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3 de septiembre de 2018

La cara oculta de nuestra historia

Un uniforme mal llevado
 La foto se realizó a principios de los años 20 y no en 1915 como indica su pie. Foto realizada por Frank. 
Las violentas correrías del inspector Cirino y del agente "Manguitas" de la Policía Local de Mieres que deshonraban al cuerpo en 1898
Ilustración de Alfonso Zapico
https://www.lne.es
El 6 de abril de 1898 se aprobó el Reglamento Orgánico de la Guardia Municipal de Mieres. La primera plantilla la componían un inspector, dos cabos y doce guardias armados con sable y revolver, si patrullaban por el casco urbano, o carabina y bayoneta cuando tenían que acercarse hasta las zonas rurales. A cambio de ochenta pesetas mensuales el Reglamento les imponía unas condiciones draconianas: debían estar en la calle nada menos que doce horas diarias y no tenían descanso semanal. No sé si fue por esta circunstancia o porque entre ellos había antiguos alguaciles que ya venían quemados de su antiguo puesto como oficiales de categoría inferior obligados a ejecutar las órdenes directas del alcalde, pero enseguida deshonraron su uniforme.
La calle Camposagrado (ahora Manuel Llaneza) hacía 1910
Especialmente destacaron dos por su comportamiento violento que los enfrentó de inmediato con la ciudadanía: el inspector Cirino Alonso y el municipal Juan Mangas, conocido por "Manguitas" o "Mangones", quienes ya habían protagonizado algunos incidentes con anterioridad. Después, ambos acabaron perdiendo su puesto por perseguir y agredir a José Rodríguez Bernardo, director del periódico "La Voz de Mieres", crítico con los gobernantes del momento.
La primera noticia sobre este asunto la leemos en "El Noroeste" el 3 de febrero de aquel 1898. El diario contaba que 20 días antes los dos guardias habían detenido a un joven cuando salía pacíficamente de un establecimiento de Requejo -en alpargatas para salvar mejor los numerosos charcos de la zona- y "Manguitas" lo llevó al cuartón dándole sablazos, bofetones y pellizcos, hasta que su compañero el inspector Cirino, que tampoco destacaba por ser caritativo, lo llamó al orden y le hizo suspender los achuchones. Sin embargo nadie se disculpó con el chaval, que había sido detenido por error y tuvo que ser puesto en libertad tres horas más tarde.
Carteros famosos de Mieres. (Colección Julio León Costales)
Por su parte, en "La Voz de Mieres" encontramos otro altercado que se produjo el sábado 20 de febrero cuando el inspector penetró en el Casino con la cabeza más acalorada de lo que debiera, y diciendo "que no había más potencias en Mieres que las suyas", lo que obligó a llamar a una pareja de policía para que lo sometiesen al orden. Como era de esperar, cuando llegaron el señor Cirino contestó a los municipales que el jefe era él y los despidió a cajas destempladas.
El historial del inspector más parece la ficha de un delincuente habitual que de un agente de la autoridad y sus desmanes fueron aumentando en intensidad. El 2 de noviembre el objeto de su iras fue Ruperto Castro Sierra, un soldado del Regimiento Gerona nº 22 destinado en Cuba, quien estaba en Mieres con licencia temporal de tres meses. El repatriado había ido hasta Gijón para recoger un libramiento de 100 pesetas a cuenta de su haber y regresó en el mixto de la noche sin novedad, pero ya muy cerca de su casa fue sorprendido por la pareja, a los que el periódico calificó como "esbirros pidalinos" (aludiendo a que estaban controlados por el todopoderoso marqués de Pidal), que le sacudieron varios leñazos, hiriéndole en un brazo, y aún pudo ser peor si el bravo soldado no se hubiese resistido.
José Valdés Hevia (Pepón Valdés), jefe de la Policía Local de Mieres
En realidad buscaban a José Rodríguez Bernardo, director de "La Voz de Mieres", quien también tenía cancha en "El Noroeste" y el día 17 de noviembre añadió más detalles. Según su versión, el suceso había tenido lugar cuando el pobre joven llegó al puente de San Juan y se encontró con Juan Mangas, quien hacía el servicio nocturno y sin decir palabra comenzó a darle garrotazos de la manera más brutal que puede concebirse, entonces a Ruperto se le cayeron al suelo algunos objetos que su verdugo destrozó a pisotones ebrio de furor, mientras continuó descargando golpes hasta que el agredido pudo escapar dejándose el paraguas en la refriega. Luego llegó el inspector Cirino para unirse al pendenciero sereno, y quiso la mala suerte que José Rodríguez pasase a su lado, entonces Mangas lo agarró de un brazo para preguntarle al oído si había tenido "algún lío por ahí". Más adelante se supo que tanto el inspector como el municipal habían estado aquella tarde bebiendo en la cantina de la estación, donde mandaron preparar unos callos o una fabada mientras esperaban por el tren en el que suponían que iba a llegar el director de "La Voz de Mieres", con el que confundieron al soldado Ruperto Castro.
Policías locales en La Pasera en el año 1960. Foto Alonso
El periodista, que estaba en el punto de mira por su posición crítica con la política del Ayuntamiento, pudo salvarse en aquella ocasión porque había varios testigos viendo la escena, pero Mieres era muy pequeño y el 23 de noviembre cayó por fin en manos de los municipales.
Aquella tarde estos volvieron a esperarlo en la estación y lo siguieron cuando se bajó del vagón para acompañar hasta su vivienda a un amigo al que se le había dislocado un pie. Después, al regresar para su casa se encontró con los dos municipales que sin decir palabra empezaron a darle golpes, cual si fueran salvajes, y allí lo hubieran asesinado de no ser por la intervención de los vecinos, ya que Mangas llegó a desenvainar su sable y en ademán de pincharle, le gritó: "Ladrón, ahora no va usted a chillar más".
Policías locales en la Plaza del Ayuntamiento de Mieres. Foto Alonso
De todas formas, José Rodríguez Bernardo resultó herido, tuvo que guardar cama varios días en su domicilio y allí fue muy visitado por numerosos amigos y por personas de todas las clases sociales. La agresión fue durante semanas el tema central de las conversaciones; por todas partes se oyó hablar del salvaje atentado, que se condenó con duras palabras. Esta brutalidad causó la indignación del pueblo y se solicitó la mediación de los gobernadores civil y militar, y del presidente y el fiscal de la Audiencia, pidiendo la dimisión del Alcalde, Manuel Gutiérrez, al que acusaron de estar sometido al caciquismo. Por su parte, la pareja armada lejos de desempeñar su trabajo con neutralidad, continuó sirviendo a intereses muy determinados. Se les veía dando paseos la mayor parte de la noche cerca del Círculo Republicano y el Socialista, y también en el Ateneo de Artesanos y junto a la redacción del periódico de José Rodríguez Bernardo; incluso se aseguraba que el inspector Cirino había dicho en público antes de su ascenso: "En siendo yo Inspector, 'La Voz de Mieres' morirá".
Diciembre de 1956, policías municipales en la calle Teodoro Cuesta. Foto Alonso
Y parecía querer cumplirlo, porque después del salvaje atentado contra su director, en otra ocasión le cortó el paso con actitud amenazante a Fernando Piedra, corresponsal del mismo periódico, quien se dirigía camino del Ateneo, y tuvo que huir apresuradamente.
Más tarde se supo que "Manguitas" ya había sido expulsado de un puesto similar en Villaviciosa a causa de la violencia que le asistía como autoridad en aquella villa, y que Cirino también tenía un pasado como combatiente carlista, lo que añadió argumentos para que ambos fuesen cesados a finales de noviembre junto a un tercer municipal identificado como "Marcelo de Cenera". Pero aun así todos siguieron disfrutando de amplia libertad y apostándose por la noche en diferentes puntos solitarios de la población, causando el temor de los transeúntes, por lo que parecía que seguían recibiendo las órdenes de alguien que les pagaba por este servicio.
En el cruce de Requejo, Falo el municipal en 1953. Facebook Mieres años 80 y 90 de José Ramón Viejo
El 13 de enero de 1899 vemos citados por última vez en "El Noroeste" a los municipales camorristas en otra crónica firmada por el director de "La Voz de Mieres", quien la empezó aclarando que debía recurrir al diario gijonés porque la censura no le dejaba publicar el texto en su propio periódico. Se trata de una queja por los privilegios de Cirino, "Manguitas" y "el guapo Cenera", ya que aunque estaban cesantes y no cobraban sueldo como agentes, seguían en poder de sus uniformes.
"¿Cómo y por qué no han entregado esas prendas que costaron la friolera (pásmense los que no lo sepan) de muchos cientos de pesetas ¡Tantas pesetas para vestir al criminal Cirino, servidor fiel de criminales ocultos, según opinión pública, que tan pocas veces se equivoca!" -se pregunta el periodista- y luego añade que "si el Sr. Alcalde quería practicar la tan meritoria obra de misericordia de vestir al desnudo, debió de apurrir de su propio bolsillo las pesetas del pico cuando trató y consiguió engalanar al criminal Cirino con el costoso o infantil uniforme de Teniente Coronel, para mandar 11 ó 12 individuos". Hace 20 años, en 1998 se conmemoró adecuadamente en Mieres el centenario del Reglamento Orgánico de su Policía Local con exposiciones, charlas y conferencias de primer nivel, entre ellas la del exministro de Justicia Juan Alberto Belloch. Por supuesto, nadie se acordó del inspector Cirino ni de "Manguitas", que están en la cara oculta de nuestra historia.
Un personaje muy popular en Mieres. Año 1958. (Foto Frank). (El Cabo Blanco). Facebook de Carlos Díaz Marcos
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR

Ernesto Burgos Fernández nació en Mieres (Asturias) el 7 de julio de 1957.
Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo (1979). Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología Histórica («La romanización en las cuencas mineras del sur de Asturias» 2006).Profesor de Educación Secundaria, ha trabajado en los institutos «Juan de Herrera» (Valladolid), «Sánchez Lastra» (Mieres), «Camino de La Miranda» (Palencia), «Valle de Aller» (Moreda) y desde 2006 en el IES «Mata Jove» de Gijón. En el año 2016 el reconocido historiador mierense fue distinguido con el reconocido galardón anual de  “Mierense del año”.

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