁSTOR GONZÁLEZ OVIESEl País.
FUENTE: BELÉN REMACHA. @belenremacha. Publicado por elDiario.es el día 11 de marzo de 2019. Ver enlace.
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LECTURA RECOMENDADA.

LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN DE FRANCO. Esta obra es un libro imprescindible por arrojar luz sobre uno de los capítulos menos estudiados y conocidos de la represión franquista. 
Los campos de concentración fueron la primera pata de un sistema represivo, un holocausto ideológico, que convirtió a toda España en una inmensa cárcel repleta de fosas. En ellos, presos políticos y prisioneros de guerra fueron asesinados, murieron de hambre y enfermedades, padecieron todo tipo de torturas y humillaciones. Los datos son necesarios y las pruebas documentales resultan fundamentales, pero nada tiene verdadero sentido si no somos capaces de entender que detrás de cada cifra, de cada listado, de cada campo de concentración franquista hubo miles y miles de hombres, de mujeres, de familias... (...). Saber más... La casa del libro.
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Para más información; ver artículo de Carlos Hernández de Miguel en "El País Semanal" del 13 de marzo de 2019: «Terror en los campos de Franco».
 Ver enlace.
Reeducación, esclavismo y muerte marcaron la vida en los campos de internamiento creados por el bando ganador de la guerra. El libro Los campos de concentración de Franco regresa a aquel país de miedo y desolación. Su autor evoca en estas páginas la memoria de aquel horror. Luis Ortiz, uno de los últimos esclavos del franquismo y protagonista de este reportaje, ha muerto este jueves, 7 de marzo, a los 102 años. Ver enlace... YouTube.
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AUTORES.

Belén Remacha
, graduada en periodismo por la Universidad de Zaragoza y tiene estudios en Comunicación Política. Trabajó durante 6 años en elDiario.es, en la mesa de actualidad y en la sección de política social. En ese medio cubrió la pandemia de COVID-19 como responsable de sanidad. Ha colaborado con el CSIC, con el Grupo Planeta o con Netflix. Ahora trabaja con audio, como redactora en “Hoy en EL PAÍS”, el podcast diario del periódico “EL PAÍS”. Tiene el ojo puesto sobre todo en la salud, en la ciencia y en el feminismo. Fuente: LinkedIn.

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