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6 de abril de 2018

La Guerra Civil en Asturias [1936-1937] (III)

De La Guerra de Posiciones en el Centro a las Batallas del Este: Octubre 1936 Septiembre 1937
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
Pocas semanas después de su triunfo en Asturias, el ejército franquista fracasaba ante Madrid
La guerra civil en asturias-4. El Comandante Francisco Ciutat, Jefe de Estado mayor del ejercito popular
A escala peninsular se advertían signos contrapuestos tales como verse obligados a fijar al terreno los ejércitos que llevaban la Iniciativa -los nacionalistas en torno a la capital republicana, los republicanos en Asturias contra Oviedo- situación que finalmente se resolverá a mediados de 1937 con la ruptura del frente republicano del norte por Vizcaya.
Tras él, los nacionalistas ocuparán Cantabria, siendo el control de Asturias el último de los objetivos fijados antes de perfilar el plan que culminará en la victoria de abril de 1939.

Ilustración Alfonso Zapico
Reorganización en la zona republicana
«Y ahora, a trabajar», editorializaba en la prensa gijonesa el sindicalista Acracio Bartolomé al día siguiente de la caída del «Simancas», instando a normalizar la retaguardia ante el peligro que se avecinaba por el oeste de la región: «militarización de las milicias y mando único» exigirán los comunistas unas semanas después cuando aquél arreciaba y el teniente coronel Francisco Ciutat era nombrado por el gobierno jefe del Estado Mayor del Ejército del Norte. ¿Influyeron ambas aspiraciones en el hecho de que cinco mil milicianos mal armados, repartidos entre la Cabruñana y Oviedo, lograran retrasar un mes la caída de Oviedo? 
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
En la ulterior guerra de posiciones, al menos, el proceso iniciado anteriormente de la militarización no dejaba lugar a dudas sobre el desplazamiento de los jefes de milicias de los niveles de mayor responsabilidad por militares profesionales leales al gobierno. La presencia junto a éstos de los comisarios destinados a elevar la moral de los combatientes y dotar de contenido antifascista a la lucha provocaría también, en Asturias, la aparición de las primeras fricciones entre los grupos republicanos.
La guerra civil en asturias-. Una de las piezas de artillería utilizadas por el ejercito republicano durante el asedio de Oviedo
La fracasada tentativa de éstos en diciembre en interceptar el «pasillo» de Grado planteará la crisis entre anarquistas y comunistas, tras la acusación de aquéllos a éstos de hacer proselitismo partidario, de «hacer política», en las trincheras. Pese a la protesta de los dirigentes del PCE, que reconocían hacer política, pero «alta política» del Frente Popular contra el fascismo, la denuncia re-percutiría en la retaguardia: el comunista Juan Ambou, responsable de la Consejería de Guerra sería desplazado a la de instrucción Pública y los asuntos militares pasarían a depender de la Presidencia del Consejo.
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
La citada crisis determinó, a su vez, la incorporación de nuevos consejeros y nuevas siglas al gobierno regional: continuando Belarmino Tomás en la Presidencia, el otro miembro del PSOE (Amador Fernández) pasaría a Comercio; el sector anarquista desempeñaría cinco consejerías por medio de Segundo Blanco, Maximiliano Llamedo, Onofre García Tirador, Ramón Álvarez Palomo y Ramón Fernández; Izquierda Republicana, dos (José Maldonado y Antonio Ortega); el PCE, dos (J. Ambou y Gonzalo López en Agricultura); la UGT, dos (V. Calleja y A. Fernández Ro-ces, afiliado al PCE), y las JSU, otros dos (Rafael Fernández y Luis Roca de Albornoz).
La guerra civil en asturias-3.Milicianos Republicanos en una trinchera en las cercanías de Oviedo
Por lo demás, la reorganización y ampliación del Consejo no entrañaría graves problemas hasta el final de la contienda, ni afectaría mientras tanto al programa de gobierno. En la esfera económica, el cese de la producción y las diferentes alternativas de UGT y CNT ante las empresas incautadas que dieron lugar a un notable desbarajuste en las primeras semanas, se corregirá parcialmente tendiendo todos a anteponer la victoria militar a la revolución social. 
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
En el plano militar, tampoco ninguno de los grupos pondrá en tela de juicio oponerse al enemigo con el Instrumento que a éste le había deparado mayor eficacia, el ejército regular. Actitudes todas ellas que distanciaban al gobierno asturiano del central, preservándole de afrontar problemas tan serios como el de la salida de éste de Largo Caballero y los ministros de la CNT, asistiéndose, en cambio a la aparición de tendencias unitarias en todos los niveles organizativos: entre la UGT y la CNT; entre el PCE y PSOE, a Iniciativa del primero, e Incluso en el más Impensable aún de las organizaciones juveniles socialcomunlstas (JSU) y las libertarias.
Ilustración de Alfonso Zapico
Ninguna de las tentativas que acabamos de apuntar prosperaría, pero contribuyeron a crear un clima que favoreció la normalización en otros ámbitos. En la administración local, por ejemplo, acordándose la disolución de los primeros comités del Frente Popular y su sustitución por Comisiones Gestoras, primero y por los más acabados Consejos Municipales, finalmente. Mayor importancia aún revistió la Implantación del Tribunal Provincial Popular, según el decreto del Gobierno central publicado a finales de agosto de 1936 y autorizado por el de Asturias a mediados de septiembre. En él, junto al trabajo desempeñado por magistrados, jueces y fiscales, actuaría un jurado de 14 personas en representación de las organizaciones políticas y sindicales (dos por cada una).
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
La Implantación del nuevo tribunal con jurado popular supuso la disolución de los también anterio­res comités de vigilancia, salud pú­blica, Investigación y otros que, en la mayoría de los casos, o bien ha­bían protagonizado o avalado la re­presión de la primera fase, el «terror rojo» del verano de 1936. Su actua­ción incontrolada había dado lugar, entre otras, a la ejecución de 116 personas el día 14 de agosto en Gijón, entre las que se encontraban dos diputados derechistas (Ro­mualdo Alvargonzález y Mariano Merediz) en respuesta airada al me­dio centenar de víctimas que había ocasionado un bombardeo de los nacionalistas.
Ilustración de Alfonso Zapico
Ahora bien, sin que la normalización judicial se llevara hasta los últimos extremos, como pretendían ambos gobiernos (el central y el asturiano), lo cierto fue que la actuación del Tribunal Popu­lar acabó con los desmanes prácti­camente. Y sobre las sentencias dictadas (de un total de 576 causas instruidas sólo 29 fueron condenas a muerte que en su mayoría no se cumplieron, en los primeros siete meses de funcionamiento) no cabe inferir que fueran diez mil las víctimas de la «Asturias Roja», como a finales de octubre de 1937 informaba el diario ovetense Región. Cifra tan groseramente abultada que los propios cronistas de la guerra civil, simpatizantes del franquismo, rebajarán décadas después a menos de la quinta parte (R. Salas Larrazábal, Pérdidas de la guerra. Barcelona, 1977; pp. 240-245).
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
Reforzamiento de los nacionalistas
La siempre relativa normalización institucional de la zona republicana tendrá cierto paralelismo con los cambios que se registraron en el territorio controlado por los sublevados. La ampliación de espacio tras la apertura del pasillo de Grado aliviará notablemente las escaseces de la vida cotidiana de los ovetenses, pese al incremento de las necesidades alimenticias como con-secuencia de la presencia de la población adicional que representaron los aproximadamente quince mil soldados de las columnas gallegas que permanecerán en la ciudad.
La guerra civil en asturias-5. Una mujer yace muerta en plena calle tras el bombardeo
Empeoraría, en cambio, la situación de los presuntos Izquierdistas, todos ellos sometidos a una vigilancia más estrecha y, sobre manera, la de los detenidos. Estos, aunque relativamente numerosos en los meses de asedio -se han estimado en torno a los setecientos-, comprobarán los efectos del cambio habido en el plano militar. En contraste con lo ocurrido en Gijón, en Oviedo los «paseos» y ejecuciones sumarias se iniciarán a partir de noviembre de 1936.
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
La apertura del «terror blanco» se iniciará con los encarcelados de la primera hora, siendo ejecutados el secretario provincial del PCE, Carlos Vega, el dirigente socialista Graciano Antuña, el último gobernador civil Liarte Lausín, entre los 132 fusilados de noviembre a febrero, de quienes informó la prensa de la ciudad. En el último de los meses citados también lo sería Leopoldo García Alas, rector de la Universidad e hijo del autor de La Regenta, por su afinidad a Izquierda Republicana, el partido del entonces presidente de la República Manuel Azaña. 
Apenas habían transcurrido dos semanas de la ejecución del rector republicano cuando un jurista reaccionario, Sabino Álvarez Gendín, aceptaba sucederle en el cargo y se empeñaba vanamente en reanudar la actividad académica, encabezando a la vez una campaña contra una hipotética supresión de la Universidad por el nuevo régimen franquista.
La guerra civil en asturias-.El anarquista Higinio Carrocera tuvo un papel importante en los comienzos de la guerra en Asturias y en la desesperada y heroica resistencia republicana final.
En ella no escatimará argumentos de todo tipo sin descartar una peculiar estimación estadística para mostrar la contribución de sus profesores y estudiantes en defensa de la institución contra la civilización marxista: «...En fin, aceptemos que había 44.000 habitantes el 19 de julio en la zona urbana de la capital -decía Álvarez Gendín en el discurso de clausura en el verano de 1937-, Pues bien, yo os digo que de ese censo de población hay que descontar la mitad, unos 22.000 que son rojos.
La Guerra Civil en Asturias
De esa mitad, todavía hay que descontar su mitad que son mujeres, y de esos 11.000 aún hay que descontar dos tercios que corresponden a los niños, viejos, enfermos o impedidos, y vemos que lo que queda de población en situación de combatir asciende a la suma de 3.600. Por tanto, toda la población de Oviedo, como os decía, se ha movilizado...» (S. Melón, artículo en Astura, 3; 1985).
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
Pero mayor influencia que la derecha tradicionalista, en la que se movía el primer rector franquista de la Universidad de Oviedo, adquirirá la corriente falangista en los cimientos del nuevo régimen. Su presencia en el pequeño reducto de la ciudad alcanzará un nuevo nivel a partir de diciembre de 1936, fecha de aparición de La Nueva España, diario dirigido por Francisco Arias de Velasco, quien en el primer número se mostraba partidario de practicar el nuevo periodismo con el fusil al lado de la mesa de redacción «porque en él -añadía- creemos ver expresada nuestra futura norma de acción» (La Nueva España, 19 de diciembre, 1936). Tal vez aquel primer grupo de periodistas de la Falange ovetense pretendía imitar a su manera el concepto que de la profesión tenía Javier Bueno, el director de Avance, diario socialista incautado por los sublevados cuya infraestructura -edificio y maquinaria- sería utilizada por el nuevo periódico.
La guerra civil en asturias
A los falangistas ovetenses no les faltaría, por otra parte, ocasión de cooperar con los militares en las trincheras en defensa de las posiciones alcanzadas en octubre y, posteriormente, en los trabajos de fortificación realizados para garantizar el estrecho corredor que les permitía comunicarse con el exterior. La ofensiva que los republicanos emprendieron en febrero de 1937, preparada con la intervención de asesores soviéticos y desarrollados con la presencia de batallones vascos, cuatro divisiones asturianas y una escuadrilla de aviones también soviéticos, no lograría sin embargo el objetivo previsto. A la profunda penetración del ejército republicano en la ciudad, llegando prácticamente hasta el centro de la misma, responderían los nacionalistas con la fuerza suficiente para finalmente recuperar las posiciones perdidas.
Ilustración de Alfonso Zapico. (La Balada del Norte)
El cerco continuaría, en parte, por la prioridad que el estado mayor nacionalista concedía a la ocupación de Vizcaya en detrimento del empleo de la armada y aviación sobre el litoral asturiano (Gijón y Avilés) que hubiera supuesto la descongestión de Oviedo; de nuevo los defensores de Oviedo debían confiar en la solución exterior y terrestre. 
A esta certidumbre llegarían tras la guerra de desgaste que consumió la primavera de 1937 y precedió a la tercera y última ofensiva republicana, desencadenada a comienzos de agosto una vez ocupa-da Vizcaya y en vísperas del avance franquista sobre la provincia de Santander. Concentrando los ataques con gran intensidad sobre el corredor de Grado, buscando el efecto fulminante por la escasez de municiones, tampoco en esta última tentativa lograrían los republicanos deshacerse del enemigo interior antes de enfrentarse al exterior, dispuesto a penetrar en Asturias por el este y por el sur.
La Guerra Civil en Asturias
BIBLIOGRAFÍA
  • Los tomos 9 y 10 de la Historia General de Asturias, Gijón, 1978, reconvertidos con ocasión del cincuentenario del comienzo del conflicto en La Guerra Civil en Asturias. Gijón, 1986, 2 vols., son los que ofrecen una visión más detallada del tema.
  • MUÑIZ, O.: El consejo de Asturias y León 1936-1937. Oviedo, 1978. NEIRA, Javier: La vida cotidiana en Oviedo durante el asedio de 1936. Memoria inédita de licenciatura en el Departamento de Historia Contemporánea. Universidad de Oviedo.
  • MARTÍNEZ BANDE: La guerra en el Norte. Madrid, 1968; y El final del frente Norte. Madrid, 1972.
  • Entre los libros testimoniales, el de Juan AMBOU (Los comunistas en la resistencia nacional republicana. La guerra en Asturias, el País Vasco y Santander. Madrid, 1978), único hasta hoy entre quienes integraron el gobierno regional durante el conflicto; el del periodista de Avance, Juan Antonio CABEZAS (Asturias. Catorce meses de guerra civil. Madrid, 1975); el del diputado de la CEDA Geminiano CARRASCAL (Asturias, 18 de julio de 1936-21 de octubre de 1937. Valladolid) y el del anarquista F. SOLANO PALACIO (La tragedia del Norte. Asturias mártir. Barcelona, 1938).
Bibliografía  Consultada: 
Textos extraídos de “Historia de Asturias” (La Nueva España - Caja de ahorros de Asturias)

FUENTE: DAVID RUIZ GONZÁLEZ



DAVID RUIZ GONZÁLEZ  
Catedrático de historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo. 
Foto de Nacho Orejas (La Nueva España)




Las ilustraciones (Dibujos) del Artículo, son de Alfonso Zapico
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981). Historietista e ilustrador freelance. Profesional gráfico desde el año 2006. Trabaja en proyectos educativos del Principado de Asturias (Aula Didáctica de los Oficios) e impartido talleres de ilustración en centros educativos de Asturias y Poitou-Charente (Francia).  Realiza ilustraciones, diseños y campañas para diversas agencias de publicidad, editoriales e instituciones. Es ilustrador de prensa en diarios regionales asturianos (La Nueva España, Cuenca del Nalón, Les Noticies…).
Se estrena en 2006 con un álbum de corte histórico para el mercado franco-belga, La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009). Su primer trabajo publicado directamente en España es Café Budapest (Astiberri, 2008), donde se mete de lleno en una ficción determinada por los orígenes del todavía no resuelto conflicto palestino-israelí. Acto seguido apuesta por recrear en cómic la vida de James Joyce, Dublinés (Astiberri, 2011), que gana el Premio Nacional del Cómic 2012 y a raíz del cual surge el cuaderno de viaje La ruta Joyce (Astiberri, 2011).
Vive en la localidad francesa de Angouléme, donde, tras realizar El otro mar (Astiberri, 2013) a caballo de su Asturias natal, a la que vuelve con regularidad, se encuentra preparando su nueva y ambiciosa obra, “La balada del norte”, que constará finalmente de tres tomos.
Esta magnífica obra es un autentico tesoro de la novela gráfica española y refleja la negrura de los valles mineros de Asturias de los que surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de "La balada del norte".

Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán o polaco. (…) http://alfonsozapico.com
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