Siete vidas bajo el mar
Lucio Torrente el día del fatídico accidente |
De todos los años que le quedaron por vivir (y murió hace diez), Lucio
Torrente no olvidaría la tarde del domingo veintiocho de mayo de 1978
Aquel día, quizás por vez primera,
acarició un cuerpo inerte y, con sus propios brazos, modelados a fuerza de
batirse contra el mar, lo devolvió a la vida. Y eso que Torrente, a la sazón
jefe de Salvamento de la playa de San Lorenzo, había acabado su turno una hora antes
de que el Cantábrico decidiera tragarse a más de una decena de críos que, a
escasos metros de la orilla, braceaban sin saber nadar. Ocurrió, como suelen
hacerlo las desgracias, sin previo aviso, sin algaradas que advirtieran a los
paseantes de lo que pasaba. A las cinco de la tarde de aquel día, Gijón entero
se desperezaba de la siesta sin darse cuenta de que lo hacía vestido de luto.