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Litografía de
Zumalacárregui, 1837. Tomás de Zumalacárregui e Imaz (29 de diciembre de 1788 -
24 de junio de 1835), conocido entre sus tropas como "Tío Tomás", fue
un oficial vasco español que lideró la facción carlista como Capitán general
del Ejército durante la Primera Guerra Carlista. En ocasiones fue apodado el
"Lobo de los Amezcoas", haciendo referencia a su famosa victoria
militar en la región de Navarra. (...). Saber más... WIKIPEDIA. |
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| Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
1834 fue el año de Zumalacárregui. El general carlista se cubrió de gloria haciéndose con un arsenal que los isabelinos trasladaban entre Logroño y Cenicero y con estas armas obtuvo numerosa victorias en la provincia de Álava; no mucho después, el día de Navidad iba a sufrir una derrota que le obligó a replegarse, pero eso no nos importa, porque la historia de hoy sucedió en septiembre, y en aquel momento don Tomás estaba tan seguro de su posición que se planteó extender su radio de acción por otras regiones. La idea tradicionalista siempre ha ido vinculada a la religión, ya saben: Dios, Patria y Rey, por ese orden; por eso el militar decidió sondear primero como estaba el ambiente enviando algunos de sus partidarios con una misión que actualmente los encuadraría en la categoría de agentes secretos. Se trataba de ir recorriendo las casas rectorales de las zonas rurales para preguntar a los sacerdotes las posibilidades de levantar en sus parroquias partidas a favor del Pretendiente.
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Imagen de portada
del libro de la colección “Episodios Nacionales” de la biblioteca Benito Pérez Galdós.
“Zumalacárregui”. Editorial: Alianza Editorial. (...). El sitio a Bilbao, que
Zumalacárregui estaba convencido de que duraría poco tiempo, comenzó en junio
de 1835 y el día 15 fue herido por una bala en una pierna mientras observaba
desde un balcón las maniobras del campo de batalla. Se hizo trasladar a Cegama
y atender por un curandero local en el que tenía confianza, pero que le remató.
(...). Saber más... Libertad Digital. |
Desconozco de cuantos hombres dispuso Zumalacárregui para esta tarea, pero sí sé que dos de ellos estuvieron en Asturias escondidos tras identidades falsa, como tratantes de ganado, lo que en teoría podía permitirles ir de pueblo en pueblo sin levantar sospechas, hasta que uno fue detenido en Mieres. Así lo contó el 4 de septiembre de 1834, el diario madrileño El Eco del Comercio publicando una información fechada en Oviedo quince días antes: "Hace tiempo se aseguró en esta capital que un soldado de Zumalacárregui visitaba todos los curas de esta provincia y personas desafectas a Isabel II de la parte del occidente, con el objeto de sostener el partido de Carlos V sublevando este principado. Se dice que estuvo en varios conventos de cuyos prelados se cree tomó cierta cantidad de dinero. Estuvo con el párroco de (y aquí, según la costumbre de la época se sustituyó el nombre del pueblo por unos puntos suspensivos) le entregó una carta y se retiraron a hablar sin duda de su comisión. El 25 del actual pasando por Mieres no faltó quien habiéndole visto en otros puntos, llamándole la atención por sospechoso, diese parte al oficial de una compañía de seguridad que se hallaba allí, le detuvo y le remitió a esta capital".
El periódico anotó a continuación como el intrigante había permanecido 24 horas en el cuerpo de guardia de la fortaleza ovetense hasta ser conducido a otra pieza más segura y en el interrogatorio mostró un pasaporte dado en la provincia de Lugo a nombre de Manuel Rizos, natural de Madrid, y vecino de la calle de Jacometrezo, que estaba desplazado en Asturias con objeto de comprar ganado; "pero la policía observó que en su itinerario se daba la curiosa circunstancia de que no se había presentado en ninguna de las capitales de partido donde se verificaban los mercados y las ferias". Cuando leí esta noticia la guardé a la espera de poder ampliarla, como suelo hacer con esos pequeños datos que siendo interesantes no dan el juego suficiente para rellenar una de estas Historias Heterodoxas. No siempre tengo suerte, pero en este caso la fortuna estuvo de mi lado y buscando otra cosa me encontré en una revista médica del año 1863 llamada "El Genio Quirúrgico" un folletín por entregas titulado "Viajes al Nuevo Mundo" firmado por Juan Manuel Díez en el que hacía referencia a este episodio casi tres décadas después de que hubiese sucedido.
El relato contaba las andanzas del hijo de un médico liberal, que por sus ideas tuvo que exiliarse a Londres y a su regreso trabajó escondido y soportando la competencia de curanderos y curas que se las daban de entendidos en asuntos sanitarios, protegidos por las autoridades, hasta que falleció dejando a su viuda al cargo de ocho hijos y con la única herencia de un montón de libros e instrumentos de su oficio. El mayor de los hermanos sentó plaza en el cuerpo de carabineros, mientras que el segundo, que fue quien escribió esta historia, vivió la I Guerra civil como agente de Zumalacárregui, siendo destinado junto a otro emisario para agitar Asturias. Una vez aquí, según su testimonio, los dos espías lograron promover una pequeña sublevación en el occidente de la provincia y desde allí se dirigieron hasta los alrededores de Oviedo para alojarse en una rectoral regida por un cura tradicionalista. Entonces se presentó un pintor enviado por otro cura a hacer un trabajo en aquella casa, pero al obrero, que era de ideas isabelinas y por lo tanto enemigo de su anfitrión, le llamaron la atención los dos forasteros cuyo aspecto era demasiado elegante para el oficio que decían estar desempeñando y los delató a la policía.
Aquella misma noche fría y oscura, los dos enviados carlistas abandonaron la rectoral para evitar su detención y bajo unas nubes tan negras como su horizonte político entraron en la ciudad donde tomaron contacto con sus partidarios que se reunían en casa del secretario de su partido, un boticario, que a la vez se encargaba de redactar la correspondencia secreta escribiendo con tinta simpática para ocultar sus caracteres. El narrador del folletín se encargó durante una temporada de viajar por todo el norte de España, disfrazado de mil maneras y llevando las cartas escondidas en un bastón de caña hueca. Lo más curioso es que se jugaba la vida por una causa en la que no creía, contraria a los ideales de su padre y de él mismo, con el solo fin de obtener recursos para mantener a su madre y sus hermanos. Entretanto, su compañero sí llegó a ser conocido por su habilidad para disimular el color de la yegua blanca en la que se movía y cuyo pelo teñía de castaño cuando era necesario disimular su tránsito por los pueblos.
Este fue nuestro verdadero protagonista, ya que pasado un tiempo, cuando creía que todo estaba olvidado, cruzó por Mieres camino de la Corte y se detuvo a tomar un refresco a la puerta de un establecimiento siendo reconocido por un miguelete, de aquellos que entonces se conocían como "peseteros", quien se apresuró a dar parte a su comandante que ordenó la detención. A la mañana siguiente, el oficial llamó al voluntario para anunciarle que iba a poner en libertad al detenido dado que le había presentado un pasaporte a nombre de Manuel Rizos y que tanto su juventud como su porte mostraban que se trataba de un caballero sin trazas de ser un conspirador. Pero entonces el voluntario contó su propia experiencia: él antes de ser soldado había sido el pintor que hacía años lo había visto escapar en la aventura de la rectoral y para certificar su opinión presentó la prueba de que unas horas antes el preso había intentado sobornar al centinela para que lo dejase libre, hecho que fue suscrito por el propio centinela. Esta historia se vuelve aún más curiosa cuando leemos que en el camino a Oviedo el reo embozó bien su capa y se fue comiendo los papeles que portaba y que podían comprometerle tanto a él como a sus afines. Tal exceso le produjo (con perdón) una cagalera tan monumental que fue confundida con el cólera, del que se tenía noticia en otras partes, pero que no se había dado aún en la capital asturiana.
El supuesto Manuel Rizos fue ingresado en el hospital y de acuerdo con los carlistas que trabajaban en esta institución simuló su muerte para que estos lo llevaran hasta el cementerio, desde allí lo trasladaron a altas horas de la noche hasta un palacio que distaba cinco leguas cuyo dueño llevaba un título de Castilla y tenía a sus hijos en las filas de la Tradición. En la casona repuso su estómago y su salud durante unos días, hasta que se sintió con fuerza y ganas para cenar un pollo asado, pero cuando todo parecía resuelto y estaba dispuesto para salir de la región, el destino quiso que se indispusiese de nuevo, esta vez tan seriamente que falleció a las pocas horas. Antes, el joven aventurero tuvo ánimo para decir cuál era su verdadera identidad: se llamaba Eduardo Fernández Vega y fue enterrado en secreto. Un párroco carlista dejó su partida de defunción sin unir a las páginas del libro de rigor para poder esconderla si venían mal dadas. Y vinieron, porque el cura fue sorprendido en un registro antes de que pudiese destruir este documento y tirando de este hilo fue detenido tanto él como el resto de los implicados en la falsa muerte del espía. Aquí hay argumento para una buena película.
FUENTE: ERNESTO BURGOS-HISTORIADOR. Publicado por La Nueva España en 2019.
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Retrato de
Tomás Zumalacárregui. Adolphe Jean-Baptiste Bayot. (...). Zumalacárregui
falleció el 24 de junio de 1835, dos años después del inicio de la guerra. Su muerte, absurda, fue completamente evitable. (...). Saber más... El Español. |
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| Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
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Tomás Zumalakarregi; Ormaiztegi, 29 de diciembre de 1788 – Bilbao, 24 de junio de
1835. (...). Saber más... Recursos Académicos. |
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| Tío Tomás , libro de memorias de Zumalacárregui escrito por el autor francés Alexis Sabater en 1836. WIKIPEDIA. |
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Retrato póstumo
de Zumalacárregui vestido con uniforme de Capitán general del Ejército Carlista,
1845. (...). Saber más... WIKIPEDIA. |
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Bilbao, Iglesia
de Begoña y casa donde fue herido Zumalacárregui. "Galería Militar
Contemporánea". Madrid 1846. (...). Saber más... WIKIPEDIA. |
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AUTORES.
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“El único deber que tenemos con la historia es
reescribirla”. (Oscar Wilde)
El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.
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Esta página se editó por última vez el 13 de febrero de 2024 a las 08:30 horas.
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