Jovellanos,
en el centro del poder
Se
cumplieron 211 años de la
designación de Jovellanos y el Marqués de Camposagrado como representantes de
Asturias en la Junta Central, el órgano que asumió el poder unificado
contra los franceses
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El 1 de septiembre de 1808 la
Junta General del Principado de Asturias, entonces 'Suprema' (soberana), eligió
a Gaspar Melchor de Jovellanos y al marqués de Camposagrado como sus
representantes en la Junta que debía asumir el poder unificado de las
provincias levantadas contra la invasión napoleónica. Son tantas las decisiones
trascendentales que adopta la Junta asturiana en 1808 que resulta difícil
señalar una como la más relevante, pero, sin duda, ésta va a influir de manera
decisiva en la historia de España. No se trata de atribuirle en exclusiva a una
sola persona, aunque tuviera la talla intelectual del ilustrado gijonés, la
paternidad de la decisión que dio un giro a la evolución política del bando
patriota y abrió el camino a la revolución liberal española, la convocatoria de
Cortes realizada por la Central en 1809, pero las cosas se hubieran
desarrollado de forma muy diferente si no hubiera formado parte de ella.
Jovellanos era en 1808 una figura
respetada y admirada, no sólo como prototipo de la ilustración, sino por su
integridad y porque se había convertido en un símbolo de la arbitrariedad del
despotismo de Godoy. Que era popular lo demuestra el entusiasmo que despierta a
su paso por Aragón, camino de Jadraque. El interés de José I por incorporarlo a
su gabinete prueba el papel que unos y otros le concedían en la construcción la
nueva España que debería nacer de la crisis. Paralelamente, numerosos
escritos, tanto de Juntas como de particulares, reclaman desde principios de
junio su incorporación al gobierno que debe crearse para dirigir la España
patriota. Pronto se convirtió en la principal figura política de la Central,
sobre todo tras el fallecimiento del anciano, y entonces muy conservador, conde
de Floridablanca. A pesar de ello, sus opiniones sobre la organización del nuevo
poder fueron rechazadas inicialmente y no le resultó fácil sacar adelante la
convocatoria de Cortes, pero su prestigio y su inteligencia acabarían
permitiéndole resolver positivamente el 'grand affaire', así se refería a él en
su correspondencia con lord Holland. Podría pensarse que, gracias a
ese prestigio, su elección como diputado de Asturias en el nuevo gobierno
central debió resultar fácil, pero nada más alejado de la realidad. También
entonces, como había sucedido con creación del instituto y otras iniciativas
anteriores del ilustrado, las ambiciones personales y las intrigas se
interpusieron en su camino. La Junta General había elegido en agosto a cuatro
representantes que deberían formar parte de un órgano - denominado inicialmente
Cortes- que coordinaría a Galicia, Castilla, León y Asturias.
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Efectivamente llegó a
constituirse una efímera Junta de los tres reinos de Galicia, León y Castilla,
pero Asturias abandonó el proyecto tras la retirada de los franceses de la
mayor parte de la península, que abrió el camino para la creación de una Junta
Central. Al menos uno de los designados -Ignacio Flórez- quería que su elección
siguiese siendo válida para el nuevo organismo y, junto a otros procuradores,
no deseaba una nueva votación que permitiese la de Jovellanos. Parece que ésta
fue una de las razones que indujeron a Álvaro Flórez Estrada a promover una
renovación de la Junta y de los poderes de los procuradores, que no habían sido
emitidos para un órgano de gobierno convertido en soberano. A Flórez Estrada, Procurador
General del Principado, cabeza de la tendencia más abiertamente liberal y
reformista de la Junta, debemos la elección de Jovellanos para formar parte de
la nueva Junta Central. La Junta renovada -a la que ya no pertenecerían ni
Ignacio Flórez, ni Gregorio Jove, su principal valedor- adoptó este acuerdo en
su primera reunión, celebrada el 1 de septiembre de 1808. Por cierto, lo
primero que hizo D. Gaspar cuando recibió el poder que, con fecha de 3 de
septiembre, le había expedido la Junta General fue renunciar a las dietas que
le correspondían. Jovellanos asumía así, con 64
años, la que probablemente fue su mayor responsabilidad política. No pretendo
restar importancia a su breve paso por el Ministerio de Justicia, pero ahora
formará parte del órgano que desempeñará tanto las funciones legislativas como
la dirección del poder ejecutivo en un momento crucial de la historia de
España.
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senadores/fichasenador/index.html?id1=1039
, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=63404172
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Muy pronto planteó en la Junta
Central la necesidad de convocar Cortes. La propuesta, que expuso detalladamente
en el 'Dictamen sobre la institución del nuevo gobierno', de 7 de octubre de
1808, llevaba aparejada la creación de un Consejo de Regencia en el que
residiría el poder ejecutivo, por ello su posición ha sido en ocasiones
asimilada, erróneamente, a la de quienes, desde una perspectiva conservadora,
querían el restablecimiento del sistema institucional del Antiguo Régimen. Para Jovellanos la designación
del Consejo, que se instalaría el 1 de enero siguiente, debía ser simultánea a
la convocatoria de Cortes para 1810. Su mandato finalizaría cuando se
constituyese el parlamento. Si se consideraba necesario, para limitar la
tentación de que la Regencia se convirtiese en un poder autoritario, podría
renovarse anualmente, de forma total o parcial. Paralelamente, se establecerían
cinco o seis ministerios (los entonces existentes más uno para ultramar). La creación del Consejo de
Regencia no supondría la disolución de la Junta Central, sino su reducción, ya
que quedaría integrada por un diputado de cada Junta y se convertiría en una
Junta Central de correspondencia, que coordinaría a las provinciales,
controlaría a la Regencia y prepararía la reunión de las Cortes de forma muy
similar a como realmente lo haría la Central en 1809. Entre las tareas de las
Cortes se encontraba la reforma de la constitución. Jovellanos defenderá en
1808 lo mismo que en 1809 o en 1811, que era necesario convocar unas Cortes que
ejerciesen el poder legislativo, dejando el ejecutivo a la Regencia, y que
realizasen las reformas necesarias, actualizando una constitución histórica
que, desde su punto de vista, existía, pero no se aplicaba totalmente y
necesitaba cambios que la adaptasen a las necesidades de la España de comienzos
el siglo XIX.
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Esa 'reforma constitucional' no sólo suponía revitalizar unas
Cortes relegadas por el absolutismo a un papel casi decorativo, sino
convertirlas en un parlamento bicameral al estilo británico.
Su propuesta fue rechazada, pero
en noviembre le plantearía a lord Holland cuales eran sus objetivos y las
dificultades con que se encontraban: «Y viniendo ahora a las esperanzas y
deseos de V.E. acerca de la reforma de nuestra Constitución, y que son
enteramente unívocos con los míos, yo no sé todavía lo que en esto se puede
pronosticar. No hay un español dentro ni fuera de nosotros que no los tenga o
forme; pero me temo que la diferencia en los medios de caminar a tan santo fin
pueda frustrar su logro. En la misma Constitución tenemos señalado el camino,
con sólo reunir las Cortes, preparando antes los planes de reforma que debieran
sancionar; pero esta reunión no agrada a algunos, que no quisieran restituir a
ellas la autoridad que disfrutan».
Apoyándose en los jóvenes más
liberales de la Central, aunque moderando su propuesta, logró sacar a delante
el decreto de convocatoria de Cortes el 22 de mayo de 1809. Posteriormente se
creó una comisión para prepararlas, se puso en marcha la llamada 'consulta al
país' y se crearon una serie de juntas para planear la labor legislativa, en
ellas estarían futuros diputados de las Cortes de Cádiz, como Agustín
Argüelles, que utilizarían sus trabajos en su nueva tarea de legisladores. La gestión de la Junta Central,
que se desarrolló en una situación muy difícil, fue contradictoria y discutida,
pero en su haber queda, sin duda, la decisión de convocar Cortes. De justicia
es que la recordemos hoy que conmemoramos la elección por la Junta General del
Principado de Asturias de quien fue su principal promotor. Desde luego, la
labor de Jovellanos en la Junta Central fue mucho más amplia y su pensamiento
está presente en varios de sus textos legislativos. No es este el momento de
extendernos sobre ella, pero quizá sea conveniente mencionar su defensa de la
Junta General del Principado cuando fue suprimida por el marqués de la Romana
el 2 de mayo de 1809, muy coherente con sus ideas sobre la constitución
histórica.
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Argüelles
retratado por Leonardo Alenza. Agustín de Argüelles Álvarez (Ribadesella, 18 de
agosto de 1776 – Madrid, 26 de marzo de 1844), apodado «el Divino» por su
oratoria durante las Cortes de Cádiz, fue un abogado, político y diplomático
español. Fue presidente de las Cortes en 1841 y tutor de la reina Isabel II. De
Leonardo Alenza - Photograph taken at Museo Romántico, Madrid, Trabajo propio,
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31358073 |
FUENTE: FRANCISCO
CARANTOÑA ÁLVAREZ.
PROFESOR
DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN.
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Gracias por la publicación del cuadro pintado por mi de don Gaspar Melchor de Jovellanos
ResponderEliminarhttp://www.cervantesvirtual.com/portales/gaspar_melchor_de_jovellanos/imagenes_retratos/imagen/imagenes_retratos_8a-jovellanos_por_carlos_roces/
ResponderEliminarCarlos Roces Felgueroso, desde Gijón