Lerín, la gesta de un gigante
Andrés Lerín |
El
nueve de abril de 1944, la victoria ante el Betis en El Molinón hizo al
Sporting ascender a Primera División por primera vez en su historia
El ansiado ascenso a Primera División del sporting por primera vez en su historia .http://asturmix.elcomercio.es |
Andrés Lerín, el guardameta que defendía la portería
del equipo rojiblanco, escondía tras de sí una triste historia: su compromiso
político anterior a la Guerra Civil había marcado, y marcaría, su carrera
futbolística. Fue
de justicia que aquel glorioso domingo, nueve de abril del 44, El Molinón
estallase en una ovación unánime cuando el balón, disparado por un oportuno
cabezazo de Calleja después de haber sido sacado a córner por Armando,
sobrepasó la red defendida por Bueno, el guardameta del Betis. Por varias
razones: la primera, porque aquel día los béticos jugaron más que peor –por más
que asegurasen que el Sporting tenía el viento a favor-; la segunda, porque los
rojiblancos, que jugaban en casa, fueron muy superiores y, la tercera y
principal, porque aquel tanto estaba por otorgar al Sporting el ansiado ascenso
a Primera División por primera vez en su historia.
Andrés Lerín nació en Jaurrieta (Navarra) el 7 de diciembre de 1913. (vavel.com) |
Para
saber por qué nadie habló del destierro deportivo de aquel navarro monumental
que le sacaba media cabeza incluso a Amadeo (superaba el 1,90 de estatura, y de
diámetro pectoral tampoco se andaba corto) hace falta remontarse a la contienda
civil. Sus consecuencias las pagó Lerín toda su vida, antes y después de jugar
en un Sporting que también había tenido que ser renombrado tras la victoria del
bando sublevado, poco amigo de los extranjerismos y que impuso como nombre el
poco querido por los gijoneses “Real Gijón”.
Una parada de Andrés Lerín - S. ZARCO-ARCHIVO MARCA |
Porque,
que sepamos, Lerín tuvo en su vida dos pasiones que acabaron por contraponerse,
por molestarse y hacerse inviables juntas: primero, el fútbol; después, la
política. Navarro de Jaurrieta aunque emigrado de crío a Aragón –no en vano, en
Gijón le conocimos como «El Maño»-, Lerín debutó en el Tudelano a eso de los
trece años, de guardameta, como no podía ser de otra manera dado su contundente
esqueleto, y se haría famoso a principios de los años 30, como portero del
recién consolidado Zaragoza. Allí, el primer equipo al que contribuyó a subir a
Primera, lo conocieron como «El Brozas», pero la alegría duró poco. Llegó 1936
y a Lerín, por lo demás convencido defensor de la República, le pilló el
estallido de la guerra en Hondarribia de vacaciones.
Desde
Perpignan que, al otro lado de la frontera, le proporcionaba seguridad, comenzó
a trabajar en una fábrica de explosivos para ayudar al gobierno republicano
español –cuentan que estuvo alineado con la 43ª División, «La Heroica»-, jugó
con el Badalona en los ratos libres y, no queda exactamente claro cómo, en el
39, cuando se perdió la guerra, acabó internado en el campo de Saint-Cyprien.
Cuenta la leyenda que cuando las autoridades francesas detuvieron a Lerín en
Marsella lo que intentaba, en vez de volver a España, era marcharse a
Argentina, donde le habían ofrecido jugar en un equipo de primera división. No
lo consiguió, pero allí, en Saint-Cyprien, no todo fue malo. A Blanca, su
mujer, la conoció allí (ella era enfermera), y previsiblemente nuestro fútbol
se hubiera quedado, en beneficio del francés, sin su particular «alifante» si
no hubiera sido porque, en cosa de unas pocas semanas, estalló la Segunda
Guerra Mundial.
Retirado del campo en Murcia tras un fuerte choque - FOTO LÓPEZ-ARCHIVO MARCA |
Así
que Lerín volvió a España. Una que ya no era la suya; en la que mandaban ya
otros y se pagaba caro el haber comulgado con el anterior gobierno. El navarro
acabó confinado en un campo de concentración en Reus y fue sometido a un juicio
del que pudo salir con vida, pero con una sanción que le impedía jugar al
fútbol durante seis años y que le señalaba como un individuo poco recomendable
al que había carta blanca para marginar. De lo primero le libró un contacto,
bien situado entre las filas de la derecha; de lo segundo era imposible
escapar. Lerín volvió a pisar el terreno de juego en 1942, pero en el Real
Zaragoza su compromiso político durante la guerra pesaba demasiado como para
que volviera a ser el queridísimo «alifante» de antes: ahora solo era un «rojo»
al que señalar e insultar.
Tres imágenes de lerín |
Abandonó.
«Hasta los niños me llamaban rojo por la calle», reconoció años después.
Zaherido, buscó otro equipo donde jugar, cuanto más lejos mejor. Así fue como
llegó al Real Gijón. «Era mi única esperanza», reconocería. No fue fácil: las
autoridades, aquí, le miraban con los mismos malquereres que en el equipo maño;
pero la afición sí acogió bien a aquel gigantón de cuyos antecedentes políticos
no habló ningún periódico y que, en el fondo, tenía buen corazón. Para muestra,
un botón: cuando el Jerez visitó Gijón, el 30 de enero del 44, el cancerbero
maño cayó, tan rotundo era, sobre Alfonso, uno de los jugadores del equipo
contrario, destrozándole el fémur. A los tres días, la pierna de Alfonso había
comenzado ya a gangrenarse y, con tremenda pena, el doctor Aquilino Hurlé tuvo
que cortársela. Ninguno de los días que Alfonso estuvo hospitalizado dejó Lerín
de visitarle e incluso llegó a organizar actos benéficos para recaudar fondos
para el infortunado jugador.
Lerín con la camiseta del Real Zaragoza. (Ultra Boy) |
Nunca
se supo demasiado bien cómo, pero Lerín solo jugó una temporada más en Gijón.
En 1945, probablemente por las presiones de la derecha –bien implantada,
obviamente, en toda la sociedad, pero sobremanera en el mundillo del periodismo
deportivo-, simplemente se fue. Acabó en el Murcia, «desterrado», según él
mismo se sintió, precisamente en el equipo para el que había acabado de fichar
Alfonso poco antes de la lesión que acabó con su carrera. Acérrimo socialista
que jamás renegó de sus ideas por más que estas le hicieran acabar en el olvido
futbolístico –solo regresó al Zaragoza ya retirado, como masajista-, Andrés
Lerín, el guardameta con el que el Gijón consiguió el primer ascenso de su
historia, murió a los 84 años, en 1998. Le llamaban «alifante» por la estatura
y «rojo» porque lo era. Combinado con el blanco, el mejor color.
FUENTE: ARANTZA
MARGOLLESPlantilla del Sporting de Gijón con Lerín de portero |
Arantza Margolles Beran |
Arantza Margolles Beran nació en Gijón, 1982. Licenciada en Historia por la Universidad de Oviedo y Máster en Arqueología y Patrimonio por la Universidad Autónoma de Madrid. Coautora de "Villafría 1934: Luz en la memoria" y "El crimen de ayer", ambos publicados en 2012. Colaboradora semanal en El Comercio y Noche tras Noche (RPA).
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Discúlpenme, con todo el respeto, pero en el artículo hay ciertos errores. En primer lugar, en Gijón nunca se le conoció como "El Maño", puesto que ese apodo se lo puso en el Real Murcia, José Griera (le entrenó en 1945 y 1946, por su pasado zaragozista y fue en tierra murciana donde fue conocido por tal nombre, en Gijón no se le llamó jamás así, se le apodó Lerón (por su 1'90 de altura). Tampoco estuvo nunca estuvo en el frente con la Heróica, estuvo de vigilante en una fábrica de explosivos y en un polvorín (que con la reunificación de tres unidades se crea la famosa "Heroica" y pasa a depender de él), mientras jugó al fútbol con el Badalona en el Campeonato de Cataluña y en algún encuentro de la Liga Mediterránea. Con la Batalla del Ebro, es destinado a otro polvorín en el Pirineo, para reforzar a los combatientes, que es bombardeado. Los supervivientes, entre los que se encontraba, deciden pasar a Francia (es junio de 1938). Desde esa fecha hasta octubre está internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, permaneciendo allí desde junio hasta octubre de ese año. En dicho campo, conoció a la que sería su mujer, la enfermera aragonesa Blanca Villar. Fue rescatado del penoso lugar gracias al fútbol y fichó por el Perpiñán F.C., donde jugó las temporadas 1938-39 y 1939-40, ya en plena Segunda Guerra Mundial. En 1941 regresó a España por voluntad propia, y es juzgado, absuelto en lo penal, pero sancionado con cinco años sin ejercer su profesión de futbolista, sanción que queda reducida a uno tras su recurso amparado por directivos del Real Zaragoza, su último equipo antes de la Guerra Civil.En la temporada 1942-43 volvió a disputarla con el Real Zaragoza, aunque solo se alineó en 4 ocasiones con el equipo maño. Después, fichó por el Sporting de Segunda División, donde fue titular, e intervino en 28 partidos de la campaña 1943-44. Fue la campaña del ascenso y también la del lamentable choque en el que perdió la pierna Alfonso. En el artículo dicen que desapareció de Gijón sin pena ni gloria y que solo estuvo una temporada. No solo no desapareció sino que el club le renovó y jugó con el Sporting en Primera División en la temporada 1944-45 en veinte encuentros (la mayoría de la campaña), su segundo año en Gijón, ejerciendo de segundo capitán del equipo por detrás de Cholo Dindurra (el gijonés lo hizo casi todo el año y el navarro solo en un encuentro). El club rojiblanco quiso que se quedara, pero Lerín tenía un "compromiso moral" con los pimentoneros (palabras del propio guardameta) y por mediación del propio Alfonso se fue al Real Murcia. Allí, vivió desagradables incidentes por su pasado republicano (alguno también vivió en sus primeros tiempos en Zaragoza). Jugó dos años y no renovó contrato, volvió al Real Zaragoza hasta su retirada. Se dice en el artículo que "acabó como masajista". Era su profesión, antes de retirarse realizó los cursos de masajista deportivo en la capital aragonesa y los que la Federación Española de Fútbol realizaba en Madrid. De todas formas, en el Zaragoza solo ejerció como masajista cuatro o cinco temporadas, puesto que el club prefirió que entrenara. Lo hizo al equipo juvenil, al filial y al primer equipo zaragozista (en solo un encuentro, Se le ofertó el cargo de primer entrenador, pero el propio Lerín no lo aceptó porque prefería entrenar a chavales (como el mismo dijo). Finalmente, fue durante muchos años delegado del Real Zaragoza hasta su jubilación, con tal motivo el equipo maño le impuso la insignia de oro del club.
ResponderEliminarEstimado lector. Agradezco sus aportaciones y correcciones, aquí quedan aportadas y aclaradas. Muchas gracias por visitar este modesto blog.
EliminarSaludos cordiales
Muchas gracias , a veces es "delicado" puntualizar alguna información incorrecta. Así que, doblemente agradecido, como aficionado a la historia deportiva lo valoro doblemente. Y enhorabuena por su blog (que no es la primera vez que visito y, sinceramente, me encanta), los errores de este artículo vienen dados por otras informaciones incorrectas aparecidas en otros blogs y páginas web sobre el mismo jugador). Muchas gracias y le reitero la enhorabuena por su blog.
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