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16 de febrero de 2021

Deuda con la memoria de inocentes

El campo de concentración de Arnao sale del olvido
José, a sus 10 años, con su hermana Pilar en el campo de concentración de Arnao. Archivo Familia Castiello. elDiario.es
El régimen de Franco recluyó en un recinto próximo a Figueras al menos a 2.140 personas, algunas de ellas solo por ser familiares de huidos, según desvela el completo trabajo elaborado por el estudioso local Fernando García. Ver artículo del Blog: El campo de concentración de Arnao (Castropol-Figueras). Enlace
Recreación del campo de concentración. LNE
La Nueva España
Fernando García confiesa la necesidad de saldar una deuda con su propia memoria como una de las razones principales por las que se lanzó a investigar la historia del campo de concentración de Arnao, en su Figueras natal. Este maestro de profesión con años de investigación a sus espaldas nunca antes se había decidido a poner negro sobre blanco uno de los episodios más destacados de posguerra civil y, a la vez, desconocidos de la historia de esta parroquia castropolense. “Memoria de Arnao. Campo de concentración de Figueras” constituye, como reconoce en el prólogo el escritor leonés José Antonio Landera, “el primer estudio de investigación histórica riguroso y documentado sobre el campo de trabajo o concentración de Arnao”. García deja claro que se trata de un trabajo “inacabado e interactivo”, pues, solo la participación activa de los familiares de los presos o de personas ligadas a él de algún modo, permitirá cubrir las lagunas que aún rodean a esta instalación predemocrática, una de las doce identificadas en Asturias.
Prisioneros del campo. LNE
“Nací en 1948. Aún había restos de la cimentación, pero entonces no se sentía esa curiosidad porque fuimos educados en no plantearnos preguntas sobre estos temas. Por eso creo que es un libro de deudas, una personal porque no es posible que no supiera casi nada de este campo, sobre todo habiéndome dedicado toda la vida a la enseñanza”, confiesa. Cualquier aproximación a la historia de lo acontecido en Arnao causa sorpresa por la falta de información sobre un hecho tan relevante, máxime si se tiene en cuenta que, durante el tiempo de actividad del campo, el censo de Figueras no superaba las 800 personas y contaban a dos kilómetros del pueblo con una instalación con capacidad para 1.200 personas. Se podría decir que la principal obsesión del investigador es poner al alcance de la gente el mayor número de documentos y datos “de la manera más limpia posible para que, a la luz de la información, cada uno saque sus conclusiones”. Y de esa compilación de cifras y acontecimientos, a través de innumerables archivos, fuentes bibliográficas y testimonios, sobresalen datos curiosos como las 2.140 personas que, como mínimo, estuvieron apresadas en esta instalación. Es una cifra mínima pues faltan muchos datos de los presos en la época de la Guerra Civil. También se arrojan datos más precisos sobre su periodo de funcionamiento, de seis años, “al menos desde junio de 1937” a julio de 1943, cuando se liquidó. Una singularidad del trabajo de Fernando García es la incorporación de sesenta y nueve códigos QR, que solo exigen la descarga de un lector para el móvil y que ponen en la mano del interesado un buen puñado de documentos “de recomendable lectura”. Pero, sin duda, el código más valioso es el que da acceso a una base de datos con los nombres de las personas con un paso documentado por Arnao.
Prisioneros del campo. LNE
Singularidades del equipamiento
Frente a propuestas previas que, con mayor o menor fortuna trataron de ubicar el campo y sus instalaciones, García despeja cualquier duda echando mano de unas fotos aéreas del vuelo americano de 1956, nunca antes estudiadas, que fijan “de manera incuestionable la ubicación y orientación de las construcciones del campo”. Le permite al figuerense mostrar un diseño fiel del campo, que traslada a través de un código QR y de recreaciones fotográficas. El campo disponía de un amplio espacio rectangular, con un lado cerrado por el acantilado y los tres restantes con alambradas. El visitante se encontraba en la entrada principal, desde la carretera de Figueras, con una edificación destinada a vivienda de oficiales y oficina y, después, con tres barracones para prisioneros. También contaba con una tribuna o púlpito de mampostería, con un edificio para alojar a la tropa y con otro destinado a cocina. Por último, había una enfermería, una caseta de almacén de víveres y unas letrinas colocadas al borde del acantilado. Se cree que durante la guerra civil se superó su aforo de 1.200 prisioneros, pero, durante la época documentada por García el aforo máximo rondó las seiscientas personas. 
Ilustración de Alfonso Zapico
En total, en todo el periodo con listados disponibles, ha contabilizado 2.140 personas, 1.144 hombres y 996 mujeres, con un promedio de estancia de noventa y dos días. En concreto, el pico más alto de los meses con registro es el de junio de 1940, cuando hubo en Arnao 623 presos. Y un dato curioso, el del récord de permanencia, que fueron los 843 días que estuvo retenida una mujer llamada Rosa González Fernández. Otro dato que recoge el investigador es el del número de fallecidos en el campo, sin poder arrojar más luz sobre las circunstancias de su muerte que las que figuran en el registro de defunción: son un total de diez presos y dos soldados. “Por una parte tenemos las sospechas y presunciones y, por otra, los hechos que hemos podido documentar”, precisa García, que no ha podido probar “fusilamientos o paseos”. Sí que hay sospechas vecinales de enterramientos en los alrededores, pero García se limita a señalarlos en el mapa del campo, ya que no se ha hecho excavación alguna que lo desmienta o confirme.
Fernando García. LNE
De su apertura en 1937 a su clausura en 1943
“El día 31 (de julio de 1936) avanzan las tropas desde Castropol hacia Figueras por a Lieira y a Senra, al mismo tiempo que desembarcan en la playa de San Román un grupo de soldados al mando de Juan Aranguren, teniente de la guardia civil que controla el orden público desde Ribadeo, quedando Figueras en manos de los nacionales. La entrada en Figueras se hace sin ningún tipo de oposición, si bien se habrían realizado algunos disparos de fusil hacia Ribadeo sin posibilidad alguna de resultar eficaces”, relata García en el libro. Con la ocupación de la zona se produjeron los primeros apresamientos, también algunas muertes. El aumento de las detenciones produjo la rápida saturación de las cárceles locales, caso de los depósitos municipales de Castropol y Vegadeo. Se habilitó entonces una cárcel provisional que el investigador ubica en la denominada casa de Don Félix, en la localidad de Lois, y que considera el inicio del campo. La primera noticia documentada del campo la localiza en un acta de un pleno celebrado en el Ayuntamiento de Castropol el 25 de agosto de 1937 y en el que se debate sobre la necesidad de disponer de fuentes en la villa castropolense. Se acuerda que el Alcalde intervenga para, según la cita literal, “ver si puede utilizarse para esos trabajos, buscando economizar, al personal concentrado en el campo de Arnao”. García denomina segunda etapa del campo al periodo que va de agosto de 1937 a febrero de 1938. 
Restos del campo. LNE
Da por hecho que en este tiempo el campo funcionaba ya con normalidad, aunque no ha logrado dar con la relación de los presos. En esta época se produce el primer fallecimiento en el campo, que el autor localiza tanto en el registro civil como en el parroquial: Andrés Suárez Fernández, natural de Trubia y fallecido el 7 de diciembre de 1937. El libro recopila también los trabajos a los que fueron obligados los presos. El primero, la construcción de los barracones, así como el cierre y la realización de las trincheras del campo. Después, llevaron a cabo la mejora de los dos kilómetros de la vía que va desde el campo hasta Figueras. Pero la obra de la que hay más referencias escritas es la de construcción de la carretera Villadún a Barres. “Las actas municipales nos permiten seguir todo el proceso y hacernos una idea de los procedimientos seguidos y que pueden explicar la utilización de los presos en obras públicas”, narra García, que también constata que la parte más sacrificada era la extracción de piedra de la ensenada de Espiela. Para el autor hay una tercera etapa, entre febrero de 1938 y febrero de 1939, en la que las instalaciones se vacían, ya que los prisioneros son evacuados a otros puntos del país. Refuerza su planteamiento en un acta de la Comisión Gestora de Castropol en la que los dirigentes locales plantean la cesión de las dependencias, ya que “actualmente no responden a la finalidad que los motivó”. Sin embargo, las cosas cambian en febrero de 1939 ya que, tras la caída de Cataluña, aumentaron los prisioneros y se buscaron lugares para su detención. 
Amelia Castiello Carriles, Peón (Villaviciosa), presa en el campo de Arnao, donde también estuvieron otros miembros de su familia. ARCHIVO FAMILIAR. LNE
En esta cuarta etapa, se registran en Arnao prisioneros vascos y catalanes. Entre los últimos está Luis Pérez Villalba, que fue apresado en la frontera con Francia y cuyo relato con su llegada a Asturias sobrecoge: “El día 10 de marzo llegamos a Figueras de Castropol. Nos hicieron salir de cincuenta en cincuenta y metiéndonos en unos lanchones nos desembarcaron. Si no fuera por las circunstancias, el lugar era precioso (…)”. Pero lo que a juicio de García singulariza el campo de concentración de Arnao es el periodo de agosto de 1939 a diciembre de 1942, en el que funcionó como centro de reclusión de los llamados “prisioneros gubernativos” y que lo convierte en un espacio único en toda Asturias y, posiblemente, en España. Ante la elevada cifra de guerrilleros y huidos, especialmente en Asturias, León y Galicia, se buscaron estrategias para obligarles a entregarse que pasaron, entre otras cosas, por represaliar a sus familias. La ubicación estratégica de Arnao y su elevada capacidad le hace jugar un papel clave. García ha logrado documentos inéditos como la relación nominal que elaboró el Estado Mayor de la Columna de Operaciones de Asturias en octubre de 1939 y que incluye los nombres de más de doscientas personas. Lo más singular es que figura la causa por la que son enviados al campo y sobresale (con un 38%) el hecho de ser familiares de huidos.
Recreación, Distribución del campo. LNE
La sexta etapa va de diciembre de 1942 a julio de 1943, cuando se cierra. “Los barracones de madera fueron desmontados y trasladados en barco con destino desconocido, parte del equipamiento reintegrado al Parque de Intendencia de Oviedo y, de lo que fue quedando, se encargaron los vecinos de aligerarlo hasta hacer desaparecer todo vestigio, incluida la parte de mampostería”, escribe García. Se registra un episodio curioso y es la apertura de un expediente administrativo por la falta de ciento sesenta mantas militares del total de quinientas que tenía el campo. Se justificó la desaparición en que “eran un montón de trapos de los cuales faltaban grandes trozos”, porque los reclusos las usaban para hacerle chalecos contra el frío. El libro recoge también las relaciones que se forjaron entre el campo y la comarca, en la que generó cierto movimiento económico, pero, sobre todo, entre los familiares de los presos y los vecinos de la parroquia que, pese a su precaria situación económica, intentaron arrimar el hombro ayudando en lo posible a los presos y sus familias, arriesgando incluso su propia libertad.
Uno de los barracones del campo. LNE
Testimonios sin odio
“Memoria de Arnao” recoge infinidad de testimonios pero, si con algo se queda García, es con la naturalidad con la que las familias hablan de lo allí acontecido. “Sorprende su posicionamiento porque contrasta con muchas de las cosas que se leen. Me he encontrado con familiares que exponen una situación asumida, que no renuncian a su conocimiento, pero que no muestran odio. Su visión es generosa”, precisa. El investigador apunta que, si bien no logró dar con testimonios sólidos acerca de hechos violentos hacia los presos, “no se puede olvidar que eran personas privadas de libertad, sin causa judicial abierta y obligadas a realizar trabajos forzados”. El libro constata que allí se pasaron hambre y penurias, pero no se puede obviar el contexto general de aquellos años “en los que gran parte del vecindario de Figueras padeció carencias básicas importantes”. “Memoria de Arnao” se detiene en los lugares que aglutinaron un número considerable de presos en el campo, como la zona del Valle de Aller o de Laviana y el Alto Nalón, pero llama especialmente la atención el caso del pueblo leonés de Guímara. A unas tres horas de viaje de Figueras, García se sintió impresionado, rodeado de unos vecinos que “hablan de Figueras como si fueran de aquí”. 

De izquierda a derecha Florentina, amelia, Pilar y José Manuel carriles, recién liberados del Campo de Concentración de Figueras (Castropol) Año 1942 - Imágenes tomadas del libro «Por qué estorba la memoria», de Gerardo Iglesias. (Archivo del Blog)

El pueblo sufrió “una violenta represión mediante la cual unos son asesinados, otros huyen al monte, y los demás, sobre todo mujeres, son deportados al campo de concentración de Figueras”. Cuenta García que el pueblo quedó sujeto a la rapiña y que, si la represión fue dura, más lo fue el regreso a un pueblo saqueado donde no había nada. La cifra impresiona: de los 250 vecinos de Guímara, 48 estuvieron presos en Arnao. Además de las procedencias, el trabajo atiende a las numerosas familias presentes en el campo. Entre ellas la del expresidente del Principado, Javier Fernández, que remitió una carta al investigador que se reproduce en el libro: “(…) No es lo mismo sufrir en persona una guerra civil y una dictadura que oírselo contar a nuestros padres y menos aún a nuestros abuelos, cada narración subordinada al añadir más confusión entre la historia, la memoria y la justicia hace más difícil enfrentarse honestamente con el pasado. La memoria humana incluye el olvido y es selectiva y moldeable, la administrativa no, y lo que Fernando aporta con su investigación son fechas, cifras y nombres, datos objetivos para interpretar un tiempo nada lejano, un pasado sucio que conviene conocer para recordar a los españoles lo que España no quiere volver a ser”. “Memoria de Arnao”, que se presentó el 10 de octubre de 2020 en Barres (Castropol), es el antídoto perfecto contra el olvido. 

En la historia de Figueras está señalado con letras destacadas todo lo relativo al campo de concentración de Arnao del que ningún resto físico permanece en pie. Sí resiste la historia y resiste la memoria. La historia son documentos escritos conservados en los archivos y bibliotecas, son fotografías, es la hemeroteca y también es la memoria oral de quienes sufrieron esos padecimientos. (...). LUIS MIGUEL PIÑERA ES DIRECTOR DEL CLUB LA NUEVA ESPAÑA DE GIJÓN Y MEDALLA DE PLATADE GIJÓN 2019. Saber más

FUENTE: TANIA CASCUDO. Tania Cascudo. Periodista. Corresponsal de La Nueva España en el Occidente de Asturias. Artículo publicado por la Nueva España el 27-09-2020. Ver enlace.
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AUTORES.


Tania Cascudo.
Periodista redactora del periódico asturiano La Nueva España. Fuente: La Nueva España. - Foto: Instagram.

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Esta página se editó por última vez el 28 de agosto de 2023 a las 08:46 horas.

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