Los tres éxodos de Emilia |
“Los niños de
la Guerra”. La mayoría llegaron en barco a Leningrado en el verano 1937. Eran
alrededor de 3.000 niños entre 2 y 16 años. El viaje a la Unión Soviética no
debía ser para ellos más que unas breves vacaciones para escapar de la Guerra
Civil española, tal y como les contaron sus padres. Salieron, principalmente,
de Euskadi, Asturias y Valencia. Las 'vacaciones', sin embargo, se prolongaron
un mínimo de dos décadas más de lo esperado. Algunos nunca regresaron y crearon
una nueva vida en la URSS. Saber más... Público.
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La dura vida de una "niña de la guerra" civil española en Siberia, tierra de exiliados y presos |
Emilia Falcón,
a la derecha, con su madre Petronila y su hermana gemela antes de la Guerra
Civil. FOTO: ARCHIVO FAMILIAR. El País.
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El PaísEn Chitá, en Siberia Oriental, a más de 6.000 kilómetros de Moscú, vivía Emilia Falcón. Tenia en 2009, 79 años y llegó a lo que entonces era la URSS en 1937, entre los niños evacuados de la guerra civil española. De los casi tres mil "niños de la guerra" refugiados en la Unión Soviética, hoy quedan en Rusia menos de 170. De ellos, Emilia es la que residia más alejada de su país natal, en una región que ha sido destino tradicional de exiliados y presos.
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Un grupo de
guajes, en Leningrado. -FOTO; ATENEO DE LA CALZADA. El Comercio
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Nacida en Gijón en 1930, Emilia llegó a Chitá en 2001 desde Uzbekistán. Ese éxodo -el tercero- se acumulaba al de la Guerra Civil y al de la Segunda Guerra Mundial, y fue la consecuencia de la desintegración de la Unión Soviética, ya que cuando ese Estado desapareció, la asturiana residía en Samarcanda y esa circunstancia la metamorfoseó de "ciudadana de la URSS" en "ciudadana de Uzbekistán". Al reducirse las perspectivas de futuro para los hijos y nietos, la familia optó por trasladarse a Rusia. Leonid, el yerno de Emilia, encontró trabajo en una imprenta de Chitá y allí fueron.
«España está en el bolso de sus recuerdos, en la puntual pensión, en las palabras de su infancia: "Bomba", "refugio"»
Emilia, su hija Dolores, su yerno y dos nietas, Ana María y Lolita, residen en una modesta vivienda. Ignacio y Víctor, los otros dos hijos de Emilia, se encuentran en Krasnoyarsk (Siberia) y en Samarcanda, respectivamente, y sus apellidos -Telechea Falcón- evidencian su origen como descendientes de dos "niños de la guerra", la asturiana Emilia Falcón Díez y el vasco Ignacio Telechea Lama.
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Foto Niños De
La Guerra. CATÁLOGO MEMORIA GRÁFICA DE LA EMIGRACIÓN (…). “Niños de la guerra”
son todos los menores que vivieron la Guerra Civil española y que, por una
causa u otra, padecieron sus consecuencias. Pero, de manera específica, se
aplica este nombre al grupo de menores que tuvieron que abandonar España
durante la Guerra Civil o inmediatamente después de su desenlace. (…). Saber más... 20 Minutos
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Emilia es el centro y en gran medida el sostén material de la familia en Chitá. Como a los otros "niños de la guerra", el Gobierno español le manda una pensión, en su caso es de cerca de 600 euros mensuales. La familia lucha por sobrevivir. Para emigrar de Uzbekistán, tuvieron que vender por 1.500 dólares un piso de Samarcanda, justo el dinero indispensable para trasladarse y comprar ropa para el frío siberiano. La abuela Falcón tiene ojos vivos y aspecto de chiquillo travieso. "Llegamos en barco a Leningrado en 1937. Yo venía con mi hermana gemela Petronila. De mi infancia en Gijón recuerdo la alarma. Cuando sonaba, nos refugiábamos en el sótano. Una vez, una bomba mató a una mujer con una niña. Aún puedo encontrar ese lugar". A su madre volvió a verla en un viaje a España en 1972. Su inseparable hermana Petronila regresó a Asturias tras la muerte de Stalin, allí se casó, tuvo hijos y murió. Leningrado es una imagen viva en su memoria. "Nos llevaron al baño y nos dieron unos calzoncillos y nosotras nos negamos a ponérnoslos diciendo que no éramos chavales, sino niñas. Entonces nuestras educadoras se levantaron la falda y nos enseñaron que ellas también los llevaban".
La Segunda Guerra Mundial sorprendió a Emilia y Petronila en un orfanato de las afueras de Moscú. De allí, fueron evacuadas por el Volga hacia Stalingrado. Lo recuerda como un viaje de casi un mes con barcos que encallaban y era necesario remolcarlos. El hambre era tal que incluso trataban de ocultar la disentería que se cebaba sobre ellos por miedo a ver reducida su ración de comida. "En Stalingrado salíamos a la estepa a cazar roedores y los llevábamos a la cantina donde nos los cocinaban. Se alimentaban de trigo, así que no sabían mal". De Stalingrado, en 1942, salieron hacia Birsk, en Bashkortostán, esta vez hacinados en trenes de mercancías, que eran bombardeados y se demoraban en vías muertas para dejar pasar a los convoyes militares rumbo al frente. "En Birsk no esperaban tantos niños. Debíamos de ser unos quinientos. Muchos murieron de hambre y de frío. La tuberculosis era una cosa horrible", afirma. "Petronila y yo sólo teníamos un abrigo. Ella se lo ponía para ir a la escuela por la mañana y yo, por la tarde. Yo tejía calcetines que luego vendía o intercambiaba por alimentos". En 1944, Emilia volvió a la región de Moscú, donde como aprendiza de tejedora ayudó a confeccionar una "guerrera blanca de seda" para Stalin. En Moscú conoció a Ignacio Telechea, el hijo de un comunista de Bilbao. Se enamoraron. Emilia tenía 17 años cuando nació su primer hijo. Con él, Ignacio y Emilia se marcharon a Samarcanda, donde Telechea fue ingeniero en una fábrica.
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Un día de 1962 "Ignacio se marchó al trabajo por la mañana y no volvió. Nunca le volví a ver". Telechea abandonó familia, documentos y empleo en pos de una mujer a la que siguió hasta Nukús, junto al mar de Aral. Murió en 1994. "Fue muy difícil sacar adelante a tres hijos...", explicaba Emilia. En un gran bolso, Emilia guarda las cartas en papel cebolla de su madre, el pasaporte uzbeko que sustituyó al soviético y también el pasaporte español, que recuperó en 2002. Su lengua natal fluye de nuevo de sus labios en la cena, a la que se une con retraso la nieta, Anita, que estudia chino en la universidad y viene de la biblioteca. En Chitá, la familia Falcón siente la crisis económica. Sus paisanos en Siberia son los rusos retornados de Asia Central, con los que se reúnen para comer plov (plato de arroz centroasiático) y evocar una naturaleza más benigna. España está en el bolso de los recuerdos, en la puntual pensión, en las papeletas para votar por correo, y también en las palabras que remiten a una infancia bruscamente interrumpida: "Chavales", "párvulos", "bomba", "refugio", "calle Padilla, 26, de Gijón".
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FUENTE: PILAR BONET. Este artículo apareció en la edición impresa del País del domingo, 13 de septiembre de 2009. Ver enlace. _________________________________________________________________________
AUTORES.
Pilar Bonet Cardona (Ibiza, 1952) es una periodista española, que ha pasado la mayor parte de su carrera profesional como corresponsal del diario El País en Moscú. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona y en Ciencias de la Información por la Autónoma, también de Barcelona, completó su formación con el estudio del inglés, alemán y ruso. Comenzó a trabajar como periodista en distintos medios de prensa de Baleares, para pasar después a El Periódico de Catalunya. Más tarde, la Agencia EFE la contrató como corresponsal en su sede en Viena, lugar desde el que en la década de 1970 y 1980 se cubría la información de los países del Este en Europa. Tras dos años en EFE, en 1982 fue contratada por El País para dirigir la nueva corresponsalía del diario en la Unión Soviética con sede en Moscú. FUENTE: WIKIPEDIA Foto: El País.
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.
“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se
adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y
CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
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