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21 de julio de 2023

Protagonistas singulares de la vida "carbayona" desde el siglo XIX

Tipos de Oviedo, un catálogo de personajes
Ilustraciones de Arsens Blondin. (LNE) 
Carlos del Cano, estudioso de la historia local, recopila en un estudio a los protagonistas más singulares y populares de vida de la ciudad desde el siglo XIX hasta la actualidad
Cartel promocional del gran Arsens Blondin, el primer gran funambulista que tuvo Oviedo, que además fue su ciudad y en la que cosechó grandes éxitos. (LNE)
La Nueva España
Del Oviedo de los grandes personajes, a la vulgaridad de los nuevos tiempos
“Personajes populares de Oviedo desde el siglo XIX hasta hoy” fue el título de una singular charla que pronunció esta semana Carlos del Cano en el Centro Asturiano, y que apunta a un cercano libro. Este incansable estudioso de todo lo que concierne al Oviedo del pasado (establecimientos comerciales, bares y restaurantes) profundizó ahora en el aspecto más humano de los ovetenses, que aún continúan en el subconsciente colectivo de los carbayones. Arsenio Blondin, Antón “el Coque”, Antón de la Madre, Guillermo Carrocera, “La Bruja”, Casielles, Garrafundia, Cigala, Mateo, Manolín “el Pinzu”, don Luciano, Josefa “la Torera”, los limpiabotas, los barquilleros, la Chucha, Manolín “el gitano”, la Princesita y otros entrañables personajes que siguen vivos en el subconsciente colectivo de los ovetenses desfilan por este trabajo hasta sumar 30.
Ilustraciones de Arsens Blondin. (LNE) 
Entre todos ellos, Carlos del Cano destaca a un hombre y tres mujeres. El primero, y el que más le atrae, es Guillermo Carrocera, indiano nacido en Olloniego y versificador incansable, que hizo una gran fortuna en Argentina. En 1911 se presentó a alcalde después de casarse con una joven aristócrata, aunque al final le retiraron los poderes, con el consiguiente cabreo. Terminó detenido. “Era tan famoso que en la tienda de ‘Los Chicos’ utilizaban sus versos como reclamos publicitarios para las rebajas”. Y como buen resentido, no perdía ocasión de machacar a la prensa, a la que de alguna manera culpaba de su fracaso político. Personaje tan popular como solidario y también mecenas de algunas obras municipales, desde la Casa de Socorro a arreglar el reloj del Ayuntamiento. “Cuando regresaba a Argentina lo recibía el presidente del Gobierno, y cuando murió hasta los periódicos de Chile se hicieron eco. Después de una vida algo desordenada, con largas estancias en Londres, terminó arruinado”, añade Del Cano. Otra de sus favoritas es María Consuelo Mendizábal, la primera mujer licenciada en Derecho de Asturias y la primera en sacar las oposiciones a notaría, aunque no le dejaron ejercer por ser mujer.
Ilustraciones de Arsens Blondin. (LNE) 
 Guillermo Carrocera, triunfo en Argentina y ruina en Londres
Loco para unos, ídolo para otros, en lo que hay acuerdo es en admitir que fue un personaje singular. Así fue Guillermo Carrocera, tan amante de los viajes como del dinero y los versos. Su obsesión, como buen indiano retornado y forrado de “plata” era ser alcalde de Oviedo. No sólo no lo logró sino que terminó en la cárcel por el cabreo que pilló cuando se enteró de que no le dejaban ni ser siquiera concejal por lo que ahora se llama un “defecto de forma”. Hombre de mundo e indiano singular, decide pasar una larga temporda en Londres donde dilapida, alegremente, una parte importante de su fortuna. Al regreso emprendió distintos y singulares negocios, y a pesar de los distintos juicios que sobre él se hicieron, fue un personaje muy singular, muy de Oviedo pero también un adelantado a su tiempo. Apostaba por la nueva industria y por los modernos transportes. Murio arruinado.
Guillermo Carrocera saludando a Primo de Rivera. (LNE)
Consuelo Mendizábal, la primera mujer notario de España
María Consuelo Mendizábal Álvarez, ilustre carbayona, pionera del feminismo y defensora de las ideas republicanas, era hija de Celestino Mendizábal, propietario de “Casa Mendizábal”, un reputado almacén de muebles en el número 50 de la calle Uría. Una mujer adelantada a su tiempo en la que su gran nivel intelectual no le sirvió para lograr los objetivos que tenía planteados. No obstante fue la primera mujer de Asturias en licenciarse en Derecho, aunque nunca pudo ejercer de abogada, y la primera de España en sacar las oposiciones de Notaría. Finalizada la guerra civil, Franco vuelve a vedar, igual que hiciera antes el Gobierno republicano, el acceso de mujeres al cuerpo de notarios -no sería restaurado el acceso sin discriminación hasta 1971-, y solo se permitieron tres convocatorias para que intentaran aprobar las que, como Consuelo, habían formalizado su inscripción como opositoras antes de que el régimen volviera a cerrar la puerta a las mujeres. Ella fue la primera en aprobar, convirtiéndose en la primera mujer que ejerce en España el cargo de Notario. Siempre se sintió orgullosa de ser una carbayona.
María Consuelo Mendizábal Álvarez. (Lne)
“La Bruja”, maletera tan incansable como ejemplar
Encarnación González, “La Bruja”, histórica maletera de la estación del ferrocarril del Vasco y muy solidaria con los más necesitados que nunca perdió la alegría, pese a tener una vida difícil. Igual que lo fue Josefa “la torera” o Amparito de La Fuente, mujer del torero Bernardo Casielles. “Tres mujeres muy luchadoras, cada una en su contexto, y todas ellas fieles a sus principios”. Personajes todos ellos dignos de una novela costumbrista. Estamos en el año 1931 cuando ya era en Oviedo genio y figura por su singular personalidad y remando. Había en el año 1864, muy cerca de la estación del Norte que se inauguraría diez años después. La mayor parte de su vida, cuarenta años, los pasó en la marquesina de la estación del Vasco, ¿Hay algo que bajar, señor?, era su pregunta recurrente. Siempre le dio resultado. Inmediatamene cogía las maletas y las subía al carro tirado por una mula que lo conducia.
Encarnación González, “La Bruja”, en su carro. (LNE)
Los barquilleros, nada menos que desde el siglo XIX
Los barquilleros se ponen de moda en Oviedo a finales del siglo XIX, cuando deja de ser un oficio casi medieval para convertirse en una moderna y rentable red de distribución. Venían en su mayoría de Santander, cuna del nuevo oficio, y aunque normalmente se dedicaban a recorrer ferias y mercados con su cajón de barquillo rematado con la imprescindible ruleta, ya en 1880 tenemos noticia de algunos que se establecen de forma permanente en la ciudad. Los niños disfrutaban apostando en la ruleta del barquillero, lo que en un principio fue visto con recelo por quienes pensaban que ese nuevo invento, y llegaban a sugerir que fuera prohibido por las autoridades. El nuevo invento, que hacía furor entre los niños, a quienes más que los barquillos, les gustaba apostar, ver las vueltas que daba la aguja en aquel maravilloso aparato, sintiendo la emoción de la suerte, el riesgo de perder, tentando a la caprichosa fortuna como si ya fueran personas mayores. Los detractores no lograron su prohibitivo propósito y los barquilleros cada vez fueron más populares, tanto en Oviedo como en el resto de España. Es muy difícil que alguno de ustedes no haya comprado nunca una galleta de oblea y miel o unos barquillos. Durante muchos años constituyó, junto a los caramelos, la golosina habitual de los niños. Ahora, los tiempos han cambiado y la competencia, el marketing o los estudios de mercado han sacado a la venta un sinfín de productos más o menos dulces que han diversificado bastante los gustos de los niños. Sin embargo, los barquilleros aún siguen vendiendo su mercancía todos los días en Oviedo; eso sí, cada vez menos y no todos los días. Oviedo llegó a ser la ciudad española que contaba con más productores artesanos de la oblea de todo el territorio nacional que se distribuían por distintos puntos del Campo de San Francisco y algunos de ellos llevan más de 30 años dedicados a este singular trabajo. El Campo San Francisco llegó a tener hasta catorce licencias del Ayuntamiento para vender barquillos. Los barquilleros, que merecen un monumento aunque sea humilde, fueron los testigos de las últimas década s del Campo San Francisco.
Barquilleros con “Petra” en su jaula. (LNE)
“La Torera”, pionera de las mujeres fotógrafas de Oviedo
A Josefa comenzaron a llamarla “La Torera” cuando en sus años mozos solía correr la llave en la plaza de toros y el apodo le acompañó toda su vida debido a la costumbre que tenía de calzar siempre manoletinas taurinas. En 1925, Josefa Carril, junto a su marido Antonio, consiguió la autorización para instalarse como fotógrafa en el Campo de San Francisco. Desde entonces, tanto si llovía, nevaba, hacía frío o calor, Josefa y su esposo Antonio, día tras día, año tras año y década tras década acudían a su sitio en la avenida de Italia cargando con las herramientas propias de los minuteros: máquina de retratar, trípode, silla y el caballito de madera y cartón al que subían a los niños para retratarlos. Fue otra mujer adelantada a su tiempo, a la que ahora una estatua la recuerda en el mismo lugar que ocupara durante muchos años. Josefa era tan bondadosa, generosa y desprendida que durante esos tiempos de bonanza regalaba gran parte de sus ingresos a pobres y necesitados. En 1965, después de cuarenta años haciendo fotos a varias generaciones de ovetenses, fallece “La Torera”.
“La Torera” junto a su marido, Antonio, en el Campo San Francisco. (LNE
Don Luciano, un cura decimonónico e icono clerical
Don Luciano López García-Jove nació el 17 de enero de 1885 en Pola de Laviana y fallece en Oviedo en 1992, a los 107 años de edad. Durante los últimos 83 años de su vida lució un único modelo de indumentaria: sotana, manteo y teja, como era obligado hasta el Concilio Vaticano II, atuendo con el que se hizo popular en la ciudad. De hecho forma ya parte de la iconografía del Oviedo más genuino y secular. En agosto de 1992, don Luciano fallecía, y con él se fue un entrañable personaje de Oviedo -se le concedió el título de hijo adoptivo de la ciudad en 1989-, un cura de los de antes, que con su vestimenta anterior al Concilio Vaticano II -sotana y teja- parecía haber salido de la Vetusta que Clarín sacaba a la luz con la publicación de La Regenta, justo el mismo año en que nacía nuestro querido don Luciano. Pero nuestro sacerdote centenario no era maquiavélico y retorcido como el Magistral de La Regenta; él, aunque pertenecía a una familia antigua y distinguida en Asturias, fue un hombre bueno, austero y sencillo que entregó su vida al servicio de los demás. Don Luciano, en sus largos y cotidianos paseos por el Oviedo antiguo hablaba con uno y con otro, sin entender de clases sociales, de lo divino y de lo humano. Decía que no sólo lo entretenía sino que siempre aprendía algo. Nunca presumió de nada, aunque cuando le preguntaban por el secreto de su larga vida no podía evitar comentar que, tal vez, era porque no bebía, no fumaba y se daba largas caminatas. Disciplina que aprendió en sus años mozos cuando ingresó en el monasterio de Valdediós para estudiar la carrera eclesiástica. Pero como su afán de aprender era tan grande que no dudó en estudiar física, química y también sociología, esto último algo muy novedoso en España. Pero así era don Luciano, hombre de Dios, intelectual y discreto.
Luciano López García-Jove (LNE)
El quiosco de “La Chucha”, el del Campo San Francisco
En 1955 doña Carmen Mier Álvarez se hace cargo del quiosco en el campo de San Francisco, al lado de la fuente del caracol, tomando el relevo de la popular Chucha, una planchadora que primero vendía a la intemperie chucherías en esa parte estratégica del campo y luego al amparo del quiosco que instalara el Ayuntamiento para resguardarla. Idea tan oportuna como necesaria. El negocio de “La Chucha” hacía las delicias a grandes y pequeños: a unos, con los Ideales, ¡bendita nicotina!; y a los otros, con la más variada y sugerente gama de “llambionaes” que, dispuestas en tarros de cristal, alcanzaban una altura que sobrepasaba con creces la de la buena vendedora. Carmen Mier regentará el negocio hasta su fallecimiento en 1990, y es una de sus hijas, Olga, quien sigue al frente durante unos años más. La Chucha cierra cuando se retira Olga, pero por poco tiempo, ya que en el verano de 1994 se hace cargo de la explotación del quiosco la Asociación de Parapléjicos y Grandes Minusválidos del Principado de Asturias. En el año 2012 cierra el emblemático quiosco. Nadie quiso hacerse cargo de él.
Carmen Mier con su marido en “La Chucha” (LNE)
José Suárez, el primer torero de Oviedo, revolucionario y tabernero
El primer torero ovetense fue José Suárez, una de las figuras que sirven de relleno en las páginas de la historia de la tauromaquia española. Nació en Oviedo en 1828, fué dependiente de un curial, luego carpintero y empezó a torear a los dieciséis años, actuando de banderillero con el diestro vasco Domingo Mendivil. Pero en el año 1857 ya figuraba en los carteles como matador de novillos nada menos que en la plaza de Madrid, y el 24 de Septiembre de 1860 le dio la alternativa en el mismo coso el diestro Julián Casas “Salamanquino”. Aunque el diestro ovetense no revolucionó el toreo, ni mucho menos, pero sí se sumó a todas las algaradas revolucionarias que le salieron al paso en su vida. La última vez que toreó fue en la segunda de las corridas reales que se efectuaron para solemnizar en 1878 el enlace de Don Alfonso XII con Doña Mercedes de Orleáns. Al retirarse de los ruedos abrió una taberna en Madrid, en la calle del Factor. Falleció el 21 de Enero de 1889. Su historia taurómaca ofrece bien poco de particular. Pero sus andanzas políticas fueron, en cambio, bastante moviditas. El extremismo de sus ideas políticas le llevó a la emigración sin que fuera suficiente para librarle de las sanciones gubernativas sus simpatías como torero. Fue desapareciendo lentamente de los ruedos y perdiéndose el eco de su nombre como torero. Los últimos años de su vida transcurrieron en Madrid al frente de un establecimiento de bebidas de su propiedad. Su juicio como torero se condensa en este párrafo de José María de Cossío: “Valiente, hasta la temeridad y fácil estoqueador.” Así fue su historia.
José Suárez, el primer torero de Oviedo. (LNE)
FUENTE: ÁNGEL FIDALGO, redactor de La Nueva España. Artículo publicado por La Nueva España el 17-05-2019. Ver enlace.
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AUTORES.


Ángel Fidalgo. Periodista redactor del diario asturiano La Nueva España

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Esta página se editó por última vez el 21 de julio de 2023 a las 07:36 horas.

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