Ana María García la lobera asturiana
Decían que eran hombres o mujeres con poderes sobrenaturales por el dominio que ejercían sobre los lobos, y no era raro verlos siempre acompañados por estos animales
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Ana María
García, a quien apodaron la Lobera, nació en 1623 en una aldea vecina de
Llanes, en Asturias. Huérfana muy temprana, fue deambulando de casa en casa de
diversos familiares, utilizada como sirvienta, víctima de todos los malos
tratos imaginables, violada y embarazada en plena adolescencia. (...). Saber más... MISTERIOS Y LEYENDAS DE GALICIA Y ASTURIAS.
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Ana María García, a quien apodaron la Lobera, nació en 1623 en una aldea vecina de Llanes, en Asturias. Huérfana muy temprana, fue deambulando de casa en casa de diversos familiares, utilizada como sirvienta, víctima de todos los malos tratos imaginables, violada y embarazada en plena adolescencia. La estación más amable de su vía crucis quizá fuera la casa de una vieja que tenía fama de bruja, Catalina González, quien, según confesaría mucho más tarde la propia Ana María ante el tribunal de la Inquisición, la enseñó a pactar con los diablos y a tratar con los lobos, si bien no llegó a transmitirle (menos mal) su condición de bruja, ya que la joven criada se negó a ponerse la saya que su ama quiso hacerle heredar. A la muerte de quien la había acogido, Ana María se convirtió en concubina nómada de pastores trashumantes y en víctima de los renovados malos tratos que cabe suponer. Su peregrinar con varones y ganados la llevó hasta tierras toledanas, donde lo agreste de su aspecto, de sus costumbres, de su lengua, y las manifestaciones acaso de alguna más que probable enfermedad mental (que aquellos siglos confundían tan a menudo con posesiones diabólicas y con identidades hechiceriles) dieron alas a su fama de mujer salvaje que vivía en más cómoda intimidad con las bestias feroces que con los humanos.