La historia del castillo de Blimea
Hace más de 40 años en Blimea había un castillo, ¿A que suena bien? Pues es verdad
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Ilustración de Alfonso Zapico |
La Nueva España
Los más viejos lo conocieron lleno de vida y seguramente los
más jóvenes volverán a verlo restaurado algún día aunque ahora parezca
imposible. Estaba en La Cabezada, que fue en otro tiempo un topónimo
importante; hasta 1837 daba nombre a lo que hoy es San Martín del Rey
Aurelio y era uno de los cuartos en que se dividía la obispalía de
Langreo junto a Riaño, Ciaño y el mismo Langreo. La fortaleza de La Cabezada seguramente tuvo su origen en una de
las torres defensivas que los romanos construyeron para proteger la vía
que bordeaba el río Nalón y que tras una larga historia de abandonos y
destrucciones tomó forma de castillo en el siglo XIV. Más tarde, en
1496, llegaron hasta allí los antepasados de los Fernández Miranda y lo
habitaron hasta que el tiempo y la hiedra se lo comieron.
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Grupo folclórico asturiano delante del castillo de Blimea en 1969. mumemo.es |
El edificio que todavía pudieron ver nuestros mayores ya no era
el original; se trataba de un edificio reconstruido con una idea
romántica que espantaría a los puristas pero que a mí me parecía hermoso
y lleno de imaginación, como salido de un cuento de hadas, e incluso
convertido en un montón de ruinas siguió guardando algo de su encanto. Resucitar sus glorias medievales fue el sueño de don Álvaro
Fernández Miranda, el vizconde de Campogrande, que se encontró con un
esqueleto de piedras y levantó sobre ellas un edificio almenado de dos
pisos con una torre que aunque imitaba la primitiva ya no estaba
preparada para la defensa sino para la comodidad de sus moradores. Como
cualquier castillo que se precie, el de La Cabezada también tenía su
propia leyenda, que como seguramente esperan, paso a narrarles a
continuación. Decía tal que así: En una época no determinada habitaba el
castillo un señor bondadoso y caritativo -todo lo contrario de los otros
que suelen aparecer en las demás leyendas del Valle- y que había
convertido su solar en un refugio de paz y piedad para los menesterosos.
El noble tenía una hija llamada Florinda, hermosísima, como no podía
ser de otra manera, y que traía locos a todos los infanzones del Nalón. Ella les iba dando largas como podía, hasta que uno de los más
poderosos, el señor de La Buelga, consiguió convencer a su padre para
que se la otorgase en matrimonio, pero para entonces ya era tarde porque
el corazón de la joven ya tenía dueño: un villano, un ningurris bueno
como el pan, pero sin apellido ni dote, lo que en aquellos tiempos de
sociedad estamental en la que los hombres se dividían por niveles
escalonados y estancos significaba no sólo un amor imposible sino un
insulto al linaje de La Cabezada.
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Entre las causas de su derrumbe, de manera inusual por su rápida degradación. Saber más... |
El señor ofendido insistió en vano para conocer el nombre del
pretendiente imposible que manchaba su honor, pero el amor sellaba los
labios de la dama; la amenazó de mil maneras, también sin éxito, y al
final, como se hacía entonces con los casos más recalcitrantes, acabó
encerrándola en una de las torres de su fortaleza hasta que la prometió
con el señor de La Buelga. Entonces vino el drama: ella aseguró que su
cuerpo sólo podía ser del amante secreto y de nadie más y que si la
obligaban a renunciar a él se mataría sin remedio. Finalmente lo cumplió, aunque no por su propia mano. El mismo
día de la boda el noble de La Cabezada pudo conocer por fin quien era el
amor de su hija. Uno de sus criados se presentó ante él para anunciarle
que acababa de dar muerte a la doncella cumpliendo sus propios deseos. Y
en este punto se demostró el carácter misericordioso del señor del
castillo pues el hombre, desesperado por el dolor, aún tuvo fuerzas para
perdonar el crimen, aunque -ya saben cómo eran las cosas del honor
antiguo-, el matador, cumpliendo también lo que de él esperaba la
tradición, agradeció el perdón como si fuese un caballero pero cerró el
círculo del dolor acuchillándose a sí mismo con el puñal que aún goteaba
la sangre de su amada. Si el suceso hubiese acontecido en nuestros días no dejaría de
ser un caso más de violencia de género y las plazas de los ayuntamientos
de las Cuencas se llenarían al día siguiente de ciudadanos en señal de
repulsa, aunque ya ven lo que hace el tiempo, convirtiendo los crímenes
en bellas historias de amor. Hay ejemplos peores, pero los dejaremos
para otro día. Ciñéndonos al argumento de la leyenda, no difiere en mucho de
otras que se repiten por lo que antes se llamaba el territorio patrio,
el nombre de Florinda también es común en este tipo de fábulas
populares, pero lo que resulta más peculiar es la aparición como
personaje secundario del señor de La Buelga, lo que quiere decir que o
bien el cuento no es tan antiguo como parece o que en algún momento más
moderno alguien introdujo el nombre de los que entonces eran los
propietarios más poderosos de la zona.
Lo digo porque el mayorazgo de La Buelga se instituyó en 1598
por don Fernando García Argüelles, que decidió tomar como apellido el
topónimo del lugar y dispuso en su testamento que desde entonces sus
sucesores lo llevasen como primer apellido. No se crean que es una idea
tan caduca; saben ustedes que actualmente uno de los linajes asturianos
de más empaque son los Figaredo, que hasta hace apenas un siglo no eran
otra cosa que la familia Fernández, cuando su patriarca decidió tomar
como suyo el nombre del pueblo que le había enriquecido con el carbón. La historia del castillo de La Cabezada en el siglo XX es tan
dramática como la de su leyenda. Don Álvaro, el vizconde que había
resucitado el edificio, tuvo mala suerte: el día de Reyes de 1904 echaba
a andar la Sociedad Eléctrica de Langreo, lo que luego sería Ercoa, una
empresa en la que el noble puso su empeño y su dinero para subirse al
carro de la industrialización y los nuevos tiempos del capitalismo, como
estaban haciendo algunos de los ricos de nuestras Cuencas que hasta
entonces sólo habían vivido de rentas, pero un extraño accidente causó
la quiebra del proyecto y de manera indirecta truncó también el ascenso
del personaje, que nunca se recuperó económicamente. En los años treinta la residencia, convertida en una de las
mansiones más emblemáticas del Nalón, simbolizaba también el poder de
los ricos y por su atractivo se convirtió en objetivo quienes de una u
otra forma fueron teniendo el poder a lo largo de los diferentes
enfrentamientos militares de aquella desgraciada década. En 1934 los
revolucionarios mandados en la zona por David Antuña, Herminio Vallina y
M. A. González Muñiz la asaltaron buscando armas y dos años más tarde,
con el estallido de la Guerra Civil, sus puertas volvieron a abrirse a
otra tropa que en esta ocasión requisó los mejores muebles.
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Dibujo (cromo) del Castillo de Blimea- (Castillo de Campo Grande o fortaleza de la Cabezada.(rampoines.com) |
Hace años una vecina mayor que había conocido por dentro el
castillo, me contó que tenía una biblioteca bien dotada, lujosos salones
tapizados hasta el techo, cuadros, armas y panoplias en la misma línea
decorativa que su sueño había querido dar a todo el edificio y que el
detalle llegaba al punto de que las tres habitaciones de los señores, la
blanca, la rosa y la amarilla, sólo lucían en cada una objetos de los
mismos colores. También me dio el nombre de quien había ordenado que se sacasen
los muebles de la vivienda. Hace exactamente 10 años publiqué otro
artículo sobre el castillo de La Cabezada en el que lo obviaba, pero
ahora, como me voy haciendo mayor, tengo menos reparos y ya puedo
escribir lo que me aseguraron, dejando siempre la puerta abierta a que
alguien exponga lo contrario. Según mi informante la operación fue
dirigida por un joven y enérgico Belarmino Tomás, que se los llevó sin
que pueda confirmarse su destino final. Con el final de la contienda, un último asalto, esta vez de los
vencedores que volvieron a ocupar el edificio y se llevaron la
biblioteca. Entre tanto el vizconde también había padecido en sus
propias carnes las consecuencias de estos conflictos con escapadas,
ocultamientos y detenciones cuyo relato ocuparía otra de estas entregas.
Eran demasiadas contrariedades para que alguien quisiese seguir
manteniendo la ilusión por el castillo, de manera que todo se fue
abandonando definitivamente. Cuando falleció, su viuda María del Carmen Álvarez de Tejera era
aún una mujer joven, ya que la pareja se había casado con una gran
diferencia de edad y tuvo tiempo de rehacer su vida con unas segundas
nupcias, entonces trasladó su residencia hasta Roces, a una hermosa
quinta que, aunque ahora está reconvertida en una fábrica de puertas aún
deja ver lo que fue y además lleva el mismo nombre de la casa: Flor de
Lis. Ya ven qué cosas.
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El escudo del Castillo de Campo Grande o fortaleza de la Cabezada. saber más..... |
FUENTE: ERNESTO BURGOS - HISTORIADOR. Publicado por La Nueva España el 18-11-2008. Ver enlace.__________________________________________________________________________
AUTORES.
Ernesto
Burgos Fernández (historiador). Nació
en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Historiador, columnista y biógrafo,
éstas son algunas de las facetas de un Ernesto Burgos que rescata con talento
personajes y anécdotas de nuestra historia. Un notorio investigador y gran
divulgador. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo
(1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La
romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006). Profesor de
Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera»
(Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia),
«Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año
2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido
galardón anual de “Mierense del año”. Secretario General de Izquierda
Republicana en Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III
República (P3R) y actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de
Asturias. Coautor de los libros de texto «Entre amigos» (Conocimiento del
Medio) para Asturias y Cantabria (2002); coordinador de la revista de Ciencias
Sociales «Cuadernos de Mieres» (2001-2002); experto en la cultura y la historia
de las cuencas mineras asturianas. Ha impartido varios cursos sobre el
patrimonio arqueológico de Aller, Lena y Mieres y defendido ponencias sobre su
temática en jornadas y congresos. Desde los años 70 escribe desinteresadamente
artículos para numerosas publicaciones, álbumes y periódicos locales (Esquisa,
Mieres 30 días, La Voz de Ujo, Camín de Mieres, Mieres, El Carbón, Por tierras
del Caudal, Aula de Paz…). Ha sido pregonero en las fiestas de Santa Bárbara
(2002); La Teyerona (2006); San Xuan de Mieres (2007) y Santa Cruz (2011).
Histórico militante republicano. Secretario General de Izquierda Republicana en
Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y
actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Biógrafo de los
revolucionarios mierenses Manuel Grossi Mier («Cartas de Grossi». 2009) y Jesús
Ibáñez («Y el verbo se hizo furia». Semana Negra 2010), también ha prologado a
varios autores asturianos. Colaborador del diario asturiano La Nueva España,
donde ha firmado las series: «El patrimonio de Las Cuencas» (1998-2000); «100
años de historias y andanzas» (2000-2002) y «Los personajes de nuestra
historia» (2003-2004). Desde febrero de 2005 mantiene ininterrumpidamente la
página semanal «Historias heterodoxas». FUENTE:
EL BLOG DE ACEBEDO (Antología de Historia). La Historia es
una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en
que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender,
para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que
vivimos.“El único deber que tenemos con la
historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra
tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este
blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada
historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz
(09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber
nacío nella”
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autores aparecen en el pie de cada imagen o al final de cada artículo, si no es
así, se debe a que es un dato que se desconoce, así que, si algún autor la ve
en este blog, le rogamos que se ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo
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