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5 de octubre de 2017

El yate real "Giralda" con la familia real española a bordo en Gijón

La visita real a Gijón en agosto de 1900
La familia real de España, de izquierda a derecha en la imagen: la infanta Doña María Teresa, la Reina Madre y regente Doña María Cristina de Habsburgo, el rey Alfonso XIII, durante su minoría de edad y la princesa de Asturias Doña María de las Mercedes.
En plenas fiestas de Begoña, plenos el horizonte marino de Gijón con poderosos navíos de la armada española, escoltando al Yate real, el Giralda, a bordo del cual surcaba el mar Cantábrico la familia real española, la Regente y reina madre Doña María Cristina de Habsburgo, su hijo el futuro rey de España Don Alfonso XIII, la princesa de Asturias
Alfonso XII con su esposa María Cristina de Habsburgo Lorena - (Wikipedia)
Doña María de las Mercedes y la Infanta de España Doña María Teresa, en un viaje que los llevaría a tocar tierra en diversos puertos del Norte de España, viajaban acompañados por el presidente del gobierno de España, Don Francisco Silvela y de le Villeuze, que era también Ministro de la Marina, hombre fuerte del partido Conservador de recio y disidente carácter que llamaba al pan, pan y al vino, vino. También venía en el séquito real, Don Eduardo Dato e Iradier, como Ministro de la Gobernación, correligionario también del partido conservador y que sería años después presidente del gobierno y brutalmente asesinado de 20 disparos, en un atentado en 1921.
Francisco Silvela y de Le Vielleuze, Ministro de marina, casado con Amalia Loring Heredia. (Pinterest)
Los barcos que escoltaban a la familia real que recalaron en el Musel y en el antepuerto de la dársena local, eran el Urania, de casco de acero y 60 metros de eslora, que desplazaba 600 Toneladas con sus motores de 352 caballos de vapor alcanzando una velocidad máxima de 9 Nudos (16 Km/hora) artillado con cuatro cañones de tiro rápido Nortdenfelt de 57 mm, con una dotación de 92 soldados españoles. El Infanta Isabel un Crucero de tercera clase de caso de hierro y 64 metros de eslora, desplazando 1.200 Toneladas y con motores de 1.500 caballos y una dotación de 8o marineros, el cañonero de primera clase Vasco Núñez de Balboa, de flamante casco de acero, que permanecería anclado en el antepuerto, de 47 metros de eslora, y con velocidad máxima de 12 millas (21 Km/hora) artillado con 2 cañones de tiro rápido y dos ametralladoras del 37, servido por 53 hombres de la Armada. El mismo Yate real Giralda, era de 94 metros de eslora su casco de acero y contaba con una potencia de 6.500 caballos de vapor que le permitían alcanzar fácilmente 15 millas (27 Km/hora) estaba artillado con 5 cañones Nortfendelt de 57 mm y dos ametralladoras del 37, con una dotación de 105 marineros de lo más granado del ejercito de España.
Calle Corrida el 20 de Agosto de 1900 a las doce de la mañana, la familia real de España de visita en Gijón, pasando bajo el arco de la Fábrica de Mieres y el Ferrocarril de Langreo.
El día 19 de Agosto de 1900, la familia real sería visitada a bordo del Giralda por las autoridades de Gijón encabezadas por el alcalde Don Ramón García Sala, así como un grupo de periodistas que ansiaban cubrir la real visita, la reina regente inquirió al alcalde el conocer si Don Claudio Alvargonzalez se hallaba en Gijón, confirmado lo cual fue invitado el ilustre y anciano marino, a subir al yate real a departir con sus altezas reales que querían ver de cerca el tamaño y parecer del héroe de Abtao.  Siendo ya el día 20 cuando desembarcaron poco antes de las once de la mañana en el dique de Santa Catalina o de Liquerique, a donde se dirigieron en la Falua Real que ostentaba el pendón morado de Castilla, escoltada por el Cañonero Vasco Núñez de Balboa.  Llegados a tierra Don Alfonso XIII, uniformado con traje de cadete, mientras sus Altezas presentaban un agradable aspecto con sencillos trajes de calle, el alcalde de Gijón las obsequió con unos magníficos ramos de flores y entre vítores y aclamaciones del numeroso publico situado sobre el dique se dirigieron a los carruajes que los esperaban para un paseo triunfal por las calles de Gijón, pero antes, el futuro Rey Don Alfonso XIII, se dirigió aun destacamento de militares que estaban allí rindiendo honores, para saludar a la enseña de España y una vez besada la bandera ante la exclamación de fervor de su pueblo, se subió acto seguido al carruaje y comenzó el paseo por un Gijón engalanado para la ocasión, escoltados por una larga comitiva y en primer lugar por un regimiento de Lanceros de Farnesio en traje de gala.
La calle Corrida en Los Cuatro Cantones en Agosto de 1900
Sobre el mismo dique de Liquerique donde entronca con el muelle se había erigido un arco monumental por la Fábrica de Moreda y Gijón, dos chimeneas, enlazadas en lo alto alegoría de su industria y oficio y adornado con los materiales que allí se producen. 
Antes de abandonar el mismo muelle ya casi en la calle Trinidad otro imponente arco de carbón piedra, homenaje a sus majestades por las industrias mineras y ya frente a los jardines del café Suizo, un arco del ayuntamiento de Gijón agradeciendo tan ilustre visita real, dichos jardines del Suizo a partir de entonces y tras acuerdo municipal, pasaron a denominarse Jardines de la Reina, en honor a esta regia señora Doña María Cristina de Habsburgo.  Al entrar en la Calle Corrida en Los Cuatro Cantones un arco de muchísimo gusto y belleza erigido allí por el Crédito Industrial Gijonés, impulsado por Don Calixto Alvargonzález entre otros entusiastas emprendedores gijoneses y a mitad del Bulevar en aquel primer tramo de la calle Corrida destacaba la monumentalidad de un arco responsabilidad de la Fábrica de Mieres coaligada con el Ferrocarril de Langreo, arco impresionante, fruto del genio de Don José María López, autor años antes del bronce del Don Pelayo que preside el muelle de Gijón.
Grabado de la familia real a bordo del Yate Giralda, en 1900.
Doblaría por la calle Munuza la comitiva real entre una multitud de gijoneses que no cesaban de aclamarles, mientras que desde los balcones coloridos y engalanados no dejaban de caer flores, allí en Munuza habían levantado un primor de arco las empresas de La Estrella de Gijón y La Algodonera, que estaba punto de comenzar su singladura laboral, seguiría el cortejo por la calle de Los Moros para doblar por la calle Jovellanos y llegar a la calle de San Bernardo entre sueltas de palomas, vítores y exclamaciones festivas de júbilo. En la calle Jovellanos se paró un tiempo la marcha al reconocer la reina madre en el balcón de su casa a Don Juan Alvargonzalez, alcalde que había sido de Gijón (1883-1886) durante su primera visita y de cuya amabilidad quedó prendada su majestad que no quiso menos que saludar a quien tan exquisitamente la había atendido, cuando visitó Gijón con su difunto marido Don Alfonso XII en 1884. En la calle san Bernardo el monumental arco erigido por la empresa Gijón Industrial de La Calzada (después Gijón Fabril) de la familia Truan, marcaría el final de aquel recorrido que fue un auténtico baño de multitudes. 
Periodistas rumbo al yate real Giralda
El Carruaje de allí se dirigió al Campo Valdés donde eran esperados por los representantes terrenales del Dios que les confería el privilegio de reinar sobre su pueblo, el Obispo Don Ramón Martínez Vigil y el arcipreste y párroco de Gijón, Don Ramón Piquero, que les conducirán al templo de Gijón a un solemne Te Deum, de donde acto seguido pasarán al Ayuntamiento a una recepción y besamanos de casi una hora de duración en que les serían presentadas a sus altezas un nutrido grupo de personas destacadas de la villa. Pasando al finalizar ese acto al salón de Quintas en el mismo ayuntamiento los ilustres visitantes y su séquito fueron obsequiados con un Lunch, preparado exquisitamente por Don Juan F. Setién, dueño de la Cervecería de su nombre en la calle Corrida. 
Después la comitiva se encaminaría hacia el Coto donde los esperaban para que fuera el futuro rey quien colocara la primera piedra del cuartel que llevaría su nombre en aquella parroquia gijonesa, el Cuartel Alfonso XIII. El alcalde de Gijón Don Ramón García Sala, le entregó a su majestad una paleta de plata y lo invito a echar una paletada de cal en el lugar indicado y después dándole un martillo también de plata le indico que golpeara una piedra suspendida que había de caer donde previamente se habían colocado unas monedas y objetos diversos tal y como se acostumbraba en tales protocolarios actos de inicio de obras.
Desembarco de la familia real en el dique de Santa Catalina, en Agosto de 1900.
Los útiles usados por el futuro monarca le fueron entregados al señor Silvela. Hecho lo cual la comitiva se dirigió al muelle de donde pasarían al yate real a comer y descansar hasta media tarde en que regresarían a tierra para ser agasajados y obsequiados con un “The” por el Conde de Revilla-Gigedo en su palacio en la Plaza del Marqués, allí estarían sus altezas dos horas, después de las cuales retornarían al yate real que al amanecer partiría rumbo a un nuevo puerto de su reino, en esta ocasión la cercana y asturiana Avilés.  
Lejos de los actos oficiales, los ministros que acompañaban a la corona fueron agasajados en el Casino de Gijón por los empresarios locales que les demandaron un mayor apoyo en el denodado esfuerzo que se estaba acometiendo en la industrialización de Gijón. Durante estos fastos no hubo funciones en los Teatros de la localidad ya que toda la escasa energía eléctrica fue destinada a iluminar el cerro de Santa Catalina y el muelle, que presentaban un aspecto maravilloso a ojos de los visitantes, ya fueran reales o pertenecientes a la marinería. La visita fue cubierta por los diarios locales, El Comercio y El Noroeste y varían mucho los comentarios entre ambos, por la filiación republicana del último citado que trató en todo momento de restar lustre a una visita que desbordó Gijón, a la villa de Jovellanos llegarían del resto de la provincia entre diez y quince mil personas que quisieron vivir aquel momento que se repetirá cuando Don Alfonso XIII alcance la mayoría de edad y vuelva a visitar Gijón ya como rey en 1902.
El desembarco real en Santa Catalina
FUENTE: HERNÁN PINIELLA IGLESIAS‎ 



Hernán Piniella Iglesias, es un Maestro Industrial jubilado ávido  buscador de la historia local de Gijón.







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