El
Cantábrico
El Mar Cantábrico (Llanes. Asturias) |
Hermoso
nombre ancestral. Rugido de mar bravío. Suave voz de madre que melancólica nos
llama. Olor fuerte a algas y a resacas. Poderoso imán que nos arrastra. Palabra
que nos llena la imaginación de montes, valles, ríos, playas, estuarios y
aldeas tan pequeñas que parecen sacadas de un belén. Costa abrupta que inflama
el alma hasta que estalla en llama. Santuario de paisajes que no pueden
describirse con palabras. Espacio santo en el que hiberna dormido un dios
desconocido, creador de este Paraíso Perdido, que no ha tenido un Milton que lo
cantara.
TEMPORAL EN EL CANTÁBRICO. (Pinterest) |
Temporal en los Bufones de Pría. (Llanes-Asturias-2016). (Machbel) |
En este
Paraíso Perdido estamos, casi escondidos, desde hace milenios. Venimos de
antepasados que vivieron con la naturalidad que alcanza sólo el sabio que llega
a una conexión mágica con la Naturaleza. Ancestros que recorrían cada día los
más empinados bosques sin más interlocutores que los pájaros, durmiendo noches
y noches acurrucados entre helechos y ramas. Seres humildes que vivieron
adorando a estos bosques casi sagrados, y sintieron el más hondo anonadamiento
ante su inmensidad sobrecogedora. Esos padres y abuelos fueron prolongación de
esas yerbas y de esa tierra. A la que besaban cada día con sus palabras y un
inmenso amor de enamorados. Su voz desaparecida resuena todavía en el aire de
los valles, y en el carbón que se extrae de las montañas se nota aún la silueta
de sus manos. El verdor de nuestra yerba es el relucir de sus ojos, en los ríos
quedan huellas de sus labios, y en las aldeas reina aún esa sabia modestia que
regala este cielo en la Tierra.
Vivimos y
dormimos, día tras día, junto a ese gran camaleón. El Mar. Que estaba ya aquí
antes de que nosotros llegáramos. Cuenco de eternidad. Gigante inmenso de
muchísimas caras. Contrapunto de la tierra, con la que vive en guerra
inacabable desde hace miles de años. Lo definió sabiamente Novalis: "El
agua es una llama mojada". Lo que significa espíritu de fuego en cuerpo de
agua. En ese fuego frío coexisten dos almas: furia insólita de monstruo y
serena majestad de santo.
Nada calma más en el mundo que contemplar atónitos el
mar cuando entra en éxtasis franciscano, y se queda quieto, sereno, plácido e
inmóvil como un bienaventurado. Nada transmite más sensación de eternidad, ni
más infinitud, ni más sosiego. Hasta que, de pronto, se le irritan las
entrañas, y se vuelve alimaña feroz que despedaza puertos, avasalla rocas,
invade playas, agrede montañas, arrastra entre sus aguas a nuestros niños,
llena el cielo de vientos huracanados o muerde a la tierra con saña, como si
quisiese tragarse pueblos y vecindades.
Olas gigantes Asturias en el año 2014. (YouTube) |
Frente a
ese titán estamos nosotros, que somos la costa. Lo que quiere decir tierra
valiente que se enfrenta al mar. Diminuta lengua de barro y arena en la que
chocan dos colosos: el ciclópeo mar y la no menos poderosa tierra. Llevamos
varios milenios viviendo bajo el imprevisible albedrío de ese titán caprichoso,
el mar. Llevamos milenios observándolo perplejos, sin poder descifrar sus
intenciones. Tiene ese mar la fuerza descomunal del infierno. Parte murallas y
rompe hormigones. Noches y noches nos hemos dormido oyendo los bramidos de sus
galernas, temiendo que nos metiese en su vientre de ballena para vomitarnos en
aguas abisales. De él se defiende la tierra, que soporta impertérrita sus
enfurecimientos.
En primera línea de combate están las rocas, que, aguantan,
armadas de inmensa resistencia y un suave musgo verde, sus embates. Rocas que
se agarran fuertemente a la arena y resisten sin ceder un ápice. Rocas que
sufren constantemente su violencia salvaje. Esos inmensos mordiscos le han dado
a Asturias y a todo el Cantábrico su imponente morfología: un hermosísimo
perfil de costa abrupta, cabos atrevidos que se meten sin miedo en el agua,
bahías prodigiosas hechas para que repose el océano, acantilados escarpados en
los que van a morir praderas inimaginablemente verdes, ríos que se deslizan
silenciosos a entregarse al mar que es su muerte, kilómetros y kilómetros de
asombrosa belleza. Eso
somos. Lo canta un inmenso poema de Byron: "Hay un placer en los bosques
sin senderos, / hay un éxtasis en la costa solitaria, / hay compañía allí donde
nadie se hace presente, / al lado del mar profundo, y música en su rugido: / No
amo menos al hombre, sino más a la Naturaleza, / a partir de nuestros
encuentros, a los que asisto sigiloso, / a partir de todo lo que puedo ser, o
que he visto antes, / para fundirme con el Universo y sentir / lo que nunca
puedo expresar aunque me sea imposible ocultar".
Una ola rompe con fuerza en el puerto de Cudillero (Asturias). (El Mundo) |
Temporal en Asturias en Tazones en el año 2014. (Pinterest) |
Temporal en el cantábrico. (El País) |
____________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________
NOTA: Si te ha interesado
esta entrada y quieres preguntar, comentar o aportar algo al respecto, puedes
dejar un comentario o escribir a mi dirección de “correo del blog” con
la seguridad de ser prontamente atendido.
¡¡¡Difunde “El blog de Acebedo” entre tus
amistades!!!
Sígueme en:
·
§ - Twitter – “El
blog de Acebedo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario