El misterio de la botella de Aboño
|
Barberán y Collar, aviadores de renombre desaparecidos en el verano de 1933 |
Mucho
se ha hablado de la suerte corrida por Barberán y Collar, aviadores de renombre
desaparecidos en el verano de 1933 mientras sobrevolaban México
|
Barberán y Collar. (ABC.es) |
Pero pocos saben que una de las pistas sobre la
misma pasó por Asturias: concretamente sobre la arena de la playa de Aboño. Lo
fácil hubiera sido pensar que Barberán y Collar, los héroes del Cuatro
Vientos, perdieron aquel verano del 33 el control de su biplano en medio de
una de las tormentas más fuertes que jamás se conocieran antes en Méjico. Que
el aparato, con ellos dos a bordo, se estrelló y que la pareja que apenas días
atrás había llenado las portadas de medio mundo con su hazaña -fueron los
primeros en cruzar el Atlántico sin paradas, tras 40 horas de viaje, de Sevilla
a Camagüey- murió en un punto remoto, poco más allá del D.F. Eso hubiera sido
lo fácil, de modo que fue la versión oficial. Pero… ¿y si no hubiera sido así?
¿Y si la pista definitiva, tal y como aseguró una revista gráfica nacional poco
después, pasase por Asturias, por Gijón y, más concretamente, por… la playa de
Aboño?.
|
Capitán de Ingenieros Barberán y Teniente de Caballería Collar. (Pinterest) |
Recapitulemos
antes de explicar la pista asturiana. Para quien no los conozca, Mariano
Barberán y Joaquín Collar habrán sido, casi con total probabilidad, los héroes
que una vez admiró su abuelo o bisabuelo. Guadalajareño y gerundense
respectivamente, uno y otro fueron los dos primeros aviadores que cruzaron el
Atlántico sin hacer escalas en una hazaña que más tarde imitaría en sentido
inverso, precisamente, un asturiano con afición por tirarse al río Nalón. Lo hicieron
el once de junio y la noticia saltó a los periódicos españoles dos días
después.
|
Barberán y Collar héroes del vuelo entre Sevilla y Cuba |
«Se confirma la noticia de la llegada a Camagüey de los aviadores
señores Barberán y Collar», afirmó, por aquel entonces, EL COMERCIO.
«Descansaron en un hotel y luego visitaron la colonia asturiana y otros
círculos». Lo hicieron sin radio, con escaso combustible y un tiempo de perros,
lo que engrandeció la hazaña y alargó las celebraciones en Cuba. Más de una
semana estuvieron de agasajo Barberán y Collar hasta que el día 19 pudieron,
por fin, zafarse de los parabienes de las autoridades para reemprender su
viaje, que continuaría a Méjico. No sabían que aquello les costaría la vida.
|
La hazaña del vuelo ocupó las primeras páginas de la prensa mundial. (Henares al día) |
Partieron
el 20, a primerísima hora de la mañana y bajo un cielo que amenazaba tormenta;
los divisaron, en lo alto de los cielos, unas seis horas después, sobrevolando
Tabasco. Y se acabó Barbarán y Collar. Se los tragó la tierra. Sin pistas, sin
respuestas, las autoridades mexicanas -y, desde España, poco más tarde, el
agregado militar español en Washington, Ramón Franco- no fueron capaces de
encontrar el avión y dedujeron que este, junto a los dos aviadores, se había
hundido en el mar. Claro es que la cosa no convenció demasiado a un público que
creía a los heroicos aviadores seres casi inmortales: las teorías conspirativas
fueran muchas y muy variadas e, insospechadamente, una de ellas… pasó por
Gijón. La
historia saltó a la prensa nacional en julio de 1936, recién estallada la
guerra y a tres años de la misteriosa desaparición de Barberán y Collar: Pedro
Fernández, cantinero del Musel y cabrero medio por afición, medio por
subsistencia, tenía a las cabras pastando por la Campa Torres y, de vez en
cuando, subía a ver cómo andaban.
|
Pedro Fernandez (cantinero de Gijón) con la botella misteriosa |
En una de esas, bajando por Aboño, a la
desembocadura del túnel, en la playa, encontró lo inesperado: una botella de
cristal gastado y abrazada por un revuelto de algas enmarañadas que, a duras
penas, dejaban ver entre sí el interior de la botella. «Era de cristal blanco»,
declaró Fernández para la revista «Mundo Gráfico» del 22 de julio del 36, «y
estaba sucia, con arena en su parte baja. Tenía el corcho sin agujerear.
Dentro» -¡ahí viene la sorpresa!- «un papel arrollado…»
¿Quién
puede resistirse a dejar sin inspeccionar el mensaje de una botella que acaba
de escupir el mar? Pocas personas. Y Fernández no era una de ellas.
|
El Cuatro Vientos, en el momento de aterrizar en La Habana. (Henares al día) |
«Saqué el
corcho con cuidado y después, con un alambre, el papel. Este era pequeño,
usado; venía a ser como la cuarta parte de una cuartilla corriente…» En el
reverso (el anverso estaba compuesto de notas viejas, gastadas ya por el paso
del tiempo), la bomba informativa: una nota que, según asegura el reportero del
«Mundo Gráfico», estaba firmada por el mismísimo teniente coronel Joaquín
Collar. «Nos encontramos al Este de Méjico», rezaba la nota, «y en una selva
inexplorable. Tiene todo el motor estropeado, y Barberán, una pierna rota.-
Collar.»
|
noticia en prensa de camaguey |
A
partir de aquí, desgraciadamente, todo son incógnitas. Aparentemente, el
cantinero Pedro Fernández entregó el misterioso mensaje al sargento de
Carabineros del Musel y este, a su vez, a la Delegación Marítima de Gijón,
encargada de inspeccionarlo con resultados desconocidos. Bien porque no llegara
a buen puerto la autenticidad de la botella, bien porque la nueva situación
bélica del país no permitiera a la Delegación andarse con románticas
zarandajas, nunca llegó a conocerse el fin de la historia, que sí enraizó en
otras muchas que, en torno a la desventura de Barberán y Collar, fueron
tejiéndose a lo largo de todo el mundo. Otra historia, de final no menos
triste que el oficial, situó en los años 40 a los aviadores en Santa María
Chilchotla, en Oaxaca, al suroeste de Méjico. Allí, una mujer aseguraba que su
marido y otro peón del rancho de La Paz, donde se habría estrellado el biplano,
habían matado a golpes a los dos españoles tras verles salir, malheridos, del
avión en llamas. Para robarles, sin más; por pura ansia.
|
Los pilotos hablan con sus familias en España, a su llegada a La Habana. (Henares al día) |
Durante
décadas, innumerables expediciones de aventureros han recorrido la sierra
Mazateca, en Oaxaca, buscando los restos del Cuatro Vientos, sin
éxito hasta la fecha, conmovidos por la historia de una mujer tal vez con mucha
imaginación. Una mujer analfabeta, crédula, impresionable, a cuyas manos jamás
había podido llegar revista alguna y mucho menos española. Que jamás hubiera
podido llegar a conocer la historia del cantinero que, en una ciudad costera de
la vieja Europa, hubiera encontrado botella alguna con mensaje incluido y que,
sin embargo, aseguraba también, con el mayor de los convencimientos, que cuando
su marido mató a Barberán, el más viejo de los dos aviadores, este,
precisamente este y no Collar; precisamente esa extremidad y no una pierna o la
cabeza o los dientes, que Barberán tenía… una pierna rota. ¿Casualidad?
|
Collar en el avión recibido a su llegada a Cuba. (Alas Virtuales) |
FUENTE: ARANTZA MARGOLLES
|
Arantza Margolles Beran. (El Comercio) |
Arantza Margolles Beran
nació en Gijón, 1982. Licenciada en
Historia por la Universidad de Oviedo y Máster en Arqueología y Patrimonio por
la Universidad Autónoma de Madrid. Coautora de "Villafría 1934: Luz en la
memoria" y "El crimen de ayer", ambos publicados en 2012.
Colaboradora semanal en El Comercio y Noche tras Noche (RPA).
____________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________
NOTA: Si te ha interesado
esta entrada y quieres preguntar, comentar o aportar algo al respecto, puedes
dejar un comentario o escribir a mi dirección de “correo del blog” con
la seguridad de ser prontamente atendido.
¡¡¡Difunde “El blog de Acebedo” entre
tus amistades!!!
Sígueme en:
·
§ - Twitter – “El
blog de Acebedo”
Llevo 25 años tras la búsqueda del avión Cuatro Vientos caído en México
ResponderEliminarpara 2023 estoy preparando una expo dedicada a Barberán y Collar en el 90 aniversario. En septiembre viajo de nuevo a Mex por nueva información.
Interesados contactar wsp 615269696 Enrique Pallarés