Mujer presa
declarando, víctima de la represión franquista. Saber más… La Memoria Viva. |
Ilustración de Alfonso Zapico |
"De buenos recuerdos se vive, de malos recuerdos se aprende"
Mi padre trabajaba de representante hasta que empezó a hacer reportajes en el periódico “La Prensa”. Más tarde, dejó “La Prensa” y pasó para “El Noroeste”. Tenía una hermana monja y dos casadas con militares. Eramos seis hermanos. Cuando le movilizaron durante la guerra, se que estuvo mucho tiempo de capitán habilitado de un batallón con destino en Infiesto. El no quiso evacuar. Decía que no había hecho nunca nada malo y que, por lo tanto, no tenía nada que temer; que solamente había defendido una idea y nada más. (...) Cuando acabó todo ya en Asturias, mi padre se vino para casa. No se quiso ni esconder. Un día, el veintisiete de Octubre, estábamos a la hora de comer sentados todos en la mesa. Picaron a la puerta y él mismo fue a abrir. Eran tres o cuatro falangistas de la “Bandera de Santander”: -¿Eduardo Prieto Menéndez? -preguntaron.-Un servidor -contestó mi padre.