19 de abril de 2022

Un paisaje jerarquizado

Las huellas que nos guían
Cruce de caminos. Huellas en los arenales de la ría de Villaviciosa en bajamar. Playa de Bohome. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 64
Cuando las pleamares llegan a su última frontera las huellas de pisadas en el arenal se van con el Cantábrico. Y la ría de Villaviciosa y las playas del entorno se reinventan, vírgenes, con la capacidad regeneradora que solo posee la Naturaleza
LA PAZ DEL CAMPO. En la subida al Fito, muy cerca del castro de Caravia, con el mar al fondo, y entre verdes y azules; abajo, el pueblo de Duesos. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 66.

El Blog de Acebedo
Las huellas se borran para nuestros ojos, pero no deja de ser un espejismo. Las vemos desaparecer, borrón y cuenta nueva en la gran pizarra de la costa asturiana, pero las huellas nunca se van del todo. En esa ría maliayesa, como en la del Eo, la del Navia o la del Nalón, como en la desembocadura del Sella y del Deva, o en la ensenada de la Campa Torres, pisaron viejas gentes en tiempos tan remotos que la memoria se quiebra e invita al olvido. Mala cosa esa de olvidar porque de la desmemoria nosotros somos las primeras víctimas. Las rías son espacios de fusión: aguas saladas y aguas dulces, mares y tierras... Paisajes cíclicos que marcan la vida del ser humano y que, por pura cercanía, forman un todo.
LA ORILLA DEL MUNDO. Cada orilla es una frontera de movilidad permanente. En esencia, una anti-frontera cuyo límite lo ponen los ojos de quien mira, los pies de quienes por ella transitan. En la foto la Ría de Villaviciosa cerca de El Puntal. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 66.

Montes que nacen del mar mismo, como columnas de homenaje a los dioses del agua, tan presentes en la religiosidad de las sociedades de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Desde lo alto de los castros, sus pobladores se acostumbraron a dominar con la mirada territorios inmensos y quién sabe si a caer en la tentación de sentirse parte de ese panteón de dioses (y diosas) innominados. Los mismos montes, los mismos mares, dos mil años después. El mismo vaivén de las mareas. El éxito de la cultura castreña tiene su causa principal en la inteligente convivencia de aquellos pueblos indígenas con la Naturaleza, que incluye la aceptación de su poder. La arqueología (que es ciencia, pero no magia) es incapaz de asegurarnos si las sociedades castreñas fueron sociedades felices, pero saber dialogar con el entorno es un buen camino para disfrutar del goce de la existencia por encima de las dificultades de la supervivencia.
Aquí yera el cantar, aquí riíse,
si el riíse y cantar, de dicha es seña,
por aquí tóo canta, y rise tóo:
flores, páxaros, aire, cielu y tierra.
Juan María Acebal (1815-1895). Cantar y más cantar
Caballos asturcones en el entorno del Sueve (Asturias). Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 28.

Caballos... y ¿Gallinas?
Sabemos que en las sociedades castreñas había ganado vacuno, porcino, ovino y caprino, rebaños que quizá fueran guardados en conjunto en una zona determinada al margen del área de cabañas.
Los caballos tenían un notable peso específico dentro de la vida cotidiana castreña. Para monta y para tiro principalmente. El cronista Plinio el Viejo, autor de una de las grandes obras de referencia clásica, la “Historia Natural”, cuenta que “en Hispania están los pueblos galaico y astur, que crían dos razas de caballos. Una son los llamados thieldones, y otra, los asturcones, que son de tamaño algo menor. El paso de estos caballos no es corriente, porque extienden al mismo tiempo las patas de cada lado. Por eso se les ha amaestrado para marchar al trote”.
"Los caballos tenían un considerable peso en la vida cotidiana castreña, sobre todo para monta y para tiro"
Lamina de Asturcón de Gonzalo Gil para La Voz de Asturias en 1992. Enciclopedia de la Naturaleza de Asturias. (Foto Archivo)
Los asturcones tienen, pues, larga vida y son uno de los símbolos del universo astur. Pequeños, fuertes, engarzados en la naturaleza del Norte, de largas crines y resistencia inmensa. En cuanto a los thieldones, aunque Plinio los sitúa en la Galaecia, eran caballos adscritos a las tribus vacceas, vecinas de los astures por el Este. Los vacceos, pueblo agrícola, ocuparían buena parte de la actual comunidad de Castilla y León. Las crónicas romanas (Diodoro Sículo en su Historia Universal) los tenían como el pueblo más civilizado de la Celtiberia. Los thieldones fueron “adoptados” por Cartago y después por Roma para fines militares. La domesticación del caballo se produjo durante la Edad del Bronce y es posterior a las de ovejas, cabras, cerdos y vacas, las cuatro “especies neolíticas”. Los antecedentes de estos primeros caballos domesticados son el tarpán (ya extinguido) y el caballo Przewalski (esta última especie sirvió de modelo a los artistas rupestres del Paleolítico). 
Parque de la Prehistoria de Teverga. La Voz de Trubia.

El Parque de la Prehistoria, en Teverga/Teberga, cuenta con una pareja de esta familia de équidos que aún corren por las llanuras de Mongolia. ¿Había gallos y gallinas en los poblados castreños? La presencia o no de estas aves afectaría de forma sustancial a la alimentación cotidiana. La domesticación de gallos y gallinas viene nada menos que del VIII Milenio, aunque su presencia en la península Ibérica pudo haber sido muy posterior, quizá traída por los fenicios. Con estos antecedentes, la mayoría de los arqueólogos están convencidos de que sí, de que en los castros astures cantaría el gallo y pondría huevos la gallina. El problema es que no se ha encontrado hasta la fecha el más mínimo resto orgánico, entre otras razones por la extrema fragilidad de los huesos, por lo demás minúsculos, de estas aves.
La cultura castreña representa el momento cultural más peculiar de la historia del Noroeste, tradicionalmente vinculada con el mundo céltico, aunque haya que matizar el alcance de esta consideración- Esta cultura se desarrolló, desde finales de la Edad del Bronce hasta principios de nuestra era, en el noroeste de la península ibérica, dentro de una zona que abarcaría el norte del actual Portugal, Galicia, las zonas occidentales del Principado de Asturias, provincia de León y la provincia de Zamora. (…). Saber más... Recreación Historia.  

Los castreños nunca mueren del todo
El mundo de la muerte entre los castreños permanece esquivo al conocimiento arqueológico. Dicho en una frase exitosa: “Los castreños vivían, pero no morían”, dentro de un fenómeno común a la mayor parte de la Europa atlántica. Los varios millones de personas que habitaron los castros asturianos y los poblados del entorno durante mil años parecen haberse desvanecido en la nada. Se han supuesto rituales mortuorios acuáticos y prácticas crematorias, pero ni lo primero sería asequible a muchos castros alejados de cursos acuáticos relevantes, ni de las segundas se conoce ningún campo de urnas con sus nutridas ofrendas, tan típicos de la Meseta oriental. Una luz empieza a abrirse en el oriente asturiano, que hoy sabemos fue también castreño, con la inhumación de la joven pastora en una estrecha torca de las cimas del Cuera. Y con los cráneos y otros huesos acompañados de armas, placas de cinturón y hebillas anulares que un equipo de arqueólogos está investigando en una sima de Suarías en Peñamellera. Vestigios que obligan a retomar la colección de cráneos y alguna hebilla similar encontrados décadas ha en una sinuosa cueva de Valdediós. Se pone de manifiesto que, siguiendo una tradición milenaria, los habitantes de la montaña oriental utilizaban ciertas cuevas como criptas funerarias, seguramente en relación con creencias telúricas con las que se relacionaban diversas ofrendas.
LA LLUVIA QUE ENVUELVE. El castro de Moriyón, a la izquierda de la foto, teñido de lluvia. El agua convierte el verde del paisaje en un color intenso, casi furioso. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 66.

Pero esta explicación no es válida para la mayor parte de la Asturias ajena al medio cárstico. Modernas revisiones y hallazgos en regiones que tenían la misma carencia, abren otras expectativas. Así ocurre en el ámbito de los hillforts de las Islas Británicas, donde los análisis forenses (histológicos y bioerosión bacteriana) revelan varios comportamientos. En unos casos los muertos eran enterrados en fosas, quizá enfardados o tapados con telas, y sellados con tierra o casi en exposición aérea. En ocasiones fueron enterramientos definitivos, que pudieron ser alterados por otros posteriores. En otras, tras la descomposición, se produjo un entierro secundario del cuerpo parcialmente articulado. Unos pocos huesos muestran una descamación completa aérea, tal vez facilitada con ahumado o secado, pero a la larga no llegarían a su deposición y conservación con lo que, irónicamente, pudo ser este el ritual dominante. En fin, formas en que se plasmaban los estadios por los que el alma del finado pasaba al Más Allá.
El esqueleto de la joven de Fuentenegroso que se muestra en el Museo Arqueológico de Asturias. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 69.

Es significativo que en algunos yacimientos Cogotas de la Meseta norte (Edad del Bronce), aparecen huesos humanos desperdigados, incluso roídos por animales, lo que sugiere prácticas de descamación. Y ciertamente, los huesos de la Campa Torres, el cráneo del Chao y, pudiera ser, los cráneos de Suarías y Valdediós, indican enterramientos secundarios y el simbólico uso de las reliquias de los antepasados. El acompañamiento de ajuares y los restos de vasijas guardarían relación con las ofrendas y banquetes funerarios en honor a los fallecidos. Debemos admitir que, como ocurre en nuestros días, el tratamiento de la muerte en la sociedad castreña fue plural y diverso, pero el “in pulverem reverteris” se ha llevado sus secretos.
Caravia, el Castro centinela. Foto: Miki López. Del libro nº 6 de la "La Cultura Castreña" editado por La Nueva España. Página 10.

FUENTES: EDUARDO GARCÍA, ÁNGEL VILLA VALDÉS. FOTOGRAFÍAS: MIKI LÓPEZ Libro 6º de la colección “La cultura castreña asturiana”. Publicado por La Nueva España.
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AUTORES.

Eduardo García García (Oviedo, 1957)
, escritor y periodista de LA NUEVA ESPAÑA. Afincado desde niño en Gijón, promovió y coordinó la Biblioteca Gijonesa del siglo XX, editada con el patrocinio del Ayuntamiento de Gijón, siendo autor además del primer título de la colección, "Un tiempo, una ciudad, las fotos de un siglo". Otros libros de este periodista asturiano son "La transición en Asturias"; "Asturias, un viaje al paraíso", "La Gota de Leche" y "Un Ayuntamiento al Norte". Otros libros de este periodista asturiano son "La transición en Asturias"; "Asturias, un viaje al paraíso", "La Gota de Leche" y "Un Ayuntamiento al Norte". La Nueva España.

Ángel Villa Valdés. Ángel Villa Valdés ejerce como arqueólogo en el Museo Arqueológico de Asturias. Con anterioridad, desde el Servicio de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, dirigió el Plan Arqueológico del Navia-Eo, programa por el cual se planificaron, entre 1995 y 2009, las intervenciones arqueológicas en los yacimientos del occidente de la región, tanto en las tareas de excavación como de conservación, restauración y musealización del patrimonio arqueológico. Desarrolla su trabajo en ámbitos diversos de la Prehistoria y Antigüedad con particular atención a la investigación del mundo castreño y la minería aurífera antigua, temas sobre los que desarrolló su Tesis Doctoral, trabajo galardonado con el Premio Extraordinario de la Universidad de Oviedo. Ha sido responsable de numerosas intervenciones arqueológicas en los castros más relevantes del occidente de la región como Coaña, Pendia o Chao Samartín y es autor de un centenar de artículos científicos. Seguir leyendo... FUENTE: LinkedIn.

Miki López. Fotoperiodista asturiano, jefe de fotografía del diario La Nueva España, especializado en fotografía documental y fotografías de Asturias. Es autor de más de una decena de libros de temática asturiana. Etnografía, cultura y paisajes forman parte de los trabajos más habituales de este fotógrafo asturiano que lleva más de 25 años dedicado al fotoperiodismo en Asturias. Comenzó su carrera profesional como fotógrafo en La Voz de Asturias en el año 1991. Sus fotografías ilustraron reportajes en revistas como Tiempo, Interviu y El Semanal. Es autor, junto con el periodista Eduardo Lagar, de la serie de reportajes "Asturias, Siglo XXI". Fue un proyecto del diario La Nueva España que analizaba la situación de los 78 concejos de asturianos en el cambio de milenio. Desde 2010 es formador de alumnos en prácticas para los Centros Integrados del CISLAN de Langreo y el IES Aramo de Oviedo. Fuente: MIKI LÓPEZ.

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.

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NOTA: Los nombres de los autores aparecen en el pie de cada imagen o al final de cada artículo, si no es así, se debe a que es un dato que se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se ponga en contacto con El Blog de Acebedo para hacerlo figurar o para borrarla si es su deseo, porque es justo reconocer a los autores.

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