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12 de julio de 2021

Labor «romanizadora» de Roma

La integración de los astures en el ejercito romano

Pintaius es el primer asturiano de quien conocemos el nombre y Era hijo de un astur trasmontano, que llamado Pedilecio, y había nacido en un lugar que llevaba el nombre de Castello Intercatia, que se supone estaba por tierras de Lena. Facebook: SPQR, Roma.

La única posibilidad de las poblaciones astures de incorporarse y promocionarse en la sociedad imperial romana consistía en servir en las tropas romanas
Distribución de las tropas astures en las provincias del Imperio Romano. El gobierno romano inició el reclutamiento de los astures inmediatamente después de finalizar las guerras Cántabro-Astures, enviando a los nuevos soldados a los campamentos establecidos en los frentes del Rhin, Danubio, Britanla y Mauritania; en estas zonas el estado romano temía los posibles ataques de sus vecinos, los «bárbaros», o los levantamientos de las poblaciones indígenas. A partir del siglo II, cuando se consideró pacificado el territorio astur, sus habitantes se integrarán en el ejército de Hispania, en las tropas de la legio Vil Gemina o en sus destacamentos especiales, las llamadas vexillationes. Historia de Asturias
El blog de Acebedo
Una vez obtenida la victoria final de las guerras cántabro-astures, Roma estableció varias guarniciones militares en puntos estratégicos del Noroeste hispánico e integradas por soldados originarios de otros lugares del Imperio, incluido el resto de la Península Ibérica. El despliegue militar llevado a cabo por Roma evidencia el débil sometimiento de las poblaciones del Norte y el consiguiente temor a posibles revueltas. El caso del Noroeste hispánico como zona insegura o poco pacificada no era el único que podía plantear problemas en el Imperio; en puntos del Rhin, Danubio o el Norte de África la situación resultaba similar, pues se temía la posible insurrección de poblaciones recién dominadas o las incursiones de las gentes vecinas. 

Augusto de Prima Porta, estatua de César Augusto en el Museo Chiaramonti de la Ciudad del Vaticano. WIKIPEDIA

En tales circunstancias, Augusto procedió a una remodelación del ejército, convirtiéndolo no en un instrumento de continuación de la política expansionista, sino en el elemento que asegurase la paz. Se trataba de crear una milicia voluntaria y profesional, cuyas tropas debían establecerse de forma permanente en los lugares fronterizos y menos pacificados, allí donde se vislumbrase la posible hostilidad hacia el poder de Roma. A partir de Augusto, el ejército representó el principal apoyo del régimen imperial y se abrió la posibilidad a todos los habitantes del Imperio para que sirviesen como soldados. No obstante, si las poblaciones del territorio imperial se dividían en peregríni y cives, esta diferenciación se mantuvo en la organización militar; los ciudadanos servían en las legiones y los libres no ciudadanos lo hacían en las tropas auxiliares.
Ilustración de Alfonso Zapico
Partiendo de esta distinción, las legiones incluían tropas de infantería pesada y de elite, compuestas de unos 5.000 hombres. El servicio legionario se prolongaba de 16 a 20 años, recibiendo el soldado una paga anual de 225 denarios; cuando los legionarios se licenciaban el Estado romano les recompensaba con la cantidad de 3.000 denarios o la adjudicación de una parcela de tierra. En el caso de las tropas auxiliares, se distinguen las alae y cohortes; las «alas» eran cuerpos de caballería y las «cohortes», tropas de infantería ligera, compuestas de 500 a 1.000 hombres. En ambos casos, la permanencia en el ejército duraba de 20 a 25 años, período en el que los soldados también recibían una paga; en el momento de abandonar la milicia, el Estado romano les concedía el privilegio de la ciudadanía romana, aparte de una cantidad de dinero o una parcela de tierra, como ocurría con los legionarios.

La espectacular ilustración de Mariusz Kozic, de la marcha de Julio César y su Legión X Gemina sobre los territorios galos, nos puede servir a la perfección para acercarnos a la visión que íberos y celtas tuvieron de los recién llegados durante la conquista romana de Hispania. saber más... Caminando por la historia

Las tropas de los astures
Por obra de Augusto y sus sucesores, un gran número de astures pasó a integrarse en el ejército de Roma. Parece que, en un primer momento, los indígenas eran obligados a servir en las tropas de) Imperio, ya que de esta forma se privaba a este territorio de sus individuos más jóvenes y capaces de encabezar un levantamiento contra los romanos. En última instancia, se trataba de debilitar la fuerza de las poblaciones del Noroeste, ya que la «fiereza» de los astures se ha puesto de manifiesto por diferentes autores clásicos; así, Sillo Itálico, escritor del siglo I d. C., alude «al astur más peligroso aún que el rápido mauritano». En este contexto, debe explicarse el hecho de que el reclutamiento de los Indígenas del conventus astur comenzase ya en los inicios del siglo I, recién constada esta región. Una vez realizada la leva, el servicio militar lo cumplían en zonas alejadas. situadas en las fronteras o lugares insuficientemente pacificados. Las ventajas ofrecidas por Roma a los habitantes de un territorio de escasos recursos seguramente alentaron a muchos indígenas a servir en el ejército; por ello, el reclutamiento, en principio obligatorio, acabó convirtiéndose en voluntario. 
Ilustración de Alfonso Zapico
En ambos casos, el gobierno central decidía todos los años el número de soldados que debía proporcionar cada una de las provincias; los funcionarlos se encargaban de reclutar a los nuevos soldados y de indicarles su lugar de destino; en el caso de las zonas pacificadas, los magistrados de la ciudad realizaban las levas, sin la presencia obligada de los representantes del emperador. Los datos epigráficos y literarios documentan la creación de un gran número de tropas astures, y se conoce la fecha de su formación y las zonas donde estuvieron establecidas. En total se reclutaron 5 alas o cuerpos de caballería (ya que la presencia de caballos asturcones y thieldones en la primitiva Asturias convertía a sus habitantes en expertos jinetes), y además 10 cohortes; algunas de estas últimas estaban Integradas por astures y galaicos. En general, estas unidades militares surgieron en el siglo I y algunas en el II y, fundamentalmente, se enviaron a las zonas fronterizas del Rhin, Danubio y Norte de África. De la lista de las tropas astures, se deduce que se enumeraban a partir del número I para las integradas por un mismo pueblo. A medida que se producían bajas, éstas se cubrían con Individuos nacidos en los lugares de permanencia de la unidad militar. Con frecuencia se afirma que el ejército cumplió una labor romanizadora allí donde faltaba la ciudad, elemento difusor de la cultura romana por excelencia. 
Ilustración de Alfonso Zapico
Esta tarea encomendada a las tropas establecidas en centros provinciales (como el caso de la legio Vil en León), se asignaba también a los veteranos o soldados licenciados, quienes cumplido el servicio militar regresaban a su patria para actuar como agentes romanizadores. Sobre la eficacia de los soldados astures como difusores de la romanización conviene realizar ciertas matizaciones. No cabe duda de que las tropas establecidas en el Noroeste hispano propagaron la cultura romana entre las poblaciones indígenas; gracias a los militares se supervisaban los trabajos mineros, propiedad del fisco, y se controlaba la explotación y administración de estos territorios. Muy probablemente, una vez que se pacificó la región norteña, muchos astures pasaron a formar parte de las tropas dependientes de la legión establecida en el campamento leonés. Por lo que se refiere a los astures enrolados en tropas estacionadas en las fronteras del Imperio, da la impresión de que muy raras veces regresaron a su lugar de origen. Las escasas posibilidades de promoción social en la región asturiana obligaron a muchos de sus habitantes a abandonar su patria, lo que hicieron a una edad temprana y permaneciendo un largo período de tiempo en tierras muy alejadas; esta situación hizo que cambiasen sus costumbres y formas de vida, adoptando los hábitos de vida de los romanos o de otras gentes del Imperio, por lo que resultaba muy difícil su regreso. 

La ilustración corresponde a la imagen ideada de Pintaius, según la estela de piedra que se conserva. Pintaius es el primer asturiano documentado, y que luchó en las legiones romanas. Qué es vivir sino soñar

El caso de Pintaius, astur transmontano, nacido en el castello Intercafia, que sirvió como signifer (portador de los estandartes militares) en la Cohors V Asturum, y que acabó sus días en las proximidades del Rhin, debió ser el camino seguido por gran parte de los astures enrolados en las tropas romanas. Por el contrario, situaciones como la de G. Sulpicius Ursulus resultaron atípicas; este personaje desempeñó diferentes puestos en el ejército, participó en la guerra dácica bajo Trajano, actuando como praefectus Symmachiariorum Asturum y una vez finalizado su servicio como soldado, regresó a Asturias, integrándose en el círculo aristocrático de su comunidad. 

Las legiones garantizaban la paz del Imperio Romano y defendían la autoridad de Roma. La web del maestro

Por consiguiente, a excepción de personajes como este último, la mayoría no volvían a su patria originaria, calculándose que marcharon unos 7.000 soldados astures. La acción romanizadora de los veteranos correspondió a los militares enrolados en el Norte hispánico, donde también se incluyeron los astures; como ocurrió con otro individuo, localizado también en Ujo e incluido en la legio VIl, llamado Lucius Corona Severus. En estas condiciones, la posibilidad de que la sociedad indígena se hubiese transformado por la acción de los veteranos astur-romanos ha de descartarse. En los comienzos de la dominación romana, el ejército representó la vía de promoción social para los indígenas, pero fuera de sus lugares de origen.

(…). Los soldados se calzaban con sandalias de cuero que se ajustaban al tobillo y tenían suelas claveteadas. Se vestían con túnicas de diferente color, según la legión a la que pertenecían y, en invierno, protegían sus piernas con unos calzones que les llegaban hasta las rodillas. (…). La web del maestro

La configuración de la sociedad astur-romana al final del imperio
A lo largo de los siglos I y II, los astures se mostraron poco receptivos ante la cultura y sociedad romanas, tal y como se deduce de las pervivencias indígenas. A partir del siglo III, los cambios que afectaban al Imperio repercutieron de forma clara en el territorio astur, hasta el punto de que ahora se empezó a observar la progresiva integración de las poblaciones indígenas de los transmontanos en las estructuras de la sociedad imperial. Tras el amplio período de paz y prosperidad iniciado con Augusto, las contradicciones del sistema estallaron en el siglo III, originándose una crisis general que afectó al orden político-ideológico, a la economía y a la propia sociedad. La inestabilidad del poder político motivada por el ascenso continuo de los militares, unido a los constantes ataques de bárbaros y persas en las fronteras generaron un ambiente de inseguridad, que inevitablemente modificó la organización socio-económica. Las dificultades para los intercambios, el enorme incremento de los impuestos y los problemas monetarios originaron un claro retroceso de la economía, que adoptó un marcado carácter rural; la importancia creciente de la riqueza inmueble acabó trastocando las bases de la sociedad imperial, tal y como se había configurado en la época de Augusto. 
El Castiellu de Miravalles (Villaviciosa). Castro situado en la margen derecha, sobre la desembocadura de la Ría de Villaviciosa y perteneciente a los Lugones. (Astur Paredes). Historia de Asturias
En este ambiente de decadencia del Imperio sé difundieron con enorme éxito las religiones orientales y el cristianismo, que acabaron sustituyendo a los dioses del paganismo. En última instancia, la solución a esta crisis suponía la instauración de una nueva sociedad que anunciaba el modelo de la época medieval; de ahí que el siglo III se considere una etapa de transición entre el régimen esclavista y el colonato. En efecto, la implantación de una economía rural y autosuficiente trajo consigo la paulatina desaparición de la ciudad, el elemento más significativo de la civilización romana. La ausencia de núcleos urbanos conllevaba, además, la ruina de los pequeños propietarios de tierras, adquiriendo un notable desarrollo el latifundio. A partir del siglo III, los dueños de estos latifundios detentaron los privilegios en la sociedad romana, configurando una nueva clase, la de los llamados Honestiores y opuesta a los Humiliores; en esta última, se incluían los sectores más humildes de la población. Las diferencias de clase se observaban claramente en el derecho, aplicándose penas diferentes a cada una de las clases, de la misma forma que antes se hizo con libres y esclavos. 

Infantería pesada, la unidad principal del batallón, se subdividía en líneas de ataque según la experiencia, así, en el frente se encontraban los hastati o novatos, luego venían los príncipes con habilidades medias, y en última fila los soldados veteranos o triarii. Cultura 10.

Estas mismas leyes ofrecían una gran rigidez en todo lo referente a la movilidad social, por lo que resultaba difícil que un integrante de los Humiliores pasase a ser Honestior. Una vez desaparecidas las categorías sociales de los siglos I y II, la oposición peregrinos (ciudadanos) y la de libres (esclavos) dejaban de representar los elementos definidores de la sociedad, utilizándose, casi exclusivamente, los criterios de riqueza y nacimiento. De esta forma, los Honestiores incluían a descendientes de los antiguos ordines (en especial senadores y caballeros), a los clérigos y a un reducido número de decuriones que habían conseguido sobrevivir a la crisis de la ciudad y que se habían convertido en los denominados curíales. La plebe rural y urbana, los pequeños comerciantes y artesanos, los propietarios de pequeñas parcelas, los trabajadores libres, en suma, formaban la clase de los Humiliores; por sus duras condiciones de vida, se asemejaban cada vez más a los libertos y esclavos, ya que la esclavitud aún no había desaparecido. Se crearon nuevas formas de dependencia, consistentes en las obligaciones y derechos de los dueños de la tierra (Honestiores) con sus trabajadores (Humiliores), lo que dio lugar a la aparición del colono y proporcionó cierta homogeneidad a esta clase. 
Asturcones en la Sierra'I Pedroríu (Miranda-Grao). La fama de los caballos de la primitiva Asturias, asturcones y thieldones, y la de sus habitantes como expertos jinetes, propició el reclutamiento entre las tropas astures de 5 alas o cuerpos de caballería. (Jauregui yaquintana). Historia de Asturias.
Los numerosos testimonios sobre las villas creadas en Asturias a partir del siglo III, e incluso antes, evidencian la implantación de una economía rural, el sistema que predominó en la etapa final del Imperio romano; consiguientemente, se constata que los astures transmontanos sólo en estas fechas se integraron en las estructuras de Roma. A pequeña escala, se reprodujo el modelo de la sociedad imperial del momento; los dueños de las villas representaban a los Honestiores y los trabajadores a los colonos o Humiliores. En estas condiciones, difícilmente se puede hablar de la romanización de la sociedad indígena, aunque este fenómeno se sitúe en etapas muy avanzadas del Imperio. Las estructuras sociales predominantes a partir del siglo III respondían a las de una nueva época, más próxima al feudalismo que a la Antigüedad, lo que significa que el rasgo fundamental de la sociedad romana, el esclavismo, apenas se difundió entre los astures. En otras regiones de la Península Ibérica, las poblaciones asumieron el modelo esclavista, pero en la zona de los astures transmontanos el régimen esclavista convivió mucho tiempo con una sociedad indígena, menos evolucionada, la gentilicia.
Lista de antropónimos indígenas de la epigrafia de Asturias. Historia de Asturias
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Lápida de «Pintaius», astur transmontano y soldado de Germania. Pintaius fue uno de los muchos astures obligado a abandonar su patria para enrolarse en el ejército romano. Este soldado nació en el castello Intercatia, perteneciente al territorio transmontano, actuó como signifer (portador de los estandartes militares) de la Cohors V Asturum, y tras 6 años de servicio en la milicia falleció a los 30 años en la actual Bonn; precisamente, en este lugar apareció la inscripción comentada. (Astur paredes). Historia de Asturias
FUENTE: ROSA MARÍA CID LÓPEZ.  DEPARTAMENTO DE HISTORIA UNIVERSIDAD DE OVIEDO. TEXTOS: «HISTORIA DE ASTURIAS». EDITORIAL PRENSA ASTURIANA S. A.
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AUTORES. 

Rosa María Cid López. Nació en Mieres (Asturias) en el año 1956. Es historiadora española especialista en historia de las mujeres y género en la antigüedad y en historia de Asturias. En la actualidad es profesora catedrática de Historia Antigua en la Universidad de Oviedo donde comenzó a trabajar en 1980. Sus investigaciones se han centrado en el estudio de la religión romana, tema al que dedicó su tesis de licenciatura («Cultos y creencias de la Legio VII», 1980) y su tesis de doctorado («El culto al emperador en Numidia de Augusto a Diocleciano», 1986). Paralelamente ha estudiado cuestiones relativas a la romanización de Asturias, codirigiendo la excavación de Lugo de Llanera desde 1987. Entre otros, ha publicado los siguientes trabajos: «La religión romana. El imperio: cultos indígenas y orientales», 1986; «Oligarquías urbanas y cultos indígenas en el Norte de África», 1988, «Los cultos orientales», 1990 y «Lucus Asturum y un ara inédita a los Lares Viales en Lugo de Llanera (Asturias)», 1990. FUENTE: HISTORIA DE ASTURIAS. FOTO. WIKIPEDIA

Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de cuatro tomos.  Esta magnífica obra es un auténtico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". En un paréntesis, entre el segundo y tercer volumen de La balada del norte, Zapico completó Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018), para mostrar de nuevo su faceta como reportero gráfico al poner el micro al diálogo entre el político Eduardo Madina y el músico Fermín Muguruza. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…). Foto Wikipedia - Twitter

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