(Con dibujos de Adolfo García)
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Incendio en Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
El incendio de 1521 acabó
con la angosta estructura urbana ante la basílica. Con la reconstrucción comenzó
un largo proceso, culminado ya en el siglo XX, para lograr el amplio espacio de
la actualidad
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Incendio en Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
La Nueva España
Cuando
don Fermín de Pas contemplaba la ciudad de Vetusta desde la torre de la
Catedral, con su catalejo, veía un panorama urbano bien distinto del que ahora
contemplamos desde el mismo sitio: "Alrededor
de la Catedral se extendía, en estrecha zona, el primitivo recinto de Vetusta.
Com-prendía lo que llamaba el barrio de La Encimada y dominaba todo el pueblo
que se había ido estirando por el noroeste y el sudoeste. Desde la torre se
veía, en algunos patios y jardines de casas viejas y ruinosas, restos de la
antigua muralla, convertidos en terrados o paredes medianeras, entre huertos y
corrales.
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Catedral de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
La Encimada era el barrio noble y el barrio pobre de Vetusta. Los más
linajudos y los más andrajosos vivían allí, cerca unos de otros, aquellos a sus
anchas, los otros apiñados. El buen vetustense era de la Encimada. Algunos
fatuos estimaban en mucho la propiedad de una casa, por miserable que fuera, en
la parte alta de la ciudad, a la sombra de la catedral. El magistral veía a sus
pies el barrio linajudo compuesto por caserones con ínfulas de palacios;
conventos grandes como pueblos y tugurios, donde se amontonaba la plebe
vetustense, demasiado pobre para poder habitar las barriadas nuevas allá abajo,
en el campo del Sol". El resto
de la panorámica no ha cambiado sustancialmente. Permanecen, en general, los
rojizos tejados abigarrados y las calles estrechas y tortuosas, como
corresponde a un viejísimo entramado urbano, limitado por la cerca, todo casi
como lo vería el magistral.
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Día normal en la ciudad de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
Ni en
estos párrafos ni en los siguientes señala Clarín la existencia de una plaza,
que evidentemente no había entonces; lo que destaca insistentemente es
justamente lo contrario, lo apiñado del caserío en el que se mezclan los
palacios y las casas modestas, tal como era en la realidad. Actualmente, la
mirada de quien contemple la ciudad desde la torre de la Catedral verá en
primer término precisamente el gran rectángulo de la plaza. Parece
fácil, visto con ojos de ahora, imaginar que la plaza que, desde Porlier, surge
ante la mole de la catedral, siempre estuvo ahí, y que fue concebida
precisamente para poder contemplar el conjunto desde lejos, con amplia
perspectiva.
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Constructores en Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
Es bien cierto que esto no fue así y que, ante el conjunto del
siglo XV, se llegó a establecer una plaza, un tanto desértica, con criterios
del siglo XX. Toda la
zona que desde antiguo rodeó la Catedral, y antes la basílica del Salvador,
estaba caracterizada, como en tantas ciudades medievales, por su círculo de
calles retorcidas que crecían hasta los límites de la cerca y luego desbordaban
estos, no sólo por las puertas de la ciudad, sino también creando barrios
extramuros. Las
grandes catedrales góticas, y la de Oviedo lo es, parecían pensadas para ser
contempladas desde cerca, sobrecogiendo al caminante que levantaba la vista
hacia el cielo, en el que parecía clavarse la fina aguja de la torre.
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Torre de la catedral de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
El
panorama que durante muchos siglos contemplaron quienes llegaban al Salvador de
Oviedo era siempre estrecho y la torre de la catedral, que casi es el centro
geométrico de la ciudad redonda, atraía desde lejos a fieles y curiosos. Desde
cualquiera de los alrededores de la ciudad -San Esteban, Buenavista,
Santullano- la torre constituía el reclamo de la ciudad misma. Y no sólo para
los que venían a ella atraídos por la fama de las reliquias, sino también por
los que, cada vez más, suplían a los peregrinos en un mundo cambiado y llegaban
a la ciudad a resolver asuntos más marcados por los intereses de este mundo que
por los del otro. Eran en no pocas ocasiones asuntos relacionados con el clero,
que debían resolverse en la sede de la Diócesis. En otros casos era la
administración civil la que hacía viajar hasta aquí. Todos los poderes
concentraban sus establecimientos alrededor de la Catedral, sin ahogarla, ya
que el obispado está allí, a su sombra, y Audiencia y Ayuntamiento no estaban
lejos.
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Rutina en Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
De la
plazuela a la plaza
Oviedo no
fue hasta hace poco ciudad de plazas y se conformaba con llamar plazuelas a
lugares que a veces no pasaban de angostas encrucijadas, como sigue ocurriendo,
por ejemplo, en los Cuatro Cantones. Lo que
ahora conocemos como plaza de la Catedral surgió del espacio que durante siglos
fue la plazuela, y el diminutivo le viene de su menor tamaño, ya que era sólo
el lugar delimitado por la verja de hierro baja que estaba delante del atrio.
Dice de ella Canella: "Frente
a la Santa Iglesia, bien reducida para que tan magnífico monumento pueda ser
debidamente contemplado. En Oviedo, población en la que tanto escasean las
espaciosas plazas de otras capitales, éste debió ser, aunque costoso, un
pensamiento predilecto de las corporaciones municipales para expropiar las
casas de enfrente. En su área y rodeando a la primitiva iglesia se levantaron
otros templos y monasterios (...) y este recinto debió estar cruzado de
estrechas callejuelas y calles tortuosas frente al antiguo templo".
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Torre de la Catedral de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
Estos
párrafos de Canella, de 1887, dan expresiva idea de los cambios del lugar,
mucho antes de que por allí se produjeran los verdaderos cambios, que
determinaron severamente su transformación. Por un lado expresa Canella su
deseo de ampliación, echando de menos mayor espacio "para la contemplación
del monumento". Por otra parte, vuelto hacia el pasado, imagina aquella
zona todavía con mayor angostura, con "estrechas callejuelas y tortuosas
callejas", tal como sería, especialmente, antes del incendio de 1521 que
se cebó por allí.
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Tormenta en Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
Efectivamente, aquel famoso incendio terminó con la vieja
estructura urbana de Oviedo y, consecuentemente, con lo que había alrededor de
la catedral, que se reconstruye con aires nuevos. En 1526, el cabildo procura
que no se reedifique enfrente de la catedral, o al menos muy cerca de ella. Es
la primera intención que conocemos, con una catedral todavía inconclusa, de
hacer un lugar para su contemplación. A pesar de todo, durante siglos la
plazuela siguió siendo un espacio reducido, en el que confluían varias calles,
desde todos los puntos de la ciudad vieja. En los
sucesivos planos de la ciudad, hasta 1928, destaca la estructura imponente de
la catedral y ante ella sólo se aprecia un ensanchamiento, irregular, que era
la plazuela, que desde 1925 pasó a llamarse plaza de Alfonso II el Casto, en
memoria del rey asturiano, muy posiblemente ovetense, tenido por fundador de la
urbe, como se señala en el Cronicón Albedense: "Adefonsus castus, qui
fundavit Oveto".
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Mercado en las cercanías de la catedral. Ilustración de Adolfo García |
A
comienzos de siglo XX, cuando ya se había consolidado un Oviedo moderno, en el
sentido urbanístico, basado en el patrón marcado por Uría y sus alrededores, vuelve
la fiebre constructora, que pretende, y logra en parte, arrasar todo lo que se
opusiera a hacer del Oviedo antiguo un remedo del moderno, sin atender a la
peculiaridad de cada una de las zonas. Así, después de muy largas polémicas,
que veremos, se aprueba el derribo de las construcciones que obstaculizaban la
creación de la nueva plaza de la Catedral, en sesión municipal del 30 de marzo
de 1928. Y la piqueta no tardó en actuar. El
proyecto de la nueva plaza -destruir para construir- era obra del arquitecto
Rodríguez Bustelo, y se contaba para su ejecución con la aportación económica
de un legado de don José María Muñiz Miranda, fallecido en 1927.
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Mercado de El Fontán de Oviedo. Ilustración de Alfonso García |
Durante
la dictadura de Primo de Rivera se había redactado el Reglamento de Obras,
Servicios y Bienes, que entra en vigor el 14 de julio de 1924. Allí se apoyaban
las reformas de los poblados mediante el llamado "Plan de mejora interior
de poblaciones" que alentaba la idea de sanear los centros urbanos, por el
bien público, creando grandes espacios, para lo que se facilitaban las
expropiaciones. Esta normativa animó definitivamente a la corporación municipal
a crear, de una vez, un gran espacio abierto ante la fachada de la Catedral,
que eliminase, de paso, aquel grupo de casas que, en opinión de algunos, afeaban
y desentonaban en tan importante lugar, rodeado de palacios. La nueva plaza
surge también orientada hacia las grandes manifestaciones, tanto del culto como
cívicas. Bien era cierto que por entonces ya La Escandalera parecía haber
tomado para sí el papel de plaza mayor que usurpaba a la del Ayuntamiento, pero
una plaza que tuviese como telón de fondo la magnífica fachada de la Catedral,
como si de un escenario se tratase, era otra cosa, especialmente indicada para
actos solemnes, cercada, como estaba, de grandes palacios antiguos,
antagonistas de los palacetes que habían crecido en disciplinada hilera por
Uría.
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Calles del Oviedo Medieval. Ilustración de Adolfo García |
Como nos
cuenta Tomé, la plazuela de la Catedral era una pequeña explanada rectangular
de poco más de 1.000 m2, "resultante del ensanche practicado tras el
incendio de 1522. A un lado cerraba la plazuela la iglesia de San Tirso y el
resto se limitaba por un caserío de soportales, en ángulo obtuso. Estas
edificaciones se reformaron en el siglo XIX mediante el aumento de pisos. Las
casas, eran, con la base en la reconstrucción del siglo XVI, como otras de
Oviedo, semejantes a la del arco de los Zapatos". De fachadas estrechas,
entre 8 y 10 metros, eran profundas, con patios y huertas atrás. Y la parte de
atrás era precisamente lo que se veía desde la zona de La Balesquida, que sería
un panorama irregular, con huertas, patios y tapias que dejarían adivinar el
arbolado del interior.
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Herrero de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
Y esto molestaba a algunos, que querían una perspectiva
limpia para la Catedral, y la única compañía de los palacios y edificios
nobles. Pero no
todos querían hacer desaparecer el viejo y castizo caserío. Así, Gallego
Velasco decía en 1925: "Contrista el ánimo pensar que pueda perderse tan
tontamente uno de los lugares más sugestivos del Oviedo antiguo". Él fue
precisamente, como concejal que era, uno de los que lucharon proponiendo
soluciones que permitiesen conservar, en lo posible, las tradicionales
construcciones. En el mismo año, Álvarez dice: "La
plaza (...) con sus soportales y con la imponente mole de piedra que es la
iglesia, con su mercado de almadreñas y las casucas viejas que, a través de la
pintura moderna, proclaman su abolengo de ancianidad, presentan un golpe de
vista soberbio para quien desea descubrir ese aroma inconfundible de las viejas
ciudades españolas".
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Caserío. Ilustración de Adolfo García |
Mucho más
tarde, en 1974, Luis Menéndez Pidal, que había sido arquitecto restaurador del
conjunto de la catedral tras los desastres del 34 y del 36, recuerda
"aquellas deliciosas casas porticadas en sus bajos, multicolores en sus
revocos, con aleros y balcones de madera, ventanas cuajadas de flores y el
verdor de los geranios que los desbordaban". En
sentido opuesto luchan otros, que acabarán venciendo, por lograr para la
catedral una amplia perspectiva que era imposible con las mencionadas casas por
el medio. Entre las casas y el templo había una distancia de 20 metros. Sin
embargo, la torre, única, contra la costumbre de construir dos, se veía en muy
bella perspectiva desde la calle de la Platería y también desde Santa Ana y
Mon. Y, en rigor, se elevaba esbelta sobresaliendo desde cualquier punto de la
ciudad.
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Oviedo medieval. Ilustración de Adolfo García |
Pero las
corrientes estéticas e higienistas que habían despejado otras plazas españolas,
que cobraron nuevo brío con las teorías del urbanista alemán Sitte, en 1920,
acabaron sentenciando el modesto caserío, que dejó una plaza bastante mayor,
delimitada por los palacios que por allí había, que tomaron nuevo protagonismo
colocándose en primera fila. Las
casas, antes de caer, se resistieron lo que pudieron, con el apoyo de sus
defensores. Allí propuso don Manuel Gallego, que luchó como concejal por hacer
prosperar una solución intermedia que apoyó en sus conocimientos como
ingeniero: siendo evidente la buena vista de la Catedral desde Platería,
propone una vía de acceso desde Porlier, a través de la calle la Balesquida,
aprovechando para calle parte del jardín del palacio de Heredia y quizá
sacrificando "alguna" de las casas de soportales.
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Edificaciones del siglo IX, por Alfonso II. Ilustración de Adolfo García |
Proponía también,
para lograr un efecto diáfano ante el templo, eliminar el murete y barandilla
que se plantaban ante el atrio. El
alcalde Fernández Ladreda, en 1926, basándose en la idea de Gallego, propone
una calle con el mismo trazado, de 9 metros de anchura, que también
sacrificaría poco de lo edificado. Al año siguiente se encarga al arquitecto
Rodríguez Bustelo el estudio de tan enojoso asunto y de sus cinco propuestas se
decide aceptar la más drástica, tanto para el lugar como para sus habitantes,
derribando toda la manzana. Así, la plazuela de la Catedral pasa a ser plaza,
con las dimensiones que ahora conserva, y en un entorno arquitectónico muy
semejante.
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Labores del campo con la Catedral de Oviedo al fondo. Ilustración Adolfo García |
La nueva plaza mide tanto de larga como la catedral de alta, 80 m, y
su anchura media es justamente la mitad, 40. Todo muy racional y calculado,
distinto de lo que surge de la larga vida de los espacios. Así, a
base de piqueta, desaparecieron unas construcciones varias veces centenarias en
las que habían vivido, de generación en generación, familias ovetenses que se
ven forzosamente desplazadas a otros lugares de la ciudad crecida. El
desalojo produjo muchos problemas. Hubo forcejeo en la tasación de las fincas
pero no hemos de olvidar que la mayoría de los vecinos no eran propietarios,
sino inquilinos de casas que pertenecían a gentes que no vivían allí, como don
Policarpo Herrero o el marqués de San Feliz, y así iban por un lado los
intereses económicos y por otro los humanos.
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Ciudad de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
A pesar
de los retrasos, los derribos se van llevando a cabo, en parte animados por la
ayuda económica del legado del señor Muñiz Miranda, destinado a obras
"para mejoras en el Oviedo antiguo". Hasta 1936, con ese dinero, se
habían expropiado y derribado seis casas. Con la
intención de lograr un conjunto homogéneo, de acuerdo con la misma catedral y
los palacios que pasan a rodearla, se dictan normas, redactadas por el mismo
arquitecto Bustelo, sobre las nuevas edificaciones. Se traducen en edificios
como el de la misma Caja de Ahorros, antiguo Monte de Piedad que formará
manzana todavía con algunas de las casas de soportales, las últimas en caer,
que aguantaron hasta hace bien poco. El edificio es de 1930, y está ahí para
comprobar lo que se pretendía de la plaza, que haría antiguo, a base de
pastiche, lo que no lo fuera. Después de la guerra, con el mismo criterio, se
edifican otras casas allí enfrente y algunas más en el casco viejo, por ejemplo
en Cimadevilla.
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La Regenta en la Plaza de La catedral. Ilustración de Adolfo García |
Y ahora,
bien entrado el siglo XXI, la plaza pierde parte de su empaque con obras y
destrucciones, muy especialmente en los alrededores de la histórica capilla de
La Balesquida. Con ello, varias veces al año, y especialmente coincidiendo con
la festividad de San Mateo, colofón del jubileo de la Santa Cruz, cada
septiembre, toda la zona se llena de ruidos desproporcionados impropios del
lugar. La ciudad ha crecido mucho y debe buscar un lugar adecuado para las
fiestas que no es éste.
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La catedral de Oviedo. Ilustración de Adolfo García |
FUENTE: CARMEN RUIZ-TILVE - CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO. Publicado por La Nueva España el 11-09-2017. Ver enlace. _________________________________________________________________________
AUTORES.
Carmen Ruiz-Tilve Arias nació el 19 de abril de 1941 en Oviedo, en cuya
Universidad se licenció en Filología Románica. Ha sido profesora de la
Universidad de Oviedo desde 1978 hasta 2011, año en el que se jubila como
Catedrática de Didáctica de la Lengua y la Literatura. En total, consta en su
expediente un tiempo de ejercicio profesional de 34 años, 9 meses y 1 día, que
aunque suene a condena, es todo lo contrario. Siempre ha dicho que, para ella,
lo mejor de la Universidad han sido los alumnos, a quienes enseñaba y de
quienes aprendía. Su talante, pero talante de verdad, ha presidido su relación
con compañeros y alumnos. Los primeros hemos visto en Carmen a una persona
afable, cercana, con gracejo asturiano, pero sobre todo, cordial; vamos, lo que
se dice una paisana. Los estudiantes hemos destacado en ella su capacidad para
entusiasmar y despertar la pasión por la enseñanza (de la lengua) que,
seguramente, es la principal virtud que puede poseer un docente. Además, en su
caso, esta pasión iba acompañada del don de la palabra. Le resultaba fácil
atrapar el tiempo, como hacen las hadas en los cuentos, en unas clases en las
que siempre escaseaba pero donde cada minuto era de aprendizaje auténtico. Carmen es una persona polifacética. Casi todo gira en torno a la
lectura y la creación literaria: además de entusiasta profesora e investigadora
en el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura, es escritora, cronista y
bibliotecaria. Entre 1980 y 1982 fue bibliotecaria en la Facultad de Filología
de esta misma Universidad. Incluso, ha realizado sus pinitos en el mundo del
cine. Desde marzo de 1999 es Miembro Correspondiente del Real Instituto de
Estudios Asturianos, y, desde 1998, Miembro del Jurado del Premio al Pueblo
Ejemplar, convocado por la Fundación Príncipe de Asturias. Interviene con
frecuencia en otros jurados, principalmente literarios, y colabora, a través de
conferencias, charlas y mesas redondas, con diversas asociaciones culturales,
divulgando las múltiples facetas de lo asturiano y ovetense. Es también
Cronista Oficial de Oviedo desde septiembre de 2002. Su extensa actividad
literaria cuenta con obras didácticas, diversos ensayos sobre Oviedo y
Asturias, colaboraciones en prensa (entre las que destacan sus Pliegos de
cordel en La Nueva España) y varias novelas: Crisantemos para todos, La edad de
oro, Galería de espejos, Cuentos encadenados y Las dos caras de Jano, entre
otras. (...). (https://fpe.uniovi.es)
Manuel Adolfo García Fernández (dibujante y humorista). Nace en Oviedo (Asturias) el 12 de junio de 1945. Tras estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, Adolfo García trabajó como decorador e ilustrador en una agencia publicitaria de su ciudad natal, al mismo tiempo que publicaba sus primeras historietas en la prensa regional. Durante los años 70, creó con el guionista Francisco Alonso las series Pepe Murciélago y Maratón para Editorial Bruguera y publicó brevemente en la revista Trinca. Otros trabajos suyos se difundieron a través de la agencia Bardon-Art. Este asturiano es autor de un número considerable de series y personajes de humor, la temática de nuestra tierra es posiblemente su fuerte desde los orígenes. La prensa asturiana es su espacio natural y la creación de "cuentos" recopilando andanzas y desventuras de varios de sus personajes son toda una tradición.
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.
“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se
adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y
CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”
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_________________________________________________________________________________________________NOTA: Los nombres de los
autores aparecen en el pie de cada imagen o al final de cada artículo, si no es
así, se debe a que es un dato que se desconoce, así que, si algún autor la ve
en este blog, le rogamos que se ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo
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