Una fuga sorprendente |
El anarquista Rafael Torres
Escartínin, (…). intervino en los intentos por acabar con el general Martínez
Anido en San Sebastián y La Coruña, involucrándose también en el asalto al
Banco España de Gijón, de donde lograron llevarse 565.000 pesetas, pero a
resultas del cual fue detenido en Oviedo el 2 de septiembre de 1923, después de
un enfrentamiento con la Guardia Civil, momento en que resultó muerto su
compañero Eusebio Brau (…). Saber más... Ser histórico. Portal de historia.
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La huida de la prisión de Oviedo del anarquista Rafael Torres Escartín, que había participado en un atraco en Gijón, y de otros seis reclusos en el año 1923 |
Ilustración de Alfonso Zapico.
Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista
e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con
el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa
obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
La Nueva España. El 11 de septiembre de 1923 -dos días antes de que el general Miguel Primo de Rivera diese un golpe de Estado disolviendo el Gobierno y el Parlamento para implantar un régimen dictatorial- un grupo anarquista encabezado por Buenaventura Durruti asaltó la filial del Banco de España en Gijón llevándose más de medio millón de pesetas de la época, el mayor botín que se había conseguido hasta entonces en un atraco en el territorio español. Enseguida fue detenido uno de los implicados.
Se trataba de Rafael Torres Escartín, miembro de «Los Solidarios», conocido porque había participado poco antes junto a Francisco Ascaso, en el asesinato a tiros del arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila. Según la descripción de los testigos de aquel hecho Torres, alto y delgado, iba vestido en aquel momento con traje claro, boina y guardapolvo, mientras que Ascaso, que pronto fue capturado, era más bajo y llevaba traje negro y gorra oscura. Seguro que han oído alguna vez aquello de que «a quien nace para martillo, del cielo le caen los clavos». Y una vez más se cumplió el dicho, puesto que cuando Rafael Torres llegó a la cárcel de Oviedo, precedido por su fama de hombre duro, fue recibido por lo más granado de los internos, que justamente estaban ultimando una fuga a la que le invitaron a unirse.