La ciudad vacacional de Perlora
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Fábrica de Mieres y Los Mallos fueron de las primeras empresas en
construir chalés en este enclave ahora abandonado
Perlora como ciudad de vacaciones
para trabajadores era una de las mejores que había en el país. Su diferencia
estaba que en lugar de hacinar a los veraneantes en edificios-colmena, los
distribuía horizontalmente a lo largo de chalés-jardín, dentro de un complejo
que ocupaba en sus principios unas 20 hectáreas, bañadas por tres magnificas
playas como son: Huelgues, Carranques y La Isla. Un lugar casi idílico en que
disfrutar tranquilamente de los meses estivales en la costa asturiana.
Inicialmente fue concebida como una
villa sindical, perteneciente a la organización Educación y Descanso, para el
retiro vacacional de los trabajadores. Esta pequeña ciudad comenzaría a
construirse en el año 1954, bajo la dirección de los arquitectos Somolinos
(eran hermanos). Estos arquitectos también dejaron su impronta en las Cuencas
con numerosas construcciones, siendo entre otras: la iglesia de Santiago, en
Sama de Langreo; las oficinas del Pozo Lláscares; el nuevo Barrio Urquijo, la
iglesia parroquial de Pola de Lena, las iglesias de La Cuadriella y la
Felguera, en el valle de Turón o la iglesia de Santullano de Mieres. También
fueron los arquitectos de buena parte de las viviendas sociales de la Obra
Sindical del Hogar. En aquellos años estaban muy demandados y realmente no les
faltó trabajo, más bien todo lo contrario.
El complejo de Perlora contaba con un
gran establecimiento central, conocido como la Residencia "Jacobo
Campuzano", que tenia además de comedores y cocinas, lavandería, capilla,
tiendas y otras áreas comunes. En un principio en la Residencia pasaban sus
vacaciones tandas sucesivas de productores encuadrados en O.S. de Educación y
Descanso. En torno a este edificio principal, la Delegación Provincial de
Sindicatos realizaría la instalación de una ciudad Residencial con una ocupación
inicial de 200 chales. La costosa financiación correría a cargo de
ayuntamientos, Cajas de Ahorros y sobre todo de numerosas empresas asturianas,
junto a las cuotas de los trabajadores. De esta forma se hizo realidad el
ambicioso proyecto. Nada más iniciado el proyecto,
numerosas compañías construyeron diferentes chalets para uso y disfrute de sus
respectivos trabajadores y familias. De las empresas del concejo de Mieres que
participaron en este proyecto citaremos, como no, a Fábrica Mieres, y también a
la igualmente desaparecida industria cárnica Los Mallos de Arroxo.
Para este novedoso y ambicioso
proyecto se edificaron varios tipos de chalets, siendo su distribución en casi
todos ellos parecida. Contaban por lo general con una habitación principal destinada
a cuarto de estar con un sofá-cama que durante la noche pasaba a ser la
habitación del matrimonio y dos habitaciones de dos camas cada una,
susceptibles por medio de literas de convertirse en cuatro; un gran cuarto de
aseo compuesto con: polibalan, ducha, retrete, lavabo, etc. Estas viviendas
tenían una cocinilla eléctrica para hacer un café, un biberón o cualquier otra
cosa de urgencia. La pequeña ciudad también contaba con
diferentes servicios comunes como era campo de fútbol, parques para niños,
restaurantes, comercios, iglesia, biblioteca, acceso a las playas, diversiones,
y muchos más servicios que con el tiempo fueron evolucionando.
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Instalaciones de fabrica de Mieres a principios del siglo XX. (Archivo del Blog) |
Seria el año
1957 cuando la empresa Fábrica Mieres puso por primera vez a disposición de los
trabajadores los cuatro primeros chalets en Perlora, siendo el tiempo
formidable y el ambiente inmejorable. Los veraneantes eran trabajadores de la
empresa y que por un módico precio podían pasar unas vacaciones. Para poder
disfrutar de los chalets, la compañía impuso unas estrictas condiciones las
cuales fueron comunicadas a todos los centros de trabajo y además se
publicarían en la revista de empresa "Pico Polio". Las solicitudes
eran examinadas y puntuadas con rigor, y después por orden se facilitaba el
chalet.
La primera tanda de trabajadores, a
los que les correspondió estrenarlo, estaba formada de la siguiente manera: Un
trabajador de oficina de Minas, seria quién ocupara uno de ellos con su
familiares. Tres trabajadores (dos del Servicio Eléctrico, otro de Economatos),
como solteros se alojaron en uno de estos chalets .Un operario de relavado de
Barredo, con su familia, estrenó el tercero de estos. El cuarto fue ocupado por
un conductor del Parque de Autos, junto con otro del Horno Alto, además de sus
respectivas familias. Aparte del alojamiento, todos los
usuarios de esta ciudad disponían de manutención completa.
El menú diario
comenzaba con el desayuno que era servido, de nueve y media a diez y media, en
el gran comedor de la Residencia. Café, pan y mantequilla. El almuerzo, a las
dos y media. Éste, en un día cualquiera por citar, estaba compuesto de: sopa de
pescado, paella, merluza, filetes con patatas fritas, frutas, pastelillos. Se
completaba con café, copa y cigarro. Acompañada con vino a petición y sidra
achampanada. A la hora de la comida se repartía la merienda de los niños. La
cena era servida igualmente en el amplio comedor. Después de ésta, se
celebraban en el espacioso salón-bar de la Residencia diferentes veladas
compuestas de teatro, variedades, cine, orquestas.
Para muchos trabajadores
esas fueron sus primeras vacaciones. Siendo realmente en aquellos tiempos las
que más las disfrutaban las mujeres, en su mayoría amas de casa, al liberarlas
de hacer comidas, lavar, planchar asear la vivienda, ir de compras, etc. Entre las actividades de los
residentes estaba el pasear por los alrededores de la ciudad Residencial, y
desde los escarpados acantilados practicar la pesca. A la hora del baño
generalmente los vacacionantes se inclinaban por la playa de Carranques. Tampoco faltaban las visitas a la
cercana y acogedora villa de Candás, que se halla próxima, para saborear las
famosas sardinas y mariscos de la "Casa Antón de Pano" y el "Bar
La Parra", que tenían la especialidad de elaborar de manera extraordinaria
estos productos del Cantábrico; sin olvidar el "Bar Manolo" donde
eran famosas sus sardinas a la parrilla. En aquellos años, no faltaron las
críticas de los residentes hacia los "Tarzanes" que se exhibían por
las playas con los bañadores escasos de tela y que malamente superaban un
pañuelo de mano, incluso se hicieron propuestas para que fuese reglamentario el
uso del bañador Meyba.
Ciudad
Residencial de Perlora año 1961. https://www.youtube.com/watch?v=AdF_zHn8_7o
Para contextualizar esa época, diremos que los bañadores
tipo "Meyba", de nylon, solían llevar el braguero también de la misma
tela y un pequeño bolsillo frontal en la parte delantera.
Era tal el gusto por Perlora, que
algún matrimonio celebró la despedida del año en dicho lugar. La fiesta de fin
de año comenzaba con una cena amenizada por una orquesta y celebrándose a
continuación el baile, siendo los asistentes obsequiados con las clásicas uvas.
En 1959, el precio de la cena, habitación, desayuno y almuerzo del día
siguiente seria de 185 pesetas por persona. La Ciudad Residencial se convirtió en
un lugar vacacional que conoció un gran esplendor entre los años 60 y 80 del
pasado siglo, en los que llegó a adquirir renombre a nivel nacional. La llegada
de los años 90 supuso un continuo y paulatino abandono de las instalaciones por
parte de los propietarios que propiciaron una merma en la afluencia de público.
Como consecuencia de esto, el 23 de octubre de 2007 el Gobierno del Principado
hizo público el informe preliminar de adjudicación de la gestión de la Ciudad
Residencial de Perlora a un consorcio de empresas asturianas por un periodo de
50 años y con una inversión prevista de casi 83 millones de euros. Afirmaron
que se convertiría en un complejo turístico de referencia. Se anuncio que las
obras comenzarían en 2008. Pero años más tarde vemos que el proyecto no tenía
ninguna base ni contenido, y que además el consorcio de empresas privadas ha
desaparecido. Con esa idea también desaparecieron muchos puestos de trabajo y
el concejo de Carreño perdió miles de veraneantes o turistas. Después de 12 años la Ciudad
Residencial aún sigue cerrada y el Gobierno del Principado continúa sin dar una
respuesta a los asturianos y sin realizar una propuesta para las instalaciones.
En la actualidad el mantenimiento y gestión del lugar depende de la dirección
general de Patrimonio, y no es que no sepan tomar decisiones o cómo hacer las
cosas, sino que no hay unas directivas concretas y específicas sobre como
relanzar, remodelar o reconvertir un espacio natural tan privilegiado y claro
ejemplo de la belleza de la costa asturiana.
Esperemos que desde la Junta General (Gobierno
del Principado de Asturias), lleguen las propuestas para solucionar el tema de
Perlora o al menos dejen a los funcionarios de la dirección general de
Patrimonio las manos libres para que de una forma profesional solucionen este
problema, y muchos más, relacionados con las propiedades de los asturianos.
Mientras tanto pasa el tiempo y la naturaleza está engullendo la ciudad
vacacional y sus edificaciones convirtiéndose en ruinas y el patrimonio
menguando.
FUENTE: JOSÉ ANTONIO VEGA
José Antonio Vega Álvarez nació en el conocido barrio de Requejo en Mieres, en el seno de
una familia oriunda de la Hueria San Tirso (en
asturiano, L’Agüeria San Tiso), valle perteneciente a los concejos
asturianos de Mieres y Langreo. Es hijo, nieto y bisnieto de mineros y
campesinos. En su familia hubo mineros tanto de carbón como de mercurio siendo
su padre el único que practicó los dos tipos de minería de forma activa. Tras hacer sus estudios en
Mieres, se incorpora de forma temprana al mundo de la minería privada,
trabajando en diferentes lugares de las Cuencas Mineras. Unos años después
cambia de profesión. Esta relación del
investigador con su primera profesión en la minería del carbón, ha hecho de él,
un apasionado practicante de todas las formas de recuperar el pasado de esta,
así como de sus gentes y su entorno. Por esto durante años, se dedicó y realizó
largas sesiones de búsqueda, sumergido en los archivos de toda la región y
consultando papeles que acumulan incluso polvo de décadas y algún siglo. José Antonio Vega tiene varios libros publicados con una editorial nacional, donde
es, autor y coautor de libros relacionados con la formación profesional de
diferentes técnicos y especialistas.
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