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MIERES, la aldea de San Justo en Turón.
San
Justo es una aldea que pertenece a la parroquia de San Andrés del Valle
de Turón situada a una altura de 740 metros. Se tiene referencia de
este lugar por un diploma real de 20 de abril del 857 por el que Ordoño I
dona a la Iglesia de Oviedo bienes entre los que se encuentra la
iglesia de los Santos Justo y Pastor en Polio "in valle Turone...ecclesia Sanctorun Iusti et Pastoris in Porio".
Acerca
de este antiguo y precioso lugar del Concejo de Mieres se ha escrito
mucho ultimamente a raiz de los hallazgos efectuados junto a la iglesia
del lugar por ello nos vamos a remitir a tres artículos aparecidos en
los diarios de mayor tirada de la región LA NUEVA ESPAÑA, EL COMERCIO Y
LA VOZ DE ASTURIAS, aunque esta importante noticia que confirma la
relevancia histórica de San Justo, ha sido también reflejada en otros
medios de comunicación; páginas de Internet, revistas...
Sobre la toponimia de este lugar: Pero el culto se manifiesta externamente, además de en capillas, iglesias, oratorios, en las advocaciones de santos venerados y en las virtualidades que se les atribuyen; concretamente en muchos casos una iglesia pasa a dar nombre a todo el pueblo que se desarrolla en sus inmediaciones. Y el nombre del santo de su advocación puede haberse extendido al núcleo habitado, desplazando, a veces, a una denominación anterior, en algunos casos continuadora de una vieja villa de fundación romana. Y refiriéndonos a San Justo, al que se reza un padrenuestro mientras se cuece el pan en horno; según se cree hay que rezar a San Xustu pa que de poucu saque muchu. Este santo aparece en San Xustu (Vv, Sl, Vd), San Xusto (Llg, Mi) y, en genitivo, Santiuste (Lln).
En la placa informativa situada en la fachada de San Justo leemos:
Ya
se cita su existencia en el año 857, en un documento donde Ordoño I la
cede a la iglesia de Oviedo. Su origen parece provenir de la
asentamiento de unos frailes eremitas que fundaron un monasterio y la
citada ermita. En ella depositaron un arca conteniendo algunas reliquias
de los niños mártires Justo y Pastor. Se habla incluso de la existencia
de culto pre cristiano al encontrarse huellas de la existencia de un
dolmen prehistorico o piedra sagrada. Fue centro de peregrinación por
los milagros atribuidos a sus mártires, convirtiéndose en variante del
Camino de Santiago, y fue también cenobio y hospital de peregrinos.
Arquitectónicamente sufre su primera transformación en el siglo XV.
Destaca la existencia de un retablo de madera policromada de estilo
churrigueresco, datado en el siglo XVIII, que dotan a este monumento de
un valor intrínseco muy destacado.
LA NUEVA ESPAÑA.- Entre robles, castaños y hayas. A 740 metros de altura y rodeado de
bocaminas. El pueblo mierense de San Justo parece la postal de una
aldea asturiana cualquiera. A poco que el caminante se introduzca en sus
calles y hable con su gente, las apariencias cambian. San Justo no sólo
es el pueblo más antiguo de Mieres, según los datos históricos, también
guarda en su interior secretos artísticos y etnográficos fabulosos. Uno
de esos enigmas surgió, hace un par de semanas, cuando un operario de
las obras del alcantarillado trabajaba junto a la ermita. El obrero,
precavido, apartó las dos grandes piedras halladas y continuó su labor.
Después vinieron los expertos para determinar que se trataba de un
capitel en el que se pueden distinguir dos figuras «como de animales
mitológicos, con garras» y la base donde arranca el fuste de una columna
con volutas. Las piezas se encuentran en poder de la Consejería de
Cultura. Los técnicos tendrán que determinar a qué época pertenecen,
aunque todo indica que se trata de elementos del siglo XII.
El capitel y la basa de columna encontrados han sacado a la luz el «potencial» de San Justo. Los vecinos nacidos y criados allí ya sabían la importancia de su pueblo. José Luis Soto lo resume en una frase: «Hace años que conocemos que bajo las calles de San Justo hay restos de importancia. Esto no ha hecho más que empezar».
San Justo llegó a ser un pueblo de ochenta habitantes, todos pertenecían a tres familias: los García, los Gutiérrez y los González. Ahora, aunque muy frecuentado y con casas cuidadas, en las calles sólo caminan una madre y su hijo.
El legado de esta aldea bien se puede dividir en dos apartados: lo material (la ermita, su retablo, el convento, las casas) y lo inmaterial, aquello que se recoge en la tradición oral, en el Camino de Santiago que circula por San Justo.
La ermita: La referencia escrita más antigua sobre el templo está datada el 20 de abril de 857. Se trata de un diploma real por el que Ordoño I dona a la Iglesia de Oviedo diversos bienes, entre ellos la ermita de San Justo y San Pastor de Mieres. Soto explica que «en el interior del local existe un pozo de tierra bendita. Allí se supone que hubo un dolmen de culto precristiano en el cual se depositaron, después, las reliquias de los santos mártires». No se conserva la planta antigua, que tenía 9,5 metros de ancho por 16 metros de largo. «Era una iglesia grande para sus tiempos», apunta Soto, que enumera las características del templo: «Tenía, al menos, dos arcos y una pequeña antesala, dentro había varias filas de bancos de madera y una reja que separaba la zona sacra del resto. La reja estaba torneada y el altar estaba labrado en piedra al estilo asturiano, con motivos geométricos».
A la entrada de la ermita, a mano derecha, se guardaban las reliquias de los santos mártires. En una de sus paredes había pinturas realizadas por los monjes. Han desaparecido. Se tienen conocimiento de que en 1457 se llevó a cabo un trabajo de restauración, así lo atestigua un documento que se conserva en la Catedral de Oviedo. En 1936, en plena Guerra Civil, fue destruida y posteriormente restaurada por Hulleras de Turón. En la actualidad permanecen en pie el tejado del cabildo, un solo arco y la nave central.
El retablo. La pieza, en restauración, es policroma. El estilo al que pertenece es fruto de discusión, algunos expertos defienden que es churriguerismo y otros, gótico. «A todos los entendidos que se han acercado hasta la capilla les ha impresionado», explica José Luis Soto. La madera de la que está hecho el retablo, nogal, es uno de los aspectos que más llaman la atención a los que se acercan hasta la ermita. Soto señala que «en la zona hay castaños y robles, pero no nogales, y el hecho de que esté confeccionado con esta madera le da un aire más especial al elemento artístico».
El convento. A la salida del pueblo, y como una sombra de lo que fue, se encuentra el convento de los benedictinos de San Busto. «Se puede apuntar la posibilidad de que alguno de los dueños del territorio cediera el solar para la construcción del convento, que data de finales del siglo VIII y principios del IX. El convento es un gran pabellón que, en la actualidad, se compone de tres piezas (separadas hacia 1700). En sus días habitados, el monasterio tenía capilla, huerto, cuadra de animales y estancias para los monjes. En torno a la capilla se construyó un cementerio, abierto, en un principio, a los benedictinos y, después, a los vecinos. Hoy en día, el edificio está distribuido en tres viviendas, con inscripciones del siglo XVI y XVII.
Las casas. El actual valor etnográfico de San Justo viene dado por la manera en que sus gentes han conservado sus hogares. En el pueblo abundan las casas con piedra tallada, hornos de leña y horros que en los días de mayor apogeo de la minería de montaña se acondicionaron como viviendas. Los lavaderos, los carros del país y el molían de escanda de la aldea son el orgullo de los habitantes de la zona.
La leyenda. El pueblo de San Justo tiene su origen en una leyenda que apunta que los santos mártires venían huyendo de los romanos «montas una mula blanca y, el sitia que güei conócese comu la Patatera, la mula dio una patá nuna peñasca dexando marcá la ferraúra al revés y engañando asina a sos perseguiores». San Justo y San Pastor amarraron la mula donde los caños, junto a una piedra que traía escrito: «Cuandu Dios quería equi augua había». «Entós la mula dio otra patá y tornó a surdir augua», concluye la historia.
El Camino de Santiago. La ermita de San Justo era parada para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago por la ruta que discurría después hacia Ujo y el Carbayu de Langreo. «Los peregrinos se acercaban a San Justo y visitaban su ermita llevando sus exvotos, y si sufrían de una dolencia, recogían tierra del pozo donde se dice que están depositadas las reliquias de los mártires y se la pasaban por el sitio dolorido con el objeto de su milagrosa curación», explica José Luis Soto.
EL COMERCIO.- A sus 78 años, Generosa Gutiérrez, trata de mantener viva la memoria de San Justo. Es, junto a su hijo, la única habitante del pueblo que hace más de once siglos inauguró la historia de Mieres. La referencia escrita más antigua data de un diploma real del 20 de abril de 857 con el que Ordoño I donó a la iglesia de Oviedo varios de los bienes que encontró en su ermita, otrora centro de peregrinación del Camino de Santiago que enlazaba con la ermita del Carbayu, en Langreo.
El capitel y la basa de columna encontrados han sacado a la luz el «potencial» de San Justo. Los vecinos nacidos y criados allí ya sabían la importancia de su pueblo. José Luis Soto lo resume en una frase: «Hace años que conocemos que bajo las calles de San Justo hay restos de importancia. Esto no ha hecho más que empezar».
San Justo llegó a ser un pueblo de ochenta habitantes, todos pertenecían a tres familias: los García, los Gutiérrez y los González. Ahora, aunque muy frecuentado y con casas cuidadas, en las calles sólo caminan una madre y su hijo.
El legado de esta aldea bien se puede dividir en dos apartados: lo material (la ermita, su retablo, el convento, las casas) y lo inmaterial, aquello que se recoge en la tradición oral, en el Camino de Santiago que circula por San Justo.
La ermita: La referencia escrita más antigua sobre el templo está datada el 20 de abril de 857. Se trata de un diploma real por el que Ordoño I dona a la Iglesia de Oviedo diversos bienes, entre ellos la ermita de San Justo y San Pastor de Mieres. Soto explica que «en el interior del local existe un pozo de tierra bendita. Allí se supone que hubo un dolmen de culto precristiano en el cual se depositaron, después, las reliquias de los santos mártires». No se conserva la planta antigua, que tenía 9,5 metros de ancho por 16 metros de largo. «Era una iglesia grande para sus tiempos», apunta Soto, que enumera las características del templo: «Tenía, al menos, dos arcos y una pequeña antesala, dentro había varias filas de bancos de madera y una reja que separaba la zona sacra del resto. La reja estaba torneada y el altar estaba labrado en piedra al estilo asturiano, con motivos geométricos».
A la entrada de la ermita, a mano derecha, se guardaban las reliquias de los santos mártires. En una de sus paredes había pinturas realizadas por los monjes. Han desaparecido. Se tienen conocimiento de que en 1457 se llevó a cabo un trabajo de restauración, así lo atestigua un documento que se conserva en la Catedral de Oviedo. En 1936, en plena Guerra Civil, fue destruida y posteriormente restaurada por Hulleras de Turón. En la actualidad permanecen en pie el tejado del cabildo, un solo arco y la nave central.
El retablo. La pieza, en restauración, es policroma. El estilo al que pertenece es fruto de discusión, algunos expertos defienden que es churriguerismo y otros, gótico. «A todos los entendidos que se han acercado hasta la capilla les ha impresionado», explica José Luis Soto. La madera de la que está hecho el retablo, nogal, es uno de los aspectos que más llaman la atención a los que se acercan hasta la ermita. Soto señala que «en la zona hay castaños y robles, pero no nogales, y el hecho de que esté confeccionado con esta madera le da un aire más especial al elemento artístico».
El convento. A la salida del pueblo, y como una sombra de lo que fue, se encuentra el convento de los benedictinos de San Busto. «Se puede apuntar la posibilidad de que alguno de los dueños del territorio cediera el solar para la construcción del convento, que data de finales del siglo VIII y principios del IX. El convento es un gran pabellón que, en la actualidad, se compone de tres piezas (separadas hacia 1700). En sus días habitados, el monasterio tenía capilla, huerto, cuadra de animales y estancias para los monjes. En torno a la capilla se construyó un cementerio, abierto, en un principio, a los benedictinos y, después, a los vecinos. Hoy en día, el edificio está distribuido en tres viviendas, con inscripciones del siglo XVI y XVII.
Las casas. El actual valor etnográfico de San Justo viene dado por la manera en que sus gentes han conservado sus hogares. En el pueblo abundan las casas con piedra tallada, hornos de leña y horros que en los días de mayor apogeo de la minería de montaña se acondicionaron como viviendas. Los lavaderos, los carros del país y el molían de escanda de la aldea son el orgullo de los habitantes de la zona.
La leyenda. El pueblo de San Justo tiene su origen en una leyenda que apunta que los santos mártires venían huyendo de los romanos «montas una mula blanca y, el sitia que güei conócese comu la Patatera, la mula dio una patá nuna peñasca dexando marcá la ferraúra al revés y engañando asina a sos perseguiores». San Justo y San Pastor amarraron la mula donde los caños, junto a una piedra que traía escrito: «Cuandu Dios quería equi augua había». «Entós la mula dio otra patá y tornó a surdir augua», concluye la historia.
El Camino de Santiago. La ermita de San Justo era parada para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago por la ruta que discurría después hacia Ujo y el Carbayu de Langreo. «Los peregrinos se acercaban a San Justo y visitaban su ermita llevando sus exvotos, y si sufrían de una dolencia, recogían tierra del pozo donde se dice que están depositadas las reliquias de los mártires y se la pasaban por el sitio dolorido con el objeto de su milagrosa curación», explica José Luis Soto.
Dibujos que realizó en San Justo Benjamín Álvarez, BENXA. De su Laminarium de Mieres y Lena.
EL COMERCIO.- A sus 78 años, Generosa Gutiérrez, trata de mantener viva la memoria de San Justo. Es, junto a su hijo, la única habitante del pueblo que hace más de once siglos inauguró la historia de Mieres. La referencia escrita más antigua data de un diploma real del 20 de abril de 857 con el que Ordoño I donó a la iglesia de Oviedo varios de los bienes que encontró en su ermita, otrora centro de peregrinación del Camino de Santiago que enlazaba con la ermita del Carbayu, en Langreo.
La
vida cotidiana de Generosa, desde hace muchos años, ha estado plagada
de hallazgos sorprendentes y valiosos: urnas funerarias, monedas
romanas, tumbas, restos humanos «Cada rincón tiene su historia», narra.
Sus relatos entremezclan tradición y leyenda y vuelven a llenar de vida
un pueblo que no hace mucho tiempo, en el siglo pasado, estaba habitado y
bullicioso debido al peculiar trabajo minero que ofrecía su entorno,
basado en un sistema de bocaminas, trincheras y planos inclinados que,
partiendo del Pico Cogollo se deslizaban hasta el pozo Fortuna para
enlazar, gracias al tren minero, con los lavaderos de La Cuadriella, en
Turón.
Tres familias -con unos 17 miembros y «cada una con entrada propia al pueblo»- completaban los bajos salarios de la mina explotando los recursos de la tierra y criando su propio ganado. Generosa lamenta que «nadie haya hecho nada por el pueblo», Ni «medio asfaltar» su principal vía de acceso. «Ahora los herederos empiezan a volver y a rehabilitar alguna de las casas», dice esperanzada.
Riqueza etnográfica.-
Flanqueado por dos yacimientos castreños catalogados -el Castil de Muries al este, y el Pico Escucha al oeste-, y a escasos 14 kilómetros de Mieres, San Justo podría potenciar su riqueza etnográfica y natural convirtiéndose en la puerta del Paisaje Protegido de las Cuencas a través de un novedoso núcleo de turismo rural.
Al menos, con esa idea trabajan ya los responsables municipales, que en el último reparto de fondos mineros del bienio 2006-2007, con cargo a la línea municipal, decidieron incluir, a instancias de de Izquierda Unida, una partida de 195.336 euros para recuperar el malogrado patrimonio, como la ermita de los santos -Justo y Pastor-, a la que, según cuenta la tradición, los peregrinos se acercaban llevando sus exvotos con el objeto de lograr la milagrosa curación de sus dolencias.
Todo fue destruido en el bañode sange de 1936 y, aunque sin tardar demasiado apareció el proyecto de reconstrucción que en 1949 la dotó de un ábside, dos arcos y un techado completo, actualmente estos elementos casi han desaparecido. «La gente iba recuperando lo que podía para volver a construir», cuenta José Luis Soto, uno de los herederos.
La arquitectura de San Justo es enteramente rústica, con casas y cuadras de piedra y madera. Sólo una de las viviendas es de construcción moderna, tras haber sido arrasada por el fuego en los años sesenta. Varias cuentan con equipamientos tradicionales como hornos de pan, molino de rebilar la escanda y carros del país.
Valor histórico.-
Entre ellas, se encuentran tres edificaciones con inscripciones datadas entre los años 1600 y 1700 en el dintel de dos de las viviendas en las que, en su día, se instalaron unos monjes de la orden de los benedictinos y fundaron un monasterio-hospedería que atendía a las necesidades de los caminantes. También la fuente más antigua del pueblo tiene inscripciones y dibujos referentes a la leyenda de los santos mártires, Justo y Pastor.
Alguna de las propuestas que barajan los responsables locales para incrementar el atractivo de la zona pasan por la recuperación del sistema de explotación de minas de montaña, que podría servir de balanza al Museo de la Minería de El Entrego, a escasos diez kilómetros de San Justo. Además, se plantea destinar a vivienda rural un hórreo que se ubicaría en una de las fincas que hay frente a la ermita.
La concejal de Cultura de Mieres, Diana González, señaló que, una vez reconocido entre los escombros,
el capitel fue trasladado de inmediato a la dirección general de
Patrimonio Cultural perteneciente a la consejería de Cultura del
Principado de Asturias, resaltando "la celeridad" con la que los
miembros del equipo de trabajo del la citada dirección general se
acercaron a la localidad mierense para recoger y trasladar el material.
González también destacó la importancia que tuvieron los vecinos de San
Justo en toda la operación, ya que su presencia "fue determinante en el
hallazgo".Tres familias -con unos 17 miembros y «cada una con entrada propia al pueblo»- completaban los bajos salarios de la mina explotando los recursos de la tierra y criando su propio ganado. Generosa lamenta que «nadie haya hecho nada por el pueblo», Ni «medio asfaltar» su principal vía de acceso. «Ahora los herederos empiezan a volver y a rehabilitar alguna de las casas», dice esperanzada.
Riqueza etnográfica.-
Flanqueado por dos yacimientos castreños catalogados -el Castil de Muries al este, y el Pico Escucha al oeste-, y a escasos 14 kilómetros de Mieres, San Justo podría potenciar su riqueza etnográfica y natural convirtiéndose en la puerta del Paisaje Protegido de las Cuencas a través de un novedoso núcleo de turismo rural.
Al menos, con esa idea trabajan ya los responsables municipales, que en el último reparto de fondos mineros del bienio 2006-2007, con cargo a la línea municipal, decidieron incluir, a instancias de de Izquierda Unida, una partida de 195.336 euros para recuperar el malogrado patrimonio, como la ermita de los santos -Justo y Pastor-, a la que, según cuenta la tradición, los peregrinos se acercaban llevando sus exvotos con el objeto de lograr la milagrosa curación de sus dolencias.
Todo fue destruido en el bañode sange de 1936 y, aunque sin tardar demasiado apareció el proyecto de reconstrucción que en 1949 la dotó de un ábside, dos arcos y un techado completo, actualmente estos elementos casi han desaparecido. «La gente iba recuperando lo que podía para volver a construir», cuenta José Luis Soto, uno de los herederos.
La arquitectura de San Justo es enteramente rústica, con casas y cuadras de piedra y madera. Sólo una de las viviendas es de construcción moderna, tras haber sido arrasada por el fuego en los años sesenta. Varias cuentan con equipamientos tradicionales como hornos de pan, molino de rebilar la escanda y carros del país.
Valor histórico.-
Entre ellas, se encuentran tres edificaciones con inscripciones datadas entre los años 1600 y 1700 en el dintel de dos de las viviendas en las que, en su día, se instalaron unos monjes de la orden de los benedictinos y fundaron un monasterio-hospedería que atendía a las necesidades de los caminantes. También la fuente más antigua del pueblo tiene inscripciones y dibujos referentes a la leyenda de los santos mártires, Justo y Pastor.
Alguna de las propuestas que barajan los responsables locales para incrementar el atractivo de la zona pasan por la recuperación del sistema de explotación de minas de montaña, que podría servir de balanza al Museo de la Minería de El Entrego, a escasos diez kilómetros de San Justo. Además, se plantea destinar a vivienda rural un hórreo que se ubicaría en una de las fincas que hay frente a la ermita.
LA VOZ DE ASTURIAS.-
La casualidad ha actuado, una vez más, como sustento adyacente de la
arqueología. El Ayuntamiento de Mieres informó ayer de que, en el
desarrollo de las obras de saneamiento del pueblo turonés de San Justo,
ha sido realizado un importante hallazgo arqueológico, un descubrimiento
que no pasará a engrosar, como viene siendo habitual, el patrimonio
arqueológico industrial de los valles, sino que esta vez se añadirá a
los descubrimientos puramente artísticos, más concretamente a los
religiosos. Se trata de los restos de un capitel presumiblemente
medieval que fue localizado durante el transcurso de las excavaciones
próximas a la ermita que da nombre a la localidad.
La edil mierense informó asimismo de que, a bote pronto, todo parece indicar que el capitel data de la Baja Edad Media, concretamente del siglo XII, aunque también se mostró cautelosa a la hora de confirmar tal circunstancia: "es necesario esperar al resultado de los pertinentes informes de la dirección general de Patrimonio, por lo que hay que ser prudentes a la hora de extraer conclusiones".
Además, es probable que en la zona en la que se encontró el capitel aparezcan, de aquí en adelante, más elementos de estas características, ya que es extraño que se presente solamente una pieza aislada. Es por eso por lo que González ha asegurado que "se extremarán las medidas de seguridad a este respecto en el desarrollo de los trabajos que restan por realizarse en la zona", y que hay que dejar abierta la posibilidad de que San Justo "nos dé muchas más sorpresas".
La circunstancia fundamental que revela la importancia de este hallazgo es la escasez de datos que se poseen sobre la supuesta época del capitel en la zona del valle del Caudal, cuyo primer asentamiento urbano conocido fue precisamente San Justo, un lugar que destaca dentro del Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras.
Por último, indicar que los capiteles son construcciones que se disponen en el extremo superior de las columnas o pilares para trasmitir a estas piezas estructurales verticales las carga de peso que reciben. Por ello, lo lógico es pensar que el capitel hallado pertenecía a una capilla situada más o menos en el mismo sitio en el que se encuentra la actual ermita, algo bastante común.
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