Los cimientos del hockey se
alejan en Mieres
Manuel Luis de pie primero por la derecha. Le siguen- Do Santos, Cidón, Rodrigo, Pepito y Visiola. Agachados- Miranda, Fuertes, Quini y Roberto |
El fallecimiento de Manuel
Luis González Fernández, otro de los pioneros del Club Patín
Manuel Luis González, 'el Truchu' |
Recientemente,
las estadísticas señalaban los ochenta años para los varones como esperanza
media de vida. Sin duda alguna se trata de una noticia positiva. Sin embargo,
no lo es tanto cuando se nos va, a los setenta y cinco abriles, un amigo y un mierense
de pro, que falleció (el martes 07-03-17). Se trata de Manuel
Luis González Fernández, apodado "el Truchu" por herencia paterna.
Quizá estos datos no conciten notoriedad destacada entre los habitantes de la
villa. Y es que, "el Truchu", por su carácter, su modestia y su forma
de preservar la propia vida, no era dado al boato, aunque mantenía serias y
afectuosas relaciones con sus amigos. Sin embargo, presentaba una hoja de
servicios con méritos más que suficientes para figurar en el cuadro de las grandes
figuras de este pueblo.
Visiola Rollán con Luis Estévez, 'Cholo' |
Fue en 1955 cuando Alfredo Visiola Rollán (otro de los fallecidos hace diez años, a los setenta y cinco) recibió la orden de hacerse cargo de la puesta en marcha de un equipo de hockey a través del grupo empresa de Fábrica de Mieres, pese a que no tenía ni idea del mismo. Pero, por presiones y también órdenes no tuvo más salida, y así nació el Fabrimieres Club Patín en categoría juvenil. A los pocos meses ya participaba en la liga asturiana quedando campeón y opositor a participar en la fase sector. Todos los jugadores rondaban los catorce o quince años, salvo alguno que sobrepasaba esa edad, o no la alcanzaba. Eran ellos Manuel Luis, Do Santos, Cidón, Rodrigo, Pepito, Miranda, Fuertes, Quini y Roberto, siempre a las órdenes de Alfredo Visiola, habiendo sido escogidos como alumnos del Colegio "Santiago Apóstol" de los Hermanos de La Salle, financiados por Fábrica de Mieres.
Andrés Caramés |
Colegio de los frailes de Mieres |
Nos toca centrarnos en la figura de Manuel Luis González cuya vida peculiar posee varias vertientes, al margen de la deportiva en el hockey sobre patines, ya que siguió figurando en la plantilla, practicando el deporte y alcanzando el entorchado de capitán del equipo, para más tarde, seguir colaborando como entrenador de las secciones inferiores del Club. Huérfano de padre y madre a muy temprana edad y viviendo con su hermana Cansuelo bajo la tutela de la tía Magdalena, en el año 1956 y ya iniciado el complemento deportivo, Manuel Luis finalizaba los estudios en el "Santiago Apóstol" con notas sobresalientes. Su competencia, seriedad y personalidad, hicieron posible que la dirección del centro, ante la falta de profesores religiosos, decidiese que él sería uno de los primeros en ocupar plaza de educador en la clase de Primero "A", con matrículas que sobrepasaban los sesenta alumnos.
Esta fue una tónica que recorrió un periodo de más de diez años, con incorporación de otros seglares, algunos maestros titulados y que cesó al formarse Hunosa, pasar el colegio a sus manos, y a la vez, la entidad minera, cederlo al Ministerio de Educación y Ciencia, que, como era lógico, exigía eso, titulados con la oposición aprobada. Y el resto de los educadores sin título, quedaron en la calle con una más que modesta indemnización, entre ellos Manuel Luis González, después de pasar por los niveles de Segundo, Tercero y Cuarto "B".
Celestino González (Tino Goncesco). |
Como aún le quedaban fuerzas, y su inquietud era inquebrantable, colaboró abierta y desinteresadamente con la Cruz Roja, siendo secretario y administrador de la sede en Mieres. Fue su última actividad ante el paulatino deterioro de la salud, pese al cual, seguía haciendo vida social, a su forma y manera, en el marco del habitual escenario. Decir ahora que Manuel Luis González Fernández, fue un hombre bueno, entregado a su trabajo, solidario con los demás, modesto hasta la exageración pero siempre dispuesto a dar un paso adelante, será, para muchos, expresión repetitiva ante la desaparición de un ser humano. En ese caso, es simplemente, la pura verdad. Y lo dice quien ha compartido con él un buen trayecto de su vida.
Alfredo Visiola Rollán |
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