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27 de abril de 2018

Covadonga, un sueño sin fin (I)

El templo ilustrado
Buenaventura Rodríguez Tizón, conocido como Ventura Rodríguez. (Pinterest)
Ventura Rodríguez, el arquitecto de más prestigio en la España de su tiempo, propuso un proyecto revolucionario para el real sitio tras el incendio que causó en 1777 la destrucción de la capilla original
La basílica, en construcción, hacia 1895 (W. Selkirk)
En el verano de 1778 el arquitecto Ventura Rodríguez Tizón (1717-1785) acudió a Covadonga acompañado de su sobrino Manuel Martín Rodríguez (1751-1823), un dibujante y un lacayo. Tan sólo unos meses antes, el ancestral templo de madera del santuario, conocido como "el Milagro", se había consumido en un incendio que transformó para siempre la imagen tradicional del lugar. El arquitecto madrileño había sido designado por la Cámara de Castilla el 23 de diciembre de 1777 para que acudiese a Covadonga, reconociese el sitio y se ocupase en la elaboración de los planos de la nueva iglesia, por lo que se desplazó a Asturias en cuanto sus obligaciones y la climatología se lo permitieron.

La imagen más antigua de Covadonga covadonga. Vista general del santuario hecha por José Ramón Alonso Villarmil hacia 1863. Pertenece a la colección del Muséu del Pueblu d'Asturies en depósito de Juan Carlos Villaverde Amieva. JOSE RAMÓN ALONSO VILLARMIL (Teleña, Cangas de Onís, h. 1832-Cuenco, Cangas de Onís, 1900). Vista general de Covadonga, h. 1863. Col. Muséu del Pueblu d’Asturies (Depósito de Juan Carlos Villaverde Amieva). MUSÉU DEL PUEBLU D'ASTURIES
Rodríguez, maestro mayor de Madrid, arquitecto del Consejo de Castilla y director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, era por entonces el profesional más prestigioso del reino, así como el mejor divulgador de la reforma artística promovida por el grupo ilustrado, por lo que su designación para ocuparse de un proyecto tan significativo resultaba bastante lógica. Además, su nombre había sido propuesto por el abad Nicolás Antonio Campomanes y Sierra (1717-1786), quien, sin duda muy bien asesorado, había reclamado para la obra del santuario al "primer arquitecto de la nación". Por otra parte, en sus memoriales dirigidos al monarca, el abad había intentado orientar el trabajo de Rodríguez proporcionando algunas sugerencias acerca del diseño del nuevo templo. En su opinión, tendría que reproducir, en la medida de lo posible, la imagen de la iglesia destruida, acomodándose al hueco de la cueva y sosteniéndose sobre grandes arcos de piedra. Además, con el fin de impedir otro incendio, sus altares debían evitar la madera, por lo que estarían realizados de jaspe, mármoles, estucos y pinturas. En su propuesta el abad reflejaba la voluntad del cabildo e intentaba concertar dos aspectos de difícil conciliación.
Covadonga en una vista general de 1894 (fototipia de O. Bellmunt).
En primer lugar, conocedor de las orientaciones académicas sobre el decoro en la fábrica de los templos y consciente del carácter ejemplar que estaba adquiriendo la reconstrucción del santuario, proponía un templo comprometido con la reforma artística, realizado con materiales incombustibles y cuyos retablos prescindirían del empleo de la madera, que era motivo de riesgo y elevado gasto en las construcciones barrocas tradicionales. Además, Campomanes estaba muy interesado en mantener la apariencia tradicional del santuario, pues consideraba que los fieles identificaban Covadonga con un templo suspendido en el aire y cualquier modificación de esta imagen podría acarrear una crisis devocional. Durante los días que Ventura Rodríguez permaneció en Covadonga elaboró un plano topográfico de la zona, donde fue detallando cada unas de las peculiaridades del lugar, dibujó el estado de la cueva tras el siniestro, reflejando aspectos tan interesantes como las vigas que permanecieron encajadas en la roca o los muros de la antigua capilla medieval de la Virgen, y reconoció los alrededores para valorar las posibilidades de extracción de material para la obra. Sin embargo, su propuesta para el santuario no fue realizada en Asturias, sino tras varios meses de maduración en su estudio madrileño.
Postales MUSÉU DEL PUEBLU D'ASTURIES
Finalmente, el arquitecto firmó los planos de su proyecto para Covadonga el 27 de febrero de 1779, aunque no fueron aprobados por la Cámara de Castilla hasta el año siguiente, el 17 de julio de 1780. Es posible que esta demora estuviese justificada por la necesidad de adiestrar al maestro asturiano Manuel Reguera (1731-1798), quien, como había sucedido ya en otras ocasiones, sería el responsable de ejecutar el proyecto. En cualquier caso, Rodríguez había elaborado un proyecto que, pese a atender algunas peticiones del abad, como el mantenimiento de la multiplicidad de funciones de la iglesia, el empleo de material no combustible o la limpieza de la ladera, suponía un cambio radical de la imagen tradicional del santuario e ignoraba la exigencia prioritaria del cabildo, que siempre había pensado en un templo encajado en la cueva. Pese a haber realizado dos juegos de planos, los dibujos originales de Rodríguez no han llegado hasta nosotros y sólo podemos estudiarlos gracias a las reproducciones fotográficas realizadas con anterioridad a la pasada Guerra Civil. Estas láminas muestran un proyecto ambicioso y renovador, concebido como prototipo para la reforma artística y respetuoso con los significados tradicionales del santuario. El arquitecto situó su obra delante de la cueva, que recuperaba su apariencia natural y donde permanecería la imagen de la Virgen. De este modo, la gruta se convertía en un lugar inaccesible para el fiel, pero potenciaba su valor como espacio sagrado unido con la imagen de María y objeto de la contemplación del fiel desde un gran ventanal de la nueva iglesia.
El proyecto de Ventura Rodríguez en Covadonga
El conjunto diseñado por Rodríguez se componía de tres cuerpos superpuestos. La zona inferior constituía el basamento de toda la obra e incluía un gran cauce artificial o alcantarilla para recoger el agua que manaba de los sudaderos de la montaña y conducirla hasta la cascada dispuesta en la fachada. Además, este cuerpo acogía también los accesos en forma de rampas. En este nivel el arquitecto abordaba una meditada transformación del paisaje para acomodar su obra al entorno natural y fue la única parte que se materializó. El segundo cuerpo era un gran cubo cerrado que ascendía hasta la altura de la casa de novenas y estaba destinado a mausoleo de Pelayo. En su interior se ubicaría un gran obelisco con los restos del héroe, que hasta entonces habían permanecido en la cueva, y a su lado se dispondrían varios nichos para enterramientos de privilegio del santuario. El carácter sombrío de esta pieza acentuaba la idea de cripta y la presencia de los restos mortales de Pelayo la convertían en el eje fundamental del conjunto. El cuerpo superior era una gran iglesia de planta centralizada cubierta con cúpula sobre tambor, precedida por un pórtico tetrástilo e inspirada en el Panteón romano, aunque sus soluciones remiten a ejemplos barrocos precedentes. El interior estaba recorrido por un deambulatorio anular de columnas que insistía en el eje vertical de la obra, pero disponía también de un eje longitudinal, enfatizado por la colocación del trascoro, que orientaba hacia el gran ventanal dispuesto frente a la cueva.
Recreación de cómo quedaría el proyecto de Ventura Rodríguez en Covadonga.
El santuario trazado por Ventura Rodríguez exigía al peregrino un recorrido iniciático, que pasaba por la penumbra del mausoleo de Pelayo, se abría a la luz del valle y penetraba en el interior de la iglesia para disfrutar de la visión distanciada de la gruta. Nada tenía que ver con la imagen tradicional del templo de madera, pero integraba la tradición religiosa, el significado histórico y la reforma artística en una propuesta original, renovadora y prerromántica. No obstante, el protagonismo de Pelayo y el mantenimiento de la imagen de la Virgen en la cueva, que devaluaba el contenido religioso del templo, convertían la obra en un auténtico monumento a la corona. Lamentablemente, un presupuesto desacertado, una financiación deficiente y, sobre todo, la tenaz oposición del cabildo a una obra que desdeñaba la imagen tradicional del lugar y apostaba por una interpretación más laica del santuario frustraron su ejecución y nos privaron de una de las creaciones más relevantes de la arquitectura española.
Postal de la estación del Repelao del tranvía a Arriondas MUSÉU DEL PUEBLU D'ASTURIES
FUENTE: VIDAL DE LA MADRID ÁLVAREZ 

Vidal de la Madrid. (Foto: El Comercio)

(Catedrático De Historia Del Arte De La Universidad De Oviedo)








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Biografía de Ventura Rodríguez
Dibujo de Buenaventura Rodríguez Tizón
(Ciempozuelos, España, 1717 - Madrid, 1785) Arquitecto español. Su trayectoria se sitúa a caballo entre dos grandes corrientes artísticas: el barroco y el neoclasicismo, en las que se inscriben, respectivamente, las obras de sus inicios y las realizadas a partir de 1760.
Se formó con los arquitectos italianos y franceses que trabajaban en España para los Borbones, en particular con Juvara, y en 1736, a la muerte de éste, Fernando VI lo nombró arquitecto y delineante mayor de las obras reales. A este período corresponden sus obras barrocas, como la capilla del Palacio Real de Madrid, el Transparente de la catedral de Cuenca y la remodelación de la basílica del Pilar, en Zaragoza, realizaciones todas ellas en las que aplicó los complicados trazados del barroco italiano, basados en el predominio de la línea curva. Tras el fallecimiento de Fernando VI dejó de trabajar para la realeza, y fue tal la cantidad de encargos que recibió, sobre todo de particulares, que sus obras se encuentran repartidas por toda España. Hacia 1760, la obra teórica de Blondel influyó decisivamente en sus concepciones, hasta el punto de que abandonó la tendencia barroca y se convirtió en un abanderado de la neoclásica, con una serie de trabajos en que repitió a menudo los mismos esquemas. Entre sus creaciones de esta segunda etapa destacan la iglesia de los Agustinos de Valladolid, el palacio del duque de Alba en Madrid, y, sobre todo, la fachada de la catedral de Pamplona, con una portada plenamente clasicista, a base de columnata y frontón, y dos torres-campanario (vestigio de su etapa barroca) que confieren verticalidad al conjunto.
Se le considera, junto con Juan de Villanueva, el principal representante del neoclasicismo en la arquitectura española, pero sus realizaciones barrocas poseen también un gran peso específico, en modo alguno desdeñable. Fue, en todo caso, el principal arquitecto español hasta la aparición de Villanueva.
Ventura Rodríguez por Goya- (Liceus)
FUENTE: https://www.biografiasyvidas.com
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