RETRATO IDEALIZADO DE PELAYO EN COVADONGA, OBRA DE LUIS DE MADRAZO Y KUNTZ (MUSEO DEL PRADO). LNE |
Estatua de don Pelayo en Covadonga (Asturias). (Pinterest) |
Resulta más que sorprendente que la
iconografía de Don Pelayo, personaje con el cual se dice comienza la
Reconquista, no hubiera adquirido un mayor protagonismo entre los siglos VIII y
mediados del siglo XVIII. Entre ese periodo apenas podríamos ponerle cara a su
idealizada figura. Debemos exceptuar, eso sí, algunos casos como los grabados
que se insertan en publicaciones dedicadas a resaltar valores históricos y
patrióticos de la nación española, como por ejemplo el realizado por Juan de
Noort para el libro "El Fénix Católico Don Pelayo el Restaurador",
obra de José Micheli y Márquez publicada en Madrid, en 1648.
Sin embargo, no fue hasta mediados del
siglo XVIII cuando la figura iconográfica de Don Pelayo comienza a recobrar su
merecida relevancia, gracias al primer concurso público con el que se
presentaba la recién creada Real Academia de las Tres Nobles Artes de San
Fernando.
EL FENIX CATÓLICO DON PELAYO EL RESTAURADOR. (Todocolección) |
Para dicho concurso, realizado en 1753 y
dentro de la sección de pintura, la Academia eligió como tema "La elección
de Don Pelayo por Rey de España", tema de gran relieve histórico y
enaltecedor de la monarquía y del catolicismo. Algunos de los concursantes
pudieron inspirarse en los pasajes referentes al tema que el padre Mariana
publicó en 1608 en su "Historia General de España"; en las
"Antigüedades del Principado de Asturias", del padre Luis Alfonso de
Carvallo, impresas hacia el año 1613, o en el "Patrocinio" de Fray
Manuel Medrano que vio la luz en 1719. Los premiados fueron Francisco Casanova
Zudamel, natural de Zaragoza y fallecido en Ciudad de México; José Martín Rufo,
nacido en El Escorial y del que se tienen escasas noticias, y Juan Ramírez de
Arellano Benavides, también natural de Zaragoza. Con motivo de la conmemoración
del primer centenario de la basílica de Covadonga, hace ahora diecisiete años,
las obras ganadoras fueron prestadas por el Museo de la Academia al Cabildo del
Santuario para formar parte de la exposición "Covadonga, iconografía de
una devoción", que se llevó a cabo en la planta baja del actual Museo de
Covadonga.
Museo de Covadonga. (Info Cangas de Onís) |
Unos años antes, entre 1750 y 1751, el
escultor asturiano Juan de Villanueva y Barbales, que precisamente fue uno de
los fundadores de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizó una
estatua de Don Pelayo en piedra caliza de colmenar que se colocó en los
aledaños del Palacio Real de Madrid, concretamente en la plaza de Oriente,
donde aún se encuentra dentro de una cronología de reyes visigodos y
cristianos. Sin embargo, no es hasta bien entrado el
siglo XIX cuando la figura de Don Pelayo recaba mayor importancia gracias a pintores
y grabadores como Federico y Luis de Madrazo, Manuel Rodríguez Castellano,
Francisco de Paula Van-Halen, Antonio Roca, Tomás Padró o Pascual Serra, entre
otros. Los hermanos Madrazo lo retrataron en numerosas ocasiones, incluso
durante sus estancias en París y Roma. Para Federico el tema Pelagiano le
resultaba muy interesante y varias veces llegó a abocetar motivos para realizar
una gran obra dedicada al primer rey astur. Incluso cuando se le encargó
decorar el Congreso de los Diputados él mismo propuso realizar un cuadro que lo
representara alzado sobre su pavés, pero sus ideas no se llegarían a
materializar.
Luis de Madrazo. Retrato fotográfico. (Wikipedia) |
Sería su hermano Luis de Madrazo quien
se encargara de realizar dos grandes obras pictóricas que son las que hoy ponen
cara a la persona que comenzó la sublevación contra las tropas islámicas en las
montañas de Covadonga. Ambas son dos óleos sobre lienzo que llevan por título
"Don Pelayo en Covadonga" (1855), y "Don Pelayo, rey de
Asturias" (1856), y se encuentran depositadas por el Museo Nacional del
Prado en la Basílica y en el Museo de Covadonga, respectivamente.
De esa misma época es la escultura que
realiza en mármol José Pagniucci y Zúmel adquirida por el Estado tras
presentarse en la Exposición Nacional de 1856. Pertenece a las colecciones del
Prado, aunque hoy se encuentra en la Academia de la Historia. Resulta sorprendente que en el lugar
donde se supone que Pelayo enarboló su estandarte contra las tropas sarracenas
no se le haya dedicado un monumento que perpetuara su memoria. Es cierto que
tras el incendio ocurrido en la Santa Cueva en 1777 se había proyectado un gran
mausoleo dentro del templo que Ventura Rodríguez pretendía llevar a cabo con el
apoyo de Carlos III, pero la oposición del Cabildo a la obra debido, entre
otros motivos, a que este desplazaría la devoción a la Virgen a una nave
lateral hizo dar al traste con esa idea.
Carlos III fue un gobernante inusual e irrepetible. (El Confidencial) |
No es hasta 1880, seis años más tarde de
ver consagrada la nueva capilla de la Santa Cueva, diseñada por el alemán
Roberto Frassinelli, cuando Bernardo González Fresno realiza dos tallas de
madera que representaban las figuras de Don Pelayo y a Alfonso I. La de Pelayo,
si nos fijamos en los pies, espada y malla seguía el modelo de Pagniucci y fue
colocada en la parte derecha de la entrada de acceso a la Santa Cueva por las
escaleras de las promesas, donde hoy se encuentra el busto en bronce que
conmemora la visita de Giuseppe Roncalli. Es probable que fuera diseñada por
Frassinelli, al ser éste quien diseñó los dibujos de los trabajos que esos
momentos se llevaban a cabo en el Santuario, pero detrás de los trabajos se
encontraba el canónigo Don Máximo de la Vega, quien ordena a su sobrino
residente en Madrid comprar los utensilios necesarios para poder realizar las
tallas.
Poco tiempo estaría la talla de Pelayo dando
la bienvenida a los peregrinos que se acercaban hasta la Santa Cueva ya que
ambas estatuas fueron retiradas de su ubicación original, llegando la de Don
Pelayo a manos del Fernando Fernández Rosete, natural de Cangas de Onís y más
tarde Presidente del Club de Pelayo que se encargaba de velar por los
históricos y gloriosos monumentos del concejo. La talla estuvo durante muchos
años en su librería anticuaria de la calle del Mercado de Cangas de Onís, hasta
que a su fallecimiento los herederos la donan al Instituto Rey Pelayo de la
misma localidad. Durante este verano pudo verse expuesta, junto a Don Pelayo,
rey de Asturias en la exposición titulada "La imagen de un reino",
que conmemora los mil trescientos años del origen del Reino de Asturias.
COVADONGA REYES ASTURES. ((Grandes batallas de la historia) |
Asturias habría de esperar hasta 1891
para ver un monumento que estuviera a la debida altura de un personaje al que
se le atribuye ser el restaurador de la Monarquía. Fue el Ayuntamiento de Gijón
la primera institución que levantó una estatua digna de ser colocada entre uno
de los lugares más nobles de la villa y el barrio de pescadores de Cimadevilla,
en la plaza del Marqués. Realizada con el bronce donado por el Gobierno del
Estado y contando con la ayuda de otras entidades, entre las que se encontraba
el Centro de Asturianos de Madrid, fue fundida en la fábrica de Moreda de Gijón
por Carlos García Nosti, siguiendo el diseño de José María López Rodríguez. Su
inauguración se llevó a cabo el 5 de agosto de 1891, aunque con anterioridad ya
Jovellanos había solicitado su erección.
Una vez levantado el monumento de Gijón
surgieron voces discordantes de por qué no levantar otro monumento en la
capital de Asturias. De este modo, la Diputación Provincial planteó llevar a
cabo un concurso entre escultores españoles de renombre. Corría el mes de abril
de 1893 cuando se hicieron públicas las bases del concurso, al que más tarde se
presentarían diez proyectos que estuvieron expuestos al público en la
Universidad de Oviedo y fueron remitidos para que juzgaran a la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
Dicha institución dio el concurso por desierto y
la Diputación convocó un tiempo más tarde un nuevo concurso del que finalmente
acabaría desistiendo.
'Don Pelayo después de Guadalete', de Madrazo. (Pinterest) |
Con las conmemoraciones del XII
Centenario de la batalla de Covadonga, en 1918, se retoma la idea de levantar
una nueva estatua dedicada a Pelayo, pero sólo se quedó en eso, una simple
idea.
En 1942, en la zona ajardinada del
costado norte de la catedral de Oviedo y coincidiendo con los actos organizados
con motivo del Milenario de la Cámara Santa, se levantó un conjunto de
esculturas realizadas en piedra que representaban a los doce reyes de Asturias,
entre ellas la de Don Pelayo, obra del escultor Gerardo Zaragoza. Sin embargo en el Santuario de Covadonga
hubo que esperar a que la Dirección General de Arquitectura encargara a Javier
García Lomas y Mata erigir un monumento que perpetuara la memoria Don Pelayo en
Covadonga para rematar las obras de reformas llevadas a cabo en el Real Sitio a
comienzos de los años sesenta. De nuevo sería escultor Gerardo Zaragoza,
natural de Cangas de Onís, a quien Lomas confía dicho trabajo.
La Cueva de Covadonga, óleo de Jenaro Pérez Villamil, conservado en el Museo de Bellas Artes de Asturias. (LNE) |
También se hizo de rogar la vieja
capital del reino astur, Cangas de Onís, dado que no fue hasta 1971 cuando se
levantó la estatua en piedra que a día de hoy adorna los jardines que hay
frente a la actual iglesia parroquial de Santa María, es obra del escultor y
pintor Félix Alonso Arena.
La figura de Pelayo ha sido
continuamente exaltada y degradada, según los intereses de quienes piensan de
una u otra forma, pero parece que a día de hoy nadie duda de la existencia de
una realidad auténtica: Covadonga aparece siempre como el lugar donde comienza
a decaer la invasión islámica y es donde nace Asturias como Reino. Aquí hubo
sin duda alguna unos sucesos que llámense batalla, escaramuza, alzamiento o
rebelión fueron el origen de nuestra historia, de la historia de la España y de
la Europa Cristiana, y en ese origen siempre aparecen Don Pelayo y Covadonga.
Don Pelayo. (Todocolección) |
FUENTE:
JAVIER REMIS RESPONSABLE DEL MUSEO DE COVADONGA
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