Piedra para un convento
La historia de la construcción del edificio de los Pasionistas en Mieres, de estilo neogótico, que se inauguró el 11 de noviembre de 1910
La Nueva España
El día 1 de julio de 1901 el gobierno de Francia aprobó la llamada Ley Combes -llamada así por el ministro de Instrucción Pública Émile Combes, que fue su inspirador-, lo que supuso la clausura de miles de colegios católicos en aquella república. Tres años más tarde su Parlamento completó la norma dando un plazo de 10 años para que los religiosos dejasen de impartir cualquier tipo de enseñanza a los niños y jóvenes del país, con la opción de respetar su trabajo si se secularizaban para convertirse en maestros laicos. Algunos lo hicieron a título individual, pero la mayor parte de las órdenes tuvieron que abandonar sus conventos y pidieron ayuda a los católicos de los países vecinos. Ya les hemos contado como los empresarios de la Montaña Central respondieron generosamente a la llamada encargando a frailes y monjas la educación de sus futuros trabajadores.
El convento
antiguo en construcción, hacia el año de 1905. Facebook: Mieres Antes y Ahora de Carlos Díaz Marcos. |
Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA. |
El día 1 de julio de 1901 el gobierno de Francia aprobó la llamada Ley Combes -llamada así por el ministro de Instrucción Pública Émile Combes, que fue su inspirador-, lo que supuso la clausura de miles de colegios católicos en aquella república. Tres años más tarde su Parlamento completó la norma dando un plazo de 10 años para que los religiosos dejasen de impartir cualquier tipo de enseñanza a los niños y jóvenes del país, con la opción de respetar su trabajo si se secularizaban para convertirse en maestros laicos. Algunos lo hicieron a título individual, pero la mayor parte de las órdenes tuvieron que abandonar sus conventos y pidieron ayuda a los católicos de los países vecinos. Ya les hemos contado como los empresarios de la Montaña Central respondieron generosamente a la llamada encargando a frailes y monjas la educación de sus futuros trabajadores.