14 de mayo de 2014

Reflexión y contemplación de un pasado reciente

El carro-correo de Manolín el Carteru
El célebre mierense D. Luis Navascués, administrador de correos, y los dos carteros que repartían en Mieres. Colección Julio León Costales. Archivu del Centru d’Estudios de l'Asturianada. Foto Archivo.

Manuel Álvarez Solís se ganó el aprecio de los vecinos de la villa cumpliendo con su labor profesional. Cuando el duende observador se detiene en el reciente pasado de los pueblos, y lo hace con el termómetro de la templanza y el análisis, ¡hay que ver cuanta materia para la reflexión y la contemplación se encuentra uno! Todo un mundo de personajes, situaciones singulares y anécdotas aleccionadoras se descubren
Manuel Álvarez Solís. La Nueva España.
La Nueva España.

Precisamente cada pueblo, lugar o rincón habitable, tiene su historia. Y esa pieza del discurrir humano nunca ha de quedar en el olvido, sino mantener viva la lógica lección vital, con vistas a una posible aplicación de sus conclusiones, en el diario discurrir de los acontecimientos del presente y futuro inmediato. Por supuesto que Mieres, denso en contenido social, humano, económico, cultural, laboral y en cualquiera de las facetas de la vida, guarda como oro en paño y en el baúl de cristal, todo un propio bagaje de elementos que han escrito su reciente historia. Dentro de cualquier rincón de una memoria bien pertrechada y en franquicia, puede surgir el acontecer de sus protagonistas. ¿Les dice algo eso del carro-correo de Manolín el Carteru? Cierto que, aparentemente al menos, ese servicio ciudadano que se encarga de traer y llevar a buen puerto las noticias, buenas o malas, eso es inevitable, que arriban o parten del pueblo a través del tradicional sistema de correos, no ha evolucionado mucho. 
Recreación de asno con carro. Ver enlace... macocaya.

Se sigue apreciando, por estos lares, la figura inconfundible del cartero, con su valija a cuestas, ya sustituida en ocasiones por el carrito con ruedas, y su gorra de plato. A esta última parece que la han jubilado, pero subsiste la impresión, pese a que, en los extrarradios y zona rural, se ha impuesto el scooter, es decir, la famosa motocicleta inventada en Italia, hace bastante más de medio siglo, lo que impone que, en vez de gorra, el cartero lleve casco. Pero no es nada habitual que una localidad como la de Mieres haya dispuesto, en su día, de un carro-correo, de fuerza motriz a base de un burro, y con Manolín el Carteru al frente. Pues la historia, por su singularidad, merece el justo espacio de aquellos personajes que, por su originalidad, campechanía y relación ciudadana, dejaron estela de recuerdo permanente. Manuel Álvarez Solís, Manolín el Carteru, nació en Soto de Ribera allá por 1897 y falleció 72 años (en 1969), más tarde en el habitual domicilio de El Norte de Mieres. Su asentamiento inicial, como infante y niño fue en torno a lo que se denominaba estación de El Norte, a comienzos de la cuesta de Seana. 
Ilustración de Alfonso Zapico para 'Los niños de humo'. (Pez de Plata). El Confidencial
Como todo hijo de vecino, se imponía el trabajo del adolescente en la mina, viajando a modo de "saltimbanqui" por una serie de explotaciones entre grupos como el de Baltasara o auténticos chamizos como La Belonga, hasta que los clarines del ejército español lo llamaron a filas (entonces no se estilaba eso de librar de la mili por trabajar en el subsuelo), teniendo como destino la guerra africana del Marruecos español que de aquella, cercana a los años veinte del pasado siglo, por lo visto y leído, se iba desmoronando poco a poco. Tres ejercicios anuales le duró la aventura a Manolín, regresando a su patria chica con la repetida obligación de internarse de nuevo en las tinieblas del trabajo minero hasta que, en 1934, una enfermedad muy propia de los tiempos, la clásica bronquitis aguda, por humedades, polvo y demás que se respiraba en el interior de la mina, le obligó a dejar esa labor, por supuesto, sin pensión de ningún género, puesto que los avances, en material social, brillaban por su ausencia. Antes había contraído matrimonio y logrado descendencia, tres retoños, dos jovencitas y un niño. Había pues que buscarse la vida por otros conductos, y la idea surgió casi como por encanto. La oficina de Correos exigía transportar y también recoger de los sucesivos trenes de El Norte (Renfe), y el Vasco Asturiano, el paquete de misivas y demás, para trasladarlo a sus dependencias o viceversa, es decir, llevar el contenido de los buzones a los mencionados medios de comunicación, para que se repartiesen en sus destinos. 
Cantina del Ferrocarril Vasco Mieres 1927. Foto Archivo.
Las cartas que llegaban, tras el control destinatario oportuno, eran repartidas por el personal adscrito. Y Manolín, con una vieja y renqueante furgoneta, se convirtió en el llamado "Peatón de Correos" que acudía a todos los convoyes de viajeros con estafeta destinataria, especialmente el correo de la mañana o el expreso de la noche, ambos pertenecientes a Renfe. Pero, tan deteriorado estaba el vehículo de cuatro ruedas que, tras la guerra civil, y las nulas posibilidades económicas que se vislumbraban por aquel entonces, con escasez de gasolina y la imposibilidad de lograr recambios, que nuestro hombre no tuvo más remedio que renunciar a ella y sustituirla por el carro-correo, considerando que este medio le iba a reportar más ventajas y menos problemas, aunque suponía un esfuerzo diario de mayor envergadura, teniendo en cuenta que, de principio, hubo de arrimar el hombro tirando de él con sus propias fuerzas. Eso sí, tuvo la suerte de encontrarse con "Felipe", el "motor" adecuado que, dicho sea de paso, nunca le falló, hasta que en 1955, por exigencias de que el servicio debería contar con otro, más o menos nuevo y flamante vehículo procedente de la línea regular Mieres-Cenera, esta vez para viajeros y correspondencia, convirtió a nuestro Manolín en trabajador por cuenta ajena (hasta entonces había sido lo que se ha dado en llamar puro autónomo), haciendo, a la vez, de cartero y de cobrador del billete de los ocupantes. Seis años más tarde llega la hora de la jubilación y el descanso que, desgraciadamente, no dura mucho tiempo.
Estación antigua (primera), de Mieres Norte (RENFE). Foto Archivo.
Sin duda alguna, de esta historia, quedan retazos dignos de mención. Manuel Álvarez había establecido, con su singular carro-correo y el no menos singular "acompañante", el burro "Felipe", determinadas paradas desde los puntos de llegada de los trenes hasta el depósito de la correspondencia destinataria y viceversa. Eran bares, principalmente situados en las cercanías del parque Jovellanos -no nos olvidemos que la Oficina de Correos estaba entonces en la hoy llamada calle Manuel Llaneza- donde realizaba sus paradas puntuales, como Casa César Orejas, El Riosán o Casa Francho. Allí, dejaba "aparcado" su vehículo con Felipe al frente y pese a que muchos lo intentaban poner en marcha en un afán de gastarle la correspondiente broma al conductor, no había dios que moviese un palmo al burro, hasta que llegaba el "arreeeee" de Manolín y entonces se reanudaba la acción con una seguridad y regularidad verdaderamente admirables, tal era el grado identificador, entre el "jefe" y el "subordinado". Por ciento que en honor a la fidelidad del burro, todos los años, Manuel Álvarez Solís celebraba la festividad de San Felipe. En todos esos años no hubo domingos, festivos ni vacaciones para el especial carro-correo de Manuel Álvarez Solís y esto permitió que los mierenses no perdiesen ni una sola vez la oportunidad de recibir, de forma puntual, su correspondencia, a modo de carta, postal, paquete e incluso algún que otro giro, aunque estos escaseaban porque la época de los cuarenta y cincuenta no daba para muchos altares, tanto de lo que se recibía, como lo que era obligado enviar a los trenes para su destino lejano.
El tren Correo en la estación del Norte de Mieres (año 1956). Colección Julio León Costales. Facebook “Mieres Antes y Ahora”. De Carlos Díaz Marcos.
Manolín el Carteru alcanzó máxima popularidad en el diario transcurrir de la vida mierense. Constaba como figura de obligado cumplimiento en el escenario de la habitabilidad local. Como era de suponer, sabía aprovechar bien los tiempos, lograba descansos entre tren y tren en los bares cercanos, principalmente en las cantinas de las estaciones y nunca le faltó su merienda en Casa Tornillos. Hasta tal punto llegaba la identificación de nuestro personaje con los distintos estamentos de la vida mierense, especialmente el comercio detallista, que cuando ya vencida la hora de cierre de las oficinas de Correos, y por lo tanto de los buzones para el mismo día, alguien necesitaba, por pura urgencia, enviar una carta o escrito esa misma tarde, acudía presto a Manolín el Carteru, quien aún circulaba por las calles con dirección a las estaciones, y le trasmitía la sana petición de que le echase la misiva al tren expreso de última hora. Y nuestro hombre, siguiendo el ritual por él establecido, recogía el encargo lo metía debajo de la boina -había veces de llevar tres o cuatro cartas- y cumplía con la solicitud, introduciendo dicha correspondencia, en cualquiera de los dos buzones que llevaba el vagón del tren. 
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA.
Y es que, tal como afirmaba: "debajo de la gorra, muy cerca de la cabeza, no se me olvida nada". Comprobado pues que no hace falta ser doctorado, político de altos vuelos o héroe de empaque, para conseguir el "visto bueno", el aprecio y cariño de los convecinos del pueblo de nuestros amores, para alcanzar esos niveles de aceptación cuando, en realidad se presta un necesario servicio a la comunidad, bajo el prisma de hacer de la obligación impuesta, un motivo más de atención y prestancia hacia los que te rodean. Manolín el Carteru logró ese objetivo, seguramente sin proponérselo y los más veteranos del lugar aún recuerdan su paso diario y su condescendencia por las hoy consideradas arcaicas rutas del pasado mierense. Con actitudes así y con la naturalidad que conllevan, se escribe la historia de los pueblos.
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA.
FUENTE: AMADEO GANCEDO. Publicado por La Nueva España el 04-05-2014. Ver enlace.
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AUTORES.

AMADEO GANCEDO (Tuña (Tineo) 1935 - Mieres del Camino 2019), ejerció de fedatario del ruidoso y contradictorio Mieres de finales de los setenta y toda la década de los ochenta, contando en sus crónicas el inicio del naufragio industrial del concejo y el surgimiento de un pálpito que insufló vida a la emancipación política y sociocultural. Como antes había hecho uno de sus maestros, el recordado Luis Fernández Cabeza, Amadeo Gancedo se convirtió en infinidad de ocasiones en consejero, orientador e incluso confesor de alcaldes, empresarios, sindicalistas y dirigentes vecinales. También de algunos artistas, como el propio Víctor Manuel. Al margen de su infatigable labor periodística y, más tarde, empresarial, Amadeo Gancedo fue una persona permanentemente implicada en la vida social y cultural de Mieres. “No sólo fue un observador, sino también un laborioso actor estrechamente ligado a la comunidad”. Fueron muchas las iniciativas en las que se embarcó, colaborando con entidades como el Caudal Deportivo o el Orfeón de Mieres, entre otras muchas. Durante dos etapas de su vida estuvo enfrascado en sendos proyectos que tuvieron una notable relevancia. Se trata del Concurso Artístico de Otoño del viejo Teatro Capítol y de los “Tribunales Populares” impulsados durante su etapa al frente del Centro Cultural y Deportivo. En ambos casos, compartió experiencias con otros muchos inquietos mierenses implicados, como él, en el progreso del concejo. Como en casi todo, su acusada sensibilidad social le hizo adelantarse a debates antes de que se pusieran de máxima actualidad. Un abanderado del entusiasmo. Así le recordaremos. Amadeo Gancedo Rodríguez falleció el 27/04/2019. Fuente: La Nueva España

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.  Esta magnífica obra es un auténtico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia - Twitter

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.

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1 comentario:

  1. Sin duda yo conocí de vista a Manolín el cartero, aunque yo era demasiado pequeña para tratar directamente con él cuando llevaba la correspondencia a mi casa en el barrio de Arroxo, allá por los años 40 del pasado siglo XX. Y, sin duda, si aún viviera, él recordaría mi casa y mi familia, ya que todos eran conocidos unos por otros por toda la vecindad...incluso hasta el mismo centro de Mieres...Y si aún viviera también nuestra fiel muchacha Anita (la farruca) recordaría a Manolín tirado sobre la cuneta pidiendo auxilio ante el perrazo de raza lobo que le salió al paso, habiéndose soltado de la cadena que lo tenía sujeto durante el día a su caseta y le ladraba desesperadamente a una distancia prudencial pues, se trataba de un "perro ladrador, pero nada mordedor", que parecía estar más asustado que el propio Manolín ante los gritos de éste pidiendo auxilio. Anita lo contaba muerta de risa ante la situación que ella misma había resuelto saliendo en ayuda de nuestro buenísimo cartero...(En aquel tiempo la gente se reía hasta de su propia sombra, siempre estaban de broma entre las muchachas con sus chistes mas o menos graciosos...y tantas veces maliciosos que, si entonces, recién estrenada mi vida, por mi desconocimiento de todo me podían hacer gracia hoy no me la hacen ni pizca...jamás yo me hubiera reído de lo que le ocurrió en mi jardín a nuestro bueno y cumplidor cartero. Descansen en paz todos ellos, los adultos que rodearon mi infancia y hace tiempo que no están entre nosotros ya...descanse en paz Manolín y que sus buenas obras le sigan en el más allá. M.L.

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