Ilustración de Alfonso Zapico |
Minas de Figaredo, S. A. fue una empresa fundamental para la economía de
la cuenca del Caudal durante la mayor parte del siglo XX
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Se constituyó en 1932 a partir de la
sociedad unipersonal Inocencio Fernández Martínez y de la comunidad de
beneficios de su viuda e hijos (ya les he contado en otra ocasión que la
familia cambió el apellido Fernández, tan corriente que hasta yo mismo lo
llevo, por el de la localidad en la que residían y que les daba más alcurnia). Los pozos de los Figaredo gozaron de
la mejor fama entre todos los asturianos, pero, al llegar los años 70, entraron
en crisis como el resto del sector hullero. En 1973 ya se vivió la primera
regulación de empleo, aunque sirvió para muy poco, ya que, en vez de
arreglarse, la cosa fue a peor y las protestas de los trabajadores empezaron a
subir de tono. En la campaña para las elecciones generales legislativas del 15
de junio de 1977, los mineros llegaron a boicotear en Mieres algunos mítines de
la UCD y el 6 de abril de 1978 una manifestación reunió en las calles de la
villa a miles de personas exigiendo una solución estatal para la supervivencia
de la explotación, que iba a cerrar aquel ejercicio con un descenso de
producción que se quedaba en 182.955 toneladas, 95.045 menos que el año
anterior.
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Por su parte, la declaración de
Avelino García resumió perfectamente lo que todos querían expresar, cuando
afirmó que «en aquel momento, yo no sabía ni cómo me llamaba y sólo pretendía lograr
la solución inmediata en el problema de los pagos y en el resto de los
problemas que nos afectaban». Así lo entendió también el fiscal al
considerar que los implicados «actuaron bajo los efectos de una gran ofuscación
no llegando a comprender el verdadero alcance de su acción», lo que, con
palabras más cultas, quería decir que todo había sido producto de un
«calentón». En consecuencia, acabó rebajando la petición de penas, solicitando
la absolución de Luis Argüelles Martínez, al considerar que era inocente de los
hechos que se juzgaban, y pidiendo sólo 8 meses de prisión menor y 20.000
pesetas de multa para los demás. Por su parte, el mismo José María Figaredo
también quitó fuego al asunto manifestando que él no había solicitado ninguna
indemnización y que si se le otorgaba renunciaría a ella. Y hasta aquí este episodio puntual
que pasó a formar parte de la historia del movimiento obrero asturiano. Desde
aquel momento, los acontecimientos se desarrollaron con rapidez: el 7 de
diciembre de 1978 Minas de Figaredo, S. A. solicitó una regulación total de
empleo; al poco tiempo la familia vendió su propiedad al Estado por un precio
simbólico reservándose únicamente el control del Parque de Carbones de
Tenerife, una sociedad auxiliar de las minas, y así el Consejo de Ministros
decidió la incorporación de la empresa al Instituto Nacional de Industria en
1980, pero, aunque el coste de arranque en la explotación era entonces
notablemente inferior al de las minas de Hunosa, ésta ya tenía encima
suficientes pérdidas como para admitir una carga más.
De modo que hubo que esperar,
gestionando la mina mediante contratos-programa hasta que en 1998 se consiguió
la ansiada integración tras la firma de un acuerdo en un chalé de los
Peñascales, en Madrid, entre el Ministerio de Industria y los sindicatos donde
se fechaba el cierre para el 31 de diciembre de 2005. Todavía se consiguió ir dando largas
hasta que, finalmente, a la una y media de la tarde del 29 de junio de 2007,
subió a la superficie la jaula de Figaredo llevando a seis trabajadores que
despedían, seguramente sin saberlo, dos siglos de minería en el valle de Turón.
La capa 27 había dado la última vagoneta de carbón del pozo y el silencio
empezó a reinar en sus galerías desiertas. Sólo quedó allí un pequeño retén de
mantenimiento mientras el resto de la plantilla se trasladaba a otras
explotaciones. En aquel momento, todos nos dábamos
cuenta de que la vida iba a cambiar para los habitantes de la zona, pero no nos
podíamos imaginar hasta qué punto.
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FUENTE: ERNESTO BURGOS- HISTORIADOR
Ernesto Burgos Fernández (historiador).
Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Licenciado
en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de
Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas
mineras del sur de Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha
trabajado en los institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra»
(Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde
2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador
mierense fue distinguido con el reconocido galardón anual de “Mierense del año”.
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance.
Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del
Principado de Asturias (Aula Didáctica de
los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de
Asturias y Poitou-Charente (Francia). Realiza ilustraciones, diseños y campañas
para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es
ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…). Se
estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga,
La guerra del profesor Bertenev (Dolmen,
2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de
lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto
conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida
de James Joyce, Dublinés (Astiberri,
2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge
el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri,
2011). Vive en la localidad francesa
de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve
con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada
del norte”, que constará finalmente de tres tomos. Esta magnífica obra es un autentico tesoro de
la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de
Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de
las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y
nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a
la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". Sus
libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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Yo estuve en las duchas de minas de Figaredo oyendo a los 4 despedidos, luchaban por su trabajo y el de los demás, fui a las manifestaciones, recuerdo cuando los girses pararon la manifestación a la altura de la iglesia de Figaredo y nos hicieron salir hacia la general de 4 en 4, recuerdo a la guardia civil patrullando a lo largo del monte siguiendo la via del tren minero, recuerdo la manifestación en Mieres y las descargas indiscriminadas sobre la población de los grises, había mujeres, niños en sillita, ancianos y recuerdo correr mirando hacia arriba para ver los botes de humo caer...recuerdo a mi suegru y a mi suegra corriendo como yo, recuerdo que los 4 fueron despedidos y recuerdo como a partir de entonces los trabajadores de minas de Figaredo empezaron a cobrar un sueldo decente parecido al que entonces se cobraban en Hunosa.
ResponderEliminarSerá por eso que la gorra de platu y yo no nos llevamos nada bien
Mayte