El origen
de la bandera de España a través de un hidalgo del Principado
Carlos III eligió "la rojigualda" en 1785
para la Real Armada de entre doce modelos que le mostró Antonio Valdés y
Fernández Bazán, hijo de un asturiano
El 13 de octubre de
1843, el año en el que Isabel II fue declarada mayor de edad (con 13 años),
Joaquín María López, entonces presidente del Consejo de Ministros
(provisional), y el general Francisco Serrano, como ministro de la Guerra,
firmaron, en nombre de la reina, el Real Decreto por el que se establecía la
bandera nacional de España a tenor de la bicolor (encarnada y amarilla/roja y
gualda) que ondeaba en los barcos de la Real Armada desde 1785.
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Joaquín
María López de Oliver y López de Platas (Villena, Alicante, 15 de agosto de
1798 - Madrid, 14 de noviembre de 1855). Retrato de Joaquín María López
(c.1884), por José Casado del Alisal (Congreso de los Diputados, Madrid). De
José Casado del Alisal - Congreso de los Diputados, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3635315 |
Como se puede leer
en el texto del Real Decreto, la medida obedecía a que "la unidad de la
monarquía española y la actual organización del ejército y demás dependencias
del Estado exigen imperiosamente desaparezcan todas las diferencias que hasta
ahora han subsistido sin otro fundamento que el recuerdo de esa división local,
perdida desde bien lejanos tiempos". En el 2018 se
cumplió el 175. º Aniversario de "la rojigualda" y el
Instituto de Historia y Cultura Militar organizó una exposición itinerante de
banderas históricas (desde los Reyes Católicos hasta nuestros días), que se
pudo visitar en Barcelona, Cartagena (Murcia), La Coruña y Valencia. No figuraba en la relación Asturias, aunque la actual bandera nacional tenga origen
asturiano a través de Antonio Valdés y Fernández Bazán, miembro, por parte de
su padre, Fernando Valdés y Quirós, de dos viejos linajes del Principado. La historia de
"la rojigualda" comenzó 58 años antes del Real Decreto de 1843,
cuando el bisabuelo de Isabel II, el rey Carlos III, "para evitar los
inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la
bandera nacional de que usa mi Armada naval y demás embarcaciones españolas,
equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras naciones",
dispuso el 28 de mayo de 1785, en Aranjuez, una de las residencias reales,
"que en adelante usen mis buques de guerra de bandera dividida a lo largo
en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho
cada una de la cuarta parte del total, y la de enmedio, amarilla...".
Fue el encargado de
cumplir la orden del monarca Borbón el entonces secretario de Estado y del
Despacho Universal de Marina, Antonio Valdés y Fernández Bazán, quien había
presentado al rey doce propuestas para que eligiera los colores de la nueva
bandera de la Real Armada. El 11 de septiembre
de 2005, en las páginas de este suplemento, la historiadora Micaela Valdés y
Ozores, que hizo su tesis doctoral sobre su antepasado Antonio Valdés y
Fernández Bazán, explicó el motivo que condujo a Carlos III a adoptar los
colores encarnado y amarillo: "La bandera blanca de los Borbones causaba
confusión en las batallas y Carlos III ordena confeccionar una nueva. Antonio
Valdés le presenta varios diseños y el rey elige la roja y amarilla, que se
impone en la Armada y, posteriormente, Isabel II dispone que sea la bandera
nacional". En los años
siguientes a 1785 la bandera ya ondeaba también en las plazas y castillos
marítimos y en otras dependencias de la Real Armada como los arsenales,
astilleros, cuarteles, etcétera, y a partir del Real Decreto de 13 de octubre
de 1843 el uso de "la rojigualda" se generalizó. Otro Real Decreto de
1908, en el reinado de Alfonso XIII, nieto de Isabel II, dispuso que la bandera
española ondease los días de fiesta nacional en todos los edificios públicos.
Antonio Valdés y
Fernández Bazán (Burgos, 1744-Madrid, 1816) nació en la capital castellana a
causa de que su padre, Fernando Valdés y Quirós (Cangas de Tineo, 1705-Madrid,
1760), era "corregidor en propiedad de Burgos" desde 1742, cargo que
ya había ocupado su abuelo paterno, José Valdés Sierra y Llano. La madre de Antonio
Valdés fue Rafaela Fernández Bazán y de Ocio, descendiente de sendos linajes
riojanos de las villas de Fuenmayor (Bazán) y de Casalarreina (Ocio). En el año
1988, en Fuenmayor, frente al palacio de la familia Fernández Bazán, se erigió
una estatua de bronce de Antonio Valdés y Fernández Bazán con capa, sombrero de
tres picos, espada y bastón. A la edad de 13 años
sentó plaza de guardiamarina en Cádiz. En 1761 ya era alférez de fragata y con
los años llegaría a ser jefe de escuadra y el cuarto capitán general de la Real
Armada. El 2 de marzo de 1783 obtuvo el empleo de secretario de Estado y del
Despacho Universal de Marina (el equivalente a ministro de Marina). También desempeñó
los empleos de secretario de Estado y Despacho Universal de Indias y consejero
de Estado. Fue nombrado caballero de la Real Orden del Toisón de Oro y de la
Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de
Malta y con el rey Carlos IV gentilhombre de Cámara. En 1930, el
historiador y académico de la Historia Ismael García Rámila (Burgos, 1889-1979)
publicó "Un burgalés ilustre: el baylio, ministro, capitán general de la
Armada, caballero de San Juan y del Toisón, excelentísimo señor don Frey
Antonio Valdés y Bazán" y en 1932 un apéndice de la obra, en el que
destaca del marino su "espíritu emprendedor y abierto a toda idea de
progreso", en línea con los tiempos que le tocó vivir, los de la
Ilustración.
Por ello, escribió García Rámila, "fue seguramente el primer
hombre de Estado que comprendió las inmensas ventajas que a la industria y
marina nacionales podría reportar el empleo del carbón mineral, la extracción
del cual puede decirse que hasta él fue en España cosa desconocida".
Y para favorecer el
desarrollo de esta industria extractiva Antonio Valdés dictó una Real Orden de
28 de marzo de 1789 "por la que se ordenaba al propio Jovellanos, de cuyo
entusiasmo y capacidad tenía el Ministro bien repetidas pruebas, que pasando
personalmente a Asturias y recogiendo cuantos datos creyese pertinentes al
objeto de su delegación, los expusiese todos, como así lo hizo", relató
García Rámila en el apéndice de su biografía de Antonio Valdés. Así comenzó la
industria extractiva del carbón en Asturias. Pero el ministro
burgalés hijo de asturiano también tuvo un papel fundamental en la gran
creación docente de Gaspar Melchor de Jovellanos en su villa natal de Gijón: el
Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía.
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Cuenta el historiador García
Rámila: "El 8 de julio de 1787 se dicta, a instancias de Valdés, y
refrendado por él como Ministro de Marina, un Real Decreto por el que se
ordenaba el establecimiento de escuelas de Náutica en todos los puertos del
reino habilitados para el comercio de Indias. La villa de Gijón, centro
marítimo de importancia ya por aquellas fechas, en cumplimiento y al amparo de
lo ordenado por la disposición Real, había solicitado (...) el establecimiento
en ella de uno de dichos centros (...) Valdés primero, y el Consejo de Estado
finalmente, aprueban y dan fuerza de ley a la proposición de Jovellanos por
Real Cédula de 24 de agosto de 1792, naciendo así la fundación docente de
dichosa recordación que se llamó Real Instituto Asturiano de Náutica y
Mineralogía".
El 7 de enero de
1794 fue el acto de inauguración y no faltó el reconocimiento a Antonio Valdés
y Fernández Bazán. "En una de las puertas del edificio destinado a
Instituto -escribió Ismael García Rámila-, se veía la cifra del apellido Valdés
dentro de una corona de olivo, y debajo se levantaba sobre diversos trofeos
militares y navales un ara en que ardía el fuego de la gratitud, y en su frente
se leía esta cariñosa dedicatoria: 'A la gloria del Ministro patriota protector
del Instituto, su promotor, su director, sus alumnos' ".
José María Ceinos es redactor del diario Asturiano La Nueva España
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