Retrato de Juanín de Mieres realizado por Manuel Banciella. Fotografía: Paco. Mieres, 1957. Archivo particular de Luis Alberto Fernández González. No soy digno de tu amor. |
Juanín Menéndez
"Juanín de Mieres". 1933. Archivo particular de Luis Alberto
Fernández González. No soy digno de tu amor. |
La Nueva España
Tarde de mediados de junio de 1953. Se acercan las fiestas de San Xuan y en la sidrería Casa Urbano de La Pasera ya se respira el ambiente propio de estas especiales fechas patronales. Llega, desde Requejo, una de las más populares pandillas de adictos a la sidra asturiana, con Juan Menéndez, "Juanín de Mieres", al frente. Nueva parada y enseguida surge el envite de uno de los tertulianos: "Grillu, échanos una". Y casi, como por encanto, surge la voz potente del mejor barítono de Asturias con "Arrea, carretero". Silencio y expectación en el ambiente. Al final aplausos incontenidos y emocionados del respetable. Era el ritual, el eje principal de una secuencia mierense habitual, pero siempre nueva, deseada y agradecida. De repente se oye: "Coño -dice Juanín mirando hacia el exterior- ya está el orbayu de San Xuan y yo a cuerpo gentil sin nada que ponerme encima contra la lluvia. Oye, Juan -dirigiéndose al dueño del establecimiento-, ¿puedo enviar a esti guaje a casa para que Chuchina (la esposa) me mande por él la gabardina?".
Tarde de mediados de junio de 1953. Se acercan las fiestas de San Xuan y en la sidrería Casa Urbano de La Pasera ya se respira el ambiente propio de estas especiales fechas patronales. Llega, desde Requejo, una de las más populares pandillas de adictos a la sidra asturiana, con Juan Menéndez, "Juanín de Mieres", al frente. Nueva parada y enseguida surge el envite de uno de los tertulianos: "Grillu, échanos una". Y casi, como por encanto, surge la voz potente del mejor barítono de Asturias con "Arrea, carretero". Silencio y expectación en el ambiente. Al final aplausos incontenidos y emocionados del respetable. Era el ritual, el eje principal de una secuencia mierense habitual, pero siempre nueva, deseada y agradecida. De repente se oye: "Coño -dice Juanín mirando hacia el exterior- ya está el orbayu de San Xuan y yo a cuerpo gentil sin nada que ponerme encima contra la lluvia. Oye, Juan -dirigiéndose al dueño del establecimiento-, ¿puedo enviar a esti guaje a casa para que Chuchina (la esposa) me mande por él la gabardina?".