En otras ocasiones ya les he ido contando cosas de Jesús Ibáñez, un
personaje que, a mi juicio, es el más interesante de la historia de
Mieres y que, sin embargo, no conoce apenas nadie. Ibáñez nació en 1889 y
murió en el exilio mexicano en 1948, después de haber intervenido
intensamente en todos los acontecimientos políticos de estas décadas en
Asturias, España y Europa, hasta el punto de que muchas veces, según
voy descubriendo sus andanzas, me veo obligado a confirmarlas en varias
fuentes porque se me hace imposible que un hombre que estuvo en tantas
salsas permanezca en el olvido de sus paisanos. Hoy les voy a contar
otro de sus lances, confiando en que les atraiga tanto como a mí desde
el momento en que me encontré la primera pista y hasta que finalmente
logré encajar todos los pormenores que pude ir reuniendo sobre el
asunto.
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Jesús Ibáñez, el revolucionario mierense (1889-1948). Ilustraciones de Alfonso Zapico |
De momento vámonos al presente histórico del 8 de marzo
de 1921: en Madrid acaba de terminar la sesión del Senado, y el
presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato Iradier ,toma el coche
que le va a llevar hasta su domicilio, le acompaña solo su chófer y va
sin escolta. Son las ocho de la noche y cuando el vehículo llega a la
plaza de la Independencia, una motocicleta Indian con sidecar en el lado
derecho, ocupada por tres individuos, se aproxima a toda velocidad. La
conduce un hombre corpulento vestido con pelliza oscura, boina y medio
rostro cubierto por unas gafas enormes. Cuando están a su altura, los
otros, que llevan una pistola en cada mano, al grito de «¡Viva la
anarquía!» abren fuego disparando más de cuarenta balas; tres de ellas
hieren de muerte al presidente en una acción que para algunos
investigadores es el primer paso hacia la Guerra Civil de 1936. Cuando
se supo que los autores habían sido tres sindicalistas catalanes, la
policía echó el resto para capturarlos. El primer detenido fue Pedro
Mateu, de 26 años y natural de Tarragona, que en el interrogatorio
confesó el nombre de los otros dos: Luís Nicolau y Ramón Casanellas.
Nicolau también caería más tarde, en Berlín, donde se había refugiado
junto a su mujer, acción por la que Alemania recibió la recompensa que
ofrecía el Senado español por su captura y que ascendió a 850.000
marcos; por su parte, Casanellas, el conductor de la moto, logró llegar
hasta la URSS, desde donde remitiría meses después varias cartas
declarándose único responsable del atentado.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Ahora veamos lo que
hacía por las mismas fechas nuestro hombre. El 28 de abril de 1921 Jesús
Ibáñez se reunía en Barcelona con Andrés Nin, Joaquín Maurín, Arenas,
Hilario Arlandis y Arturo Parera para elegir a los cinco trabajadores
españoles que debían acudir como delegados al III Congreso de la Tercera
Internacional que iba a celebrarse en Moscú durante el mes de junio. El
mierense fue uno de los elegidos y el primero en desplazarse hasta
Berlín para esperar a los otros. Allí vivió otra de sus peculiares
andanzas que podemos conocer gracias al testimonio de Joaquín Maurín. El
revolucionario catalán describió en uno de sus escritos al Ibáñez de
aquellos años como un personaje sumamente pintoresco: «Parecía escapado
de las páginas de la novela picaresca clásica. Carpintero de oficio,
empezó siendo socialista, después se hizo sindicalista, más tarde
comunista, y, finalmente, como un hijo pródigo, regresó al redil
socialista. Joven, de unos treinta años, le atraía la aventura y, lo que
es más grave, le fastidiaba la garlopa». Maurín contó en sus
memorias cómo cuando el resto de los delegados pudieron llegar a la
capital germana Jesús Ibáñez ya había sido detenido por la policía, a
pesar de que era el único de los cinco delegados que viajaban con
pasaporte. Pero lo sucedido no tenía que ver con la política sino con
las faldas o, para ser más exacto, con la carencia de las mismas, puesto
que ninguno de los implicados en el suceso que le llevó a la cárcel
llevaba ropa cuando ocurrió.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Me explico: Jesús Ibáñez, mujeriego como
pocos y al parecer con bastante éxito, por lo que nos cuenta en su
críptico libro «Memorias de mi cadáver», en vez de buscar en la capital
alemana el contacto con los sindicalistas, como sería de esperar dada su
misión, se dirigió a una comuna anarco-comunista llamada «la caverna de
Zarathustra» que había fundado el extravagante dominicano Heinrich
Goldberg, más conocido como Filareto Kavernido, nombre que él mismo se
puso en una variante del esperanto y que puede traducirse como «el
amigo de la virtud que habita en la caverna». La comuna estaba
emplazada en una especie de cueva habilitada como vivienda a unos 25
kilómetros de Berlín y en plena naturaleza, como lo prueba el dato de
que en la actualidad la zona se haya convertido en un parque natural; y
aunque la tierra no era allí especialmente fértil, se dedicaban al
cultivo de frutas y verduras y a la cría de animales buscando siempre el
autoabastecimiento e intentando compaginar esta vida con el desempeño
de algunos trabajos en la ciudad. El grupo lo integraban mitad
hombres y mitad mujeres, partidarios del amor libre y la comunidad total
de bienes, que vivían desnudos bajo el mismo rústico techo. El ambiente
ideal para Ibáñez quien llegó sin buscarlo en un momento de ausencia
del fundador que se encontraba haciendo prosélitos por otras zonas del
país, así entró con buen pie en la comunidad y se convirtió enseguida en
el varón más solicitado del grupo.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Rápidamente se hizo querer, sobre
todo por las féminas libertarias entre las que prodigó sus dotes
amatorias, pero una noche, inesperadamente, Filareto Kavernido regresó y
sus convicciones filosóficas hicieron agua al encontrar a su preferida
en brazos del recién llegado. Filareto era un personaje de gran
envergadura, que completaba su imagen de patriarca utópico saliendo a la
calle con una melena descuidada, larga barba negra, sandalias de cuero y
una túnica blanca que dejaba un brazo al aire a la usanza de los
clásicos griegos. Con esta facha y las ideas que predicaba no es de
extrañar que se convirtiese en uno de los personajes más característicos
del Berlín de los años veinte, pero de Jesús Ibáñez podía esperarse
cualquier cosa menos que se dejase intimidar por semejante adefesio, de
modo que la paz de la comuna saltó en pedazos y los nudistas alemanes
pudieron asistir primero a un recital de insultos en español, idioma en
el que los dos hispanos se entendían entre ellos, y luego a un
intercambio de tortas que fue en aumento hasta alarmar a todo el barrio. Por fin, la denuncia de un vecino hizo intervenir a la autoridad
y de esa forma, cuando los anarquistas catalanes llegaron a la ciudad
teutona sin pensar en otra cosa más que en la manera de salvar el camino
clandestino hacia Moscú, se encontraron con que el asturiano estaba en
la cárcel y se alarmaron al imaginar, lógicamente, que el motivo de la
detención era su implicación en la fuga de Casanellas, que era en aquel
momento la primera preocupación del Gobierno de Madrid. Es de suponer lo
que pudieron pensar al conocer la increíble historia del asturiano que
no renunciaba a disfrutar de la vida incluso en los momentos más
delicados de la revolución.
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Ilustración de Alfonso Zapico |
Luego, a los pocos días y una vez
solucionado el asunto, Ibáñez pudo seguir viaje hacia la URSS, donde
participó activamente en la Internacional, como ya les he contado aquí
en otra ocasión. En cuanto a los asesinos de Dato, Pedro Mateu
fue condenado a pena de muerte, pero el rey Alfonso XIII se la conmutó
por cadena perpetua y cuando llegó la II República salió en libertad
manteniéndose en el ideal anarquista hasta que murió siendo ya anciano.
Luis Nicolau y Ramón Casanellas también fueron detenidos y amnistiados
por la República: el primero cayó en la Guerra Civil, mientras que su
compañero llegó a organizar el Partido Comunista de Cataluña en 1932
antes de estrellarse al año siguiente con su moto contra un turismo
falleciendo en el acto. Si también les interesa saber lo que pasó
con Filareto Kavernido, les diré que nunca abandonó la práctica de la
utopía defendiéndola en varios libros; en 1928 llevó su comuna hasta
Córcega y luego, ya muy reducida, a Haití y Santo Domingo, donde alcanzó
buena fama como médico hasta que fue asesinado en 1933 sin que se
condenase a nadie por su muerte. Por último, lo más curioso de
todo este asunto tal vez esté en una pequeña nota publicada en el diario
barcelonés «La Vanguardia» en su edición del día 5 de noviembre de
1921: en ella se informaba de la detención en el Centro Obrero de Oviedo
de Jesús Ibáñez y de su traslado a Madrid por su implicación en el
atentado contra Dato, el comunicado de prensa firmado por el encargado
del caso Millán de Priego, aclaraba también que «al ser detenido se
colocó en una actitud de rotunda negativa, perseverando en ella en los
interrogatorios a que se le sometió»? Jesús Ibáñez nunca dejará de
sorprendernos.
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Jesús Ibáñez, el revolucionario mierense (1889-1948). Ilustración de Alfonso Zapico |
FUENTE: ERNESTO BURGOS - HISTORIADOR. Publicado por La Nueva España el 26-05-2009. Ver enlace. _________________________________________________________________________________
Jesús Ibáñez, la pluma y la pistola
Semblanza de Jesús Ibáñez publicada
en La Nueva España, en una seción que ha recreado figuras
señeras de Mieres a través de estampas escritas en primera
persona que les recrean en un momento destacado de su vida. Discos de Acero. Memorias de mi cadáver
(novela encajada) fue publicada por la editorial mexicana El Libro Perfecto
S. A. en 1946; poco después moriría su autor. La obsesión
por la sinceridad y la libertad de pensamiento hace que hoy ninguna organización
política reivindique su memoria, aunque se le considere el cuadro
teórico más capaz del socialismo asturiano. Otras obras del
autor son: Tatiana la bolchevique, publicada por capítulos
en Avance, Fuego del cielo y Acción directa;
las dos últimas, a pesar del éxito que alcanzaron en su traducción
para los lectores rusos fueron criticadas por los comunistas españoles.
Hoy es imposible encontrar los libros de Jesús Ibáñez
en las bibliotecas asturianas.
Me llamo Jesús Ibáñez, aunque también suelo
firmar como Jotaibáñez o J. Bañezi. Si alguien ha de
recordarme como escritor, me gustaría que lo hiciese por esta última
obra en la que estoy trabajando para plasmar mi biografía. La llamaré
Discos de acero y en ella quiero contar los detalles de una existencia
que a muchos les parecerá exagerada. De haber nacido en el siglo XVI mi infancia hubiese podido dar argumento
a una buena novela picaresca; pero llegué al mundo en 1889, en unas
circunstancias que demuestran de qué manera la realidad supera a
veces a la fantasía. Mi madre fue Celedonia Rodríguez, natural de Turón y, como
yo, viajera impenitente; en su juventud había recorrido los caminos
de España en una carreta de cómicos y conocía también
la vida del convento, el presidio y los delirios del alcohol. La casualidad
me hizo nacer en el penal de Santoña, mientras ella visitaba a Constantino
Turón, el famoso bandolero de Urbiés. Sólo el amor
por mi padre, Trifón, un molinero del pueblo salmantino de Buitrago,
pudo poner un poco de orden en su vida. Deje mi infancia y mi juventud en aquel Mieres que crecía con la
industrialización, luchando por superar el hambre y la miseria. Me
veo de niño, sirviendo de lazarillo a un ciego, y más tarde
trabajando como carpintero y albañil, siempre en busca de un momento
para escaparme a los bares de Requejo, donde los obreros de la Fábrica
y los mineros hablaban de huelgas, accidentes e injusticias. Pero mi vocación siempre fue el periodismo. La pluma es a veces
un arma tan fuerte como la pistola, y yo he sabido manejar las dos a menudo.
En diciembre de 1918 fundé en Oñón el periódico
La Batalla, con la consigna de defender la dictadura del proletariado
y la violencia revolucionaria; yo estaba entonces en las Juventudes Socialistas,
pero me sentía más próximo a los métodos de
acción de los anarquistas de la CNT y al pensamiento de los bolcheviques
rusos. Este sentimiento de temor a no estar en el lugar preciso cuándo
surja la revolución social me ha acompañado siempre, haciéndome
quedar mal con aquellos que no ven más allá del parapeto de
sus propias siglas. Ya en 1920, también cada quincena, otro periódico: La
Dictadura, con una tirada de mil ejemplares para defender la creación
de un Partido Comunista en España. Aquel mismo año me detuvieron
en Gijón, acusándome de haber colocado una bomba contra
un patrón; entonces logré salir absuelto, pero no tuve
la misma suerte en otras ocasiones. Pocas personas habrán conocido tantos penales como yo: He
estado recluido en Bilbao, Zaragoza, Barcelona y –por supuesto- Oviedo,
y también se de las cárceles portuguesas, alemanas y belgas
-acusado de mil conspiraciones-, e incluso de mi querida Rusia. La Unión Soviética ya es parte de mi existencia; llegué
allí como secretario de Andrés Nin y por muchos años
que pasen nunca olvidaré los increíbles inviernos de Leningrado,
mientras trabajaba como funcionario de la Internacional. Pero la burocracia de los comunistas de manual siempre acaba chocando con
mi carácter y al final la terrible policía de Stalin me identificó
con los troskistas, la única ideología de izquierdas que no
he tenido nunca. Tal vez los momentos más amargos de mi vida los
haya dejado en las prisiones rusas... así de extrañas son
a veces las cosas. Lo curioso es que a pesar de mi actividad y de haber sido detenido en Mieres,
acusado en 1923 de organizar un supuesto complot revolucionario, mi nombre
no figura entre los fundadores del PCE; un ejemplo del sectarismo de los
que me han acusado de dar bandazos en mi militancia, sin darse cuenta de
que mi trayectoria no es más que el reflejo de mi propia libertad
de mi pensamiento. De nuevo en casa, conocí a Javier Bueno, que siempre ha sido mi
mejor amigo; ambos nos responsabilizamos de la redacción de Avance
para ir preparando la revolución del 34; Yo fui uno de los responsables
del movimiento en Mieres y cuando llegó la lucha estuvimos juntos,
siempre en primera línea, asaltando el Ayuntamiento de Oviedo, y
en las cunetas de Pumarín y La Corredoria. Tras la derrota vino la represión. Mientras la imagen de Javier
con los brazos lacerados por la tortura recorría el mundo, mi compañero
de celda Teodomiro Menéndez intentaba el suicidio, saltando del segundo
piso al patio de la Cárcel Modelo. Se dijo entonces que lo había
hecho presionado por mis acusaciones sobre su implicación en la detención
de González Peña, pero este es un capítulo que es mejor
olvidar. De todas las publicaciones en las que he colaborado (Solidaridad Obrera
, España Nueva, Occidente, La Voz de Cantabria
), el mejor recuerdo siempre será para Avance. En cuanto se
pudo volvimos a la rotativa... y también a la batalla. En 1936, Bueno y yo estuvimos juntos en el asedio a Oviedo y, al
poco tiempo mi responsabilidad militar empezó a ir aumento. Primero
tuve el mando del sector de San Esteban de Las Cruces; luego una zona del
frente occidental; finalmente me nombraron ayudante del Comisario Inspector
del Ejército del Norte ,el mismo González Peña, para
acabar ocupando su puesto cuando la cosa se puso fea y él tuvo que
marchar a Valencia. Ahora, el exilio mezcla los recuerdos: el aprendizaje como delegado de
la CNT en la Internacional moscovita de 1921; la actividad frenética
dentro del Comité Nacional que se formó entonces para fortalecer
el comunismo en España; las tardes de angustia tras las rejas; los
mil tiroteos de la Revolución y la Guerra; los rostros de los muertos;
y, como una flor en el fango, la Liga de Escritores y Autores Antifascistas,
en la que colaboré desde su fundación. Hace pocos meses, en agosto de 1945, aún he participado en una reunión
del Frente Popular en el exterior, pero ahora lo que más me interesa
es ordenar mi memoria en estos folios, antes de que mi tiempo se acabe.
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Ernesto Burgos |
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR. Publicado por La Nueva España el 26-05-2009. Enlace.
Ernesto
Burgos Fernández (historiador). Nació
en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Historiador, columnista y biógrafo,
éstas son algunas de las facetas de un Ernesto Burgos que rescata con talento
personajes y anécdotas de nuestra historia. Un notorio investigador y gran
divulgador. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo
(1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La
romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006). Profesor de
Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera»
(Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle
de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016
el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido galardón
anual de “Mierense del año”. Secretario General de Izquierda Republicana en
Asturias (1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y
actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Coautor de los
libros de texto «Entre amigos» (Conocimiento del Medio) para Asturias y
Cantabria (2002); coordinador de la revista de Ciencias Sociales «Cuadernos de
Mieres» (2001-2002); experto en la cultura y la historia de las cuencas mineras
asturianas. Ha impartido varios cursos sobre el patrimonio arqueológico de
Aller, Lena y Mieres y defendido ponencias sobre su temática en jornadas y
congresos. Desde los años 70 escribe desinteresadamente artículos para
numerosas publicaciones, álbumes y periódicos locales (Esquisa, Mieres 30 días,
La Voz de Ujo, Camín de Mieres, Mieres, El Carbón, Por tierras del Caudal, Aula
de Paz…). Ha sido pregonero en las fiestas de Santa Bárbara (2002); La Teyerona
(2006); San Xuan de Mieres (2007) y Santa Cruz (2011). Histórico militante
republicano. Secretario General de Izquierda Republicana en Asturias
(1992-2002); miembro fundador del Partido por la III República (P3R) y
actualmente vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias. Biógrafo de los
revolucionarios mierenses Manuel Grossi Mier («Cartas de Grossi». 2009) y Jesús
Ibáñez («Y el verbo se hizo furia». Semana Negra 2010), también ha prologado a
varios autores asturianos. Colaborador del diario asturiano La Nueva España,
donde ha firmado las series: «El patrimonio de Las Cuencas» (1998-2000); «100
años de historias y andanzas» (2000-2002) y «Los personajes de nuestra
historia» (2003-2004). Desde febrero de 2005 mantiene ininterrumpidamente la
página semanal «Historias heterodoxas». FUENTE:
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e
ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en
proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios)
e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y
Poitou-Charente (Francia). Realiza
ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad,
editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales
asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…). Se estrena en 2006 con un álbum de corte
histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev
(Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café
Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada
por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto
seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés
(Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual
surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011). Vive en la localidad francesa de Angouléme,
donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias
natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y
ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.
Esta magnífica obra es un autentico
tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros
de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador
de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos
y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a
la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En
un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico
completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su
faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político
Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al
inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia Twitter
El blog de Acebedo (Antología de Historia). La Historia es una disciplina
académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha
configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para
saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.“El único deber que
tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra
tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este
blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como
decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895),
“soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío
nella”
De grandísimo interés
ResponderEliminar¿consiguió el libro "Memorias de mi cadaver"?
ResponderEliminarEstimada lectora. no tengo el libro referenciado. Muchas gracias por visitar este modesto blog. Saludos cordiales
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