El
increíble vuelo de Garnier sobre Oviedo
Vuelo de Garnier. Oviedo 1911 - por Pelz. (Pinterest) |
El impacto en la ciudad de
una exhibición aérea en el año 1911
La catedral de Oviedo hacia 1903, desde la calle de la Rúa. (lámina de 'Oviedo en la memoria'. Lne) |
Hace 106 años que Oviedo vivió un acontecimiento inédito hasta entonces en su
historia: un aeroplano sobrevolando la ciudad. Fue en el marco de las fiestas
de San Mateo de 1911. Ocurrió durante los días 25, 26 y 27. El piloto era el
francés Leoncio Garnier. La imagen de su aeroplano volando sobre el acueducto
de los Pilares y las vías del ferrocarril del Norte, con el Hospital Manicomio
de fondo es una de las fotos históricas de la ciudad. El improvisado aeropuerto
se había instalado en la Silla del Rey, con una chabola a modo de hangar y una
tienda de campaña para la Cruz Roja. El precio para ver el espectáculo era de
2,40 pesetas "impuestos incluidos" para asistir a los vuelos sentado
y de 0, 50 en general y con una tarjeta de libre circulación de 6 pesetas.
Acueducto Los Pilares. Oviedo |
Y llegó
el ansiado día. La fervorosa crónica periodística del martes 26 destacaba:
"Jamás en Oviedo hubo espectáculo alguno que tanto público haya atraído y
tanta curiosidad haya despertado como el verificado ayer. El número de
forasteros que llegó a esta ciudad fue crecidísimo. Todos los trenes de líneas
férreas vinieron atestados de viajeros. En el campo de aviación y en las
inmediaciones, era incalculable el gentío allí reunido. El espectáculo comenzó
próximamente a las cinco menos cuarto de la tarde. Reconocido escrupulosamente
el monoplano Berlioz, el intrépido aviador M. Garnier se elevó a los aires con
una precisión y soltura admirables, dando tres vueltas al extenso campo de
aviación a una altura media de 100 a 150 metros. Aterrizó en el centro del
campo con notable seguridad, como si fuera un pájaro. El público, sin duda
emocionado ante tan bello espectáculo, no aplaudió tanto como se merecía el
intrépido aviador".
Ese primer vuelo duró unos seis minutos. Después de
algunos momentos de descanso -continua la narración periodística-
"verificó M. Garnier el segundo vuelo que fue aún más grandioso que el
primero. Con la misma precisión y perfecto conocimiento del aparato, dio una
vuelta al campo de aviación y a una altura de 250 a 300 metros, dirigirse
rápidamente a la ciudad, pasando por el campo de aviación, aterrizando en el
mismo sitio que lo hizo la vez primera".
El piloto francés Garnier, realizó varios vuelos en Oviedo durante las fiestas de San Mateo del año 1911 |
En vista
del notable éxito de asistencia y de cara a los siguientes vuelos a través de
la prensa se informaba a la ciudad que "en nota oficiosa que hemos
recibido se nos da cuenta de las medidas que ha adoptado la comisión para los
sucesivos días de aviación, y que consisten en reglamentar el servicio de
coches a la ida y al regreso; en ampliación de localidad de sillas, destinando
a este objeto el número suficiente de acomodadores; en destinar fuerzas de
seguridad, de la benemérita, de infantería y caballería para la debida
vigilancia del campo de aviación; en aumentar el número de taquillas para la
adquisición de localidad; y en prohibir durante las pruebas el permanecer en el
campo de aviación aun a los portadores de billetes de libre circulación".
Y como la fiesta se preveía sonada "será amenizada por la brillante banda
de música del regimiento del Príncipe".
Una imagen de Garnier junto a su avión |
Y llegó
el segundo vuelo. A las tres de la tarde ya se veía gran animación y "el
ir y venir de coches y automóviles por la carretera de Buenavista era
incesante". Las medidas de seguridad, también en aquellos días, eran
máximas y así se informaba a los ovetenses que "se evitaría la entrada de
intrusos en el campo, viéndose apostados en puntos estratégicos soldados de
caballería, hasta unas once parejas que auxiliaban a los agentes del Municipio
y a los empleados a quienes se encargó de recoger las localidades". El
reportero, contagiado del entusiasmo del ambiente continuaba su crónica:
"Desde nuestro asiento contemplábase el cuadro hermoso que ofrecía el prado
de maniobras y otros próximos al Manicomio, todos cuajados de personas. En su
auto, llegaba a las cinco de la tarde, el intrépido Mr. Garnier, a quien
acompañaba su señora. Fue recibido con aplausos. Sacado del hangar el aparato,
mientras se soltaban algunos globos guías, se examinó aquel, que se hallaba en
inmejorables condiciones según el mecánico. Redoblaba la impaciencia en todos
los espectadores. Por fin, a las 5,20 el motor se puso en movimiento y, con
arte grandísimo Garnier se elevaba. Tras de sí iban las miradas de la
muchedumbre.
A gran altura (calcúlase en 700 metros) atravesó la población
toda, remontándose luego sobre el Naranco, para evolucionar después,
caprichosamente sobre el campo. Hizo hábil maniobra y, cuando se creía que iba
a aterrizar, volvió a remontarse girando en diversas direcciones. Tardó en
aterrizar unos doce minutos. El público, al ver al aviador en tierra,
prorrumpió en aplausos. Diferentes personas le felicitaron".
El aviador francés Léonce Garnier |
Sobre la
tercera jornada de vuelo, más de lo mismo. Elogios y admiración. Eso sí, al
aterrizar la primera vez manifestó "que sentía excesivo frío y tuvo que
ponerse un gabán". Como no podía ser de otro modo "el espectáculo ha
satisfecho a todos y el intrépido aviador deja en Oviedo muchas
simpatías".
Una página de la revista 'Mundo Gráfico' dedicada al piloto francés |
Espectáculo
tal no podía pasar desapercibido a la coña ovetense y poco tardaron en aparecer
estas coplas:
"El otru día señores, xunto a la silla el
Rey / vi volar un monoplano, era el de Mosiu Garnier / más al querer elevase
una señora salió / y agarrándose a la cola, del aparato subió. / Garnier que
estaba mirando lo que la señora hacía / vio que llevaba en la mano décimos de
lotería. / Y el panzudu desde abajo, díxole a Ms. Garnier:/ doite la zapatería,
si me tires la muyer."
En fin,
un suceso de altos vuelos para la memoria colectiva que, como no podía ser de
otra manera, acabó con unos versos que, aunque con notable falta de respeto
hacia la mujer, están impregnados del inefable humor carbayón de la época.
FUENTE:
CARLOS FERNÁNDEZ LLANEZA Oviedo. Iglesia de San Isidoro en la plaza del Ayuntamiento. (Pinterest) |
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