2 de septiembre de 2016

Valeriano Miranda, un religioso con la inquietud por bandera

La vida y "milagro" del sacerdote Valeriano Miranda
Retrato de Valeriano Miranda propiedad del Ayuntamiento Mierense. (Foto Archivo)
La historia sobre el traslado de sus restos y las explicaciones ofrecidas por el Ayuntamiento
Antiguo templo parroquial de San Juan Bautista (Mieres), el 24 de junio de 1927, fecha en la que se celebro la última misa en la vieja iglesia. (Foto Archivo).
La Nueva España
Es mucha la letra fina la que se necesita para constatar ciertos hechos ocurridos en esta nuestra casa. De momento conviene dejar constancia del personaje principal que a muchos les suena pero no tantos están al corriente de su personalidad. A Mieres llegó cierto día del siglo XIX un joven sacerdote llamado Valeriano Miranda, como coadjutor de la antigua iglesia y parroquia de San Juan, con la nueva tarjeta del reforzamiento de determinados actos litúrgicos, entre ellos la definición de fiesta con rasgos de acontecimiento, de la Inmaculada. A ello contribuyeron de forma decisiva las llamadas Hijas de María. En aquellos tiempos y una vez al año, un coro de señoritas, cantaba con afinación y gusto, durante toda la celebración, desde la novena a la despedida. Y fueron unas cuantas las que se educaron en la música para tocar el piano en el templo. Todo ello bajo el beneplácito de Valeriano Miranda, profesor y maestro de capilla.
Imagen antigua de la calle Valeriano Miranda.  (Foto Archivo).
Muy aficionado a las excursiones con visos de religiosidad, el sacerdote solía organizar la de La Magdalena en el Monsacro de Morcín, a donde acudía acompañado de romeros para oficiar la misa en la ermita de este privilegiado lugar. Otro punto escogido era el Carbonero, lugar de celebración de la festividad de Santa Germana. En 1924 el sacerdote, con su inquietud por bandera, y con motivo del regreso de los soldados del Regimiento Príncipe que venían de la penosa campaña de África, organizó una peregrinación a los Mártires de Valdecuna, como agradecimiento de su feliz regreso, para posteriormente degustar una comida , servida por la familia del mayordomo del santuario Manuel Fernández. Allí, los propios soldados declararon a Valeriano Miranda "general en jefe" de la expedición. También viajaron, posteriormente, y gracias al sacerdote, a Santa Cristina de Lena. Visto los méritos que iba acumulando el presbítero, un año más tarde el pleno del Ayuntamiento de Mieres, que por aquella presidía José Sela y Sela, nombra al veterano cura de San Juan Hijo Adoptivo del concejo, por sus cuarenta y un años de acción apostólica en la villa, recibiendo por ello numerosas felicitaciones.
D. José Sela y Sela, Alcalde de Mieres desde el año 1923 al año 1930 en un retrato de J. Mª. Fernández Peláez, con el fondo del Puerto Pinos en el Ayuntamiento de Mieres. (Foto Archivo).
Más tarde el cuadro artístico del Colegio "Santiago Apóstol" puso en su honor, en escena, la simpática obra "Las grandes fortunas". Con todo ello finalizó un largo recorrido de agradecimiento y cariño hacia este sacerdote con palabras del mierense Celso G. Canteli, destacando la actitud del homenajeado quién "gozaba de manirroto con sus limosnas en un deseo de desprenderse de lo material con el fin de paliar miserias". Era tal la fama de bondad que había alcanzado que muchas comisiones de fiestas donaban lo que sobraba después de los gastos para que lo repartiese entre los pobres. Fue lo que ocurrió con la verbena celebrada en junio de 1926 con motivo del Corpus Christi, cuyas cuentas resultaron un hecho elocuente. Figuran como gastos 150 pesetas para la banda de música, 64 con destino a los organillos, 82,50 invertidas en cohetes y 26,90 en otros pequeños gastos, lo que hicieron un total de 323,40 pesetas. Como lo recaudado alcanzaba las 349,80 quedó un sobrante de 26,40 que fueron entregadas al sacerdote. Valeriano Miranda falleció, el 22 de setiembre de 1927, cuando contaba sesenta y ocho años, sin ver terminado el nuevo templo de San Juan, su gran ilusión. Lo hizo en su casa de Requejo.
La Pasera hacia 1929, se ve la nueva Iglesia san Juan en construcción. (Foto Archivo).
Posteriormente en sesión plenaria de la corporación municipal de Mieres, celebrada durante el mes de febrero de 1928, se tomó, por unanimidad, el acuerdo, por cierto con pleno beneplácito del pueblo, bajo el cual "se dio nombre de calle de Valeriano Miranda", a la que hasta aquel momento se llamaba prolongación de Ernesto Guilhou, hoy Numa Guilhou. También se le concedió, a perpetuidad y de forma gratuita, un compartimiento en el cementerio parroquial de la villa, para que allí descansasen sus restos mortales. Y finalmente la concesión, así mismo, a perpetuidad, un compartimiento, para la construcción de una especie de mausoleo, con el fin de perpetuar su memoria. El sepelio del sacerdote tuvo lugar a las cinco de la tarde del viernes siguiente y constituyó una impresionante manifestación de duelo. 
Imagen antigua del mercado de ganados en la plaza de Requejo en el año 1905, precisamente en el barrio de Requejo es donde residía en aquellos años el sacerdote Valeriano Miranda. (Foto Archivo).
En el cementerio católico, a nivel de la parte posterior de la capilla que allí existía -y que fue demolida en su día como consecuencia de la secularización de los cementerios de España- se encontraba un terreno reservado para dar cristiana sepultura a los sacerdotes. En ese lugar fueron depositados los restos de Valeriano Miranda, con la idea de que reposarían para siempre, dado que se le había concedido lugar a perpetuidad. En 1929 se formó una comisión en su memoria como consecuencia de la apatía del Ayuntamiento para quien había sido declarado hijo adoptivo. Se abrió una suscripción popular para colocar, en el citado terreno una lápida o panteón sobre sus restos, y que guardase relación con su sentido de modestia y generosidad. Durante un mes y desde la simple cantidad de cinco céntimos de peseta, aportaron su dádiva gentes de todos los barrios y zonas, desde La Peña a Bazuelo, así como en diversos comercios, logrando la suficiente recaudación para el objetivo que se perseguía.
Misael Fernández Porrón, ex-alcalde de Mieres. LNE
Pasan los años y en 1997, siendo alcalde Misael Fernández Porrón, en el cementerio municipal se procede a la exhumación de los restos de Valeriano Miranda, siendo depositados en el panteón de la familia Muñiz Prada. Ante el hecho insólito, hubo algún mierense, en este caso el fallecido Julio León Costales y el aún afortunadamente vivo, Florentino Romero, quienes se personaron en el camposanto, "en plan de podemistas o antidesahucios de cementerios" (en sentido figurado), para averiguar las causas de tal decisión, que quedaron rápidamente aclaradas. Por lo visto el terreno estaba fuera de línea por lo que cortaba parte de una de las calles interiores del cementerio. El Ayuntamiento, con vistas a subsanar el detalle, consultaron con la parroquia de San Juan, a la sazón bajo la dirección de Nicanor López Brugos, a quién pidieron autorización con el fin de proceder al traslado de los restos a donde se les autorizase. Así se hizo y todo quedó en el orden actual.
Imagen de Nicanor López Brugos visto por el lápiz de Alfonso Zapico. Ilustración de Alfonso Zapico. Alfonso Zapico (Blimea, San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1981) es un historietista e ilustrador español. En 2012, su novela gráfica Dublinés fue galardonada con el Premio Nacional de Cómic. Entre otros trabajos es de destacar su ambiciosa obra, La Balada del Norte. Saber más… WIKIPEDIA.
FUENTE: AMADEO GANCEDO. Publicado por La Nueva España el 10-07-2016. Ver enlace.
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AUTORES.

Amadeo Gancedo (Tuña (Tineo) 1935 - Mieres del Camino 2019), ejerció de fedatario del ruidoso y contradictorio Mieres de finales de los setenta y toda la década de los ochenta, contando en sus crónicas el inicio del naufragio industrial del concejo y el surgimiento de un pálpito que insufló vida a la emancipación política y sociocultural. Como antes había hecho uno de sus maestros, el recordado Luis Fernández Cabeza, Amadeo Gancedo se convirtió en infinidad de ocasiones en consejero, orientador e incluso confesor de alcaldes, empresarios, sindicalistas y dirigentes vecinales. También de algunos artistas, como el propio Víctor Manuel. Al margen de su infatigable labor periodística y, más tarde, empresarial, Amadeo Gancedo fue una persona permanentemente implicada en la vida social y cultural de Mieres. “No sólo fue un observador, sino también un laborioso actor estrechamente ligado a la comunidad”. Fueron muchas las iniciativas en las que se embarcó, colaborando con entidades como el Caudal Deportivo o el Orfeón de Mieres, entre otras muchas. Durante dos etapas de su vida estuvo enfrascado en sendos proyectos que tuvieron una notable relevancia. Se trata del Concurso Artístico de Otoño del viejo Teatro Capítol y de los “Tribunales Populares” impulsados durante su etapa al frente del Centro Cultural y Deportivo. En ambos casos, compartió experiencias con otros muchos inquietos mierenses implicados, como él, en el progreso del concejo. Como en casi todo, su acusada sensibilidad social le hizo adelantarse a debates antes de que se pusieran de máxima actualidad. Un abanderado del entusiasmo. Así le recordaremos. Amadeo Gancedo Rodríguez falleció el 27/04/2019. Fuente: https://lne.es. (La Nueva España).

EL BLOG DE ACEBEDO. (ANTOLOGÍA DE LA HISTORIA). La Historia es una disciplina académica que aspira a comprender el pasado y la forma en que se ha configurado el presente. Es necesaria para entender, para cambiar y para saber cómo ha llegado a existir la sociedad en la que vivimos.

“El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”. (Oscar Wilde)

El Blog de Acebedo se adentra en la historia de nuestra tierra, TODO SOBRE ASTURIAS, MIERES Y CONCEJO. navegar en este blog, es conocernos mejor a nosotros mismos y nuestra dilatada historia. Como decía el poeta mierense Teodoro Cuesta García-Ruiz (09/11/1829 – 01/02/1895), “soy d´esa villa y á honra tengo haber nacío n’ella”. FUENTE. El Blog de Acebedo.

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