Claudio López Brú (1853-1925), desde 1883 segundo Marqués de
Comillas
Fallecimiento, causa de beatificación y Centenario (Continua)
Por fin se decidió que el traslado de los restos de Claudio
López, fallecido en Madrid el 18 de abril, y enterrado con gran pompa el 20 de
abril de 1925 en la Capilla Panteón de su Palacio de Comillas, hasta la iglesia
del Seminario Universidad Pontificia, tuviera lugar el 19 de abril de 1953.
Esta es la crónica oficial de los «comilleses unionistas» publicada en la
revista Unión Fraternal para uso interno:
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Vista del palacio del Marqués de Comillas en Comillas ( Cantabria ) hacia 1900. |
«En el centenario de su nacimiento
(del Siervo de Dios, Claudio López). Estamos acostumbrados a los centenarios,
casi los miramos como un tópico histórico. Sin embargo la frase: «Centenario,
que algo queda» está llena de verdad, y de nosotros depende colmarla de toda
verdad. Obligación nuestra es sembrar sobre todas las aguas para lograr la
pronta beatificación del Siervo de Dios, Excmo. Sr. D. Claudio López Brú. No
quiero desviarme de lo que quiere ser una crónica, pero no olvidemos el motivo
del traslado de los venerandos restos del segundo Marqués de Comillas. El 18 de Abril [de 1953] por la
mañana se exhumaron en la Capilla Panteón de familia los restos del Marqués, en
presencia del Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis, D. José Eguino; del presidente
del Tribunal Eclesiástico en el proceso de beatificación, ilustrísimo Sr. D.
Agustín Tobalina, Deán y Vicario de la Diócesis; del fiscal de la misma, Rvdo.
P. Lodos, S. J. y del notario del acto exhumatorio Rvdo. Sr. José Bigordá.
Presenciaron también la exhumación el Rector Magnífico de la Universidad, Rvdo.
P. Pablo Pardo, los PP. Regatillo y Marín, el Capellán de la Casa Marquesal,
Monseñor Borja Cossío, Prelado Doméstico de S. Santidad Pío XII y los
seminaristas José Angel Ezquerra y Emiliano Gutiérrez Simón. El domingo 19 a las doce de la
mañana llegó en viaje directo de Madrid el Excmo. Sr. Conde de Ruiseñada,
acompañado de su esposa, su hijo Alfonso y otros familiares. Poco después la
oficialidad de maestros de ceremonias bajo la dirección de su Prefecto P.
Rodríguez Prieto y su subprefecto Sr. Raúl González, operaban sobre una masa
abigarrada y amontonada junto a la puerta de la Capilla Marquesal. Después de
algunas maniobras, muy gratas, quedó organizado el cortejo fúnebre. Abría la
marcha la cruz a la que seguían las niñas del Colegio de Nuestra Señora de los
Angeles de Comillas, los seminaristas, estudiantes S. J. y el Claustro de
profesores, todos con roquete y de dos en fondo a ambos lados del trayecto. El centro de ambas filas lo
ocupan: el Coro reducido de la Schola y algunos maestros de ceremonias. También
en esta disciplina dominaban los niños de Logroño. A los blancos roquetes
seguían los majestuosos capisayos rojos de los Excmos. Sres. Obispos: de
Calahorra D. Fidel García, de Oviedo D. Javier Lauzurica y Zamora D. Eduardo
Martínez. A continuación un grupo de negras sotanas en contraste con los
blancos roquetes indicaban la proximidad del féretro. En este grupo dominaban
los antiguos alumnos, ilustrísimos Sres. D. Benjamín Salas, Abad de la
Colegiata de La Redonda (Logroño) y Prelado doméstico de S. Santidad; D.
Agustín Tobalina; D. Luis Eguino, Canónigo de la S. I. Catedral de Santander;
D. Enrique de Cabo, Maestrescuela de la misma; el Rector del Seminario de
Zamora, Rdo. Sr. D. Benjamín Martín; el Provisor de la diócesis de Oviedo, Rdo.
Sr. D. Demetrio de Cabo; el Rector de la Universidad de Deusto, Rdo. P. Javier
Baeza; y el catedrático de la Universidad de Salamanca y Canónigo D. José
Artero. El P. Marín, alumno fundador de la Universidad, por privilegio especial
del P. Rodríguez Prieto, se desvistió el roquete y pasó al lado de los antiguos
alumnos. Seguían los ministros sagrados, oficiando de preste el Excmo. Sr.
Obispo de Jaca, D. Angel Hidalgo, ayudado por los diáconos Carlos Corral, y
Juan Novo; e inmediatamente después el féretro escoltado simbólicamente por un
grupo de marineros del «Magallanes»; a continuación los Excmos. Sres. Conde de
Ruiseñada, Gobernador de la Provincia, D. Jacobo Roldán Losada; Presidente de
la Diputación, D. José Pérez Bustamante; Rector Magnífico de la Universidad,
Autoridades civiles y religiosas de Comillas, representación oficial del
Magallanes, familiares del Siervo de Dios y al final el pueblo de los pueblos
próximos. Hacia las doce y cuarto, salía el
féretro de la Capilla Marquesal a hombros de marineros del Magallanes,
relevados durante el trayecto por los estudiantes seminaristas y Jesuitas. Un
equipo de fotógrafos y periodistas eran los únicos indisciplinados dentro de la
solemnidad litúrgica del acto. Su Eminencia el cardenal Cicognani,
el Excmo. Sr. Obispo de Santander y Monseñor Bugallo se incorporaron a la
procesión funeral, cuando ésta llegaba al hemiciclo de la fachada principal.
Minutos después el ataúd fue depositado sobre un túmulo, mientras el Pronuncio
de Su Santidad entonaba el solemne «Libera me» de Casimiri, después del cual el
arcón que contenía los restos del Marqués fue sellado e introducido en un
sepulcro de mármol abierto en la Capilla de San Luis Gonzaga. Sobre el sepulcro
una lápida conmemora el traslado y termina con estas palabras: «Venid fieles a
este sepulcro a implorar 1a intercesión del Siervo de Dios ante el Altísimo.» Por la tarde, después del banquete
ofrecido por la Universidad a tan dignísimos huéspedes, tuvo lugar una velada
literario-musical. Anuencias casi instintivas del Conde de Ruiseñada a frases
como estas: «el Marqués era Señor de los negocios y no los negocios señores de
él»; o «fe –decía D. Claudio– no es creer lo que no se ve, sino creer a pesar
de lo que se ve»; nos revelaron una vez más la nobleza de su corazón. Muy
emocionado vino también el padre de Martín Artajo, amigo íntimo del Marqués.
Por sus trabajos literarios fueron muy felicitados los Sres. Manuel Fernández
Jiménez, Bartolomé Valbuena y el P. Eustaquio Gallejones. Y no menos expresivo
y oportuno fue el broche de oro con que clausuró el R. P. Rector la parte
literaria, seguida del Coro de Peregrinos de R. Wagner. Por fin, como epílogo
digno de jornada tan solemne y extraordinaria en los anales de Comillas, S.
Eminencia el Cardenal Cicognani en el momento de su despedida nos concedió nada
menos que 5 días de vacaciones, confirmadas naturalmente, en el acto por el P.
Rector, entre grandes aplausos para los dos generosos donantes ¡Laus Deo!»
(Unión Fraternal, Comillas, mayo 1953, año XLIV, nº 173, páginas 269-272.)
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El segundo marqués de Comillas, don Claudio López Bru, visto por el lápiz de Alfonso Zapico |
Parece ser que los restos del marqués, a pesar de los
veintiocho años transcurridos, no estaban suficientemente reducidos como para
ser introducidos directamente en una urna que se conservase tras una lápida en
una capilla, y fue preciso acelerar su pudrición en los meses siguientes. A
finales de agosto de 1953 los restos del marqués con causa abierta de
beatificación pudieron ser ya contemplados por unos pocos comilleses antes de
ser colocados en la iglesia de la Universidad Pontificia. Cincuenta años
después, en agosto de 2003, veinticinco años después del abandono de Comillas
por parte de la institución, los edificios que otrora albergaron tan ilustre
Seminario y Universidad pertenecen a Caja Cantabria, y desde el 2000 están totalmente
cerrados al público, debiendo los visitantes conformarse con admirar los
exteriores de tan monumental obra fracasada. ¿Logrará la urna que contiene los
restos del marqués terminar el siglo XXI en el lugar donde fue colocada cuando
se cumplían los cien años de su nacimiento? «Agosto 30 [de 1953].– En un
aposento de la enfermería se nos muestran por unas horas los restos del Siervo
de Dios Don Claudio López Brú, lavados, ordenados y colocados en una urna
preciosa: Todos o casi todos los huesos principales bien conservados; dos
frascos, conteniendo respectivamente: el uno fibras de esparto que se cree son
residuos del cilicio que llevaría el cadáver, y el otro alguna pequeña parte
del encéfalo; un crucifijo de plata, un pequeño relicario con dos huesecitos de
San Claudio y su cadenilla, para ser suspendido al cuello, que es de oro lo
mismo que la cajita.» («Diario veraniego», Unión Fraternal, Comillas, noviembre
1953, año XLIV, nº 175, página 325.) «Don Claudio López Brú, segundo
Marqués de Comillas, fue desde la muerte de su padre el verdadero fundador del
Seminario. No quiso aparecer en los documentos, sino como ejecutor de la
voluntad paterna, pero, si se atiende a la contribución económica suministrada
por ambos, corresponden a don Claudio más títulos de fundación. Ya se dijo que
los 100.000 duros, ofrecidos en definitiva por el primer Marqués, se juzgaron
de antemano insuficientes por el perspicaz Provincial de Castilla P. Muruzábal.
Cuando se hizo la liquidación total apareció la enorme sobretasa que hubo que
añadir. Es también cierto que, si en el edificio se invirtieron tantos miles de
pesetas, fue en parte por causa de don Claudio, que quiso hacer una obra digna
del Papa y de su padre. Pero es muy significativa la cifra de cerca de 400.000
duros que se gastaron desde 1883 hasta 1896, todos a cargo del segundo Marqués
de Comillas. Mucho sintió don Claudio que la
buena estrella de sus negocios empezara a palidecer, desde que nuestros
intereses nacionales quedaron tan mal parados con la pérdida de Cuba y
Filipinas. Una de las causas de su dolor era la imposibilidad en que le ponían
las cosas, de no ayudar al Seminario con un capital fijo de cuyas rentas
pudiesen vivir los alumnos y los profesores. No obstante, en toda su vida no
cesó de hacer en favor del Seminario una subvención anual, que hasta 1896 fue
suficiente para cubrir todos los gastos de la casa. Fue gran providencia de Dios
Nuestro Señor que para fundadores del Seminario de Comillas no solamente
señalara al primer genio financiero de nuestros últimos tiempos, sino también
al hombre más cristiano y virtuoso de nuestra nobleza. Don Claudio López Brú es
un verdadero santo moderno, que tiene tantos títulos para ser propuesto a la
imitación de los hombres de hoy, como Contardo Ferrini y el banquero místico
Jerónimo Jaegen. Dios le concedió la gracia de comprender y sentir con honda
vibración la deleznable inconsistencia de las cosas creadas, aunque fuesen tan
preciosas y abundantes como las que estaban a su disposición. Este íntimo
sentimiento, que se hizo en él habitual desde los años problemáticos de la
adolescencia, dio a la serena y armónica dignidad de su rostro un halo casi
imperceptible de majestuosa melancolía. Le dejaban vacío las satisfacciones de
la tierra y sentía nostalgias del Cielo. Así se hizo mortificado, pobre de
espíritu, amante del Papa, favorecedor de los obreros, hombre de oración. Don
Claudio es uno de los pocos hombres que merecen ser alabado, porque pudieron
prevaricar y no prevaricaron. El Seminario de Comillas trabaja en su pronta
beatificación.» (Nemesio González Caminero, La Pontificia Universidad de
Comillas, semblanza histórica, Comillas 1942, páginas 33-35.)
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Ilustración de Alfonso Zapico |
«Los tres ideales de Monarquía,
Patria y Religión, aunque separables en sus conceptos, y aun de diverso valor y
categoría, ya que por encima de todas las formas políticas está la Patria, y
por encima de la Patria está Dios; de hecho, en su concreción histórica y real,
en España, por venturosa fortuna, han venido a fundirse en un ideal armónico de
mutuas penetraciones íntimas, imposibles o muy difíciles de desenlazar. El
Catolicismo, entre nosotros, no sólo es algo, por tradición y por herencia,
unido al espíritu nacional; es algo constitutivo de nuestra misma nacionalidad.
De España ha podido decirse, con no menor razón que del Imperio de los Francos,
que la Iglesia, sus Obispos y sus monjes la construyeron como las abejas
construyen su panal. Y la Monarquía ha sido (su persistencia tantas veces
secular lo comprueba) y sigue siendo la forma política espontánea, ajustada,
legítima de esta España así constituida. Así es como el Marqués de Comillas, al
señalar a su vida estos tres ideales, no la disgregaba en tres direcciones
diversas, con perjuicio de su unidad, puesto que aquéllos, subordinados e
íntimamente enlazados entre sí, han venido a constituir una síntesis viva y
gloriosa. Entendía que, sirviendo a la Monarquía, servía a la Patria, y que,
sirviendo a la Patria española, servía a la Iglesia, a Dios, único ideal
supremo del hombre. De igual modo, sabía que servir a Dios, a la Iglesia, era
la mejor y más eficaz y más permanente manera de servir a España y a su
católica Monarquía. ¡Y cómo las ha servido el fiel monárquico, el gran patriota
y el perfecto cristiano! Con todas sus fuerzas, que eran de gigante; todos los
días de su vida, y en todos los terrenos.» (Miguel Cascón S. J., Luz sin sombra
[relato del entierro de Claudio López], citado por Camilo María Abad S. J., El
Seminario..., 1928, págs. 261-262.) «¿Cómo sirvió a la Iglesia y al
Papa el Marqués de Comillas? Dos cosas, entre las muchas que podríamos alegar,
me place recordar: el Seminario de Comillas y la Acción Social Católica. El
Pontificio Seminario de Comillas es, por cierto, la mayor empresa y la obra más
pensada, más acertada, más duradera y más meritoria del Marqués de Comillas.
¿Qué haría él para la Iglesia en España y para la mayor gloria de Dios y bien
de las almas, con la voluntad, la generosidad y los medios que Dios le había
otorgado? Un Seminario; pero un Seminario modelo, que sobresaliese a los demás;
pero que se abriese para todos, ricos y pobres; que estuviese informado por el
más alto espíritu de la Iglesia; que fuese dirigido por la milicia selecta de
la Iglesia; que satisficiese a todas las modernas exigencias de la cultura y de
la pedagogía eclesiástica, y que fuese del Papa, no sólo en la formación y en
la doctrina, sino también en la propiedad. Quien ha podido visitar aquel
grandioso plantel de las más halagüeñas esperanzas de la Santa Iglesia en
España, no puede, si ha entendido bien el alcance de la obra, dejar de dar
gracias a Dios y a su instrumento escogido, el Marqués de Comillas, y no
felicitar cordialmente a esta noble España, cuyos sagrados intereses tienen,
por mérito del gran prócer, adónde y cómo orientarse para alcanzar un nivel
siempre más alto en su glorioso, santo, apostólico clero: a Comillas.»
(Monseñor Tedeschini, Nuncio de Su Santidad, en el número extraordinario de
Unión Fraternal dedicado al fallecimiento de Claudio López, citado por Camilo
María Abad S. J., El Seminario..., 1928, págs. 264-265.)
|
el busto dedicado al marqués de Comillas en el poblado |
Bibliografía sobre Claudio López Brú
1925 Miguel Cascón, S. J., Luz sin sombra. El Marqués de
Comillas, Comillas 1925, 76 págs.
1926 Miguel Asúa Campos, El Marqués de Comillas, Real
Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes, Cádiz 1926, 69 págs. Con un
postscriptum de José M. Pemán.
1928 Camilo María Abad, S. J., El Seminario Pontificio de
Comillas. Historia de su fundación y primeros años (1881-1925), Tipografía
Católica, Madrid 1928, 362 págs.
1928 Constantino Bayle, S. J., El segundo Marqués de
Comillas, don Claudio López Bru, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de
Jesús, Madrid 1928, 390 págs.
1942 Nemesio González Caminero, S. J., La Pontificia
Universidad de Comillas, semblanza histórica, Comillas 1942, 185 págs.
1947 Eduardo F. Regatillo, S. J., Causa de beatificación del
Marqués de Comillas, aparte de Sal Terrae (diciembre de 1947, tomo XXXV, págs.
804-814), 15 págs.
1950 Eduardo F. Regatillo, S. J. («postulador de la causa de
su beatificación»), Un marqués modelo. El siervo de Dios Claudio López Bru,
segundo Marqués de Comillas, Sal Terrae, Santander 1950, 241 páginas.
1954 Berta Pensado, El Marqués de Comillas, Temas españoles
nº 83, Publicaciones Españolas, Madrid 1954, 29 páginas.
1968 Seminario-Universidad Pontificia de Comillas:
1892-1967. Sus festivales diamantinos celebrados por sus antiguos alumnos (días
28-31 julio 1967), Santander 1968, 109 págs.
1995 Francisco Erice Sebares, «Las repercusiones de le
'Rerum Novarum' y el primer catolicismo social: el caso de Asturias», en El
Basilisco, Oviedo, nº 18, págs. 65-82.
1999 Raquel C. Sánchez, Antonio López y López, primer
Marqués de Comillas, Cantabria s.f. [ISBN: 1999], 75 págs. [En 2003 a la venta
en la tienda de recuerdos del Palacio de Sobrellano, en Comillas, otrora
perteneciente a los Marqueses y ahora propiedad de Cantabria.]
2000 Martín Rodrigo Alharilla, Los Marqueses de Comillas
1817-1925, Antonio y Claudio López, LID, Madrid 2000, 405 págs.
2001 Martín Rodrigo Alharilla, «La casa de comercio de los
Marqueses de Comillas (1844-1920): continuidad y cambio en el capitalismo
español», en Congreso de la Asociación de Historia Económica (Zaragoza, 19-21
de septiembre de 2001), texto disponible en internet.
Sobre Claudio López Brú en el Proyecto filosofía en español
1925 Bustiello: monumento de los mineros a Claudio López
Bru, Marqués de Comillas
1947 Eduardo F. Regatillo, S. J., Causa de beatificación del
Marqués de Comillas, aparte de Sal Terrae (diciembre de 1947, tomo XXXV, págs.
804-814), 15 págs.
1954 Francisco Franco implora la pronta beatificación de
Claudio López Brú
1954 Berta Pensado, El Marqués de Comillas, Temas españoles
nº 83, Publicaciones Españolas, Madrid 1954, 29 páginas. Ver las notas {*} y
{***} de su edición digital.
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El monumento a Claudio López Bru en Bustiello, Mieres, Asturias, España |
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AUTORES.
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