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Es una tarde
cualquiera de un verano olvidado de principios del pasado siglo.
Requejo, La Villa y Oñón, los barrios fundacionales de Mieres, reflejan
bajo un fogoso sol el trajín de una joven villa en crecimiento. Por las
caleyas de uno de estos enclaves, seguramente Oñón, pasea despreocupado
Vital Aza Álvarez Buylla. El dramaturgo saluda a sus vecinos jovial,
lanzado algún verso ingenioso mientras busca alguna tertulia en la que
poder rebatir con burlón donaire a los enemigos de la república. La
estación seca se acaba y el exitoso escritor ya planea poner rumbo al
sur, a Málaga. A regañadientes dejará Mieres antes de la caída de la
hoja para instalarse, tras un breve paso por Madrid, en la capital
andaluza. La vitalidad sigue intacta pero la salud demanda cuidados.
Además, a sus más íntimos les explica que también necesita descansar un
poco de su mujer, Maximina Díaz Sampil. Con humor apunta que su amada,
nacida en Gijón y de fuerte carácter, ejerce con demasiada frecuencia de
«gijonuda». Un siglo después de su muerte, Vital Aza sigue
siendo recordado en Mieres, donde ayer fue nombrado oficialmente «Hijo
adoptivo» a título póstumo. Su concejo natal, Lena, también evocó la
figura del popular autor teatral para nombrarle ayer «Hijo predilecto».
Cuatro nietos de Vital Aza y varios bisnietos estuvieron presentes en
tan emotivos actos. Los homenajes a Vital Aza Álvarez Buylla
arrancaron ayer con una ofrenda floral en el cementerio de Mieres. Fue
el arranque de un intenso día en el que los descendientes del escritor
pudieron dar fe de que su recuerdo aún late en la comarca del Caudal. El
salón de plenos del Ayuntamiento de Mieres acogió ayer el acto de
nombramiento de Vital Aza como «hijo adoptivo» del concejo. «Cuando mi
abuelo recibía un homenaje o tenía invitados en casa le gustaba dedicar a
los presentes unos improvisados versos», señaló ayer Vital Aza Jiménez,
nieto del dramaturgo. El alcalde, Aníbal Vázquez, no se atrevió ayer
con la poesía, pero dejó constancia en un prosa clara y directa de que
Mieres admira con cariño a quien un día decidió ser uno más del concejo.
De hecho, el ingenioso autor, dotado de una ágil habilidad para la
poesía y la inventiva de diálogos teatrales, pidió ser considerado,
junto a su familia, vecino de Mieres, petición que fue aceptada el 24 de
julio de 1908. «Nunca fue un escritor costumbrista ni regionalista,
pero siempre tuvo presente a Asturias», señaló ayer Aníbal Vázquez. El
vicealcalde y concejal de Cultura, Manuel Ángel Álvarez, entonó el
segundo acto: «Reivindicamos la talla de grandes hombres y mujeres que,
como Vital Aza, han dado tanto a este territorio y cuya huella y
recuerdo pervivirán para siempre». La familia del dramaturgo se mostró
plenamente satisfecha y agradecida. «Estamos muy contentos con cada uno
de los actos que se están organizando y con las muestras de cariño y
respeto que estamos recibiendo», indicaron los nietos. El acto
institucional en Lena incluyó la presentación de un nuevo libro
conmemorativo, que incluye un repaso a su obra y datos bibliográficos.
El trabajo se entregó gratuitamente a la entrada del acto de concesión
del titulo de «Hijo predilecto», junto al marca páginas ganador del
concurso escolar sobre el autor. Tras la proyección de un vídeo de
imágenes sobre la vida del dramaturgo y la exposición de la Sociedad de
autores y editores (SGAE), comenzaron las intervenciones. La mesa estuvo
encabezada por el alcalde, Ramón Argüelles, que aseguró que Vital Aza
«fue el vecino más ilustre del concejo» y agradeció la presencia de los
familiares, «porque algunos se acercaron desde muy lejos». El Alcalde
estuvo acompañado por el director del IES Benedicto Nieto, Luis Cañedo, y
el nieto del autor, Pedro Vital Aza. Juan Carlos González, de la SGAE, y
José Adolfo Rodríguez, director general de Patrimonio también ocuparon
un lugar en la mesa. Tras la lectura del acta plenaria sobre
la distinción de «Hijo predilecto», Argüelles entregó la placa a Pedro
Vital Aza. El nieto del dramaturgo donó el galardón a la exposición
permanente sobre el autor que se encuentra en el Teatro Vital Aza. «Fue
una gran persona», señaló el nieto del autor. Pedro Vital Aza recordó
que un librero de Lima le recitó en una ocasión el «Ego sum» del
escritor lenense, «me emocioné cuando empezó la poesía y me dijo que era
un gran seguidor de mi abuelo». Tras su intervención, recitó una poesía
en colaboración con los escolares del concejo. El acto terminó con
aplausos para Vital Aza. Los homenajes continúan hoy, a las
ocho de la tarde, con un concierto de la banda de Música de Mieres en el
Teatro Vital Aza de Pola de Lena. Mieres acogerá mañana la
representación de una semblanza poética y teatral a cargo de la
Asociación Cultural el Tabernáculo de palmera. Será también a las ocho
de la tarde.
FUENTE: C. M. B. / D. M. - (La Nueva España)
Vital Aza. Pola de Lena
Al despuntar la mañana,
tras una noche serena
y en fecha ya muy lejana
nací en la Pola de Lena,
hermosa villa asturiana.
Como nací no lo sé;
no recuerdo la postura,
porque yo no me fijé;
pero hay gente que asegura
que yo he nacido de pie.
Quizás la gente no acierte;
mas ni me quejo, ni soy
de los que piden la muerte,
porque, la verdad, estoy
muy contento con mi suerte.
Y pues me mandan que escriba
mi semblanza, en confianza,
aunque el rubor me cohiba,
hagamos en la semblanza
historia retrospectiva.
Inocente criatura
sin pizca de travesura,
pasé mi infancia en la Pola
halagándome una sola
idea: la de ser cura.
¡¡Yo cura!!... Estuve acertado
al no cumplir mis deseos,
pues con lo que me be estirado
siempre me hubiera faltado
paño para los manteos.
Perdida la vocación,
dejé sermones y pláticas;
tiré el Nebrija a un rincón,
y empecé las matemáticas
en la villa de Gijón.
Como era buen dibujante,
obtuve, siendo un chiquillo,
mi plaza de delineante,
y fui después ayudante
del ingeniero Castillo.
Casi a palmos estudié
el ferrocarril de Oviedo,
¡y jamás olvidaré
los diez meses que pasé
sobre el túnel de Robledo!...
Cansado de dibujar
y de tanto cubicar
en el campo y la oficina,
vine a Madrid a estudiar,
¿qué diréis? Pues... ¡Medicina!
Seguí mi nueva carrera
con decisión verdadera.
Hoy soy todo un Licenciado,
y juro que no he matado
un solo enfermo siquiera!
A San Carlos asistía
de ardor y entusiasmo lleno,
y aunque el tiempo compartía
entre Galeno y Talía,
venció Talía a Galeno.
Mi amigo Ramos Carrión,
que siempre fue para mí
amigo de corazón,
me dijo: —Quédate aquí,
y no pienses en Gijón.
¡No seas un inocente!
Con la humanidad doliente
el negocio es problemático.
Tu porvenir, francamente,
está en ser autor dramático.»
Siempre obediente y formal,
seguí el consejo leal.
Hoy vivo de lo que escribo,
y pues vivo como vivo
no debo escribir muy mal.
¡No escribo mal, no, señor!
¡Vaya si soy escritor!
Créanme ustedes a mí.
Hay eximios por ahí
que escriben mucho peor.
Tengo gracia y humorismo...
Me dirán que esto es cinismo.
Lo será, no lo discuto;
pero no he de ser tan bruto
que hable yo mal de mí mismo.
Soy de carácter jovial.
De salud estoy tal cual;
viviendo en un ten con ten.
Unas veces vamos bien
y otras veces vamos mal.
Paso mi vida cantando,
y si estoy de mal humor
—que lo estoy de vez en cuando—
me curo tarareando,
que es el remedio mejor.
De música no he de hablar.
Sobre este particular
no me atrevo a discutir.
Yo tan sólo sé sentir
la música popular.
En mi vida pude yo
entender, ni entenderé,
lo que algún genio expresó
en esas latas en re
y esos infundios en do.
Pero, en cambio, el alma mía
siente emociones extrañas
cuando oigo al caer el día
esa vaga melodía
del canto de mis montañas.
De mi físico, deseo
hablar, para terminar.
Hay quien dice que soy feo,
y, la verdad, no lo creo.
Creo que soy regular.
Y aunque en el retrato estoy
como soy: ¡Feo! No voy
a renegar de mi casta;
pues para mis hijos soy
hermoso, y eso me basta.
¿Que soy largo? ¡Dios lo quiso!
Y así soy hombre de viso.
Y al ser largo me hago cargo
de que en el mundo es preciso
ser como yo soy: ¡Muy largo!
Y por sabido se calla,
que de Trujillo a Tafalla
y de Castellón a Suances,
no hay otro autor de más talla,
ni otro hombre de más alcances.
Y bien merezco el respeto,
pues, sin pecar de indiscreto,
y sin pretensiones raras,
puedo meterme, y me meto,
en camisa de once varas.
¿Queréis discutir? ¡Locura!
No me vengáis con cuestiones,
pues gracias a mi estatura,
rayo siempre a gran altura
en todas las discusiones.
Abur, y basta de chanza.
Mi semblanza se acabó;
pues soy largo y se me alcanza
que ha salido mi semblanza
casi más larga que yo.
***
Cuando de niño empecé
Cuando de niño empecé
a darme a la poesía,
tan en serio lo tomé,
que sólo en serio escribía.
Romántico exagerado,
era lo triste mi fuerte.
¡Válgame Dios! Le he soltado
cada soneto, ¡A la muerte!
La fatalidad, el sino,
el hado, la parca fiera,
el arroyo cristalino
y la tórtola parlera....
Todo junto le servía
a mi necia inspiración
para hacer una elegía
que partía el corazón.
No hubo desgracia ni duelo
que en verso no describiera....
¡Si estaba pidiendo al cielo
que la gente se muriera!
¿Que airado el mar se tragaba
la barca del pescador?
Pues yo en mi lira lanzaba
los lamentos de rigor....
¿Que un amigo se moría,
viejo o joven, listo o zafio?
Pues, ¡zas!, al siguiente día
publicaba su epitafio.
¿Que una madre acongojada
gemía en llanto deshecha?
¿Que por una granizada
se perdía la cosecha?
Pues yo enjugaba aquel llanto
en versos de arte mayor,
y maldecía en un Canto
al granizo destructor.
Escéptico y pesimista
¡me hacía unas reflexiones!....
Sirva de ejemplo esta lista
de varias composiciones:
Ludibrio, Dios iracundo,
Profanación y adulterio,
Los desengaños del mundo,
El ciprés del cementerio.
Pues, ¿y una composición
en que, imitando a otros vates,
con la mejor intención
decía estos disparates?
¡Ay! El mundo en su falsía
aumentará mi delito,
vertiendo en el alma mía
la duda de lo infinito.
¡Triste errante y moribundo,
sigo el ignoto sendero,
sin encontrar en el mundo
un amigo verdadero!
¡Todo es falsedad, mentira!
¡En vano busco la calma!
¡Son las cuerdas de mi lira
sensibles fibras del alma!
¡El mundo, en su loco anhelo
me empuja hacia el hondo abismo!
¡Dudo de Dios y del cielo,
y hasta dudo de mí mismo!
¡Esta existencia me hastía!
¡Nada en el mundo es verdad!»
¡Y todo esto decía
a los quince años de edad!
Francamente, yo no sé
cómo algún lector sensato
no me pegó un puntapié
por necio y por mentecato.
Por fortuna ya no siento
aquellas melancolías
ni doy a nadie tormento
con vanas filosofías.
Ya no me meto en honduras,
ni hablo de llantos ni penas,
ni canto mis amarguras
ni las desdichas ajenas.
He cambiado de tal modo,
que soy otro diferente;
pues hoy me río de todo,
¡y me va perfectamente!
Vital Aza. Pola de Lena
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