Franco pescando en Asturias. (Todocolección) |
En
Oviedo muchas personas se paraban para ver pasar la comitiva con coches de la
Policía y la Guardia Civil
El Cadillac que usaba Franco cuando venía a Asturias |
Lo recuerdo como si fuese ayer. Era el
coche que usaba Franco cuando venía de pesca a Asturias. Serían un par de veces
al año y eran muchos los transeúntes que se paraban en las aceras para ver
pasar aquella comitiva de dos o tres coches Cadillac V de oro, precedidos o
seguidos por otros vehículos de Policía y Guardia Civil. Lo normal era que pasase primero un
autobús de la Guardia Civil que iba dejando guardias cada equis metros para
seguridad. Era la primera señal de que al cabo de un tiempo establecido pasaría
el Caudillo, bien de ida o de vuelta.
Franco pescando en Asturias. (LNE) |
Y sobre esos viejos tiempos, recuerdo
una anécdota de aquella temporada de pesca. Me la contó un familiar al que, a
su vez se la relató en primera persona un ribereño que acostumbraba a ir con
Franco de pesca. Parece ser que Franco estrenaba una
nueva y flamante caña de pescar. Al ser nueva aún no se le daba muy bien
lanzarla. Así que el ribereño intentaba enseñarle. Lo hizo varias veces, pero
Franco no acababa de hacerse con el manejo del artilugio. En uno de los intentos le tocó a Franco
tirar la caña y lo hizo tan mal que el ribereño le gritó: "No joda excelencia".
Una vez soltado semejante exabrupto, el ribereño se quedó pálido, esperando que
Franco le llamase, al menos, la atención.
Mezclo la historia de aquellos
formidables coches con la pesca del salmón y también recuerdo que en Oviedo se
colocaba un guardia urbano en cada esquina para parar el tráfico y dar
preferencia a los coches del hombre que gobernó España con mano férrea durante
cuarenta años.
¡Qué tiempos aquellos y tan de
actualidad ahora con la disputa abierta por la exhumación de los restos de
Franco en El Valle de los Caídos!
Franco pescando en Asturias. (generalisimofranco.com) |
FUENTE:
LUIS ANTONIO ALONSO-VEGA
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Pequeño
extracto de la entrevista realizada por La Nueva España a Carmen Hidalgo en la tercera
parte de sus «Memorias» sobre las vicisitudes como alcalde de Oviedo de su
marido, Valentín Masip.
Carmen Hidalgo Álvarez, viuda de Valentín Masip Acevedo (1918-1963), alcalde de Oviedo de 1957 a 1963 |
La escolta de Franco
«Franco
venía de visita a Oviedo y a la finca en San Cucao de su mujer, Carmen Polo. No se sabe por qué, pero los municipales del
Ayuntamiento tenían que ir a limpiar y a arreglar la finca unos días antes para
que estuviera guapa cuando llegara. Valentín Masip (Alcalde de Oviedo), se encontró
con eso y no le gustó nada, visito varias veces a franco (entre otras cosas),
para exponérselo, al igual que cuando venía a pescar aquellos salmones que le
preparaban en los ríos desde ocho o diez días antes. Él invitaba a comer a las
autoridades.
Valentín Rogelio Masip Acevedo, 1918-1963.(el.tesorodeoviedo.es) |
Según expresaba Carmen Hidalgo Álvarez a
la Nueva España en una entrevista de abril de 2013, Franco tenía una mirada
penetrante; sus ojos eran como dos punzones. Y doña Carmen nunca decía nada. En
el fondo, era toda una señora, aunque la pusiesen verde y a la vez le hiciesen
muchos regalos; pero mientras estuvo mi marido sólo se le enviaba un ramo de
flores al llegar y una caja de bombones cuando marchaba. El alcalde de Oviedo Valentin Masip, nunca
recibió a Franco en el Ayuntamiento y, además, cortó la costumbre de pagarle a
su escolta el hotel y los gastos. "Para eso ya tienen sus dietas",
decía él. No hablaba maravillas de Franco, ni en casa ni en ninguna parte, y
más bien decía que era "un mal gobernante". Y evitó las influencias
políticas. Un día le dijo alguien: "A ver si sabe usted de algún
trabajo", y le respondió: "Si lo quiere, le doy enseguida el
mío".
A veces iban a verle al Ayuntamiento personas muy metidas en
política y le encontraban sacudiéndose los pantalones. "¿Qué le
pasa?", preguntaban. "Es para que no se me pegue nada",
respondía. No admitía ni un solo regalo y el
portero, que era muy vigilante, tenía prohibido recibirlos. Una vez, a una
chica de casa le dejaron media docena de pasteles de una señora de Mieres y
Valentín los mandó de vuelta. A saber cómo llegarían en aquellos carretones que
había para el transporte. Otra vez el portero estaba impresionado con lo bien
que olía una tarta que habían dejado para él. "Usted no la recibe y yo la
pruebo", le sugirió. "No, ahora mismo vas con esta tarta y la
devuelves a Rialto". Como abogado había hecho lo mismo, e igual que su
padre, el profesor Rogelio Masip, que rechazaba regalos que a veces le enviaban
para que tratase bien a un alumno en las notas»
.FUENTE:
J. MORÁN (LA Nueva España)
Francisco Franco. (Avizora) |
Carmen Hidalgo, en su domicilio de Oviedo. (LNE) |
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