Cuando se ofrecían
pieles de osos por empleos
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Roberto Hartasánchez, con un lobo en brazos, en una imagen histórica |
Roberto Hartasánchez,
fundador del FAPAS, relacionado con el concejo desde la década de los sesenta
del pasado siglo, ha sido testigo de la lucha contra el furtivismo y de la
evolución del Parque: "Lo que en Europa ya eran piezas de museo en Somiedo
aún estaba vivo"
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Dibujo de Josechu Lalanda que muestra un oso pardo alzado sobre sus patas traseras |
https://www.lne.es
La verdad es que sentarse a hablar -sin prisa-
con Roberto Hartasánchez (Gijón, 1953) ante unas verdinas bien cocinadas, para
rememorar la fundación del Fondo para la Defensa de los Animales Salvajes
(FAPAS) y su relación con Somiedo, es un auténtico placer que seguramente pocas
personas habrán experimentado, y no solo por la calidad de la cocina, sino
también porque estoy ante una gran persona que ha empeñado su vida en la
conservación de nuestros recursos naturales.
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Alfredo Noval (1929-2001) naturalista asturiano. (Colección Popular Asturiana) |
Discípulo predilecto de Alfredo Noval, junto al
que participó en la fundación de ANA (Asociación Asturiana de Amigos de la
Naturaleza) allá por los años 70 pasados, y a quien acompañó tanto en su
alejamiento de esta asociación, habida cuenta del sesgo político que
protagonizaba en sus inicios, como en numerosos viajes por varios lugares del mundo,
Hartasánchez quedó fascinado por Noval, cuando en compañía de su gran amigo, el
periodista Benigno Varillas, le visitaron por primera vez en su casa de
Miravalles, conocieron a su familia y admiraron su sabiduría, su gabinete de
estudios, su biblioteca de naturaleza y los paisajes en que se movía. Este
hecho, lo narra Varillas con mucho cariño y simpatía, en el libro que Luis
Mario Arce publicó, en 2002, con motivo del homenaje que se organizó tras el
inesperado fallecimiento de Alfredo Noval a la edad de 72 años, en noviembre de
2001. El FAPAS nació en 1982, tras muchos años de
aprendizaje en plena naturaleza asturiana de su ideólogo y fundador, el propio
Roberto Hartasánchez, y en esto Somiedo, y concretamente el alto valle del
Pigüeña, tuvo muchísimo que ver, pues allí un pequeño grupo de alumnos del Instituto Jovellanos
de Gijón instalaron sus reales en los momentos finales de los años 60.
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Roberto Hartasánchez, en una imagen reciente |
El
llamado Bosque del Monte de las Sendas, del que la Gran Enciclopedia Asturiana
decía que era conocido como "la mayor osera de la cordillera", fue el
lugar elegido, al que llegaban caminando desde Aguasmestas, donde se apeaban
del autobús de línea, haciendo noche muchas veces en Villar de Vildas, a 14 km.
del inicio del camino. Más tarde descubrieron que desde el pueblo de Pigüeña, a
donde se llegaba por carretera, podían contratar un taxi que les llevaba la
carga; no era otro que la recua de burros que utilizaba el lechero para bajar
desde Villar y Corés, la producción láctea que vendían los vecinos.
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Braña de La Pornacal, una de las entradas naturales al monte de Las Sendas |
Amanecer sorprendente y un museo vivo
La primera noche en que Hartasánchez acampó al
pie del bosque de Las Sendas, cerca de la braña de La Pornacal y al lado de una
cabaña solitaria, iba con un compañero de instituto, conocido con el apodo de
"el calláu", pues casi nunca hablaba. Al amanecer, cuando salieron de
la tienda, se encontraron con un envoltorio de papel que contenía un pan de
escanda -"preñao" y algo mohoso- y no entendieron qué era aquel presente.
Más tarde llegó a la cabaña su propietario, "Lolo de Ignacín", con el
que Roberto mantuvo una gran amistad a partir de entonces, y les explicó que
una mujer de Villar, que iba hacia el lago Bueno a recoger
"xanzaina", pensó que estaba ante algún "fugao" de la
guerra y les dejó la comida que llevaba para ella; entendieron que aún había
gentes con un gran corazón y dieron buena cuenta de la comida que no se habían
atrevido a tocar.
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Cabaña de Teito en la braña de la Pornacal. (La Voz de Asturias) |
Más tarde agradecieron el gesto a la buena mujer y le
aclararon quiénes eran en realidad.
El lugar fue ocupado reiteradamente durante
años, incluso Lolo les autorizó a utilizar la cabaña, y allí pasaban temporadas
de hasta dos meses, de forma que cuando retornaban a Aguasmestas, a coger el
Alsa, los viajeros se apartaban de ellos pues el olor a humo de sus ropas
apestaba. Roberto Hartasánchez comenta, entre risas, que su madre renunciaba a
lavar gran parte de su vestimenta y muchas prendas iban a la basura.
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Oso pardo macho adulto de más de dos metros de altura, en un bosque de Somiedo, a plena luz del día |
Al reflexionar y rememorar aquellos años,
confiesa que, a pesar de que allí se movían los osos y otros animales, a ellos
les llamaba la atención lo arcaico que percibían el territorio. En 1972,
estando Benigno Varillas y él en Alemania, visitaron el museo etnográfico de
Münster, y allí se dieron cuenta de que todos aquellos elementos que se
exhibían, los había en Somiedo (casas con tejado vegetal, molinos, aperos de
labranza, etc.), pero aquí en uso. "Lo que en Europa ya eran piezas de
museo, en Somiedo aún estaba vivo", recalca; y eso mismo fue lo que le
contestó al entonces consejero de Agricultura del primer gobierno autonómico,
Jesús Arango, cuando firmaban el convenio para peritar los daños de los osos y
le preguntó algo así como, "Oye, Roberto, ¿a ti te parece que Somiedo
tiene alguna importancia?". Poco a poco, en aquellos lugares del alto
Pigüeña se hicieron amigos de mucha gente, y los vecinos les buscaban en la
cabaña cuando había que retirar rápidamente un cadáver de vacuno que se hubiera
despeñado, para que los osos no dieran cuenta de él. Había que aprovechar la carne
para hacer embutido y que no se perdiera, y ellos acudían varias veces, de
noche, con el farolillo de camping-gas. Años felices en que, como les comentó
en su momento el guarda mayor de la Reserva de Caza, Félix "el de
Corés", "yo ya os conocía desde el primer día que llegasteis, pero vi
que erais inofensivos".
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Un oso cerca de una zona poblada asturiana |
Todo era bastante distinto, las tierras de labor
trepaban por las laderas, el trabajo era duro, los dos coincidimos en haber
visto a algunos segadores en tierras tan pendientes que tenían que segar
amarrados a algún tronco con una cuerda. Había campos de cereal, escanda y
trigo entre otros; "Manolo de Ignacín" vinculaba a estos lugares las
polladas de urogallos y los bandos de perdices pardillas. "Algo que
afortunadamente no va a volver, pues aquello no era vida". Para recalcar
esta idea, narra Hartasánchez una anécdota que presenció; en una plantación de
escanda cercana a La Pornacal estaba la familia recogiendo las espigas
-"mesorias" incluidas- cuando unos turistas madrileños, pareja y dos
hijos, se dirigieron a ellos desde el camino saludando y entablando una
conversación a distancia. El forastero hizo una alabanza de la vida en el
campo, los bucólicos paisajes en que se encontraban y exclamó: "¡Suerte de
vivir aquí!". La reacción del somedano no se hizo esperar, "¡Hijo de
la gran p.! ¡Venga usted aquí a trabajar!". "¡Si es que hasta a
nosotros no pedían que les buscáramos una portería o algo así para irse a
Madrid!", comenta Roberto Hartasánchez.
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Hábitat osero somedano, entre La Mochada, a la izquierda, y Cerridiel, a la derecha |
Desavenencias políticas, lucha contra el
furtivismo y turismo osero
"El Guarda Mayor de aquellos inicios
somedanos os consideraba inofensivos, pero ¿seguís siéndolo?", pregunto a
mi contertulio, quien me contesta con tranquilidad: "Mira, llevamos desde
el año 1968 viniendo a Somiedo; Fonso -su hermano- lleva viviendo y trabajando
aquí desde el 85, jamás hemos tenido ningún problema con ningún vecino de
Somiedo". A continuación puntualiza que solo hace años, él mismo tuvo una
fuerte discusión con el actual alcalde del concejo, que quería que todo lo que
hiciera el FAPAS en el Parque Natural debería de pasar por él, e incluso la
organización tenía que hacer aquello que él dijera.
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Buitres leonados en el comedero instalado por el FAPAS en Santo Adriano |
"¡Olvídate, tu nunca
tendrás capacidad para manipular el FAPAS, olvídate de poner un dedo sobre
nosotros!", fue la respuesta de Hartasánchez; "de ahí que sea la
persona que nos pone a parir cuando se refiere a nosotros". "Alfonso, Moncho, Joaquín, todos los que
trabajamos en el FAPAS somos como estaciones meteorológicas que recogemos datos
en el campo, absorbemos información y luego la procesamos". Roberto
recuerda una comida en Pola de Laviana a la que acudió un capitán de la Guardia
Civil, institución con la que lleva años manteniendo una relación de absoluta
cordialidad y confianza mutua. "¿Y vosotros qué hacéis?", le preguntó
el militar, quien tras escuchar las explicaciones le dijo: "Ya sé lo que
sois, vosotros sois la policía de la policía". Esta forma de trabajar del
FAPAS ha hecho que la organización haya sido ciertamente denostada por algunos
personajes de las administraciones.
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Pieles de oso pardo decomisadas por el Seprona de la Guardia Civil en Villaux, en 1991; a la izquierda, el entonces sargento Virgilio Rico, al que los recursos naturales asturianos deben mucho |
Un caso paradigmático lo constituyeron los
registros policiales, incautación de pieles de oso y detención de un furtivo en
el pueblo de Villaux, de la que Roberto no comenta mucho, pero que toda la
operación fue propiciada por el FAPAS, a raíz de unos comentarios de
"chigre", cuando alguien ofrecía pieles de oso a cambio de un puesto
de trabajo. Los propios guardas del Parque Natural estaban anulados "por
algún jefecillo que quería que se olvidaran del tema", pero Hartasánchez
conectó con el Seprona y la operación se desarrolló con éxito. Ahora las cosas son distintas y los problemas
otros: "Hace unos días leíamos en la prensa que en Lena habían aparecido
dos osas con sus crías, y las empresas de observación de fauna ya quieren
explotar su visión". "Esto que algunas organizaciones venden como
éxito solo sirve para tapar el fracaso de algunos programas europeos dedicados
a esta especie tan emblemática; de ahí tantas informaciones falsas para
argumentar que todo es un éxito", opina el presidente del FAPAS.
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Representación de osa con dos oseznos recién nacidos. (desconocido) |
Hay mucha confusión en esto del turismo de
observación, "un negocio como otro cualquiera en el que abunda la
picaresca, con gente que paga para que sus guías les lleven a lugares en que
otras personas van sin pagar y son quienes en realidad les enseñan los osos. Es
necesario que esta actividad se regule evitando el negocio fraudulento",
insiste mi interlocutor. Como colofón, Roberto Hartasánchez comenta su
percepción del futuro somedano. Poco a poco se van perdiendo visitantes y eso
se pudo ver este año, en el mes de julio de 2018, por razones climáticas o por lo que
haya sido. "Hay que pensar mucho, porque si lo que se quiere es un lugar
lleno de carteles de neón, por el que deambulan miles de personas, que lleguen
en decenas de autobuses, para comprar un imán para la tapa del frigorífico,
Somiedo perderá su esencia y dilapidará su futuro y el de sus gentes".
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La Encarralina, una de las cumbres más representativas de la sierra del Rebezu, en una mañana soleada de primavera, cuando las osas comienzan a salir con sus crías a la entrada de las oseras |
FUENTE: VÍCTOR M. VÁZQUEZ
Víctor M. Vázquez (Oviedo 1954). Biólogo (1977) y diplomado en Ingeniería
Ambiental (1982). Funcionario del Principado de Asturias, fue Director General
de Recursos Naturales y Protección Ambiental (1999-2003). Miembro numerario del
Real Instituto de Estudios Asturianos, es presidente de la Comisión de Ciencia
y Tecnología, director del Boletín de Ciencias y componente de la Junta Directiva.
Autor de libros como El Bosque atlántico (1985), El Parque Nacional de la
Montaña de Covadonga (1993), Somiedo, energía y vida (1994), Redes, agua y vida
(1997), Historia Natural y Cultural del Lobo en el Principado de Asturias
(2004), Salime, arte y vida (2004) y Concejo de Caso (2005) y coautor de otros
como La conservación de los vertebrados terrestres asturianos (1987), Árboles y
arbustos de Asturias (1988), Somiedo, Reserva de la Biosfera (2001), Muñiellos,
Reserva de la Biosfera (2001) y Redes, Reserva de la Biosfera (2001). Autor de
numerosos trabajos científicos y textos divulgativos. Miembro de diversas
sociedades científicas y ONGs, entre otras la Sociedad Española de Ornitología
(SEO/BirdLife) y la Sociedade Galega de Ornitoloxía (SGO).
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