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10 de febrero de 2020

Gaspar Melchor Baltasar María "Jovellanos", uno de los asturianos más ilustres que han existido

Jovellanos, el embajador que no fue
Retrato de Jovellanos en el Museo Lázaro Galdiano, c.1797. De Antonio Carnicero - GasparmelchorDeJovellanosAntonioCarniceroMancio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=76237274
Como ya saben, en el año 2011 se cumplieron dos siglos desde que una pulmonía acabó en Puerto de Vega con la vida de Gaspar Melchor de Jovellanos, uno de los asturianos más trabajadores y honrados que han existido, porque seguramente hubo otros muchos, anónimos, que también lucieron y lucen estas virtudes, pero entre todos, él es sin duda el más conocido
Ilustración de Alfonso Zapico
http://www.lne.es
Por muchas ciudades vinculadas a su existencia -Sevilla, Alcalá de Henares, Ávila, Madrid, Palma de Mallorca?- y sobre todo aquí, en su patria chica, se están celebrando tantos actos y exposiciones que alguien puede pensar en el exceso. Nunca. Otros personajes han tenido también recuerdos culturales y reconocimientos en sus aniversarios y si hemos de hacer las celebraciones ajustándolas a los méritos de cada uno, Jovellanos debería estar conmemorándose un lustro, porque nadie pensó tanto ni tan bien para identificar primero y solucionar después los problemas de Asturias.
Ilustración de Alfonso Zapico
La agricultura, la minería, la náutica; las razones del abandono y el aislamiento secular de esta región; la dificultad de sus comunicaciones; la pereza de sus hombres y sus capitales para invertir en el progreso. De todo se ocupó para conducirnos hacia el progreso. Fue un sabio protegido por un rey ilustrado, Carlos III, el mejor que ha tenido España, pero cuando su hijo heredó la corona, lo dejó todo en manos de otros: el gobierno de la Nación, la dirección del Estado e incluso a su propia mujer, que premió a su amante Godoy con un poder similar al suyo. Entonces el erudito cayó en desgracia y fue perseguido y apartado como otros españoles que podían haber cambiado en aquellos momentos la suerte de este país. Jovellanos se alejó de la Corte en el mismo año de la Revolución francesa, 1789, para sufrir un disimulado destierro en Asturias, donde sus proyectos podían pasar más desapercibidos. Se lo tomó con calma y tardó casi un año en asentarse en Gijón, pero cuando lo hizo, su estancia fue una bendición para los asturianos; estuvo siete años recorriendo pueblos y conociendo gentes e industrias, visitando las pequeñas minas de carbón que se explotaban para abastecer el consumo familiar, hasta convencerse de que allí estaba el futuro de varias generaciones; escribiendo el Proyecto de Ley Agraria, uno de los documentos imprescindibles para abrir las puertas a la España contemporánea; dirigiendo la ejecución de caminos interiores y del que debía comunicarnos con Castilla y trabajando en la creación del Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, inaugurado en febrero de 1794 con el objetivo de formar técnicos para las minas y la marina, por citar algunas de sus mil ocupaciones.
Retrato de Gaspar Melchor de Jovellanos de Goya en el Museo Casa Natal de Jovellanos.  https://museos.gijon.es/noticias/show/43188-retrato-de-gaspar-melchor-de-jovellanos-de-goya-en-el-museo-casa-natal-de-jovellanos-hasta-este-domingo
En una de aquellas misiones se encontraba el 16 de octubre de 1797, volviendo de un viaje secreto a La Cavada, en Cantabria, un lugar que el Conde de Floridablanca había convertido entre 1783 y 84 en estratégico para la fabricación de cañones y que en aquel momento se encontraba en crisis, porque las fábricas carecían de materias primas y sobre todo de combustible para los hornos. Retornaba, en fin, con su informe don Gaspar, dando un rodeo por Castilla para aprovechar así el viaje e inspeccionar de paso la carretera de León, cuando fue sorprendido en Pola de Lena con el nombramiento de embajador en España en Rusia. Así lo dejó escrito en sus diarios: «Me había yo retirado a escribir en el informe del Sr. Lángara, cuando oí que acababan de llegar de Oviedo mi sobrino Baltasar y el oficial Linares. Iba a salir, cuando este entró ofreciéndome sus brazos y dándome la enhorabuena. "¿Cómo?" "Está usted hecho embajador de Rusia". Lo tengo a burla; se afirma en ello. "Hombre, me da un pistoletazo. ¡Yo a Rusia!, ¡Oh, mi Dios!". Se sorprende, cuida de sosegarme; entramos al cuarto de la señora. Baltasar confirma la triste noticia. Me da las cartas; abro temblando dos con sello, una de Lángara, otra de Cifuentes; ambas enhorabuena, con otras mil; nada de oficio; mil otras. Luego un propio enviado por el administrador Faes. Varias cartas, entre ellas el nombramiento de oficio. Cuanto más lo pienso, más crece mi desolación. De un lado lo que dejo; de otro el destino a que voy; mi edad, mi pobreza, mi inexperiencia en negocios políticos, mis hábitos de vida dulce y tranquila. La noche cruel».
Ilustración de Alfonso Zapico
Y es que la cosa no era para menos. Partir para Rusia significaba el alejamiento definitivo de las cosas de España. Una jaula de oro encargada por Godoy, según unos para perderlo de vista y según otros mejor pensados porque no había entonces muchos candidatos de su talla para representar a la monarquía de Borbón. El ilustrado no tardó en moverse para rechazar el cargo y escribió al Príncipe de La Paz agradeciéndole la confianza y poniéndose a su total disposición, pero pidiéndole un destino más acorde «con su pobreza, edad, hábitos de vida y la misma oscuridad que en que he pasado en estos siete años de ella». Mientras tanto, ajenos a su angustia, sus vecinos quisieron agasajarle con fiestas. El 19 de octubre todo Gijón estaba en la calle para recibirlo, se dispararon salvas de cañón desde el cerro de Santa Catalina y el Ayuntamiento y representantes de la burguesía y la Iglesia local salieron a su encuentro acompañándolo a rezar un Te Deum. En aquellos días ser embajador era uno de los mayores honores que otorgaba la monarquía y los pueblos que podían presumir de tener alguno entre sus hijos lo exhibían con orgullo, por ello le llovieron los regalos, que fue rechazando sistemáticamente, primero por modestia, pero también porque en el fondo aún esperaba que se revocase la orden de marcha. Incluso uno de ellos acabó costándole dinero: el clero local se empeñó en donar 1.500 reales para las celebraciones, algo impensable en la actualidad, que podría acabar llevando a los donantes y al gratificado ante los Tribunales, pero aunque entonces nadie interpretaba así esta acción, el honrado prócer quiso dar ejemplo repartiendo el dinero entre los pobres junto a otra cantidad similar que él puso de su bolsillo.
Ilustración de Alfonso Zapico
Y hasta la Universidad de Oviedo, que se había opuesto en su día a que el Instituto Asturiano estuviese en Gijón, por la competencia que suponía para sus instalaciones de la capital (seguro que les suena este argumento si piensan en los problemas que siempre tuvo nuestra Escuela de Capataces, o incluso el Campus del Barredo) le nombró Doctor Honoris Causa en Leyes y Canones? y Jovino aceptó co la condición de que la ceremonia se realizase en la villa marinera, aprovechando además aquellos días de gloria para colocar la primera piedra del edificio del Instituto. El domingo 12 de noviembre tuvo lugar la ceremonia con toda la solemnidad posible: autoridades, bendiciones, himnos, nuevas salvas disparadas desde la costa y también desde los barcos próximos a la costa y a la noche baile, como parece que corresponde siempre a los embajadores. Aunque en esta ocasión éste fue el primero y el último, ya que Godoy accedió a su petición y a la mañana siguiente un correo llegó a hasta su casa con el nombramiento de Ministro de Gracia y Justicia cerrando así su breve carrera diplomática internacional, que había comenzado en Pola de Lena para concluir 60 kilómetros más al norte, sin haber visto no San Petersburgo, ni siquiera la frontera de Francia. Pero antes, desde el Instituto se había encargado la publicación de un folleto titulado «La sirena de Torres», de 16 páginas, con un largo poema recitado el día de su recibimiento.
Ilustración de Alfonso Zapico
Es una canción plagada de referencias a la localidad en la que su título ya identifica lo que hoy conocemos como La Campa Torres; también aparece el río Piles e incluso las playas. Aquí va un fragmento para que vean el tono: El que os daba hasta ahora, / cual Padre cariñoso, / el sustento, el amparo y el reposo, / lleva el hado tirano / a un país tan lejano, / que tarde el Sol le dora, / y baña apenas la rosada aurora... Jovellanos solo estuvo 9 meses en su nuevo cargo, pero cuando volvió a casa parecía que habían pasado 9 años. Alguien le esperaba en Madrid pensando que era mejor tenerlo cerca: no había pasado ni un mes con su Ministerio cuando fue envenenado en El Escorial, nunca se supo por quién. Salvó la vida, pero sufrió cólicos convulsivos que su médico combatió haciéndole beber grandes cantidades de aceite de oliva, luego tuvo una polineuritis y arrastró las secuelas hasta su muerte. Y con todo -para sorpresa de sus enemigos- fue un buen ministro, aunque no le sirvió de nada. Cuando le cesaron, en agosto de 1798, algún amigo se acordó de aquellos versos guardados en Gijón y los llevo a la imprenta en Salamanca. Aquí debo dejar el relato, pero entre tanto aniversario y celebración, no estaría de más acordarse en Pola de Lena de colocar una pequeña inscripción recordando aquel 16 de octubre de 1797.
El Ilustrado Jovellanos visto por el ilustrador asturiano Alfonso Zapico
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR.
Ernesto Burgos Fernández (historiador). Nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido galardón anual de  “Mierense del año”.
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).  Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).  Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de tres tomos.  Esta magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte". Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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