2 de agosto de 2019

Malaventura en L'Agüeria San Xuan de Mieres el 22 de junio de 1959

El trágico accidente de mina La Centella
Ilustración de Alfonso Zapico
Se cumplieron 60 años de un siniestro que conmocionó al valle de San Juan (L'Agüeria San Xuan)
Ilustración de Alfonso Zapico
La Nueva España
Cuando se recuerda la historia minera de la Hueria San Juan se hace referencia, entre otras cosas a las minas de Baltasara, Polio, El Peñón, La Carmona, etc.. Propiedad de diferentes empresas y que extrajeron de sus montañas miles de toneladas de carbón. Eso hacía que su mineral era conocido en todo el país y por las grandes empresas desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el XX. Por esto, estas compañías generaron tal cantidad de riqueza que precisaron de grandes estructuras para su funcionamiento, como fueron ferrocarriles, edificios industriales, viviendas, barriadas mineras, etc. Condicionaron la fisonomía del valle del río San Juan hasta convertirlo en un gran centro minero, con mucha vida y riqueza. Pero dentro de esta historia rara vez se habla de las personas sencillas que con su esfuerzo, trabajo, dolor y sufrimiento constituyeron el alma de la leyenda.
Ilustración de Alfonso Zapico
Hoy hablaremos del accidente sucedido en la mina la Centella, del que se han cumplido sesenta años. Sin duda, permanece aún en el recuerdo de mucha gente. Sucedió el 22 de junio de 1959, cuando la villa de Mieres estaba en plenas fiestas del Santo Patrono San Juan. Ese día el concejo, las cuencas mineras y Asturias, se estremecerían de dolor por un accidente minero que en esta ocasión se produjo en el grupo minero de Polio, como consecuencia de una explosión de grisú que sepultaría a varios obreros. Concretamente tuvo lugar en la galería de preparación del paquete de Baltasara en el tercer piso, cuando iban a ser las nueve de la mañana, que segaría la vida del relevo entero, y que dos horas antes habían iniciado sus trabajos dentro de la galería de la mina de montaña llamada "La Centella". 
Ilustración de Alfonso Zapico
De este hecho la prensa y los diferentes informes oficiales citarían que se produjo una explosión de gas grisú que ocurrió a 800 metros de la bocamina, a pesar de que cerca del exterior, la galería formaba un ángulo recto, por ella saldría gran cantidad de lodo, agua y tierra llegando la fuerza expansiva hasta él exterior, rompiendo los cristales de la sala de máquinas de los compresores.
Ilustración de Alfonso Zapico
Tan pronto como se realizaron las operaciones de limpieza indispensables, pues el ambiente estaba cargado de grisú, empezaron a trabajar el personal de la empresa, y las brigadas de salvamento para cuya formación se recibieron enseguida ofrecimientos de otras empresas. Los primeros en comenzar el rescate serian los equipos de la Estación Central del Valle de Caudal, con sede en el Pozo de Barredo. Ellos con sus jefes y subjefes en pequeños grupos comenzarían con ánimo el rescate con la idea de recuperar a los que estaban enterrados bajo los escombros. 
Ilustración de Alfonso Zapico
Desde que sucedió la explosión y a lo largo de toda la mañana, mientras los equipos de salvamento minero trataban de rescatar a los compañeros siniestrados, una riada de vecinos, familiares y trabajadores de otras explotaciones mineras de Fábrica Mieres y otras empresas mineras cubrían a pie los dos kilómetros de distancia entre la localidad de Rioturbio, por una pequeña carretera de servicio. Aquella seria una peregrinación incesante, en silencio, sólo quebrantado por el llanto de quienes ya conocían la identidad de algunos de los muertos y la inquietud y pesadumbre de quienes preguntaban por los que estaban desaparecidos.
Ilustración de Alfonso Zapico
Entre los primeros comenzaron a llegar desde Mieres a la plaza de La Centella, el teniente alcalde Bernardo Donapetry Orts que además era el ingeniero del pozo Llamas (en Ablaña) que era propiedad de Nueva Montaña Quijano. Con él llegarían al poco los ingenieros de Mina Tres Amigos, empresa situada en el mismo valle y muy próxima al lugar del accidente. Como hemos dicho al principio el accidente se produjo en plenas fiestas patronales del concejo, por ello, a las diez de la mañana de aquel mismo día, la alcaldía enviaría una nota de prensa a los medios de comunicación "esta Alcaldía-Presidencia y la Comisión de Festejos, al conocer la dolorosas noticia del fallecimiento de seis productores en un desgraciado accidente de trabajo, interpretando el dolor del pueblo de Mieres y uniéndose al dolor de los familiares, dispone por la presente la suspensión, durante los días de hoy de mañana (lunes y martes) hasta después del entierro, todas las manifestaciones públicas callejeras que en ocasión de las fiestas impongan alegría, suprimiendo toda clase de altavoces en el ferial.
Ilustración de Alfonso Zapico
Aquel día serian seis obreros de la explotación, a los cuales la fortuna les acompañó librándolos de una muerte segura. Uno seria el vigilante José Castro Otero, de 32 años y casado, que en aquellos momentos próximos a la explosión, ascendía por el pozo desde primeros hasta la galería de terceros (donde se produjo el siniestro) cuando se le apagó la lámpara de seguridad, por ello saldría al exterior para cambiarla y apenas habían transcurrido tres minutos surgió la explosión. Pese a la primera impresión este joven minero seria de los primeros en entrar a la galería para intentar rescatar a sus compañeros.
Ilustración de Alfonso Zapico
También tendría suerte el topógrafo Faustino Sarmiento Iglesias, que con tres ayudantes caminaban a la bocamina, cuando oyeron la imponente detonación y vieron salir aquella riada de lodos. En cambio al ayudante de barrenistas, Rafael Álvarez Suárez (Falo), que pertenecía a esta plantilla el destino le jugó una mala pasada, al cambiar su turno de la tarde al turno de la mañana. Debido a que Jesús López Menéndez, de Santa Rosa, le pediría el cambio de horario para asistir al entierro de un sobrino, esta permutación de turno libraría a Jesús de aquella muerte segura. 
Ilustración de Alfonso Zapico
A la una de la tarde se empiezan a conocer los nombres de los seis obreros que quedaron sepultados en la mina. Tres de ellos ya se habían localizados, pero no se había logrado ni su identificación ni su rescate. Los obreros sepultados eran: Reinerio García Arguelles, vigilante; Marcelino Suárez barrenista; Rafael Álvarez y Antonio María Comba, ayudantes de barrenistas; Pedro Ortega y Luis Ruiz Muñoz, ambos vagoneros. Mientras los hombres trabajaban dentro de la galería en busca de los trabajadores en el exterior se organizaban los servicios de socorro para que en el caso que fuera necesario, así como una pequeña capilla y otros servicios religiosos. La empresa a media tarde decidiría, poner en la lampistería una tabla con la lacónica nota que decía "los mineros que faltan en lista son?". El dolor que esta nota produjo en los familiares sería tremendo, produciéndose varios desmayos.
Ilustración de Alfonso Zapico
A las seis y cuarto de la tarde, se conseguiría, por la Brigada de la Cuenca del Caudal, rescatar los cadáveres de los seis mineros sepultados desde esa mañana en el grupo de Polio. Cuando los cadáveres estaban en la bocamina recibieron el sacramento de la Extremaunción de mano de don Luis, que era el párroco de Rioturbio. La salida de la boca mina de las seis camillas con los mineros muertos camino del botiquín serian contempladas por decenas de mineros, familiares y vecinos en un silencio sepulcral que solo seria roto por los desgarradores gritos de madres y esposas.
Ilustración de Alfonso Zapico
La ambulancia de la empresa sería la encargada de recoger, de dos en dos, los cuerpos de los mineros muertos en el trabajo. Siendo los traslados en tres viajes al hospital de Sueros, donde serian velados durante toda la noche. Las escenas de dolor y de patetismo volvieron a reproducirse en el hospital de Fábrica en el que también se fueron congregando familiares de las víctimas a lo largo de la noche y parte del día siguiente. Al día siguiente multitud de compañeros de las víctimas y el pueblo de Mieres en general asistieron a las tres conducciones, constituyendo verdaderas manifestaciones de duelo durante aquellos dos días. En los grupos mineros de Polio y Baltasara, ambos de la sociedad Fábrica Mieres, no se trabajarían aquel martes en señal de luto. También acudirían numerosas representaciones de las instituciones asturianas a los entierros.
Ilustración de Alfonso Zapico
A las cinco de la tarde comenzaría desde Sueros en coches fúnebres la conducción de los cadáveres de Reinerio García, Rafael Álvarez, Antonio María Camba al cementerio de Vegadotos. A las seis de la tarde los de Marcelino Suárez y Pedro Ortega, al cementerio municipal de La Belonga, en Mieres; a las siete, el de Luis Ruiz al cementerio de la parroquia de Seana. En este accidente como cientos de otros se volvería a repetir la misma escena con los lamentos de las autoridades por la inseguridad en las minas, acusaciones mutuas entre entidades por la falta de control, promesa de ayuda para las familias de las víctimas, reclamaciones de los mineros por falta de apoyo, anuncio de acciones contundentes para que no se repitieran. Y así seria hasta la próxima tragedia donde se volvería a la misma escena.
Ilustración de Alfonso Zapico
Aquel desastre recordaría a otro ocurrido el 15 de julio de 1923, que también sucedería en el valle como fue la explosión de grisú en una mina del grupo Baltasara, igualmente de la Hueria San Juan y también de empresa Fábrica Mieres, en la que murieron 13 personas. En esa época, en ese piso trabajaban quince obreros y el gas grisú acabaría con la vida, por asfixia (trece de ellos), habiéndose salvado los otros dos al escapar por una galería próxima. Dada la magnitud del accidente, según recogen los diarios, el entonces diputado Manuel Llaneza junto con un ingeniero accedió a la galería donde había tenido lugar el suceso para examinar las causas del mismo.
Ilustración de Alfonso Zapico
FUENTE: JOSÉ ANTONIO VEGA. Publicado por la Nueva España.
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AUTORES:
Todas las ilustraciones del artículo son imágenes extraídas del libro "LA BALADA DEL NORTE" del profesional gráfico Historietista e ilustrador asturiano Alfonso Zapico.

José Antonio Vega Álvarez.
Historiador mierense nacido en el conocido barrio de Requejo en Mieres, en el seno de una familia oriunda de L’Agüeria San Tirso, valle perteneciente a los concejos asturianos de Mieres y Langreo. Es hijo, nieto y bisnieto de mineros y campesinos. En su familia hubo mineros tanto de carbón como de mercurio, siendo su padre el único que practicó los dos tipos de minería de forma activa. Tras hacer sus estudios en Mieres, se incorpora de forma temprana al mundo de la minería privada, trabajando en diferentes lugares de las Cuencas Mineras. Unos años después cambia de profesión. Esta relación del investigador con su primera profesión en la minería del carbón, ha hecho de él un apasionado practicante de todas las formas de recuperar el pasado de esta, así como de sus gentes y su entorno. Por esto, durante años, se dedicó y realizó largas sesiones de búsqueda, sumergido en los archivos de toda la región y consultando papeles que acumulan incluso polvo de décadas y algún siglo. Esta labor, siempre fue realizada con ilusión, y más cuando comenzó a conocer nuestra historia próxima, y a saber los distintos aspectos que hacían en su vida cotidiana de nuestros antecesores, sus vivencias, sus aciertos y desventuras, que en definitiva formaron el camino que hoy transitamos. Como inquieto investigador, no podía dejar lo conocido, aparcado en su archivo personal, por eso decide que todo lo recuperado sea divulgado a través del difícil arte de la escritura. Con un conjunto de publicaciones se propone el divulgar lo investigado durante muchos años. En estas publicaciones intenta que sea con la máxima de fidelidad los hechos que en ellas reseñan. Como es lógico, el pasado no puede repetirse, sólo imaginarse. Por eso todas estas investigaciones históricas se basan en análisis de los documentos cercanos a los hechos que se divulgan. Al autor la historia le atrajo desde temprano, aunque su dedicación a ella no lo fue tanto, puesto que aparte de los trabajos investigación histórica, el autor tiene varios libros publicados con una editorial nacional, donde es autor y coautor de libros relacionados con la formación profesional de diferentes técnicos y especialistas. FUENTE: XULIOCS.

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.  Esta magnífica obra es un auténtico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia - Twitter

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NOTA: Los nombres de los autores aparecen en el pie de cada imagen o al final de cada artículo, si no es así, se debe a que es un dato que se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se ponga en contacto con El Blog de Acebedo para hacerlo figurar o para borrarla si es su deseo, porque es justo reconocer a los autores.

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