El príncipe de una democracia por
fraguar
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Tarjeta con moneda oficial de Felipe de Borbon(principe de asturias 1 noviembre 1977). https://www.todocoleccion.net/monedas-juan-carlos-I/tarjeta-moneda-felipe-borbon-principe-asturias~x35122259 |
"aquel
día vimos que la corona era pieza clave en la estabilidad del país",
cuentan los testigos del homenaje en 1977 a Felipe de Borbón en Covadonga
https://www.lne.es
El 1 de noviembre de 1977 hubo mucho más
que una misa y un homenaje en Covadonga al Príncipe de Asturias. La
incertidumbre que rodeaba al país, ni dos años habían pasado de la muerte Francisco Franco, alcanzó incluso a la primera visita oficial que Felipe de
Borbón hacía a Asturias, la tierra del histórico Principado, arrinconado
durante la dictadura. Mientras unos creían que asistían a una investidura o
proclamación, influenciados por el texto de la invitación al acto en el real
sitio, el mensaje de última hora era que se trataba de una entrega de atributos
al niño príncipe, algo que cogió por sorpresa incluso al arzobispo Gabino Díaz
Merchán en su homilía.
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Gabino Díaz
Merchán (Mora, Toledo, 26 de febrero de 1926) es un obispo católico español que
fue arzobispo de Oviedo entre 1969 y 2002. Presidió la Conferencia Episcopal
Española entre 1981 y 1987. De Conferencia Episcopal Española - Mons. Diaz Merchán, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=53216622
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Dudas surgidas, seguro, por la falta de costumbre.
"Es que estaba todo por hacer", rememora Alfredo Prieto Valiente,
cuarenta y un años después del acto.
Prieto Valiente contaba entonces apenas
43 años y había salido diputado, por UCD, en las elecciones generales de 1977,
las de las Cortes Constituyentes. Cuatro décadas después guarda más recuerdos
de las sensaciones que de los detalles de aquella jornada, que amenazaba lluvia
pero acabó dejando un cielo despejado como pocas veces sucede un 1 de noviembre
en el entorno de Covadonga. "Me acuerdo perfectamente. Era pleno otoño,
fui en mi coche desde Oviedo y no se me olvidan las tonalidades de los bosques
de castaño que podía ver desde la carretera", comenta. También el Rey Juan
Carlos llegó a Covadonga al volante de un Mercedes azul en el que viajaba el
resto de la Familia Real, a eso de las doce y veinte del mediodía, para
sorpresa de la gente que aguardaba en la explanada de la basílica.
El incipiente diputado de 1977 repara
ahora en una singularidad del primer reconocimiento público al Príncipe Felipe.
En aquel acto de Covadonga cohabitaron las autoridades del anterior régimen y
los nuevos diputados y senadores, elegidos en las urnas apenas cinco meses
antes. "Estábamos los primeros en la fila. Éramos los políticos más
cualificados del país, habíamos sido elegidos en unas elecciones democráticas,
absolutamente limpias, libres y muy transparentes pero el resto de autoridades
que estaban allí eran cargos a dedo del régimen anterior, del final del franquismo",
detalla Alfredo Prieto Valiente, uno de los cinco diputados asturianos (cuatro
de UCD y 1 del PP) testigos de aquel evento junto a Emilio García-Pumarino,
Luis Vega Escandón, Ricardo León Herrero y Juan Luis de la Vallina,
respectivamente.Asturias contaba entonces con diez
parlamentarios en el Congreso pero la mitad no acudieron, señal de las dudas e
incertidumbres que rodeaban un acto en el marco de Covadonga con protagonismo
estelar para la Casa Real. Los cuatro diputados del PSOE y el secretario general
de los socialistas asturianos, Rafael
Fernández, no asistieron con la excusa de un comité regional del partido
convocado para ese mismo 1 de noviembre en Oviedo y la parlamentaria del PCE
por Asturias, Dolores Ibárruri,
"La Pasionaria", había salido la víspera de viaje a la URSS.
"La izquierda asturiana con
disculpas un tanto absurdas no quiso asistir", resume Emilio
García-Pumarino, entonces diputado novel con 29 años y ahora registrador de la
propiedad a punto de jubilarse. "Fue el primer acto solemne al que asistí
como parlamentario", explica al tiempo que aporta motivos sobre la
espantada de los diputados asturianos de la izquierda en el primer homenaje
público al Príncipe de Asturias. "No estaba consolidada la Constitución,
que todavía tardaría un año más, ni la democracia. La organización corrió a
cargo de la Diputación. Fue un acto preconstitucional pero con gran importancia
simbólica y política". La época no era fácil. "Había crisis por los
precios del petróleo, estaba el terrorismo de ETA y había ruido de
sables", añade Pumarino. Los dos diputados testigos del primer
acto en Covadonga y en Asturias del Príncipe, hoy Felipe VI, conservan más
impresiones grabadas en su retina que detalles y pormenores. "Fue nada
pomposo pero muy simbólico. Hicimos la clásica foto de familia debajo de la
estatua del rey Pelayo con los Reyes y el niño, rodeados por los diputados y
demás autoridades del viejo régimen", precisa Prieto Valiente de un evento
que recuerda "bastante breve".
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Emilio
García Pumarino. Legislatura Constituyente ( 1977-1979). Diputado por Oviedo.
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A García-Pumarino,
en cambio, no se le olvida la larga espera. Los Reyes llegaron con retraso
porque la niebla en Madrid impidió realizar en helicóptero el trayecto entre la
Zarzuela y el aeropuerto de Barajas. "Era un día de invierno y por la
mañana la niebla envolvía la explanada de la basílica donde nos formaron",
relata el exdiputado al que, pese al paso del tiempo, "hay imágenes que no
se le borran, como la seriedad y la tranquilidad con las que el Príncipe Felipe
asumió el símbolo de la Cruz de la Victoria". No hubo investidura oficial acaso porque
días antes un grupo de asturianos de distintas formaciones políticas hicieron
llegar un telegrama a la Zarzuela para que el Rey Juan Carlos I conociera su
malestar porque la Diputación Provincial, promotora del acto en Covadonga, no
era representativa de la Junta General del Principado, institución encargada de
recibir la proclamación oficial del Príncipe de Asturias. Entre los firmantes
del telegrama dirigido a la Zarzuela había miembros del PSOE, del Partido
Socialista Popular de Asturias, del Partido Comunista de España, de Conceyu
Bable, de Unidad Nacionalista Asturias, de Unidad Regionalista, del Movimiento
Comunista de Asturias y del Partido Comunista de los Trabajadores de España. Fuera por ese motivo o no, la investidura mutó en la víspera a entrega de
atributos y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, cuya asistencia estaba
prevista, no acudió aunque el Gobierno estuvo representado por el ministro de
Interior, Rodolfo Martín Villa, y el
de la las Regiones, Manuel Clavero
Arévalo.
"Salió muy bien", recordaba Martín Villa, el ministro que en la Transición tuvo que pasar el duro trago de
asistir a los funerales de las víctimas del terrorismo etarra. "Se estaba
discutiendo la forma monárquica del Estado y que el heredero fuera a un acto en
Covadonga tenía su sentido. Luego tras las elecciones de 1979 se pusieron en
marcha los estatutos de autonomía y con naturalidad la comunidad se llamó
Principado de Asturias" , concreta Martín Villa. El acto de Covadonga fue
"uno de los muchos acontecimientos" que, para el exministro, han
contribuido a consolidar la Monarquía, entre los que citó "la Constitución
de 1978 y las actuaciones del hoy Rey emérito. Dios escribe derecho con
renglones torcidos como pudo verse con su intervención en el golpe del
23-F". Los testigos lo recuerdan como un acto
sencillo. Entre la llegada y la marcha de los Reyes, el Príncipe Felipe y sus
hermanas, las Infantas Elena y Cristina, transcurrieron apenas dos horas y
media, en los que hubo tiempo para rendir visita a la gruta y postrarse ante la
imagen de la Santina, celebrar una misa en la basílica, presidida por Díaz
Merchán y acto seguido el homenaje, que tuvo lugar en una tribuna levantada
para la ocasión en la explanada, con discursos del presidente de la Diputación,
Luis Sáenz de Santamaría, y del Rey Juan Carlos.
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Las palabras del Arzobispo en su homilía
reflejan, hoy, el significado de aquel acto en la coyuntura histórica del
momento. "Pidamos por España para que todos los ciudadanos acertemos a
convivir como hermanos perfectamente reconciliados, a colaborar con esfuerzo
responsable en la superación de nuestras dificultades económicas y sociales, a
establecer las bases de una participación política de corresponsabilidad
ciudadana, de justicia, de amor, de libertad, de paz". Extramuros de la basílica llegó el
momento del homenaje y los discursos oficiales. El presidente de la Diputación
hizo entrega de un pergamino, "el título de Príncipe de Asturias",
según dijo Sáenz de Santamaría, y la venera, acreditativa, con la Cruz de la
Victoria, que el Príncipe Felipe recibió en su pecho, además de cien duros con
la efigie del Rey como atributo de mantillas. "Mi hijo queda vinculado
real y solemnemente a esta noble región", pronunció el Rey en su discurso,
ya desde la tribuna de la explanada. "Esta cruz significa también tu
cruz", le dijo Juan Carlos I al niño príncipe. "Tu cruz de rey, la
que debes llevar con honra y nobleza como exige la Corona: ni un minuto de
descanso ni el temblor de un desfallecimiento, ni una duda en el servicio a los
españoles y su destino". Luego llegaría el momento de los regalos: una
moneda de oro con su efigie, una gaita y una lámpara de mina de oro para el
Príncipe y sendas muñecas, ataviadas con el traje típico asturiano, para sus
hermanas.
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Más tarde hubo comida en la finca de la Caja de Ahorros de Asturias
en Villamayor, donde la Reina Sofía dejó claro que le gustaba, y mucho, la
fabada.
Uno de los más satisfechos con el
transcurso de aquel acto fue Torcuato Fernández-Miranda, que en aquella fecha ya
no era presidente de las Cortes pero había desempeñado un papel crucial para
que "el país fuera a la ley por la ley", rememora Prieto Valiente,
haciendo suya una expresión del influyente político asturiano. Torcuato Fernández-Miranda recibió en
Covadonga la enhorabuena de Martín Villa por aquel acto en 1977; años más tarde su hijo
Enrique, duque de Fernández-Miranda, seria testigo del primer acto público de la
Princesa Leonor. "Mi padre estuvo muy presente en todo lo que suponía dar
continuidad a la ley de la Reforma Política, el paso de la dictadura a la
democracia", comentaba Enrique Fernández-Miranda, que acudía
a
Covadonga en su doble condición de "asturiano ejerciente" y como
decano de la Diputación de la Grandeza de España. Para él, la presencia de la
Princesa Leonor en Covadonga fue "un acto dentro del orden y de la
normalidad constitucional. La monarquía, gracias a los dos reyes, está
profundamente asentada".
"Aquel contexto era difícil pero el
discurso del Rey aquel día supuso una cierta reafirmación de que se estaba en
el buen camino y de que la Corona era una pieza fundamental para la estabilidad
aunque una parte de la izquierda no aceptaba a la monarquía", concluye
Emilio García Pumarino de un acto que dejó alguna foto de lo más espontánea
para la posteridad, como la del Príncipe Felipe, en pie y saludando desde el
techo practicable del Mercedes azul junto a sus hermanas.
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Página del diario ABC del 1 de noviembre de 1977 anunciando la ceremonia. (ABC.es) |
FUENTE:
JUAN A. ARDURA (Redactor de La Nueva España)
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