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9 de febrero de 2018

El mayor hayedo de Asturias

La conquista del haya
Monasterio de Hermo. (Enjoy Asturias)
El occidente asturiano alberga el mayor bosque del árbol dominante en las áreas de montaña, pese a lo reciente de su presencia en la zona y al inadecuado clima local
Mapa del bosque de  Monasterio Hermo
Cangas del Narcea alberga el que probablemente sea el mayor hayedo de Asturias: Monasterio de Hermo, parte del corazón forestal del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Su superficie (unos 30 kilómetros cuadrados) basta, por sí sola, para otorgarle un puesto de honor entre los bosques asturianos, y es un lugar que se ha ganado, literalmente, a pulso: en un territorio impropio para el haya, por razones climáticas (la relativa sequía estival del Suroccidente no le conviene), y donde es una colonizadora muy reciente, establecida hace pocos siglos (no obstante, su avanzada se sitúa aún más al Oeste, en algunas sierras gallegas). 
Mapa del bosque de  Monasterio Hermo
La orientación del valle, propicia a la formación de nieblas, que aseguran la necesaria humedad ambiental en los meses más secos, explica esta anomalía y hace posible la existencia de un gran hayedo en un ámbito geográfico dominado por los robledales -con el de Muniellos a la cabeza- en razón de su mejor acomodo a la climatología local.
Lobo, en una sierra de Cangas del Narcea. (LNE)
Sueño invernal
El bosque de Monasterio de Hermo permanece ahora aletargado. Y así seguirá hasta bien entrada la primavera, cuando recuperará la hoja y la frondosidad que convierte su interior en un paraje umbrío, fresco, de luces y sombras. Se aprecia ahora la estructura abierta del bosque, su suelo despejado, cubierto tan solo por una mullida alfombra de hojarasca que se descompone lentamente y va engrosando la capa de humus. Los árboles "dormitan"; apenas circula savia por sus vasos, la justa para mantener sus constantes vitales y, además, con el triple o el cuádruple del contenido habitual en azúcares; la cantidad de agua en su organismo se reduce a la mitad, y las yemas se endurecen para blindarse frente al frío. Todos estos procesos se revertirán en el momento en que la temperatura media se estabilice por encima de 6º C; será, igualmente, el detonante de la foliación y la floración.
El haya, que en el ámbito cantábrico es una especie de montaña (no así en el centro y el norte de Europa, donde sus bosques cubren las llanuras), está preparada para soportar un frío intenso (hasta 25 grados bajo cero), pero solo en temporada; las heladas tardías en abril y mayo estropean los brotes y las yemas del árbol. Esa adaptación permite que el hayedo ascienda hasta el límite forestal (roza los 1.900 metros), si bien lo habitual es que se desarrolle entre 700 y 1.500 metros, con su óptimo en torno a los 1.000 metros. A su vez, la fauna asociada al hayedo se oculta o ha desaparecido en su mayor parte con el avance del otoño; muy pocos arrostran los rigores del invierno, entre ellos el urogallo común cantábrico, que tiene aquí uno de sus últimos reductos en Asturias, donde no hace tanto tiempo era el rey del bosque, al alimón con el oso pardo, al que las cosas le van bastante mejor.

El hayuco, el fruto del haya, una nuez muy grasa y altamente nutritiva, que madura entre septiembre y octubre, y cae al suelo en el último trimestre del año, es un recurso clave para el sostenimiento de la fauna forestal en invierno (aunque la vecería hace que solo abunde un año de cada cinco o seis), consumido en el momento y, en algunos casos, también almacenado en despensas que, si no se utilizan, acaban convertidas en viveros de bosque.
J. Morrosco Osos pardos. (Naturaleza de Asturias)
Cambio climático
El escenario que dibuja el cambio climático (ambientes más secos y una redistribución del calendario de lluvias, que, además, varían su intensidad) perjudica al haya, que previsiblemente retrocederá y se replegará hacia el Norte, aunque es probable que algunos hayedos resistan acantonados en estaciones favorables, al igual que lo han hecho las masas relictas que se encuentran hoy en los sistemas Central e Ibérico, muy al sur de su área de distribución actual. La conquista de los últimos cinco o seis milenios (fecha estimada en la que el haya cruzó los Pirineos para internarse en la península Ibérica) se tambalea. El reinado de los tres últimos milenios en los bosques de montaña de Asturias (donde ocupa 68.287 hectáreas, según los datos del IV Inventario Forestal Nacional, publicado en 2013, a las que han de sumarse varios miles más correspondientes a formaciones mixtas con otras frondosas) tiene fecha de caducidad salvo que se produzca un improbable golpe de timón en las políticas energéticas y el ascenso térmico se detenga.
Urogallo en una faya (haya)
FUENTE: LUIS MARIO ARCE Y JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ DÍAZ
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