21 de agosto de 2021

Las cuentas de octubre de 1934

Lo que cuesta asaltar el cielo
Captura de pantalla de la portada de la Revista Mierense "Minería" (septiembre de 1929). Director, Pancracio García López. (Archivo del blog)
Las cuentas de la Revolución de Octubre de 1934 y sus repercusiones
Ilustración de Alfonso Zapico
La Nueva España
En 1977, el grupo Teatro Margen se dio a conocer al público con una obra de mucho éxito y título llamativo: "Y los cíclopes salieron de las entrañas de la tierra para asaltar el cielo". Estaba claro que los cíclopes eran los mineros que se ayudaban de su único ojo luminoso para desplazarse por las galerías subterráneas y también que el asalto al cielo se refería a la revolución de 1934. Sin embargo, la expresión no era nueva y estaba tomada de Karl Marx, quien la empleó por primera vez en una carta al doctor Ludwig Kugelmann para referirse de esa manera a la Comuna de París de 1871. Como ustedes conocen, actualmente sigue recurriéndose a la frase porque es rotunda y poética, aunque el cielo que ahora se busca ha tomado forma física y cabe en una buena finca con piscina. Sin embargo, los cíclopes que protagonizaron el asalto de Octubre de 1934 tenían un horizonte colectivo y salieron de las entrañas de la tierra para lograr un mundo más igualitario, sin clases sociales y donde el trabajo, la cultura y la riqueza estuviesen repartidos entre todos. Dejaron en su intento unas 2.000 víctimas mortales sumando a sus propias bajas los caídos de las fuerzas armadas que tuvieron en frente y los representantes de la burguesía y del otro cielo (el de los cristianos) que persiguieron expresamente.
Ilustración de Alfonso Zapico
También hubo otros 2.000 heridos, cerca de 40.000 encarcelados y aún más despedidos de sus puestos de trabajo; daños patrimoniales importantísimos tras la voladura de la Cámara Santa o la destrucción de la Universidad ovetense, cuya autoría es ahora motivo de discusión entre los investigadores, y consecuencias en sectores estratégicos como la destrucción del Horno Alto que dejó a Fábrica de Mieres una buena temporada sin existencia de lingote propio para la laminación. Esas cifras son conocidas de sobra, pero lo que yo no había encontrado hasta ahora es el cálculo económico que le supuso a cada uno de los revolucionarios asturianos el haber participado en la insurrección. Y sin embargo estas cuentas ya están echadas desde el año 1935. Quien se preocupó de hacer números fue Pancracio García López, un inquieto capataz aficionado a la crónica periodística que en julio de 1917 ya había intentado junto a otros cuatro aspirantes ser director de "El Noroeste". No lo logró en el diario gijonés, pero sí fue más tarde responsable de "Minería", el órgano de la Federación de Ayudantes y Capataces de Minas y Fábricas Metalúrgicas de España, cuando él era Secretario de la Asociación de Ayudantes de Minas de Asturias.
Fotografía de la revista "Minería". Órgano de la Federación de Ayudantes y Capataces de Minas y Fábricas Metalúrgicas de España. Archivo del Blog
Don Pancracio residió en Mieres donde se editaba la revista y se casó en Ujo, pero también hizo una carrera política que inició como concejal de Gijón con los reformistas de Melquiades Álvarez, y concluyó después de integrarse en el Partido Republicano Radical Socialista como Gobernador Civil de Ávila, cargo del que dimitió en diciembre de 1935. De manera que supo dotar a "Minería" de un carácter práctico y progresista, que cumplió con creces el objetivo de informar al colectivo que representaba. Por ejemplo, tras la revolución no tuvo empacho en sumarse a la petición de indulto para Ramón González Peña, que era uno de los suyos como titular de la Escuela de Ayudantes y Capataces de Mieres, e informar al mismo tiempo de los beneficios que el Gobierno iba dando a las familias de las víctimas de la Revolución. En este sentido, la Orden de 27 de enero del mismo 1935 impulsada en las Cortes por los diputados de la derecha asturiana y especialmente por Bernardo Aza favoreció económicamente a las viudas, hijos y parientes hasta cuarto grado de los seglares muertos violentamente y lo mismo a los parientes de cualquier grado que hubiesen convivido con los religiosos, siempre que no tuviesen un capital superior a 100.000 pesetas o rentas de 12000, concediéndoles una pensión vitalicia de 1500 pesetas.
Bernardo Aza, visto por el lápiz de Alfonso Zapico
Al mismo tiempo, entre otros, recibieron la medalla de Sufrimientos por la Patria las familias del ingeniero Rafael del Riego y los empleados de Hulleras de Turón Cándido del Agua y César Gómez fusilados en los desgraciados sucesos que acontecieron en este valle; el camillero de la Cruz Roja de Mieres, Laudelino Rodríguez Alonso, y los cuatro obreros que murieron defendiendo la sede del Sindicato Católico en Moreda. El impacto de la revolución, todavía con sus protagonistas recuperándose de las heridas recibidas o en prisión, fue tan grande que se intentaron cuantificar sus efectos en todos los campos. Los números inundaron los informes y la prensa con datos como los atentados sufridos por las vías férreas (207 en toda España, 83 de ellos en la línea León-Gijón) o el descenso en la producción de carbón, que aceleró la tendencia iniciada en 1930 haciendo que en cuatro años se diese una baja de más de un millón de toneladas especialmente acentuada en Asturias hasta llegar a contabilizar solo un total de 5.336.769 toneladas en la minería española para 1934.
Ilustración de Alfonso Zapico
En medio de este aluvión de cifras negativas, Pancracio García López, decidió hacer las suyas para ver cuánto había perdido cada minero asturiano en la intentona revolucionaria, limitándose a la economía doméstica porque determinar los perjuicios a gran escala ya se escapaba de los datos que podía manejar.
Para ello comenzó por fijar los límites temporales del paro en la actividad minera. El inicio estaba claro, ya que se había trabajado hasta la misma madrugada en que las explosiones de dinamita llamaron a los revolucionarios a tomar las armas, es decir el día 5 de octubre. Con respecto al final, aunque quince días más tarde el ejército dominó la situación, la extracción de carbón no pudo reanudarse con normalidad hasta el 17 de diciembre. Por lo tanto fueron 72 días. El cálculo del capataz se hizo en base a los datos del primer trimestre de 1934, que había sido un periodo normal, con alguna huelga puntual pero que podía tomarse como referencia, de modo que hallando el promedio por día y multiplicándolo por 72 se deducía la pérdida de 892.296 toneladas y como el coste de la mano de obra, excluida la alta dirección, los técnicos y los administrativos, era de 19,78 pesetas por tonelada, la pérdida total de salarios había sido de 17.649.000 pesetas.
Ilustración de Alfonso Zapico
A esto había que agregar la retribución de las vacaciones, que se limitaban en aquel momento (sorpréndanse) a siete días por año trabajado y que según la comisión interministerial del momento repercutía en 0,37 pesetas por tonelada. También el vale de carbón para uso doméstico que era un logro conseguido por el SOMA en el periodo republicano y que aumentaba el coste de la tonelada en 0,52 pesetas. Sumándolo todo, el total de lo que había dejado de ganarse era de 19.593.000 pesetas, lo que dividido entre los aproximadamente 27.000 mineros asturianos les hacía perder a cada uno 725 pesetas lo que serían actualmente 4,36 euros, que lógicamente en aquellos hogares que contaban con más de un trabajador debería multiplicarse. Si imaginamos lo que se podría comprar en 1934 con esa cantidad, no parece una apuesta demasiado fuerte para el intento de cambiar el mundo. Supongo que quienes se decidieron por la insurrección pensaron más en los riesgos físicos de morir en los combates o resultar heridos e incluso en los problemas familiares que podía traerles la cárcel y menos en lo puramente económico.
Reparto del "vale" del carbón. Ilustración de Alfonso Zapico
Sin embargo, la realidad fue que tras el fracaso vino la represión y el hambre llegó a muchos hogares que tuvieron que ser ayudados por las colectas organizadas por toda España. Y de una manera indirecta el cese del trabajo hizo que una institución resultase especialmente afectada: el Orfanato de Mineros Asturianos, cuya financiación dependía exclusivamente de la cantidad de carbón extraída, a razón de 0,25 pesetas por tonelada. Manuel Llaneza no podía saber cuando aceptó este sistema que con el fin del siglo XX se acabaría la minería del carbón en Asturias, pero tampoco cayó en la cuenta de la influencia que a corto plazo iba a tener esta dependencia de la producción en las movilizaciones. Seguramente el dictador Miguel Primo de Rivera bien aconsejado por los patronos sí se percató de que a partir de aquel momento la prolongación de las huelgas pasaba a repercutir directamente sobre el bienestar de los huérfanos acogidos en la institución. La revolución de octubre supuso una pérdida de ingresos para el Orfanato Minero de 223.000 pesetas. Ya ven que aunque haya pasado tanto tiempo, aún siguen apareciendo nuevas informaciones sobre este y otros episodios de nuestra historia que nos ayudan a entender por qué somos como somos. 
Manuel Llaneza Zapico, visto por el lápiz de Alfonso Zapico
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR. Artículo publicado por La nueva España el 07-07-2020. Ver enlace.
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AUTORES.

Ernesto Burgos Fernández (historiador). Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Historiador, columnista y biógrafo, éstas son algunas de las facetas de un Ernesto Burgos que rescata con talento personajes y anécdotas de nuestra historia. Un notorio investigador y gran divulgador. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006). Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido galardón anual de “Mierense del año”. Secretario General de Izquierda Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Coautor de los libros de texto «Entre amigos» (Conocimiento del Medio) para Asturias y Cantabria (2002); coordinador de la revista de Ciencias Sociales «Cuadernos de Mieres» (2001-2002); experto en la cultura y la historia de las cuencas mineras asturianas. Ha impartido varios cursos sobre el patrimonio arqueológico de Aller, Lena y Mieres y defendido ponencias sobre su temática en jornadas y congresos. Desde los años 70 escribe desinteresadamente artículos para numerosas publicaciones, álbumes y periódicos locales (Esquisa, Mieres 30 días, La Voz de Ujo, Camín de Mieres, Mieres, El Carbón, Por tierras del Caudal, Aula de Paz…). Ha sido pregonero en las fiestas de Santa Bárbara (2002); La Teyerona (2006); San Xuan de Mieres (2007) y Santa Cruz (2011). Histórico militante republicano. Secretario General de Izquierda Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Biógrafo de los revolucionarios mierenses Manuel Grossi Mier («Cartas de Grossi». 2009) y Jesús Ibáñez («Y el verbo se hizo furia». Semana Negra 2010), también ha prologado a varios autores asturianos. Colaborador del diario asturiano La Nueva España, donde ha firmado las series: «El patrimonio de Las Cuencas» (1998-2000); «100 años de historias y andanzas» (2000-2002) y «Los personajes de nuestra historia» (2003-2004). Desde febrero de 2005 mantiene ininterrumpidamente la página semanal «Historias heterodoxas». FUENTE:

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.  Esta magnífica obra es un auténtico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia - Twitter

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“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”

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