15 de marzo de 2024

El robo de las enseñas de la Legio I Augusta (I)

Las guerras astur-cántabras, cuando Augusto perdió su primer Águila de legión
Romanos contra astures durante las Guerras Astur-cántabras (29-19 a. C.). Ilustración: Radu Oltean para la revista Desperta Ferro. Facebook: Roma Invicta.
Casi treinta años antes de la terrible derrota en Germania de las legiones en Teotoburgo, el primer emperador de Roma soportó en la zona de Picos de Europa el robo de las enseñas de su Legio I Augusta (que se fundió cien años después con una de las legiones que creó León)
 "pinza" que efectuaron las legiones romanas desde los territorios vacceos (al Sur), galaicos (al Oeste) y vascones (al Este), en el momento en que los astures y cántabros se tuvieron que refugiar en la Cordillera Cantábrica comenzó el verdadero infierno de los soldados romanos. ileón.
ileón.
Tras la última revuelta de los cántabros; que vivían también en la Montaña Oriental leonesa. Era el mayor descrédito para el Ejército romano, que sufrió lo indecible para vencer en una de las guerras más encarnizadas de toda la Historia de Roma. "Varo, devuélveme mis legiones". Esta frase quedó para la Historia de Roma, tras la derrota del Ejército romano en el bosque de Teotoburgo, donde el general al que alude César Augusto perdió nada menos que tres legiones (y sus correspondientes Águilas y enseñas) masacradas por los germanos de Arminio. Suetonio contaba que el primer emperador de Roma sufría pesadillas en su vejez y gritaba esta frase por la noche entre sudores fríos. Aquello ocurrió en el 9 después de Cristo... pero no era la primera vez que a Octaviano le había ocurrido algo así. En realidad, fue en la zona de Picos de Europa donde fue humillado con la pérdida de su primera Águila legionaria casi treinta años antes. "Agripa, devuélveme mi Águila". Esta orden (que el autor del artículo se inventa como truco literario porque no hay constancia de que fuera eso lo que César Augusto le dijera) supuso el principio del fin de una de las guerras más difíciles y complejas de conquista de las que salió victorioso el ejército romano.
Aquilifer de la Legio X Equestris durante la campaña gálica de César. Se aprecian tres estandartes: el «aquila legionis» y un par de «signa». Asimismo, se observan ejemplares de «phalerae». Ilustración: Seán Ó'Brógáin. Facebook: Roma Invicta.
La astur-cántabra, la 'bellum cantabricum et asturum'. Y fue en la zona de las actuales provincias de León, Asturias, Cantabria y el norte de Palencia: la guerra astur-cántabra (oficialmente desde el 29 al 19 antes de Cristo), que el propio Augusto inició de forma propagandística y para quedarse el oro de los ástures y financiar su Imperio, muy tocado económicamente tras la Guerra Civil contra Marco Antonio y Cleopatra. Pongámonos en situación: en la península ibérica vivían aún libres dos tribus de alto potencial bélico, la astur (más allá del río Ástura, el actual Esla, que vivían en el norte de Tras os Montes en Portugal y Zamora, y en lo que vendrían a ser las actuales provincias de León y Asturias) y la cántabra (en la zona de la Montaña Oriental leonesa donde vivían los vadinienses, desde el Sella en Asturias, el norte de Palencia y la provincia de Santander). Eran tan fieros y atrevidos que incluso estos últimos llegaron a intervenir en la Galia suroccidental para apoyar a los galos de la Aquitania en una revuelta contra Roma (en tiempos del tío de Octavio, Júlio César en el 56. a.C). Y cerca no estaba la zona occidental de la Francia de hoy para los cánones de aquella época. Y casi ni de ésta. 
Augusto de Prima Porta, estatua de César Augusto en el Museo Chiaramonti de la Ciudad del Vaticano. (...) Saber más... WIKIPEDIA.
El caso es que Octaviano Augusto, tras vencer a Marco Antonio en el 30 a.C. se planteó la posibilidad de castigar a los cántabros, y de paso conquistar las zonas auríferas astures (de la que las espectaculares minas de Las Médulas, hoy Patrimonio de la Humanidad, son su ejemplo más notorio). Sobre todo porque Marco Agripa (su mejor amigo y aliado, que llegó a ser heredero de Augusto al convertirse en su yerno en el 21. a.C; así de raro era el Imperio Romano), era el que se había llevado la fama de estratega en las guerras civiles que auparon al sobrino de César al poder. Su 'máquina de matar' personal, como se diría. Así que, para conseguir prestigio y aceptación como gran general, e intentando emular a su tío Julio (y eclipsar la fama de Agripa), inició dos años de operaciones militares de tanteo en la zona astur. Informado sobre el terreno, en el 27 a.C. entró en el templo de Jano para abrir sus puertas y arrojar públicamente una lanza en la dirección que creía que estaban estas dos tribus hispanas ante la sorpresa de toda Roma. Un golpe de efecto que Augusto creía que iba a ser su encumbramiento popular como genio militar. Pobre de él. Lo cuenta Floro así: "En el occidente estaba ya en paz casi toda Hispania, excepto la parte de la Citerior, pegada a los riscos del extremo del Pirineo, acariciados por el océano. Aquí se agitaban dos pueblos muy poderosos, los cántabros y los astures, no sometidos al Imperio"
Estatua ecuestre de bronce de Marco Aurelio. Museo Capitolino, Roma. Marco Aurelio Antonino (en latín: Marcus Aurelius Antoninus; Roma, 26 de abril de 1213​-Vindobona o Sirmio, 17 de marzo de 1804​), conocido como Marco Aurelio, fue un emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte, en 180. (...). Saber más... WIKIPEDIA.

El historiador romano deja bastante claro que los hispanos que quedaban aún por conquistar (nótese que gallegos y vascos ya estaban bajo el poder romano, y en el caso de estos últimos colaborando con ellos, por mucho que digan los mitos del nacionalismo actual) no eran moco de pavo. Claro que él escribió esto doscientos años después en tiempos de Marco Aurelio; Augusto no sabía dónde se estaba metiendo. La guerra con los astures y los cántabros pronto se convirtió en una pesadilla que casi acaba con la frágil salud del primer emperador. Resumiendo rápidamente: “Los guerreros de estas tribus eran tan bestias como inteligentes a la hora de enfrentarse a las entre siete y nueve legiones (no todas a la vez, serían unas seis, tres en cada frente y las restantes sustituyéndolas) que los romanos tuvieron que emplear para someterlos”. Y no contentos con ello se rebelaban una y otra vez. Los astures fueron los únicos que presentaron batalla en campo abierto en una jornada en la que estuvieron a punto de vencer y los romanos tuvieron enormes pérdidas. Les salvó que les habían avisado antes los brigecinos traicionando a sus tribus hermanas, que si llegan a haber cumplido su plan: atacar por sorpresa los campamentos de aquellas tres legiones, quizás no habría quedado romano en pie (y habrían conseguido las Águilas unos años antes que los cántabros)
Guerrero y mujer astures, siglo I a.C. (Museo arqueológico de Asturias). Facebook: Ilustraciones Históricas

Mientras, a los indomables guerreros 'cantabri' (no se llama el bravío mar Cantábrico así por casualidad), se los fue venciendo tras una serie de asedios dignos de lo que la Historia recuerda en el sitio de Sagunto, el asedio de Numancia, o el peliculero asalto a los judíos en Masada. Todos ellos terminaron con el suicidio de sus habitantes antes de rendirse a las tropas romanas. Sí, incluso los astures terminaron así, pero no lo recuerda nadie en la actualidad pese a ser una de las guerras más famosas de los tiempos de los romanos (con la Junta de Valladolid y el Estado financiado actos conmemorativos de los numantinos 2.150 años después y olvidándose de la gesta astur; aunque el Gobierno Cántabro sí que dedica algo de dinero a contar aquella épica resistencia). Aún así, incluso con la 'pinza' que efectuaron las legiones romanas desde los territorios vacceos (al Sur), galaicos (al Oeste) y vascones (al Este), en el momento en que los astures y cántabros se tuvieron que refugiar en la Cordillera Cantábrica comenzó el verdadero infierno de los soldados romanos. Y eso que la guerra del llano no fue precisamente fácil. Para las operaciones tácticas durante los diez años (oficiales) de guerra, se calcula que al menos se dispusieron sobre el terreno unos 30.000 efectivos de soldados de las entre siete y nueve unidades de élite romanas que se necesitaron para doblegar la resistencia. 
Romanos en Hispania, de izquierda a derecha: Legionario de la Legio VII Gemina, Jinete y arquero, siglo III d.C. (Raffaele Ruggeri). Facebook: Ilustraciones Históricas

A las que habría que añadir entre 15.000 y 30.000 soldados de tropas auxiliares, ya que cada legión contaba con cuatro o cinco unidades de este tipo (que solían ser alas de caballería o cohortes de infantería, según indica el experto en Historia Militar Romana Julio Rodríguez, autor del extensísimo y recomendadísimo libro 'Diccionario de Batallas de la Historia de Roma'). Las guerras de guerrillas, propias de los hispanos (la más famosa fue la del lusitano Viriato, aunque hubo muchas más) fueron superlativamente duras aquí. Provocando nada menos que para poder ir conquistando sus castros los legionarios tuvieran que transitar por los cordales de las montañas. O sea, por la zona más alta de las mismas. Casi nada. Aún hoy existe la calzada romana de la Carisa entre Asturias y León. Además, la cantidad de campamentos a más de 1.700 metros de altura que tuvo que disponer el general Publio Carisio para controlar los pasos de montaña, fue numerosísima. Y eso que se tenían que abandonar en invierno y los romanos destruían todos los fuertes para volverlos a construir en primavera. Tenía que hacerse así por pura supervivencia. Con los ástures o cántabros transitar en fila por un desfiladero, o cualquier valle estrecho, era prácticamente muerte segura.
Centurión romano en el siglo III d. C. Peculiarmente, lleva su vaina en la derecha. Lámina: Giuseppe Rava. Facebook: Roma Invicta

Algo que les ocurriría a los musulmanes siglos después, con la mítica batalla de Covadonga (por fantasiosa) como ejemplo de destrucción de una tropa militar en las montañas cantábricas. "No es baladí ni casualidad que la recuperación cristiana de la península ibérica tras el 711 comenzara en esta zona", según comenta la medievalista Margarita Torres. Ni que el primer reino en combatir a los árabes fuera el de los Astures ('Asturum Regnum', y no reino de Asturias). Estas cumbres son una muralla natural prácticamente inconquistable; salvo si eres romano en todo tu esplendor, claro. Augusto lo intentó, vaya que sí. Casi dos años estuvo en Hispania para volver como vencedor del conflicto (entre el 25 y el 24 antes de Cristo); pero la salud no le acompañó. No es difícil para un leonés, un asturiano o un cántabro de hoy en día pensar cómo sería el clima de estas tierras en época romana. Le vale con conocer la extrema dureza de la meteorología del siglo XXI: frío y grandes nevadas, que cuando se convierten en 'nevadonas' no tienen nada que desmerecer a las de los países nórdicos. Octaviano se trasladó a comandar las tropas, en plan propaganda como su tío Julio, pero al final enfermó. "La estancia de Augusto en Cantabria no debió ser afortunada. El cansancio, el desánimo de una guerra de guerrillas, la aspereza del terreno, la enfermedad [...] hicieron mella en el Emperador que se retiró de la contienda a Tarragona. En Roma se llega a decir que el Emperador ha muerto por su mala salud y Augusto enferma del hígado", explican en la cronología de esta 'maldita' guerra en Wikipedia. 
Estandartes y 'vexillum' (banderas militares) de las legiones de Roma. Foto: Uribe. ileón.
Y tampoco le benefició la Fortuna, ya que venía en loor de multitudes para compararse a los estrategas más importantes de la Historia (una Victoria como las de su tío Julio César ya lo encumbraría totalmente al poder con la admiración del Pueblo de Roma) y el dios de la guerra romano, Marte, resulto parecer reírse de él; puesto que nunca fue un hacha en esto de lo bélico. Más que esquivo, se le puso de espaldas, o le hacía zancadillas como si admirara el ímpetu de ástures y cántabros. Contrariedad tras contrariedad, por culpa de los constantes golpes de mano de aquellos malditos hispanos del noroeste, llegó el aviso definitivo de que lo que estaba haciendo no le compensaba para nada. Enfermo y trasladándose en litera por la zona de El Bierzo, cayó un rayo tan cerca de él que casi lo mata; es más, fulminó a uno de sus sirvientes que le portaba. Para un romano como él (que era el primer romano, el 'princeps' de Roma, el ciudadano principal), un augurio así era la gota que colmaba el vaso. Júpiter, el dios del rayo romano, le había advertido de que Marte se estaba choteando a saco de él. Y que ya bastaba. 
Augusto como magistrado; la cabeza de mármol de la estatua fue esculpida c. 30-20 a. C., y el cuerpo en el siglo ii a. C. (Museo del LouvreParís).
El hombre más poderoso del mundo antiguo se veía enfermo, incapaz, y asediado por los problemas que creaban una panda de bestias hispanas destruyéndole los planes de gloria día sí... y día también. Ciertamente le parecería que el dios Marte honraba con su amistad y protección a sus enemigos. Pero ya, con los rumores en Roma sobre su muerte (cosa que ningún mandatario romano podía permitirse), tuvo claro que tenía que irse. Augusto abandonó y se marchó de estas tierras para no volver nunca jamás. Eso sí, cuando llegó a la ciudad del Tíber, hábilmente hizo festejar su propio Triunfo para ocultar lo que verdaderamente ocurría en Hispania. Repartir un montón de dinero al Pueblo de Roma y más 'pan y circo' aún funcionaba bien en aquellos tiempos. El caso es que ni aún con decenas de miles de los mejores soldados de Roma entrampados en un verdadero matadero, la cosa se pudo solventar. Hasta que, hartos, decidieron utilizar el método de desembarco con la flota de la Aquitania (téngase en cuenta que a los soldados romanos no les gustaban precisamente los barcos). Nótese, Aquitania: el lugar al que acudieron los cántabros para ayudar a los galos contra César y que desató la animadversión familiar del emperador y usó como excusa para iniciar su ambiciosa guerra. (Continua...)
Invasión romana del territorio de los cántabros en tres columnas y desembarcos en el Cantábrico. Arre Caballo.
FUENTE: JESÚS MARÍA LÓPEZ DE URIBE. Artículo publicado por “Ileón” el 10-06-2018. Ver enlace.
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AUTORES.

Jesús María López de Uribe y García. León (España) 29-08-1970
.  Licenciado en Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid. Periodista y gran aficionado a la Historia Cursos de doctorado en Historia. Universidad de León. Curso de Adaptación Pedagógica. Cursos de Doctorado a la ciencia, la tecnología, la sociología, la filosofía y la política. Editor de Contenidos. Organizador de Eventos. Divulgador de Historia y de Tecnología. Los años de periodista en varios medios de comunicación le han permitido ser Gestor de Contenidos de todo tipo en diversos medios de comunicación tanto en la ciudad de León, como de ámbito nacional. Sus capacidades tecnológicas y el conocimiento de los fundamentos lógicos de la programación le permiten diseñar nuevos medios de comunicación y herramientas digitales dedicadas al periodismo. Además, es experto en Comunicación Corporativa y soy capaz de colocar una noticia en casi cualquier lugar. Premio ASEBIO 'Ciencia para la vida' (Asociación de Empresas de Biotecnología) en el año 2015. Fuente: http://www.uribex.com/. Foto. De Jesús María López de Uribe y García. linkedin.

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Esta página se editó por última vez el 13 de marzo de 2024 a las 08:05 horas.

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