El "alemán" de Corao
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(…). La cueva
del Cuélebre, el abrigo natural al que se retiraba a pensar y dibujar Roberto
Frassinelli y Burnitz, es una propiedad privada que forma parte de una finca
donde habitualmente pasta ganado. (…). Saber más… El Cuaderno.
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Le llamaban el alemán de Corao por razones obvias: procedía del país teutón y se había afincado en esa aldea cercana a Covadonga, el apodo, por sí mismo, ya da fe del carácter enigmático del personaje |
Roberto
Frassinelli y Burnitz (Ludwisburg 1811 — Corao 1887), también conocido como «el
alemán de Corao». Fue un dibujante, bibliófilo, anticuario, naturalista,
arqueólogo de origen alemán y afincado en Corao, Cangas de Onís (Asturias) (…)
Texto: WIKIPEDIA. Foto: El Comercio.
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El Comercio
En la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, bajo una modesta
losa de pizarra, reposan los restos de Roberto Frassinelli. No siempre
estuvieron allí. Hasta 1977, los escasos iniciados que se internaban en aquel
paraje fantasmal para rendir un tributo casi secreto a un personaje que había
muerto dejando tras de sí una larga serie de enigmas tenían que alejarse unos
pasos del templo para adentrarse entre la agreste vegetación de un cementerio
medio abandonado y rebuscar el sepulcro que acogía sus cenizas. El traslado de
sus huesos fue el inicio de un 'movimiento' de recuperación de su figura y su
legado que llegó a su momento álgido en 1987, cuando, con motivo del centenario
de su muerte, se celebró una exposición que arrojó no poca luz sobre la vida y
el legado de quien fuera una de las figuras más importantes de la cultura
asturiana del XIX. Después, volvió el silencio.
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La iglesia de Santa Eulalia situada en la localidad de
Abamia, en el concejo de Cangas de Onís, (Principado de Asturias, España) data
del siglo XII, si bien se tiene constancia de un templo del siglo VIII. Saber más... WIKIPEDIA
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Pese a que no puede decirse que haya caído del todo en el
olvido, lo cierto es que el nombre de Roberto Frassinelli pasa hoy inadvertido
no ya para quienes visitan el santuario de Covadonga, escenario de la mayor
parte de sus inquietudes y desvelos, sino para muchos asturianos que jamás han
oído hablar de su existencia. Y sin embargo, tanto el personaje como sus
tribulaciones merecen que se les preste, cuando menos, un poco de atención, por
más que en su biografía sean pocos los datos concretos y entregarse a una
reconstrucción de lo que fue su vida suponga muchas veces internarse por los
territorios de la hipótesis, cuando no de la invención más o menos afortunada.
Sabemos que Frassinelli nació en la localidad alemana de Ludwisburg en 1811 y
que, entre 1831 y 1833, estudió en la Universidad de Tubinga las asignaturas de
zoología, anatomía, química, botánica, cirugía y fisiología. También que formó
parte de varias sociedades secretas y corrientes revolucionarias -entre ellas,
la 'Gesellschaft der Feurreiter' y la 'Sociedad de los Jinetes del Fuego'-
cuyos preceptos se regían por el entonces omnipresente ideal romántico.
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En 1833
podemos situarle entre los participantes en las revueltas de Frankfurt, y
podemos afirmar con bastante solvencia que tres años después fue condenado por
sus actividades políticas, lo que hizo que tomara la decisión de abandonar su
país natal y buscar cobijo en España. Una vez instalado en su nuevo destino, comenzó a trabajar
como marchante para una clientela formada en su mayoría por anticuarios y
bibliófilos alemanes. Unas actas de la Comisión Provincial de Monumentos dan fe
de que estuvo en Asturias en 1844, pero no sería hasta unos años más tarde
cuando el principio de una relación meramente profesional iba a acabar
modificando para siempre las líneas maestras de su destino. En una fecha
indeterminada, entabló tratos con los Miyar -una familia de Corao que poseía
una librería en Madrid- y al poco tiempo contrajo matrimonio con una de sus
componentes, Ramona Domingo Díaz, a cuyo pueblo natal se trasladarían no mucho
después. Corría el año 1854. No es difícil imaginar la fascinación que tuvo que sentir
Frassinelli la primera vez que contempló los Picos de Europa, ni tampoco la
turbación que debió de acompañar su descubrimiento de Covadonga. El
indiscutible 'sancta sanctorum' de los asturianos vivía sus horas más bajas en
aquella época, y el alemán -que, pese a no ser hombre especialmente religioso,
sí hacía gala de un ardor romántico que le llevó a considerar que aquel valle
condensaba las principales señas de identidad históricas y naturales de
Asturias y que, en consecuencia, debía adquirir una categoría simbólica que
trascendiera su condición de lugar de peregrinaje en decadencia-
Se le antojó
un espacio de revelación que, como tal, tenía que condensar los rasgos más
señalados de la idiosincrasia astur para convertirse en una ventana desde la
que otear el futuro sin llegar a perder nunca de vista el pasado. Frassinelli
entabló amistad con el obispo Sanz y Forés, que pronto se convertiría en uno de
sus principales valedores, y utilizó sus conocimientos artísticos para
aplicarlos al estudio de lo que Jovellanos denominara 'arquitectura asturiana'
y diseñar un camarín que sustituyera al antiguo templo colgante, destrozado por
un incendio, y albergara la imagen de la Virgen en un marco plagado de
referencias al legado de un reino ya extinto que languidecía en el olvido. Sus
ideas para Covadonga anularon el proyecto que el arquitecto madrileño Ventura
Rodríguez había llevado a cabo para construir un templo en aquel lugar, y,
después de levantar en la Santa Cueva el oratorio de La Santina, Frassinelli
comenzó a trabajar en el diseño de una basílica que finalmente acabaría
yéndosele de las manos. Sanz y Forés fue reemplazado en la curia ovetense por
Martínez Vigil, y el nuevo obispo, conocedor de que el alemán no poseía el
título de arquitecto, desconfió de la capacidad de éste para dirigir una obra
de tal envergadura. Los planos, con todo, sólo sufrieron ligeros retoques por
parte de su continuador, Federico Aparici, y Frassinelli acabó haciéndose cargo
de la cripta.
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Pozo del Alemán.
(…)… en un recodo de la Vega del Enol, se encuentra un lugar semiescondido al
que Frassinelli iba a tomar baños y que desde entonces recibe el nombre de Pozo
del Alemán. (…). Saber más… El Cuaderno.
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Entre tanto, aquel hombre llegado del norte de Europa que
había encontrado en el oriente asturiano su Ítaca personal había ido labrándose
con su peculiar 'modus vivendi' una suerte de leyenda que, en algunos casos,
trascendió sus méritos artísticos. 'El Alemán de Corao' -como empezó a ser
conocido en la zona- solía embarcarse en largas excursiones por las montañas,
desarrolló un estilo de vida tan excéntrico como desinhibido (durante muchos
años se le recordó revolcándose desnudo entre la nieve o tomando baños en un
recodo de la vega del Enol que desde entonces se ha venido conociendo como 'El
Pozo del Alemán') y llegó a instalar un estudio natural en la llamada Cueva del
Cuélebre, donde la superstición popular había fijado la morada de uno de los
seres más conocidos y temibles de la mitología astur. Su amigo Alejandro Pidal,
que solía acompañarle en sus salidas, escribió en una nota publicada unos días
después de su muerte que «su verdadero teatro eran los Picos de Europa», y
aunque sean muy pocos los retratos que han llegado hasta nosotros de
Frassinelli -quien esto escribe sólo ha sido capaz de ver uno, y desconoce si
existen más-, puede que la imagen que mejor lo describa sea un óleo de Caspar
David Friedrich que muestra a un hombre de espaldas ante un paisaje rocoso
difuminado por una niebla tan tupida como inquietante. No podemos ver su cara,
ni la expresión de sus ojos ante la temible belleza que se le aparece enfrente,
pero sí podemos adivinar en su gesto una actitud de orgullo ante el desafío que
se le avecina, y una cierta altanería con la que materializa su voluntad de
superarlo.
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(…) Roberto
Frassinelli, aquel misterioso alemán que llegó a Asturias a mediados del
siglo XIX y se murió rodeado de bruma en la aldea de Corao, al pie de los Picos
de Europa. (…). Saber más... Il Gattopardo
by Miguel Barrero
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Frassinelli murió en su casa de Corao en 1887, y lo cierto
es que poco queda hoy de su obra. Si conocemos el camarín que diseñó para la
cueva se debe a que, por fortuna, han llegado hasta nosotros fotografías
suficientes como para hacernos una idea cabal de su alzado. La cripta de la
basílica, que no siempre está abierta al público, también puede dar pistas acerca
de cómo hubiera sido ese templo con el que el alemán quiso reivindicar un
tiempo perdido y un esplendor extraviado por los recovecos de la desmemoria.
Podemos disfrutar, por suerte, de los espléndidos dibujos en los que retrató
los edificios prerrománicos y de los parajes que, de un modo tan persistente
como enigmático, acompañaron su vida. Alejandro Pidal dejó escrito que
Covadonga no podía perder el recuerdo de uno de sus más acérrimos defensores.
Más de un siglo después, apenas queda memoria allí de quien se dejó los ojos
intentando que aquel valle oscuro y frondoso estuviera a la altura de su
historia. En las altas instancias culturales, tan desinformadas muchas veces,
tampoco parece que 'El alemán de Corao' corra mejor suerte. Dentro de un año y medio
se cumplirá el bicentenario de su nacimiento, y no estaría bien desaprovechar
la oportunidad que brinda el calendario. Asturias, que tan mal trata con
frecuencia a sus mejores hombres, aún está a tiempo de saldar las cuentas que
tiene pendientes con una de sus figuras más encantadoramente heterodoxas.
También con uno de sus más entregados hijos adoptivos.
FUENTE: MIGUEL BARRERO. Publicado por El Comercio el 25-07-2009. Ver enlace. _______________________________________________________________________
AUTORES.
Miguel Barrero escritor y
periodista. Nacido en Oviedo (1980) se licenció en
Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha trabajado en El
COMERCIO, y en otros medios regionales, y colaborado en cabeceras como El País,
El Mundo, La Vanguardia, Jot Down, Qué Leer, Librújula o Leer. Fue
redactor-jefe de la sección de cultura en el semanario Les Noticies y director
de la revista cultural El Summum. Mantiene una sección semanal en la revista
cultural Zenda y es miembro del consejo de redacción de la revista cultural El
Cuaderno. Fuente:
El Comercio.
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.“El único deber que tenemos con la historia es
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CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
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Interesante personaje y espero que su memoria sea ensalzada.
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