El derribo en la sombra de Los Pilares
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En el siglo XVI se levantó el "Acueducto" que surtía de agua a la población ovetense. En la imagen se ve el acueducto con el Naranco al fondo, en una imagen coloreada, anterior a 1908. (LNE) |
El 11 de enero de 1915 cayeron las primeras piedras del monumento del siglo XVI; solo perviven cinco arcos. Hace un siglo que el acueducto, (que peleó doce años por sobrevivir), desapareció |
Los arcos de
los Pilares fueron derribados, quedan como testigos mudos de la historia cinco
arcos, que sobrevivieron, incluso, a posteriores planes de urbanismo. Fuente |
El Comercio.
La historia del monumento - Año 1537. fue el año en que los poderes públicos decidieron acometer una
importante obra, la traída de Fitoria para captar agua del manantial.
Para ello era necesario la construcción de toda una infraestructura que
incluía el acueducto de Los Pilares. Las obras, según recoge el llamado
'Libro viejo de Fitoria', se desarrollaron entre 1568 y 1600. El trazado
de la traída era de unos ocho kilómetros y el acueducto estaba formado
por 41 arcos, con una longitud de 390 metros y una altura de 10 metros.
La obra tuvo grandes costes por diversos cambios del proyecto. El
incremento de la demanda de agua hizo que en 1866 se autoriza la
captación de aguas de los manantiales de Ules y Lillo. Fue el principio
del fin del acueducto de Los Pilares. |
Vuelo de Garnier
sobre Oviedo en 1911 mostrando el acueducto de Los Pilares. Archivo IDEA.
(Francisco Serandeses - Septiembre de 1911). Garnier |
Ocultos, allí donde termina la zona centro y comienza el barrio de
Vallobín, casi avergonzados, víctimas del malquerer de la piqueta,
sobreviven cinco arcos de un monumento que trajo el agua a la ciudad,
que recibió elogios de Jovellanos, entre muchos otros, pero que hace
ahora un siglo sucumbió al progreso. El acueducto de Los Pilares perdió
sus primeras piedras un 11 de enero de 1915, un derribo que se inició en
la sombra, oculto, callado. Hasta ese día, los 41 arcos de la
construcción consiguieron sortear varias tentativas de demolición.
Durante doce años, los vecinos de la ciudad pelearon por conservar esa
parte de su historia. No lo lograron.
Las primeras voces que sonaron en pro de su desaparición se remontan a
1902. Varios concejales presentaron un expediente en el Ayuntamiento
proponiendo el derribo ante «la inutilidad de los arcos de Los Pilares y
que nada benefician al ornato de la población», relata el expediente de
octubre de ese año conservado en el Archivo Municipal. Consideraban quienes tenían intereses en el proceso que su
desaparición era necesaria para el plan de urbanización proyectado para
los terrenos de Llamaquique, y para que esa modernización llegara a las
vías del tren «a fin de lograr un embellecimiento del ensanche, remediar
la falta de casas que hoy tanto se siente, dada la importancia y el
aumento considerable de habitantes que ha tenido la ciudad».
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Los Pilares de Oviedo, demolidos en 1915. De los 41 que arcos que había, quedan 5 arcos. (Foto Archivo)
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El arquitecto municipal Juan Miguel de la Guardia emitió un informe
en el que describía que la construcción «no puede considerarse como un
monumento artístico ni histórico». No obstante, apuntaba que «es de
efecto agradable y pintoresco, y constituye una nota característica de
la antigua ciudad». Decía que no existía ningún fundamento, fuera de lo
moral, «que aconseje la conservación de dicha obra» y que su
conservación podría acarrear gastos futuros. Alertaba, asimismo, de una
de las claves que terminaría con Los Pilares: podría ser un obstáculo
para el creciente movimiento de la estación de los ferrocarriles del
Norte, «que puede considerarse como el puerto de comercio de la ciudad». Parecía que Los Pilares tenían los días contados. No obstante, el
Ayuntamiento aprobó, de acuerdo con el informe de la Comisión de la
Policía Urbana, que deshacerse del acueducto no era una absoluta
necesidad en aquel momento. El alivio para el monumento no duró mucho. Dos años más tarde la
Compañía de los Caminos de Hierro del Norte solicita el derribo para
ejecutar su plan de expansión en las instalaciones.
Esta vez, según un
informe de 1905, la Comisión de Policía Urbana recomendaba el derribo.
La Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, con Fermín Canella,
quien fue un firme defensor del acueducto, como vicepresidente, se
opuso. Canella, además, envió su argumentada posición al Gobierno Civil y
al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En enero de 1906
se paralizó el derribo y el ministerio solicita el perceptivo informe de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La ciudad y la prensa
de la época se opuso. La tregua duró hasta abril de 1910, cuando la Corporación municipal
volvió a las andadas. La polémica saltó a la calle y contagió a muchos
ovetenses que usaban las páginas de los periódicos para mostrar su
descontento. En el momento decisivo en diciembre de ese año se aprobó,
pero con un matiz: «Los arcos no se derribarán hasta que no se convengan
las ventajas o mejoras» a obtener por parte de Ferrocarriles del Norte.
Y no debieron presentar ningún plan compensatorio porque Los Pilares
volvieron a sortear la piqueta.
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El acueducto de
Los Pilares ha sido para Oviedo una obra monumental de gran importancia, con
sus 41 "ARCOS", 400 mts de longitud y casi 10 de altura. (LNE) |
«Lo antiguo desaparece»
Cuatro años más tarde, en 1914, un concejal solicitó al alcalde que
firmara el derribo, pues los materiales aportarían 5.000 mil pesetas y
las obras podrían dar empleo a 50 trabajadores. El regidor finalmente
firmó la orden usando como argumento una frase recogida en la
publicación 'Oviedo, crónica de un siglo': «Los Pilares son una obra
antigua, pero todo lo antiguo está llamado a desaparecer». Una vez con
el beneplácito de la rubrica, arranco un derribo callado, oculto. Un día después de los primeros trabajos la prensa protestaba por la
abominable demolición, aunque no se consumó en su totalidad. Los
trabajos se detuvieron al llegar a las vías del tren, a la altura de la
calle Independencia. La Comisión de Monumentos Históricos volvió a
informar de lo ocurrido, reprochando que el Ayuntamiento había obviado
la norma y no había solicitado los informes a la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando. El informe llegaba en marzo de 1915, ya con
parte del acueducto derribado. El informe era contrario al derribo. Pasaron tres años, y esta vez el expediente de la Compañía del Norte
incluía el compromiso de prolongar la calle Independencia, construir un
terraplén con jardines, un muro y otras mejoras de la ciudad. Los
Pilares ya tenían la suerte echada.
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Antiguo
acueducto de Los Pilares de Oviedo. Fototipia Thomas (Barcelona). Imagen cedida
por el Archivo Municipal. (El Comercio) |
FUENTE: IDOYA REY. Publicado por El Comercio el 25-01-2015. Ver Enlace.__________________________________________________________________________
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Adolfo
Fernández Casanova, El arquitecto nació en Pamplona el 14 de enero de 1844 y
falleció el 11 de Agosto de 1915 a los 72 años de edad. Escribió numerosas
publicaciones y escritos históricos, entre ellos, “El Acueducto de los Pilares
en Oviedo”, tomo LXVI. Saber más ….. |
Adolfo Fernández Casanova (Madrid, 12 de marzo de 1915).
El
Académico que suscribe, en cumplimiento del acuerdo del señor Director,
tiene el honor de someter al juicio de la Academia la siguiente
ponencia: Al Ilmo. Sr. Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Con fecha 23 de enero último, el señor Vicepresidente de la Comisión provincial de Monumentos de Oviedo
envía a esta Academia una comunicación manifestando que en el año de
1905, y después, en el de 1910, logró dicha Comisión provincial que el
Ayuntamiento de Oviedo suspendiera la ejecución del acuerdo municipal de
derribar los Arcos de los Pilares, y pasado otro lustro persiste
por tercera vez la Corporación municipal en el derribo, y para
evitarlo, la Comisión ofició a los señores Alcalde y Gobernador civil pidiéndoles que se suspenda la destrucción mientras no se cumplan los trámites del caso e informe esta Academia y la de San Fernando. Aplaude esta Corporación el
celo de la repetida Comisión por la conservación de un monumento que con
sobrada razón considera de inestimable valor histórico, pues simboliza
los cuantiosos caudales empleados por la Justicia y Regimiento ovetense,
desde el primer tercio del siglo XVI, para aumentar el escasísimo
caudal de aguas con que contaba la población, acordando tomar al efecto
las de Ules, Boo y Naranco,
emprendiendo en 1574 como elemento primordial de la construcción, el
Acueducto de los Pilares, bajo la dirección del maestro Juan de
Cereceda. En 1568 se acordó tomar también las (aguas) de la fuente de la
Fitoria. Mas
no habiendo coronado el apetecido éxito las obras dirigidas por
Cereceda, se encomendó la dirección de las mismas a Gonzalo de Bárcena,
oriundo de Güenes, en la montaña de Santander, y que era a la sazón
fontanero mayor de Valladolid. La obra del primitivo acueducto del
maestro Cereceda se declaró inútil en 1582 y 1583 por su falta de
elevación y de solidez, y se emprendió su reconstrucción por el citado
Bárcena. En las postrimerías de la centuria XVI
todavía estaba la obra incompleta, y se acordó reparar y encañar el
alto de los Arcos de Lavapiés, por donde pasaba el agua de Fitoria,
empleando para su conducción 800 arcaduces. De
1864 a 1865 se llevó a efecto por la Corporación municipal una nueva
traída de aguas de los mismos manantiales de Boo, Lillo y Ules,
prescindiendo del uso del puente-acueducto de los Pilares, por lo cual
se pretende derribar. Pero si este monumento no desempeña ya la función
que motivó su creación, constituye siempre un monumento histórico que
representa una interesante página de piedra de la larga serie de
sacrificios llevada a cabo por la histórica ciudad ovetense durante toda una centuria y que ahora, con tan mal acuerdo, se pretende hacerle desaparecer. El acueducto tiene 400 metros de longitud por
dos de latitud. Consta de dos órdenes de arcadas de medio punto de tres
metros cuarenta centímetros de radio; en el primero, los muy altos
pilares son prismáticos-rectangulares, tienen su paramento resaltado y
ofrecen mayor salida por sus frentes que las cabezas de las arcadas que
sobre ellos descansan por el intermedio de una imposta. Corona estas
arcadas un sobrelecho general que recibe los pilares más remetidos del
orden segundo, coronados de imposta, sobre los que insisten las arcadas
superiores más remetidas a su vez que los pilares últimos. La altura
máxima de la obra es de trece metros cuarenta centímetros. Dichos arcos
tienen unos pequeños registros a los extremos. El sistema de ejecución es semejante a los de la época romana, por lo que dijo el gran Jovellanos: «Los Pilares, bellísima obra de 1570, de arquitectura montañesa, pero digna de los Romanos.» Debe
también este Cuerpo literario examinar en el concepto arqueológico el
sistema romano de conducción de aguas, comparándolo con el adoptado en
las épocas posteriores, de lo que nada se dice en la razonada exposición
de la Comisión provincial de Monumentos ovetense. Tomaba generalmente
las aguas de un manantial y las llevaba en un conducto de fábrica que
las preservaba de los cambios atmosféricos y de las impurezas del
terreno que atravesaba, y por cuyo fondo corría el cristalino líquido en
virtud del permanente declive de la conducción hacia la urbe que había
de abastecer, y para salvar los valles empleaba el puente-acueducto
llamado de Agua rodada. Esta sencilla solución dada por los Romanos al problema de conducción de aguas,
perduró en su esencia durante los siglos siguientes, y la única
diferencia esencial que se encuentra entre el trazado de los antiguos y
los modernos, proviene de la frecuente aplicación que desde el pasado
siglo se hace de los sifones de hierro para evitar la aplicación de los
grandes puentes-acueductos, que son siempre de más lenta y costosa
ejecución. Los Romanos emplearon también en muy
contados casos los sifones, lo cual prueba que conocían el principio
físico de equilibrio de los líquidos en los vasos comunicantes en que se
fundan, y si no los adoptaron con más frecuencia era porque las
ventajas que entonces ofrecían sobre el puente-acueducto estaban muy
lejos de ser comparables a las que los inmensos adelantos de la
fabricación del hierro proporcionan en la actualidad, y a pesar de ello
pueden citarse notables ejemplos que manifiestan que en esta cuestión
hemos imitado a los antiguos. Constituyen, pues, los
viajes de aguas romanos que se conservan en nuestra patria el más
elocuente testimonio de la perfección relativa que en la época de los
Césares alcanzó este género de obras de tan primordial necesidad para la
vida de los pueblos, cuyas suntuosas fábricas ofrecen una
inquebrantable solidez que desafía la acción de los tiempos, y sus
robustas proporciones y grandes dimensiones reales, les imprimen un
sello de grandiosidad que revelan los potentes esfuerzos de las
generaciones que los han erigido. No deben, pues, no, las Corporaciones populares recurrir a la piqueta demoledora para destruir los venerandos monumentos que nos legaron nuestros antepasados y que simbolizan su interesante historia. Más grata y noble misión está encomendada a los Municipios, cual es la de edificar erigiendo los edificios y mejorando los servicios de policía urbana que les están encomendados. La Academia, en vista de estas consideraciones, tiene el honor de proponer a V. I. que se ordene al Ayuntamiento ovetense la conservación de dicho monumento. Madrid, 12 de marzo de 1915 (5 meses antes de su fallecimiento). El ponente, Adolfo Fernández Casanova. Cervantes Virtual. |
Adolfo
Fernández Casanova (Pamplona, 1843 - Madrid, 1915). Wikipedia |
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Artículo publicado en El Correo de
Asturias en donde Fermín Canella manifiesta su opinión contraria al
derribo por parte del Ayuntamiento de Oviedo de los Arcos de los
Pilares. |
Fermín Canella y Secades fue un defensor a ultranza de los arcos de los Pilares, como muestra en un artículo publicado en El Correo de Asturias, (2 de diciembre de 1905):
Señor Alcalde del Excmo. del Ayuntamiento de Oviedo. (...) Dicho sea
con el mayor respeto. V.E. no ha considerado bien la trascendencia del
acto por el que se aprobó en principio la demolición de aquel estimable
monumento a cambio de exiguas ventajas y de pequeña obligación por la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte. __________________________________________________________________________
AUTORES.
Idoya Rey Menéndez nació el 1
de noviembre de 1982 en Oviedo. Es Licenciada en Periodismo (con periodo de
beca Erasmus en Aarhus University Dinamarca). Universidad Carlos III de Madrid.
También Licenciada por Universidad de Oviedo en Administración y Dirección de
Empresas. Certificado de Aptitud
Pedagógica para profesores de Educación Secundaria. Universidad de Oviedo. Desde
el 7 de octubre de 2019, trabaja como Personal Eventual de Presidencia del
Principado de Asturias. Fue redactora desde el año 2008 /2017 del periódico El
Comercio. En el periodo 2007 / 2008 fue redactora en prácticas de la Agencia
EFE (delegación de Oviedo) y el gabinete de prensa de Cajastur. Tres meses de
verano en Radio Nacional en el año 2007/ 2007 Prácticas profesionales. Durante
los meses de verano en el año 2006/ 2006 redactora en prácticas en La Voz de
Asturias. Tutora en un taller de periodismo en la Universidad Itinerante de la
Mar a bordo del buque escuela Creoula durante cuatro veranos. Fuente: Asturias
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes es una biblioteca española que reúne obras hispánicas en Internet.
Tiene como objetivo principal la difusión de la cultura hispánica. Fue creada
en 1999 por iniciativa de la Universidad de Alicante y con el patrocinio del
Banco Santander y la Fundación Marcelino Botín. Actualmente está gestionada por
una fundación1 que preside Mario Vargas Llosa. La idea original del proyecto
la concibió Andrés Pedreño Muñoz, rector de la Universidad de Alicante en ese
momento, inspirada en el concepto de biblioteca digital de algunas
universidades estadounidenses. Él fue quien presentó a Emilio Botín, Presidente
del Banco Santander un proyecto pionero en digitalización de obras de
referencia hispanas, algo que desde primer momento entusiasmó al máximo
responsable del Santander y le dio su respaldo. Un consejo científico, dirigido
por Darío Villanueva, avala el rigor de la biblioteca. En 2011, su catálogo
tenía 198.000 registros bibliográficos, de los cuales unos 60.000 eran
libros,2 aunque también ofrece estudios críticos y de investigación,
materiales históricos, periódicos y revistas, audiovisuales, archivos sonoros,
vídeos en lengua de signos española, etc. Se trata principalmente de obras
antiguas, pertenecientes al dominio público, pero también de obras actuales de
jóvenes autores como Itziar Pascual, Mariam Budia o Carles Batlle, entre otros,
incluidas en el portal de Autores de Teatro. (…). Seguir leyendo…. Wikipedia.________________________________________________________________________________
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NOTA: Los nombres de los autores aparecen en el pie de cada
imagen o al final de cada artículo, si no es así, se debe a que es un dato que
se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se
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Ese derribo fue un error, se mire por donde se mire. Hoy día sería una magnífica seña de identidad, y un reclamo turístico sin precio. Y no es una cuestión del punto de vista de otros tiempos, siempre hay algún insensato que ordena el derribo de construcciones antiguas sin el menos respeto.
ResponderEliminarHay mucho amante de la poqueta cortoplacista
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