Ilustración de Alfonso Zapico |
Se cumplieron 60 años de un siniestro que conmocionó al valle de San Juan (L'Agüeria San Xuan)
La Nueva España
Ilustración de Alfonso Zapico |
Cuando se recuerda la historia minera
de la Hueria San Juan se hace referencia, entre otras cosas a las minas de
Baltasara, Polio, El Peñón, La Carmona, etc.. Propiedad de diferentes empresas
y que extrajeron de sus montañas miles de toneladas de carbón. Eso hacía que su
mineral era conocido en todo el país y por las grandes empresas desde mediados
del siglo XIX hasta bien entrado el XX. Por esto, estas compañías generaron tal
cantidad de riqueza que precisaron de grandes estructuras para su
funcionamiento, como fueron ferrocarriles, edificios industriales, viviendas,
barriadas mineras, etc. Condicionaron la fisonomía del valle del río San Juan
hasta convertirlo en un gran centro minero, con mucha vida y riqueza. Pero
dentro de esta historia rara vez se habla de las personas sencillas que con su
esfuerzo, trabajo, dolor y sufrimiento constituyeron el alma de la leyenda.
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También tendría suerte el topógrafo
Faustino Sarmiento Iglesias, que con tres ayudantes caminaban a la bocamina,
cuando oyeron la imponente detonación y vieron salir aquella riada de lodos. En
cambio al ayudante de barrenistas, Rafael Álvarez Suárez (Falo), que pertenecía
a esta plantilla el destino le jugó una mala pasada, al cambiar su turno de la
tarde al turno de la mañana. Debido a que Jesús López Menéndez, de Santa Rosa,
le pediría el cambio de horario para asistir al entierro de un sobrino, esta
permutación de turno libraría a Jesús de aquella muerte segura.
A la una de la tarde se empiezan a
conocer los nombres de los seis obreros que quedaron sepultados en la mina.
Tres de ellos ya se habían localizados, pero no se había logrado ni su identificación
ni su rescate. Los obreros sepultados eran: Reinerio García Arguelles,
vigilante; Marcelino Suárez barrenista; Rafael Álvarez y Antonio María Comba,
ayudantes de barrenistas; Pedro Ortega y Luis Ruiz Muñoz, ambos vagoneros. Mientras los hombres trabajaban
dentro de la galería en busca de los trabajadores en el exterior se organizaban
los servicios de socorro para que en el caso que fuera necesario, así como una
pequeña capilla y otros servicios religiosos. La empresa a media tarde
decidiría, poner en la lampistería una tabla con la lacónica nota que decía
"los mineros que faltan en lista son?". El dolor que esta nota
produjo en los familiares sería tremendo, produciéndose varios desmayos.
Ilustración de Alfonso Zapico |
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La ambulancia de la empresa sería la
encargada de recoger, de dos en dos, los cuerpos de los mineros muertos en el
trabajo. Siendo los traslados en tres viajes al hospital de Sueros, donde
serian velados durante toda la noche. Las escenas de dolor y de patetismo
volvieron a reproducirse en el hospital de Fábrica en el que también se fueron
congregando familiares de las víctimas a lo largo de la noche y parte del día
siguiente. Al día siguiente multitud de
compañeros de las víctimas y el pueblo de Mieres en general asistieron a las
tres conducciones, constituyendo verdaderas manifestaciones de duelo durante
aquellos dos días. En los grupos mineros de Polio y Baltasara, ambos de la
sociedad Fábrica Mieres, no se trabajarían aquel martes en señal de luto.
También acudirían numerosas representaciones de las instituciones asturianas a
los entierros.
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A las cinco de la tarde comenzaría
desde Sueros en coches fúnebres la conducción de los cadáveres de Reinerio
García, Rafael Álvarez, Antonio María Camba al cementerio de Vegadotos. A las
seis de la tarde los de Marcelino Suárez y Pedro Ortega, al cementerio
municipal de La Belonga, en Mieres; a las siete, el de Luis Ruiz al cementerio
de la parroquia de Seana. En este accidente como cientos de
otros se volvería a repetir la misma escena con los lamentos de las autoridades
por la inseguridad en las minas, acusaciones mutuas entre entidades por la
falta de control, promesa de ayuda para las familias de las víctimas,
reclamaciones de los mineros por falta de apoyo, anuncio de acciones
contundentes para que no se repitieran. Y así seria hasta la próxima tragedia
donde se volvería a la misma escena.
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Aquel desastre recordaría a otro
ocurrido el 15 de julio de 1923, que también sucedería en el valle como fue la
explosión de grisú en una mina del grupo Baltasara, igualmente de la Hueria San
Juan y también de empresa Fábrica Mieres, en la que murieron 13 personas. En
esa época, en ese piso trabajaban quince obreros y el gas grisú acabaría con la
vida, por asfixia (trece de ellos), habiéndose salvado los otros dos al escapar
por una galería próxima. Dada la magnitud del accidente, según recogen los
diarios, el entonces diputado Manuel Llaneza junto con un ingeniero accedió a
la galería donde había tenido lugar el suceso para examinar las causas del
mismo.
Ilustración de Alfonso Zapico |
AUTORES:
Todas las ilustraciones del artículo
son imágenes extraídas del libro "LA BALADA DEL NORTE" del
profesional gráfico Historietista e ilustrador asturiano Alfonso Zapico.
José Antonio Vega Álvarez. Historiador mierense nacido en el conocido barrio de Requejo en Mieres, en el seno de una familia oriunda de L’Agüeria San Tirso, valle perteneciente a los concejos asturianos de Mieres y Langreo. Es hijo, nieto y bisnieto de mineros y campesinos. En su familia hubo mineros tanto de carbón como de mercurio, siendo su padre el único que practicó los dos tipos de minería de forma activa. Tras hacer sus estudios en Mieres, se incorpora de forma temprana al mundo de la minería privada, trabajando en diferentes lugares de las Cuencas Mineras. Unos años después cambia de profesión. Esta relación del investigador con su primera profesión en la minería del carbón, ha hecho de él un apasionado practicante de todas las formas de recuperar el pasado de esta, así como de sus gentes y su entorno. Por esto, durante años, se dedicó y realizó largas sesiones de búsqueda, sumergido en los archivos de toda la región y consultando papeles que acumulan incluso polvo de décadas y algún siglo. Esta labor, siempre fue realizada con ilusión, y más cuando comenzó a conocer nuestra historia próxima, y a saber los distintos aspectos que hacían en su vida cotidiana de nuestros antecesores, sus vivencias, sus aciertos y desventuras, que en definitiva formaron el camino que hoy transitamos. Como inquieto investigador, no podía dejar lo conocido, aparcado en su archivo personal, por eso decide que todo lo recuperado sea divulgado a través del difícil arte de la escritura. Con un conjunto de publicaciones se propone el divulgar lo investigado durante muchos años. En estas publicaciones intenta que sea con la máxima de fidelidad los hechos que en ellas reseñan. Como es lógico, el pasado no puede repetirse, sólo imaginarse. Por eso todas estas investigaciones históricas se basan en análisis de los documentos cercanos a los hechos que se divulgan. Al autor la historia le atrajo desde temprano, aunque su dedicación a ella no lo fue tanto, puesto que aparte de los trabajos investigación histórica, el autor tiene varios libros publicados con una editorial nacional, donde es autor y coautor de libros relacionados con la formación profesional de diferentes técnicos y especialistas. FUENTE: XULIOCS.
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia). Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…). Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011). Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos. Esta magnífica obra es un auténtico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia - Twitter
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NOTA: Los nombres de los
autores aparecen en el pie de cada imagen o al final de cada artículo, si no es
así, se debe a que es un dato que se desconoce, así que, si algún autor la ve
en este blog, le rogamos que se ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo
figurar o para borrarla si es su deseo, porque es justo reconocer a los
autores.
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