Los balneariosUna imagen histórica de los balnearios, donde se tomaban las aguas, pero también se comía |
Una panorámica de La Cantábrica. LNE. |
La Nueva España
Tan escépticos como somos
los gijoneses, a estas alturas tal vez nadie quiera recordar -sin grandonismo
alguno y que no te manden a ver la ballena- que la villa de Jovellanos era,
desde finales del siglo XIX, una referencia turística de calidad por sus
instalaciones balnearias, complementadas por las excursiones en tranvía que se
realizaban hasta los barrios obreros de El Natahoyo para que -como atractivo de
ocio fuera de las horas soleadas- el personal foriatu pudiera contemplar de
cerca un obrero de verdad. Hay que reconocer que
nada es por casualidad, sino que la moda la marcó la reina Isabel II al residir
con su corte en el palacio de los marqueses de San Esteban -hoy de
Revillagigedo- y tomarse baños de ola en la playa de Pando para resolver sus
problemas con la piel -al lado de donde se encuentra el nuevo centro de
tasaloterapia- refugiándose en su magnífica caseta de baños con cama y todo. |
Paseantes por el arenal de la playa de San Lorenzo, en una imagen histórica. LNE |
Por aquellos tiempos, lo elegante era veranear en las playas del Cantábrico.
San Sebastián, Santander y Gijón eran los enclaves favoritos para quienes
poseían los dineros suficientes para gozar de la calidad de nuestros horizontes
sin sol abrasador. En aquellos primeros años
del siglo XX, la ciudadanía de Gijón ni se miraba en un espejo para distraerse
contemplándose el ombligo, ni tampoco vivía en una ciudad tediosa obsesionada
con negativizar todo lo que sucediese en su entorno, ni tampoco perdía el
tiempo en aciagas polémicas provincianas. Todo lo contrario. Fluía el dinero
con el retorno del oro logrado por nuestros emigrantes en ultramar y no se
echaban de menos iniciativas empresariales en Gijón. Tras los desastres
coloniales de 1898, una corriente vitalista existencial sacudía la ciudad con
una gran animación cultural y financiera. El indiano Florencio Rodríguez
-natural de Pola de Siero- fundaría el Banco de Gijón y el abuelo de Luis
Adaro, el Banco de Crédito Industrial Gijonés. La ciudad vivía en clave
positiva y se carcajeaba cuando la tonadillera «La Goya» -en el cine Modernista
de la calle Corrida- modificó la letra de uno de sus cuplés, al comparar la
plaga de cangrejos negros que invadían la playa de San Lorenzo, con los concejales
chupópteros a la hora de aliviar los males. Eso de comer de lo que se puede ha
sido siempre norma existencial de supervivencia. (Ver texto)
Los balnearios fueron
fundamentales en la vida gijonesa, no solamente para atraer turistas con
poderío económico, sino también para canalizar la vida social -con paseos
domingueros por la arena y todo- en torno a lo que hoy es La Escalerona. La
Sultana, La Favorita, La Cantábrica y Las Carolinas mantuvieron un nivel muy
alto a la hora de solazarse con los baños de ola y también, por supuesto, comer
bien. En aquel ambiente próspero y festivo, por ejemplo, en el balneario de Las
Carolinas creado por Justo del Castillo y Quintana -a quien tanto le debe
Gijón- funcionaba un elegante y prestigioso restaurante que ofrecía -desde el
mediodía hasta las tres de la tarde- un menú del día compuesto por: Huevos a la
portuguesa, patatas naisets, langosta en salsa mayonesa y postres variados.
Aquel fue un renovador restaurante que trató de romper con el afrancesamiento
de los restaurantes de lujo de la ciudad, cuyas cartas estaban escritas en un
mal francés para darles un toque de finura, como era el caso del hotel Mallet. No es de extrañar que
aquel ambiente afrancesado -si Jovellanos levantase la cabeza por haber muerto
huyendo de aquellas tropas gabachas, se hubiera sentido muy decepcionado de las
costumbres de entonces de los gijoneses- motivara al genial Luis Fernández
Valdés «Ludi» a escribir sus magníficas coplas satíricas tan excelentemente
musicadas por Jerónimo Granda. |
Construcción del Balneario "Las Carolinas". Un golpe de mar lo destruyo el 1886. Imagen del Libro Justo del Castillo; "El Gijón vivido entre 1885 y 1912. Guzmán Sancho A. Gijón en el Recuerdo. |
Pero todo aquello se vino
abajo tras aquellos felices años. Después de que pasó lo que pasó en aquella
Guerra Civil, se organizaban comidas benéficas con el título «Día del plato
único y sin postre» en comedores sociales, casas cuna, gotas de leche y
orfelinatos. En los periódicos se aconsejaba que después de las comidas era
necesario hacer patria usando el dentífrico español La Toja. Abierto de nuevo
el Café Oriental -debajo del balcón desde donde dio emotivos mítines aquel
excepcional político que fue Melquíades Álvarez- el pulso de la calle Corrida
volvía a latir. En 1941, Celestino Manzano abrió El Manantial en el número 54
de la calle del Marqués de San Esteban. Fue uno de los primeros restaurantes
que recurrió a la publicidad para atraerse a la clientela y ofrecía en los
anuncios: Sopa de mariscos y gallina. Pollo asado con patatines. Merluza frita
en salsa verde. Cordero asado. Cordero frito con guisantes. Chuletas de cerdo
con pimientos. Huevos a elegir y almejas a la marinera. En la posguerra, tras
la liberación de la venta y circulación de las patatas y las alubias en 1944,
el personal se iba animando y, aunque apretándose el cinturón, la fiesta volvía
a las vidas tras tantas tragedias familiares. |
GIJÓN (ASTURIAS).- BALNEARIOS DE LA PLAYA DE SAN LORENZO. Todocolección |
En el Club de Regatas
-donde padecieron grandes carencias económicas y una vez hasta compraron
lotería para poder pagar el recibo de la luz- en las verbenas de verano de
1955, amenizados con la música de las orquestas «Jean Freber» de Madrid y la
«Panamá» de Gijón -por ciento veinticinco pesetas- se cenaba a base de: consomé
doble en taza, langosta al champán, turnedó caremé con guisantes a la francesa
y tarta especial del club. Y, por ejemplo, una cena de Nochevieja de aquellos
tiempos -por cien pesetas- consistía en: Consomé de ave real, huevos champiñón
club, pavi-pollo relleno astur, tarta veneciana de regatas y macedonia de
frutas Gijón. Pero -en la huida del
hormigón, cuando todavía no se había producido el desmadre urbanístico de una
de las más horrorosas primeras líneas de playa del mundo civilizado, por
olvidarse de que no se puede ir en contra del sol- los gijoneses también comían
en la playa. El diplomático de Somió, el embajador Julián Ayesta -quien un día
herido de muerte por el cáncer me confesaría que, con televisión, la Guerra
Civil nunca hubiera existido- escribió en su deliciosa novela «Helena o el
mar de verano» -publicada en 1952- cómo eran aquellas comidas al atardecer
en la playa. Por entonces se merendaba bonito, tortilla y carne empanada.
Vamos, las sobras del mediodía. Y de postre: manzanas, peras, uvas, ciruelas,
melocotones y plátanos con los que se hacían juegos eróticos. Así iniciamos
el camino
hacia los merenderos, como iniciático punto de encuentro sexual -al atardecer y
con farolillos- con música que surgía de los altavoces colocados en las ramas
de los árboles centenarios de Jove, Veriña, Deva y Somió. |
Novela «Helena
o el mar de verano» - Cuando apareció en 1952, Helena o el mar del verano fue
considerada por un pequeño grupo de entusiastas lectores una de las obras más
extraordinarias de la narrativa española de posguerra. A través de los años
permanece intacto el poder de sugestión y el lirismo de la escritura de Ayesta. Acantilado.
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FUENTE: MANUEL DE
CIMADEVILLA-PERIODISTA. Publicado
por el diario asturiano La Nueva España el 17/08/2008. Ver enlace. _________________________________________________________________________
AUTORES.
Manuel Fernández y
González (Gijón, 1951). Manuel de Cimadevilla (periodista), estudió periodismo en
Madrid. Empezó su trayectoria profesional como redactor en el diario El
Comercio, con una amplia actividad como crítico de espectáculos, entrevistador
y responsable de la sección de información municipal. Fue presidente de la
Asociación de Prensa de Gijón, director-gerente de “La Hoja del Lunes” de
Gijón, director del diario “La Prensa”, columnista y entrevistador en “La Nueva
España” de Oviedo. Además de su trabajo como periodista en los medios de
comunicación asturianos ha sido guionista en el Centro Regional del Principado
de Asturias, colaborador en tertulias radiofónicas en RNE, Rueda de Emisoras
Rato, Antena 3, así como documentalista en la Fundación Príncipe de Asturias.
En enero de 1997 se incorpora al gabinete del ministro de Industria y Energía
como asesor en temas de Asturias y León. Fue nombrado responsable de Relaciones
Institucionales de la Dirección de Comunicación en la SEPI. Y posteriormente,
se incorporó a la Dirección de Comunicación de Hulleras del Norte, S.A.
(HUNOSA) hasta 2010. Es autor de numerosas publicaciones y es copropietario de
la editorial familiar, “El Cantadero del Urogallo SL”. FUENTE: EL ATENEO.
EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La
Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la
forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para
cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se
adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y
CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y
nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta
García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo
haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
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NOTA: Los nombres de los autores aparecen en el pie de cada
imagen o al final de cada artículo, si no es así, se debe a que es un dato que
se desconoce, así que, si algún autor la ve en este blog, le rogamos que se
ponga en contacto con “El Blog de Acebedo” para hacerlo figurar o para borrarla si es su
deseo, porque es justo reconocer a los autores
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