Una calle del centro de Oviedo. Ilustración de Alfonso Zapico |
Una vista desde la torre de la Catedral, donde había francotiradores engolados. Ilustración de Alfonso Zapico |
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El día 21 de febrero de 1937 el Ejército Popular Republicano del Norte se lanzaba a la ofensiva más importante de todas las que desencadenó durante los dieciséis meses que duró la guerra en el escenario Cantábrico. El objetivo era -de nuevo- la toma de Oviedo. Una vez más, el Estado Mayor Republicano central exigía al Ejército del Norte que iniciase una potente ofensiva para que el ejército franquista tuviese que detraer fuerzas del frente de Madrid al reforzar Oviedo. El general en jefe del Ejército Republicano en el Norte, Llano de la Encomienda, solicita al gobierno vasco un total de 12 batallones para emprender la ofensiva, pero el lehendakari Aguirre sólo le autoriza a trasladar 6, más el batallón Meabe que ya se encontraba en Asturias desde el mes de enero, mientras que el ejército santanderino solamente aportará otros tres.